Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

♡15.

Varios días después del incidente en el cine, Mina podía notar como Nayeon estaba más callada y distante, no lo entendía pero comprendía que todo había sido duro para ella. La rubia se había quedado a vivir en su departamento temporalmente mientras todo pasaba pero al parecer, Nayeon tenía un montón de emociones encima y aunque muchas veces intentó hablar con ella, parece que la omega no quería tocar ese tema.

Ahora se encontraban desayunando y Mina no quitaba su mirada de aquella, suspiró un poco queriendo llamar su atención pero no lo conseguía.

—Nay...¿qué pasa? —Preguntó por milésima vez en esos días.

Nayeon escuchó su voz y no pudo sostener más su llanto, empezó a llorar y Mina se preocupó, de inmediato se levantó de su silla y fue hasta su querida omega, se arrodilló frente a ella y limpió sus lágrimas.

—¿Por qué lloras, mi niña? —El lado dulce de Mina salía en esos momentos.

Nayeon negó sin poder ver a la japonesa.

—E-Estoy muy avergonzada... —Murmuró por fin—. Perdóname.

—¿Por qué pides perdón? Nada de lo que pasó fue tu culpa, Nayeon. No debes sentirte avergonzada, tú...

—Mi loba estaba cediendo al aroma de Jeongyeon en celo...  —Susurró cerrando sus ojos en un intento fallido por detener sus lágrimas—. El instinto animal iba a hacer todo lo que Jeongyeon pidiera...

—Pero no pasó, fuiste muy fuerte y valiente al no ceder, no debes sentirte culpable, está en tu naturaleza. —Tomó una silla para sentarse y así jalar de la rubia para sentarla en sus piernas y abrazarla.

Nayeon se acurrucó al cuerpo de la más alta y siguió llorando sintiendo las caricias de aquella en su cabello y espalda.

—Mi loba está muy avergonzada, incluso se ha alejado un poco. —Abultó sus labios escondiendo su rostro en el cuello de la pelinegra.

—Dile que tampoco es su culpa. —Sonrió sintiendo total ternura—. Te prometo que nadie nunca te volverá a poner la mano encima, yo te voy a proteger con mi vida, ¿de acuerdo?

Nayeon asintió dejando un beso en el cuello de Mina, justo donde su herida aún sanaba e inhaló su dulce aroma.

—Tú también fuiste muy valiente al enfrentarte a una alfa en celo. —Comentó con su voz bajita y se alejó un poco para por fin mirar a Mina—. Tú eres mi alfa.

Mina sonrió y llevó una de sus manos al rostro contrario, limpiando sus lágrimas y observando esos hermosos ojitos cafés.

—Te amo, Nayeon. —Le dio un pequeño beso en sus labios—. Se qué no es un momento tan romántico pero...¿quieres ser mi novia oficialmente? —Preguntó con cierta timidez.

La omega abrió sus ojos y mostró una sonrisa después de varios días, asintió varias veces.

—Sí, sí quiero ser tu novia y tu omega, sólo tuya. —Se abrazó de nuevo del cuello de la pelinegra y su corazón se sentía feliz, muy feliz.

Mina no pudo ocultar su felicidad y apretó el cuerpo contrario contra el suyo. Nayeon era su omega y sólo suya.

La noticia de su oficial noviazgo no tardó en llegar a oídos de sus amigas que las felicitaron y se sintieron felices por ellas. Por fin estaban sintiendo esa felicidad llegar a sus vidas, Mina tenía una razón para ser feliz y despertar cada día y Nayeon ya no estaría sola nunca más.

Tan pronto como su relación fue creciendo, Nayeon quiso mudarse con su Mina, ya no quería estar lejos de ella ni un segundo y a la pelinegra no le molestaba, de hecho, si la rubia no lo decía, ella le hubiese pedido que vivieran juntas. Todo iba perfecto.

Demasiado perfecto.

Varios meses pasaron y la pareja no se separaba en ningún momento, a excepción de cuando Nayeon entraba en celo, es cuando sacaba a Mina de la habitación y la hacía dormir en el sofá, la japonesa no se quejaba pero a veces se sentía sola durmiendo en la sala. Por el día, sólo ella iba a la universidad dejando a la rubia y no la veía hasta en la noche repitiendo la rutina.

Otro mes se acercaba y ya se preparaba mentalmente para dormir por una semana en el sofá.

—Minari. —La rubia le llamó mientras se acostaba sobre la mesa.

Tenían varios trabajos para entregar en la universidad pero al parecer Nayeon no tenía muchas ganas de hacerlos.

—Dime. —Respondió sin quitar la vista de uno de los libros.

—Quiero decirte algo. —Abultó sus labios queriendo llamar la atención de la pelinegra.

