18
Caminaron de regreso a su casa sin hablarse. Al pasar por la calle donde vivía Guadalupe, Venu se quedó parado por unos segundos. Hermi, quien había seguido avanzando, se acercó a él. Venu lo abrazó y le dijo: —No nos podemos enfrentar a ella, ¿verdad?
—No lo sé —respondió Hermi, abrazándolo también. No dijeron nada más, pero los dos estaban pensando qué hacer. Se soltaron y continuaron su camino nuevamente en silencio.
Al llegar a su casa, su familia, que había llegado un par de minutos antes, notó que ambos hermanos estaban igual de preocupados. El abuelo les preguntó qué había ocurrido. Herminio fue quien explicó la intensa secuencia de hechos que habían presenciado, desde el principio, sin saltarse nada.
—¡Qué horror! ¿Quién es esa vieja? ¡Necesita un...! —doña Rocío soltó una retahíla de todas las formas de tortura que conocía.
Venu se encogió de hombros y buscó en internet. Luego de unos segundos, leyó en voz alta: —Su nombre completo es: Angélica Débora Reyes Palacios.
—Vaya nombre —masculló Hermi.
—Bueno, eso significa que somos muy malos para reconocer a los criminales por sus perfiles en redes— comentó Venu, y rió nervioso. A decir verdad, esperaba que el culpable fuera del género masculino, pero no lo dijo en voz alta. Continuó: —Ya sabemos quién es, ya tenemos las pruebas, y aun así, creo que no vamos a poder vencerla.
—Sí... Espera, ¿cuáles pruebas? — preguntó Hermi.
Venu sacó su celular una vez más: —Bueno, yo tomé algunas fotos. Además, vi que tiene la llave, la guarda junto a la de su auto. Eso lo noté cuando llegó al parque.
Todos se sorprendieron. La abuelita exclamó: —¿Hay algo que este joven no haga bien?, y aun así están preocupados... ¡Aquí la que se tiene que angustiar es esa Débora Reyes Palacios!
Los gemelos la vieron con cara de "ya perdió la razón", pero ella dijo: —No se asusten, estoy perfectamente. Sé que ustedes pueden vencerla, llevarla ante la justicia.
—Pero, nosotros la vimos, es muy rápida con sus armas, parece Deadpool. Aún con todo lo que practicamos en usar nuestros poderes, si nos atacase, estaríamos perdidos. Y con el video, no creo que lo tomen como prueba contundente —contestó Hermi.
—Sí. Estoy de acuerdo con lo que dijo Hermi. Por eso no tuvimos oportunidad de salvar a mamá. Esta señora es muy veloz; no creo que tenga poderes, pero sí debe haberse entrenado bien. Estoy convencido de eso —agregó Venu.
Luego de unos segundos de silencio, el abuelito dijo: —Bueno chicos, es cierto que no pudimos salvar a su mamá, pero aún podemos salvarlos a ustedes.
—¿A qué te refieres abue? —preguntaron ellos.
—A que, en ese momento, cometimos el error de dejar que actuara sola, por eso no estuvimos a tiempo de ayudarla. Pero a ustedes no les pasará lo mismo —contestó. Los hermanos se miraron uno al otro y luego de nuevo hacia el abuelo.
Intervino ahora el papá: Tiene razón. Ya dejamos que ustedes resolvieran solos una gran parte del plan que Hermi ideó, pero en esta parte es en la que corren más riesgo, así que debemos actuar los cinco juntos, como la familia que somos. No era solamente su mamá; era mi esposa y la única hija de los abuelos. Todos la queríamos, y entre todos le haremos justicia.
Los muchachos se quedaron callados por unos momentos, pensando detenidamente. Luego, habló Venustiano: —De acuerdo. Dijimos 'justicia', y habrá justicia.
Herminio asintió con la cabeza. Miró al pequeño altar, donde una de las fotos de su mamá parecía mirarlos entre la ofrenda. En aquella foto, Rocío lucía sonriente, como los recibía cuando volvían adentro luego de jugar a correr o al futbol.
Luego de un par de segundos, intentando concentrarse en el presente para evitar el dolor de recordar el pasado, Hermi habló, dirigiéndose sólo a Venu: —Oye, me suena conocido eso de Mictlahuilli. ¿Qué será?
—No estoy seguro. Suena a dimensión del Mictlán —contestó Hermi.
Don Venustiano contestó: —Recuerdo que cuando era pequeño lo escuché varias veces, supuestamente es un lugar que está oculto, y de ahí vinieron los que tienen el poder de invisibilidad. Aunque suena a mentira.
—Tiene sentido entonces que esa señora quiera mantener a Guadalupe bajo su control —murmuró Hermi.
Venu asintió. Guardó silencio por unos segundos, y le dio su celular a su hermano: —Oye, yo... préstame el tuyo. Tengo que salir.
—Eso es algo arriesgado, hermano —respondió Hermi, mientras tomaba el teléfono.
—¡Si ni terminé de decir nada! —protestó Venu.
—No, pero ya sé qué vas a hacer: Quieres ir a buscar a Guadalupe.
—¿A estas horas? —preguntó la abuelita. Apenas había oscurecido, pero seguía siendo tarde según su criterio.
—Sé que es arriesgado. Pero él... debe estar muy mal con lo que sucedió. — respondió Venu.
Hermi sacó su celular y se lo dió, mientras respondía: —Ya qué. Anda, antes de que me arrepienta.
Venu se rió, abrazó a Hermi y salió de la habitación. Herminio le gritó: —¡No te tardes y ten cuidado!
—¡Ya lo sé! —respondió Venustiano antes de salir de la casa.
Mientras se alejaba, don Herminio respiró hondo y murmuró: —¡Qué rápido crecieron!
Hermi sacudió la cabeza, un poco divertido. Eso hasta que pensó que era un poco extraño que Venu hubiera tomado fotografías, ya que entonces también serían evidencia de que Guadalupe estaba bajo las órdenes de doña Débora.
Intrigado, desbloqueó el teléfono y revisó las imágenes, sintiéndose un poco aliviado cuando notó que todas las fotos estaban enfocadas en probar que la señora tenía la llave robada en su posesión.
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