23.
[DACEL]
—¿Estas mejor, rubia?
De pie en la puerta del baño, Niall hipó suavemente y fregó sus ojos con sus manos como un niño pequeño. Sus mejillas y nariz estaban rojizos por el llanto, pero, aun así, su cabeza rebotó arriba y abajo en afirmación. Era algo increíble que él estuviese intentando ser el mismo joven testarudo y valiente de siempre aun cuando algunas lágrimas solitarias seguían rodando por su piel sonrojada.
Poniéndome de pie, me acerqué a él deteniéndome a un paso de distancia, y borré esas ofensivas lagrimitas con mis pulgares—. ¿Seguro que estas bien?
—Si, solo... —hipó—, ¿podemos olvidar lo que sucedió?
—¿Qué parte exactamente? —rodeé su cintura con mis brazos y lo tiré más cerca—. ¿La parte en que comenzaste a llorar porque Tommy te dijo que te quería o cuando me pediste que te amara?
—Yo no te pedí eso.
—Mm, yo creo que si lo hiciste —besé su mejilla, rozando mis labios sobre su piel hacia su cuello—. Tengo buena memoria, jamás olvidaría algo como eso.
—Tu memoria es un asco —jadeo intentó alejar su rostro, pero no hizo ningún movimiento para escapar de mis brazos—. Yo no te pedí eso.
—Si lo hiciste.
Su piel de porcelana se sentía como seda caliente bajo mis labios, pequeñas pecas descoloridas marcaban su cuello como una ligera lluvia, perdiéndose bajo la tela de la camiseta. Esas marcas suaves eran lo único, que, a mi parecer, diferenciaban a Niall de una pequeña figurita de porcelana. No era algo que jamás se me ocurriera decirle al rubio, seguramente me cortaría la garganta mientras dormía si me atrevía a compararlo con un tierno muñeco.
Aprovechando la cercanía, mordí su cuello, no lo suficientemente fuerte para romper la piel, pero si para que lo sintiera. Esperaba totalmente el puño que golpeo mi estómago un momento después, el rostro enojado de Niall apareció en mi línea de visión un momento después, cuando me incliné para rodear mi zona adolorida.
—¿Por qué jodidos me mordiste? —gruñó, frotándose el cuello mientras me fulminaba con la mirada.
—Estabas siendo toda una nenita llorona —señale—. Tenía que hacerte reaccionar, aunque había olvidado lo fuerte que golpeas.
—Jodete, me mordiste.
—Si, pensé que ya habíamos aclarado ese punto. —rodé los ojos.
Gruñó, él realmente lo hizo—. ¡Me mordiste, pedazo de loco, y luego dicen que soy yo quien está mal de la cabeza!
La expresión indignada en su rostro solo me produjo un ataque de risa, lo que me costó un golpe en la cabeza. Eso no hizo nada por detener mi diversión.
—¡Deja de reírte, idiota!
—Ouh, mi bebé está enojado —intenté acercar mi mano a él solo para que sus dientes atraparan varios de mis dedos y apretaran—. ¡Ahhh, suelta, suelta!
En cuanto me liberó, soltó: — Imbécil.
—¿Por qué hiciste eso? —me froté la mano, donde sus dientes estaban marcados en mi piel.
—Ojo por ojo, diente por diente.
—Si, mierda, pero no era para que te lo tomes tan literal —agité la mano, intentando quitarme el dolor—. Tus dientes están marcados en mi manito.
—Oh, pobre bebé Dacel. —bufó.
—Si, pobre de mi —hice pucheros antes de colocar mi mano frente su rostro—. Besa mi herida para que el dolor desaparezca.
—No voy a besarte la mano.
—Tú me lastimaste, tú lo arreglas —la empujé más cerca de su boca.
—¿Quieres que te muerda otra vez?
—No serías capaz —quité la mano justo un momento antes de que pudiese clavar sus dientes en mi nuevamente—. ¡Hey!
—Deja de ser un gran bebé y compórtate como un adulto. —gruñó.