—Te escucho, amor.

Aquél apodo le hizo sonreír pero Mina seguía sin hacerle caso. Suspiró fuerte y por fin aquella la miró.

—Ya se acerca mi celo, ¿lo sabes, verdad? —Mina asintió entrecerrando sus ojos—. Me preguntaba si...¿si t-tú quisieras pasar el celo conmigo...? —Murmuró esas últimas palabras con un poco de vergüenza.

Mina al escucharla, sintió como sus mejillas se ponían calientes y rojas, desvió su mirada y aclaró su garganta un par de veces.

—¿Yo? —Pregunta estúpida—. Me refiero, ¿estás segura?

Nayeon asintió un par de veces con su cara roja de la vergüenza.

—Sí, estoy segura mientras seas tú. —Se reincorporó sentándose bien y tomando la mano de la pelinegra—. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, casarnos, tener hijos o cachorros. —Soltó una pequeña risa imaginando eso—. Te quiero sólo a ti en mi vida.

Mina se quedó sin qué decir, esas palabras habían llegado hasta el fondo de su corazón, sonrió sin poder evitarlo, ella también quería una vida a lado de Nayeon.

—¿Tener cachorros? ¿Eso quieres? —Preguntó divertida.

—De todo lo que te dije, ¿sólo eso escuchaste? —Fingió indignación escuchando la risa de la más alta.

—Lo siento, no pude evitarlo pero respondiendo a todo, yo también te quiero en mi vida y quiero estar en la tuya. Sólo tú y yo y los hijos o cachorros que tengamos, ¿te parece bien ese plan? —Dijo besando las manos de la rubia.

—Me parece perfecto. —Respondió emocionada—. Entonces, ¿sí pasarás el celo conmigo?

La japonesa fingió pensar un poco.

—Sí pero primero quiero que sea especial, sólo nosotras dos, sin un instinto animal de por medio, ¿entiendes? —Pidió con una pequeña sonrisa—. Quiero demostrarte cuánto te amo.

—Entonces hagámoslo ahora. —La rubia se levantó emocionada.

Mina comenzó a toser y miró confundida a Nayeon.

—¿A-Ahora? ¿Justo ahora? —Oh no, la invadía el pánico.

—Sí, vamos. Yo también te quiero mostrar cuánto amor siento por ti. —Se inclinó un poco besando los labios de la pelinegra.

Mina no supo qué decir, tan solo sintió cómo Nayeon la jalaba a la habitación. ¿En qué momento habían llegado a ese punto? No lo sabía y tampoco iba a detenerse a averiguarlo.

[ haga click para insertar una escena de sexo explícita aquí. ]

Al siguiente día, Nayeon se despertó más temprano de lo normal sintiendo un dolor en su parte baja, ojalá fuese su celo pero no, el dolor era causa de una tonta japonesa que había arremetido contra su cuerpecito como cajón que no cierra.

Se levantó soltando un pequeño quejido e intentó caminar para ir al baño, en todo su recorrido se quejaba y maldecía a la pelinegra.

—Ay sí, primero te voy a demostrar cuánto te amo, blah blah. —Imitaba la voz de Mina y aquellas palabras que le dijo.

Se miró al espejo y vio algunas marcas en su cuello, sonrió pero esa sonrisa se borró cuando de nuevo sintió dolor.

—Maldita humana sadomasoquista. —Murmuró mientras gruñía "molesta".

Terminó hacer sus cosas y regresó a la cama sólo para sentarse de nuevo. Miró a Mina y ésta dormía tan tranquila y se veía tan linda, demasiado linda que nadie creería que era una salvaje haciendo el amor.

"Nota mental: nunca subestimes a la callada del salón, te puede dar la cogida de tu vida."

Eso debía tenerlo muy en mente Nayeon a partir de ahora.

Los siguientes días ya no se quejó tanto, después de todo su celo había llegado y prácticamente le rogaba a Mina que le metiera todo su ser, sin embargo, en sus momentos de cordura, sabía que después de esos cinco días, le iba a doler hasta el mínimo gramo de su cuerpo pero lo valía, claro que sí.

Mina por otra parte, no tenía ninguna queja, para nada, ella disfrutaba de la rubia, después de todo, siempre pensó que moriría vieja y virgen pero no, llegó Nayeon a salvarla de ese destino, la cosa era que Nayeon era una híbrida y eso significaba que por cinco días tenía que complacer a esa loba en celo. No había problema pero sí llegaba un momento en el que se cansaba y la rubia no le daba un descanso mínimo pero como toda una guerrera, no se rendía.

Eso sí, en todo ese proceso siempre se cuidaron, no querían hijos tan jóvenes, tan sólo querían disfrutar de la compañía y del amor que sentían por la otra.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro