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08.

[NIALL]

«Había una vez un bru...

Un brujito que en Gulubú

a toda la población,

embrujaba sin ton ni son».

—Me gustaría conocerlo, parece simpático el chico —Niall susurró, subiendo el volumen del estéreo donde el Cd infantil seguía girando.

Tommy sentado sobre sus piernas movió la cabeza a los lados mientras aplaudía.

«Pero un día llegó el doctorrrr

Manejando un cuatrimotorrrrr».

—¡Andaba a pata el hijo de perra! —bufó, rodando los ojos ante la falta de sentido de la letra.

«¿Y saben lo que pasó?

¿Y saben lo que pasó?».

—Si tiene que ver con un doctor no quiero saberlo, no quiero saber nada de ellos —le chilló a la voz que salía desde el aparato—. ¡No lo digas!

«¿Nooooooo?».

—No, no quiero saberlo. ¡No te atrevas a decirlo!

«Todas las brujerías,

del brujito de Gulubú,

se curaron con la vacú».

—¡Nooo!

Tommy se giró a mirarlo confundido, pero Niall estaba ocupado con la cantante como para prestarle atención.

«Con la vacuna,

luna, luna, lú».

—Odio esa canción —frunció la nariz, apagando el estéreo con el control en su mano.

Tommy parpadeo hacia el aparato antes de volver a mirarlo, pero no se quejó por ello.

—¿Otra vez hablando con las cantantes de música infantil? —Liam entró a la sala, aferrando la mochila en sobre su hombro mientras miraba hacia nosotros con diversión.

Le enseñé la lengua—. No tengo nada más que hacer y me dejaron de niñera.

—Si, sobre eso —se dejó caer en un sofá cercano—. Suri acaba de llamarme, al parecer tiene una larga fila adelante antes de poder hacer la prueba de conducción y como Kaled no quiere que este un minuto más sin licencia, esperaran.

—¿Louis?

—Borracho como una cuba en el bar de Tony.

—¿Dacel?

—Horas extras en el hospital, vendrá esta noche a dormir, pero no creo que sea un ser pensante para ese momento. —dijo con rapidez.

—¿Zayn?

—Su motocicleta se averió camino aquí y está en el taller esperando que se la devuelvan.

Gruñí bajo—. ¿Qué pasa con Jonah? Él es una mejor apuesta a niñera que yo.

—¿No lo recuerdas? Hoy era su prueba de ingreso a la universidad local.

Pase por los nombres en mi cabeza con rapidez—. ¿Tu?

—Soy solo el mensajero —levantó las manos, librándose—. Pero si quieres, puedo darte una salida fácil.

—¿Cual?

—Llévame a mi casa y te lo diré en el camino.

Le fruncí el ceño con sospecha—. ¿Por qué no me lo dices ahora?

Se puso de pie, acomodando su mochila—. Porque no quiero, llévame a casa.

Puse mala cara, pero de igual manera me puse de pie, acomodando al mocoso en mi cadera antes de revisar mi bolsa y dirigirme a la puerta. Tomando la chaqueta del enano y la mía, giré las llaves en mi dedo y salí detrás del castaño. Odiaba la camioneta "familiar" que Kaled había comprado pero la cosa hacia el trabajo bien, por lo que no podía quejarme realmente.

La casa de Liam era bonita, pintoresca. Estando escondida en uno de los mejores barrios de Bradford, no me sorprendió. Tenía el típico estilo que encontrarías en una de esas viejas películas estadounidenses, donde la esposa rubia perfecta salía con una enorme sonrisa a recibir a su esposo. Me dieron escalofríos de solo pensar en participar en una escena así, ¿quién es su sano juicio actuaria de esa forma por voluntad propia? Las personas que creían ser felices eran peores que las que fingían serlo.

Detuve el auto y me giré a ver al castaño—. Bien, ahora dime cual es mi salida fácil de esto.

—Bajarte del auto y entrar a mi casa.

Lo miré horrorizado—. ¿Yo? ¿Entrar a esa casita de muñecas que llamas hogar?

—Mi casa no se ve como un juguete.

—Juro que estoy esperando que salga una Barbie a saludarme. —bufé.

—Esta es tu única salida —se encogió de hombros con mala cara mientras se deslizaba fuera del auto—. La tomas o la dejas.

Gruñí bajo, saliendo del auto. ¿Qué otra opción tenia? Yo no era buen niñero, me aburría rápido y por lo general, olvidaba que estaba a cargo del mocoso y...

—Dejaste a Tommy en el auto. —avisó Liam, cuando lo seguí por el camino de entrada.

Maldiciendo, me giré sobre mí mismo y corrí al auto, mis pesadas botas negras produciendo un extraño sonido.

—¿Por qué no me avisaste que me estaba olvidando de ti? —musité al abrir la puerta.

El mocoso chupó su pulgar, mirándome con los ojos enormes. Quitando el digito de sus labios, empujé el chupón en su lugar y le dedique una mala mirada que me gano una sonrisa detrás del plástico. Liberándolo de su silla, lo cargue contra mi pecho y me asegure de que el auto estaba bien cerrado antes de dirigirme a la casa. Liam tenía una mirada divertida en su rostro desde donde me estaba esperando, cerca de la puerta.

—No tenemos que decirle a Suri sobre esto, ¿verdad? —pregunté cuando estuve a un par de pasos de él.

Rodando los ojos, se giró para abrir la puerta y me hizo un gesto dentro. Cuando la madera golpeo nuevamente el marco, me giré para mirarlo justo a tiempo para verlo gritar—. ¡Abuela, tía Grace, ya llegué! —arrojó la mochila al suelo y le dio una patada que la envió bajo un mueble cercano—. ¡Y traje un par de amigos conmigo!