—Hablo el chico que veintitrés años que duerme abrazado de un oso de peluche.
Estrechó los ojos en mi dirección—. Tu solo estas celoso del oso.
—Por supuesto que lo estoy. —lo encerré contra la pared con mi cuerpo—. Me encantaría cambiar de lugar con ese maldito oso y tener tus brazos a mi alrededor.
—Estas demasiado cerca.
—¿Si? —elevé una ceja, dando un paso más—. Yo creo que aún no estamos lo suficientemente cerca.
No me esperaba el empujón que me dio, pero debería haberlo previsto. Aun así, fui lo suficientemente rápido como para atrapar su mano mientras caía, llevándolo al suelo conmigo. La alfombra no amortiguo para nada mi caída y el que me cayera un hombre adulto encima no hizo nada por los dolores que ya atormentaban mi cuerpo.
Si algo había aprendido de Niall en todo el tiempo que lo había conocido, era que siempre debía ser más rápido que él. Así que, ignorando los golpes, nos hice girar y me senté sobre su cadera, evitando que pudiese ponerse de pie.
—Parece que el destino se empeña en ponernos en esta posición —bromee, moviendo las caderas contra su entrepierna—. Aunque creo que sería mejor si estuviésemos desnudos.
—¡Dacel! —gruñó.
—¿Qué sucede, amor? —parpadeé hacia él con toda la inocencia que pude juntar—. ¿No te gusta esta posición? Podemos intentar otras, estoy dispuesto a comprar el libro del kamasutra si eso quieres.
Parecía dispuesto a decir otra cosa, pero un silbido bajo desde la puerta nos tuvo volteando la mirada en esa dirección—. Y yo que venía en modo inocente a decirles algo —Zayn sonrió, apoyando el hombro en la pared—. No tenía idea de que vería porno en vivo o hubiese traído mi teléfono para grabar.
—¿Sucede algo? —pregunté, aun moviéndome sobre Niall e intentando evitar los golpes que estaba lanzando en mi dirección mientras refunfuñaba insultos para que me bajara.
Zayn sonrió, divertido con la situación—. Solo venía a avisarles que Kaled me llamó, ya tiene todo listo para la boda, solo debemos llevar a Suri allí. Lo convenceré para que se ponga el esmoquin gris y en cuanto esté listo, salimos.
—Está bien, estaremos allí en un momento —prometí.
—Genial —rio, volteándose para irse—. ¡No se desgasten mucho y usen protección!
—¡Cállate, maldito idiota! —Niall gritó hacia él.
Observé el rostro del rubio enrojecer por la rabia mientras seguía retorciéndose por unos momentos antes de inclinarme y robarle un beso—. Ahora, este si se parece a mí valiente bebé luchador —murmuré sobre sus labios—. Sabía que solo debía encender una chispa para que apareciera.
Se detuvo completamente y me miró, sus ojos ampliándose—. ¿Tu hiciste esto para...?
—Vamos, amor —me puse de pie y tomé su mano, ayudándolo a levantarse—. Tenemos una boda a la que asistir, luego podremos volver y hacer nuestra propia versión de noche de bodas.
Él me miró confuso por un momento, pero luego solo suspiro y fue a darse una ducha rápida para poder cambiarse. Sonreí en cuanto desapareció dentro del baño, él no lo entendía, aun no lo hacía, pero lo comprendería pronto.
Me había pedido que le enseñara a querer de nuevo pero lo que él no entendía era que estaba amando a los que lo rodeaban en cada momento. Él no estaba diciendo todo el tiempo que le tenía cariño a alguien, pero te lo hacía saber con una mirada, una sonrisa o un insulto hacía quien sea que odiaras en ese momento. Porque era Niall, el chico que odiaba los corazones y gesto de cariño, pero miraba a su familia con tanto amor en sus ojos que era imposible pasarlo desapercibido.
Era simple a mi parecer: él amaba a la manera de Niall.
Y era una manera única y hermosa.
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