Capítulo 9
Soundtrack - Capítulo 9: Whatcha' Say - Jason Derulo
Capítulo 9
Probablemente era la persona peor vestida para ir de fiesta en toda la historia de Nueva York. Llevaba unos vaqueros anchos, un largo jersey de lana cubierto por una chaqueta militar y ni una sola gota de maquillaje. Parecía que me iba a la biblioteca a estudiar en vez de al Nocturne.
Cuando vi las luces del local agrandarse a medida que nos acercábamos, comencé a sentir una extraña presión en el estómago. Para mis amigos, lo que había sucedido con Kris Munch era absurdo, una gracieta de borracha más... pero para mí había sido verdaderamente malo. Ellos solo habían visto un vídeo tonto en el que una muchacha le volcaba una copa a un portero de discoteca, yo había visto los ojos de Kris Munch cuando me amenazó con llamar a la policía. Cómo sus músculos estaban tensos a causa de la ira, hasta qué punto yo le había molestado... Creía que no recordaba nada, pero al final tenía en mi memoria más imágenes de las que yo misma habría imaginado.
—Tranquila —me dijo Asha, acercándose a mí mientras Jake y Tyler seguían hablando por delante de nosotras—. Relájate, parece que vas a hacer puenting en lugar de a pasarlo bien en una discoteca.
—No me va a dejar entrar, Asha —susurré—. No tengo veintiún años y mi carné falso es una mierda. ¡Y el portero me odia!
—No digas bobadas, no te odia, ¿vale? Piensa que ni siquiera se acuerda de ti: su trabajo es sacar borrachos de esta discoteca, lo hace constantemente, ¡probablemente cincuenta cada noche! ¿Crees que se va a acordar precisamente de tu cara?
Si ese razonamiento era cierto... tenía que reconocer que llevaba razón. Apreté los labios y seguí caminando, sintiendo frío en los dedos y en la nariz.
Cuando llegamos a la puerta del local, lo reconocí al instante. No había nadie en la cola, a diferencia de la última vez que había estado allí, pero la ruidosa música llegaba a nosotros desde el interior del Nocturne. Tragué saliva sin dejar de caminar detrás de mis amigos y evité mirar hacia Kris Munch, rezando porque no me reconociera al instante y me echara a patadas de allí. Probablemente mis explicaciones no iban a servir de mucho en ese caso.
Vestía pantalones oscuros, una camiseta gris y una chaqueta de cuero. Kris parecía aburrido, pero aun así permanecía en la puerta de la discoteca, esperando que los clientes se acercaran al local.
Me sentí extremadamente ridícula, Tyler y yo teníamos dieciocho años, Jake veinte y Asha era la única que cumplía con la edad de veintiún años para poder entrar a ese lugar. Era como si fuera una niña pequeña y deseaba con todas mis fuerzas hacerme más pequeña aún, tanto como una hormiga, para poder pasar a la discoteca sin que Kris Munch reparara en mi presencia.
—¡Hola, Kris! —exclamó Asha al cabo de unos segundos.
Miré al suelo como si allí estuvieran escritas las preguntas de mi próximo examen de bioquímica. Sentía que enrojecía al tiempo que escuchaba la conversación a mi alrededor. Asha hablaba animadamente con Kris y yo por fin escuchaba su voz, grave y calmada. Parecía agradable, pero yo daba por hecho que eso era porque no me había reconocido.
—Dile a Ally, la camarera, que os invite a algo de mi parte —dijo cordialmente.
Asha asintió fervientemente, a la vez que Jake. Después Kris se apartó de la puerta para que pudiéramos entrar al local y... entonces sucedió.
Había tratado de mirar al suelo todo el tiempo, lo juro, pero la curiosidad mató al gato y tuve que alzar la vista un instante para verlo. Porque me moría de curiosidad y el corazón me latía desbocado al pensar en lo que me había pasado con ese chico. Yo no conocía a Kris Munch y tan sólo había hablado con él en estado de ebriedad, pero de todas formas era una de las personas que habían rondado mi mente durante las últimas dos semanas. Al menos quería verlo.
Tan pronto como lo hice, me encontré de lleno con esos ojos verdes que tantas veces había intentado evocar sin éxito. Pude distinguir el momento exacto en el que Kris Munch me reconoció, pues sus cejas se alzaron y ambos nos quedamos congelados un segundo.
Yo seguí caminando, rezando porque no dijera nada, pero fue en ese momento cuando descubrí por primera vez que Kris Munch no se callaba nada.
—Eh, ¡espera! —exclamó, supe que se refería a mí pero no me detuve—¡Espera!
Kris me agarró del brazo. No fue de forma brusca, pero no me lo esperaba, así que di un respingo. Asha, Tyler y Jake se giraron hacia nosotros al instante y casi tuve miedo de mirar de nuevo a los ojos de Kris Munch. Maldije la estúpida idea de ir al Nocturne esa noche. ¡Yo ni siquiera había querido hacerlo!
—Tú no puedes pasar —me dijo rudamente—, creo que te dejé claro la última vez que no eras bienvenida.
¿Se podía estar pasando más vergüenza? Probablemente no.
Ni siquiera sabía qué responder y cuando abrí la boca para hacerlo, ninguna palabra salió de mis labios.
—Va con nosotros, Kris —escuché que decía Asha—. No ha bebido ni va a beber, te prometo que se portará bien.
Tomé aire y pude ver en el rostro de Kris que se estaba preguntando si debía ser amable en consideración con Asha o directamente haría caso a sus instintos y me prohibiría la entrada.
Afortunadamente la primera opción pareció ganar la batalla, pues lentamente me soltó el brazo y me miró con el ceño fruncido. Después se dirigió a Asha una vez más, aunque sin apartar sus ojos de los míos.
—Vigílala —murmuró.
Yo me estremecí.
Cuando por fin volví a poder respirar con normalidad, ya me encontraba dentro de ese local.
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