Retrocedí varios pasos cuando dos mujeres entraron a la sala con grandes sonrisas en sus rostros. ¿Dónde mierda me había metido? ¿En la casa biológica del Guasón? Mierda, tenía que correr lejos antes de que quisieran apretar mis mejillas como la gente tendía a hacer cuando era pequeño y estaba demasiado distraído para morder sus dedos.

La más joven, pareció tensarse al verme. Sus ojos, idénticos a los de Liam me miraron con desconfianza, no tenía dudas de que ella había reconocido quien era. Con respecto a la pequeña mujer de cabello blanco a su lado, no pareció afectada por mi presencia para nada porque ella era todos sonrisas aún.

—Oh, es el chico irlandés del que Tony siempre habla —dijo como si no fuese el tipo con la reputación de dispararle a todo lo que me jodia.

Cuando se acercó, solo atine a esconderme detrás de Liam. No quería que me tocaran y sabia por viejas memorias en mi mente que las personas mayores siempre quieren apachurrar a los más jóvenes como si fuese algún tipo de hobby. La piel pálida y los ojos celestes solo parecía incentivarlas a hacerlo, muchas habían dicho que era como un querubín. Entonces yo mordía sus manos y ellas salían despavoridas por la calle. No quería morder los dedos de la familia de Liam, así que era mejor mantenerme alejado de sus finas manos.

—A Niall no le gusta que entren en su espacio personal. —Liam explicó sin darle verdadera importancia antes de señalar a la mujer de cabello blanco—. No lo presiones, abuela.

—Yo no iba a hacerle nada. —ella levantó las manos con inocencia, pero algo me decía que, de las dos mujeres, ella era a quien debía tener a la vista todo el tiempo.

—¡Bubba! —el mocoso aún estaba colgado de mi cuello, una mirada de sospecha hacia las mujeres. Parecía que él tampoco estaba convencido con lo que estaba sucediendo.

El chillido pareció lograr que las mujeres se centraran en él y pude ver que la más joven se relajó al ver que cargaba un niño. No tenía idea de cómo pudieron pasar desapercibido al mocoso, pero tenía a impresión de que cargarlo solo lograría que ellas quisiesen acercarse.

—Toma al mocoso, Liam. —intenté pasárselo, pero el niño no soltó mi cuello.

—¡No, Bubba! —su grito agudo casi me rompe el tímpano.

—Él quiere estar contigo —el castaño levantó las manos, alejándose y entrando por una de las puertas contiguas, dejándome solo con las dos mujeres.

—Pequeña mierda. —masculle.

La abuela de Liam sonrió de forma burlona hacia mi antes de hacer un gesto sobre su hombro—. Ven a la cocina, amigo irlandés de Liam, estoy segura de que podemos encontrarte algo para comer por aquí.

Miré a la otra mujer, que aún seguía manteniendo un ojo sobre mi antes de correr detrás de la otra. La cocina era exactamente como me la imagine, tan hogareña que estaba para un catálogo. Era extraño, yo nunca había estado en un ambiente así. Mi casa de nacimiento había sido una cabaña algo precaria con tanto espíritu familiar como una tapa de refresco. Estaba acostumbrado a eso y a la cocina moderna de los Malik. Los azulejos con pinturas de gallos me tenían aterrorizado.

Sentándome en la silla indicada, miré a la pequeña mujer pasearse por la cocina antes de que pusiera un plato de galletas frente a mi—. Uh, no creo que pueda comer esto, señora —susurré, recordando las indicaciones de Dacel.

—No te preocupes, cariño, estas son las que llevó para tomar el té con mis amigas, no tienen ningún tipo de ingrediente que pueda hacerte algún mal —aseguró antes de sentarse en la silla frente a mí y mirarme con atención—. ¿Así que...?

Elevé una ceja hacia ella—. ¿Que?

—Eres un Fire Spirit, ¿cierto?

—Si. —la miré con sospecha.

Cuando ella sonrió con maldad, supe que no me iba a gustar lo que venia—. ¿Con cuál de tus compañeros duermes?

Elevé una ceja—. ¿A tenido sexo con Tony? —contraataque.

—¿Tú que crees? —el brillo pícaro en sus ojos me gustó—. Contesta mi pregunta ahora.

—Con ninguno.

—Aun —aseguró—. ¿Cuál es el más probable?

Eso no era algo difícil—. Dacel.

—Oh, él es lindo —asintió con rapidez—. Y tiene un culo para morirse.

No lo pude evitar, tenía que reír ante esa frase—. Tiene que venir a casa un día de calor para que lo vea en su traje de baño —aseguré—. Cuando se arroja a la piscina y la tela se humedece, no deja nada a la imaginación.

—Me estoy anotando a eso, querido —palmeo mi mano sobre la mesa en un gesto amistoso—. En cuanto veas que va a ponerse el mismo, me vienes a buscar o tomas una fotografía.

Era fácil hablar con ella y entretenido. Estaba bastante seguro de que no tenía nada de lo que la abuela promedio debiera ser, pero me gusta más eso. Grace, la tía de Liam, y el susodicho no tardaron en unirse a la extraña charla, horrorizándose ante nuestros comentarios subidos de tonos. Fue extraño sentirse bien en un lugar tan opuesto a la casa.

Pero más extraño fue el hecho de que todo en lo que podía pensar era en volver a casa para poder contarle a Dacel sobre ello. ¿No era eso patético?

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