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5

 Aunque realmente no podía calificarse como una amistad estándar, la relación entre Venu y Guadalupe fluyó de una manera bastante agradable, a pesar de ese inicio tan particular.

Los primeros días no fueron muy diferentes. Los dos hermanos siguieron con sus ventas como siempre, y sin un orden especial, el alfarero se aparecía a comprar, continuando con su extraña costumbre de dejar más dinero del que correspondería. Pero a estas alturas, ya no iban a insistir en el tema.

Casi en todas las veces, Herminio observaba, pero no decía nada, aunque constantemente se reía con las situaciones que presenciaba. Podría recopilar una larga lista de pretextos que Venu sacaba para comenzar una conversación, aunque esta no durase mucho, ya que Lupe aún se escapaba en cuanto había oportunidad. Otras veces, no podía enterarse del chisme completo, ya que Venu lo dejaba abandonado para ser quien buscaba al otro chico, ya fuera porque quería pedirle algo o simplemente porque estaba aburrido y además había guardado lo suficiente del cambio para poder gastarlo en algo interesante.

Incluso a veces los otros clientes que llegaban en el momento adecuado también se quedaban mirando el chisme; algunos comentaban alguna cosa pero la mayoría sólo veían con curiosidad.

De esta manera pasaron los meses. Y no pasaron en vano.

Ya que de los dos gemelos, Hermi era el que tenía la cabeza más sensata y a la vez más acostumbrada a observar detalles, no es de extrañarse que en cuanto detectó un par de cambios en su hermano, comenzara a evaluar con más atención a Lupe, incluso si tales cambios sólo eran miradas y sonrojos, que, como buen "mal tercio", Hermi simplemente dejaba pasar.

De las pocas cosas que había logrado saber de la propia voz del alfarero, podía recordar que:

-Tenía veintitrés años, dos más que ellos.

-El color que más le gustaba era el gris.

-No tenía otros amigos.

-Tampoco pareja ni experiencia en ese ámbito.

-Controlaba bastante bien su poder de invisibilidad.

-Prefería las películas que los libros (igual que Venu, así que Hermi los podía considerar sus antagonistas en ese aspecto).

-No conocía el mar en persona.

-Había viajado dos veces a la capital y con esas dos veces había sido suficiente para toda su vida.

-Le gustaba la Historia, cuando estudiaba fue su mejor materia.

Y aparte, sabía que era cierto que su familia se había mudado y había observado que tenía cierta manía con usar muchos collares a la vez.

Quizá no eran datos muy útiles para alguien más enfocado a lo práctico, pero sí para quien piensa pasar mucho tiempo o incluso toda la vida con una persona, como parecía el caso de Venu, así que Hermi quería tener la certeza de que esos dos eran lo bastante compatibles. Después de repasar mentalmente esos detalles, no lo diría en voz alta, pero no le sorprendía en lo absoluto que su hermanito se fijara en Guadalupe.

Hermi no sería tan optimista de no ser porque, aunque posiblemente Venustiano no se había dado cuenta, él sí observó más de una vez cómo Guadalupe veía a su hermano, cuántas veces intentó ser el que iniciaba la conversación, pero se arrepentía de inmediato y se callaba. Incluso a él le parecía un poco tierno, pero, ese era el único punto que aún lo mantenía dudando sobre el buen futuro de la posible pareja. Todavía le faltaba mucha confianza a Lupe para poder comunicarse con Venu de una manera apropiada.

Al fin, una noche de septiembre, cuando ya estaban por dormir, Venustiano le dijo: —Hermanito, ¿te acuerdas cuando dijiste que era un alivio que me atraigan los chicos, porque así mientras yo me encargaba de ellos tú te quedarías con todas las chicas?

—Jajajaja, claro que lo recuerdo. Y ya te tardaste como siete años en empezar—respondió Hermi, acomodándose en su cama.

Venu rió. Por supuesto, ambos sabían que era una broma. —Bueno, por desgracia para ti, ahora sé que sólo hay un chico para mí— continuó.

Herminio bostezó nomás para molestarlo: —Guadalupe Aguirre, ¿cierto?

—¿En serio soy tan obvio? —preguntó Venu, un poco avergonzado.

—No lo sé, tú dime —contestó Hermi —Eres muy atento con él. Mientras está aquí, sonríes, y cuando se va, suspiras. Y en todo el tiempo que pasa mientras no viene, no haces más que ignorar al resto de los compradores, (y me dejas todo el trabajo) — explicó Hermi.

Venu rió nervioso y cubrió su cara con las dos manos. El otro hermano apagó la lámpara en medio de ambas camas, ya que quería molestarlo un poco más, pero no era tan cruel para permitir que se le rompieran las venas del rostro por los intensos sonrojos. Sin más luz que el débil reflejo de una luminaria de la calle, insuficiente para revelar sus expresiones, Venu no debería sentirse tan intimidado.

—Entonces, ¿lo quieres aunque no sepas casi nada de él? —preguntó Hermi.

—Es un chico de pocas palabras — el primero se defendió, dando media vuelta y apoyando su rostro sobre una mano. —Además, a veces trato de contarle más de mí y que me diga algo de sí mismo, sólo que es cuando tú no estás cerca.

—Ajá, sí — murmuró Hermi.

Venu lo ignoró y continuó: —Hace unos días me preguntó si podía tocar mi cabello y obvio le dije que sí. Fue lindo, pero no se entretuvo mucho. Sigue siendo tan tímido.

—¿Ok? Si así te gusta...

—Y no sé, pero las primeras veces que lo visité, sus obras eran bonitas, pero muy sencillas, y ahora como que se ha vuelto más artístico, hasta les ha puesto decoraciones de pintura. Cuando las vi, le dije que debería intentar competir en el concurso de arte popular. Tal vez no tenga nada qué ver, pero luce más feliz, así que tengo la sensación de que yo también podría gustarle.

—¿Y cuándo le dirás que estás enamorado de él?

—Pues, pienso hacerlo mañana.

—¿Mañana?, pero es la feria por el aniversario de la fundación de Santa Luisana, no vamos a trabajar mañana.

—Lo sé. Escucha, ni él ni nosotros vamos a trabajar mañana, es mi oportunidad de hablarle sin que haya una venta de por medio. Será el mejor momento para declararle lo que siento.

Herminio miró a su hermano con atención, notándolo muy seguro. —Pues entonces, ve y dile. Yo te echo porras— afirmó.

Venu sonrió —Gracias hermanito. —Extendió su brazo hacia Hermi, quien notó el movimiento y correspondió, de manera que estrecharon sus manos, y se sintieron bastante relajados.

Hermi estaba por dormirse cuando Venu volvió a hablar: —¿Debería decirle a papá y a los abuelos?

Herminio se rió y contestó: —Bueno, seguramente te van a preguntar que quién es ese chico. No creo que le hayan puesto atención nunca.

Pero en eso estaba equivocado.

—Guadalupe Aguirre, el alfarero que vive a unas calles de aquí. Ya sospechaba yo, las veces que llevaba más verduras y él estaba en el puesto, noté que lo mirabas con mucha atención —le dijo don Herminio a Venu, cuando finalmente habló del tema al resto de su familia a la mañana siguiente, después de desayunar.

—Sí, exacto... ¿Hablan en serio? — Venu estaba asombrado. Al parecer, él era el único que creía que sus acciones eran sutiles y disimuladas. —Oigan, empiezo a creer que pueden adivinar lo que pienso.

La abuelita le contestó: —No mijo, te delatas tú solo, no hace falta que adivinemos nada. Además... — señaló una fotografía que colgaba en la pared de la salita de la casa, donde estaban retratados los papás de los gemelos, de unos años antes de que los chicos nacieran. Al parecer, la situación entonces y actualmente era similar.

Venu se puso un poco rojo, avergonzado, y continuó: —Supongo que ser obvio está en mis genes... Bueno, ahora que lo saben, ¿tienen alguna duda, queja o sugerencia?

Los demás reflexionaron unos segundos. El primero en hablar fue el abuelito, don Venustiano: —Pues, no. Tú sólo no te asustes y habla con sinceridad. Con eso es suficiente. Ya sabes que te apoyamos siempre—, y agregó por lo bajo: —Pero lo tendremos vigilado.

—Gracias. Bien, entonces, mejor trataré de prepararme —exclamó el joven antes de dirigirse a su cuarto.

Hermi no dijo nada, pero se sintió más tranquilo de saber que no era el único que había notado el estado en que se hallaba su hermano. Definitivamente estaba en sus genes ser tan obvio.

Al caer la tarde, todos fueron a la feria. Los juegos, la música a todo volumen, las artesanías, la comida; todo esto no parecía importarle a Venu. Él sólo estaba atento para encontrar a Guadalupe entre los paseantes. —No te impacientes, seguro que lo verás pronto— decía a cada rato Herminio, aunque ya se había dado cuenta que no le hacía caso. Entretanto, se preguntaba por qué rayos a Venustiano no se le había ocurrido que debió citar a Guadalupe en un lugar específico, lo que les hubiera ahorrado esta situación. 

Por cierto, hoy es el aniversario del inicio de la revolución mexicana ;)

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