12
Con todo y todo, al día siguiente, Hermi despertó a Venu bastante temprano. Desde luego, este protestó: —¿Qué rayos quieres? —, sin lograr mucho, ya que sus ojos entrecerrados, los cabellos revueltos y el hilo de saliva que hacía un puente entre su boca y la almohada no colaboraban a intimidar a nadie, mucho menos a su hermano.
Hermi respondió sin esperar: —Como vamos bien con nuestros poderes y además veo que estás aburrido, pensé que deberíamos empezar con la investigación, y gracias a una profunda conversación con papá, decidí que nuestro próximo objetivo es ir a investigar al museo.
Venu se sorprendió un poco, pero, omitiendo el hecho de que no estaba aburrido sino deprimido, estuvo de acuerdo, ya que ahí podrían encontrar indicios de la identidad del asesino, puesto que como no habían hablado del descubrimiento de la llave con nadie más, era el único punto de donde podría haber salido esa información. Sin embargo, también pensó en algo que Hermi no había considerado: —Primero deberíamos averiguar quiénes ya trabajaban en el museo hace tres años.
—Buena idea... aunque no creo que nos vayan a decir cuánto tiempo lleva cada uno de los trabajadores.
—Eso sí. Además, si esa persona cambió de ocupación, será más complicado encontrarla.
—Es cierto. ¿Y qué hacemos entonces? —preguntó Hermi.
Venu pensó por un segundo; sonrió con astucia y replicó —Haremos lo que hacemos siempre que no sabemos algo: Buscar en internet la respuesta.
Hermi rió y dijo —Ok, pero no creo que funcione. Dudo que hayan subido el registro de trabajadores del museo...
—¿Ah, no? Pues aquí ya apareció —interrumpió Venu, que había hecho la búsqueda en su celular mientras Herminio hablaba. Éste quedó sorprendido, pero ya que la idea había funcionado, se acercó para ver la información junto a su hermano.
Después de leer todo detalladamente, según los datos publicados la mayoría de los trabajadores registrados en la fecha en que habían ocurrido los crímenes seguían laborando en el museo, a excepción de tres personas, y una más que se había integrado dos años después. En total, eran dieciséis trabajadores.
—Bien. Aquí todos son sospechosos hasta que se demuestre lo contrario, así que tenemos que descartar de uno en uno —dijo Hermi.
—Pero eso nos llevará tiempo, sobre todo si comenzamos por quienes aún trabajan en el museo —respondió Venu.
—Sí, pero nos tardaremos más en investigar dónde están ahora los tres que ya no trabajan allí.
—Hmmm, tal vez no. Con un poco de suerte, los encontraré si busco en las redes sociales.
—Es cierto. Ahora sí me sorprendiste, hermano.
—Bueno, eso te pasa por dormirte durante las películas.
Tardaron un rato, pero encontraron a dos de los tres ex empleados. Uno era un restaurador, que se había ido a la capital para encargarse de una colección más amplia en el museo de aquella ciudad, y la otra era la actual secretaria de cultura en el gobierno del municipio.
—No creo que tengan nada que ver con nuestro asunto. Al menos, lo que han subido no lo sugiere para nada. No es posible que sea culpable una señora que tiene todos sus perfiles con fotos de gatitos o un señor que explica a detalle todo lo que tomó en cuenta para fotografiar una simple piedra — comentó Hermi, después de revisar los perfiles de cada uno.
Venu se hubiera reído, pero la decepción de no haber encontrado pistas fue mayor a la gracia del comentario de su hermanito. Respiró hondo y aseveró: —Bueno, por lo menos podemos descartar a estos sospechosos. Y, ya que estamos googleando, podríamos buscar ahora a los que aún trabajan en el museo, y ahorramos ir hasta allá.
—Pues, no es mala idea, pero pienso que de todas formas hay que ir —contestó Herminio.
—¿Por qué? —interrogó Venustiano.
—Pues porque... ¿te conté que, al día siguiente de la feria, abuelita me mandó a comprar café, y de camino a la tienda encontré a Guadalupe?
—No; me acordaría si me hubieras dicho. ¿Qué pasó?
Hermi era consciente de no habérselo contado, pero no quería que Venu se molestara por ello, y por eso había comenzado así. Continuó: —Bueno, él me dijo que el asesino le había hecho creer que sabía dónde se encuentra la caja fuerte, y por eso robaron la llave. Si no recuerdo mal la historia, la caja fuerte sigue escondida en el que era el edificio principal de la hacienda, o sea, donde ahora es el palacio de gobierno.
Venu asintió: —Entiendo. Quieres ver si en la exhibición del museo, aún están los planos de la hacienda, ¿verdad?
—Precisamente. Y con un poco de suerte, podríamos descubrir dónde está la caja. Eso podría sernos útil —respondió Hermi.
—¿De qué manera? Si no tenemos la llave, ni idea de qué hay en la caja esa.
—Es cierto, pero la llave no es más que una herramienta para abrir la caja, así que ese es el verdadero objetivo del asesino. Si sabemos más sobre la caja, podremos saber más sobre él, y por lo mismo, nos será más fácil descubrirlo y llevarlo ante la justicia.
Estas palabras tenían mucho sentido. —Entonces iremos a ver qué onda con la caja fuerte —afirmó Venu.
Y así, poco rato después, los gemelos se fueron entonces a buscar los planos de la hacienda. El museo se encontraba en un edificio que antiguamente había sido la tienda de raya. No era muy grande, pero tampoco había mucho qué mostrar en él, puesto que gran parte de los objetos de la hacienda habían sido trasladados a la capital del estado, ya que ahí había un museo más grande, dedicado a exhibir piezas históricas de los tiempos de la revolución.
Venu y Hermi no habían visitado el museo desde que eran unos niños, situación por la que habían dudado de que los planos siguieran formando parte de la exhibición, y tampoco estaban seguros de recordar dónde estaban. Sin embargo, procuraron actuar tranquilamente, recorriendo las salas con calma y observando todo con interés, y no pasó mucho tiempo para que los encontraran. Por suerte, los planos estaban entre los objetos que eran parte de la exposición permanente.
En cuanto los encontraron, los hermanos observaron detenidamente. No estaba permitido tomar fotos dentro del museo, y como había una cámara de vigilancia cerca y un vigilante merodeando, los chicos prefirieron no arriesgarse a ser descubiertos, y en cambio, trataron de memorizar la imagen frente a ellos.
Además, conocían, gracias a las historias que habían oído del abuelo y algunas películas antiguas, que en las casas de aquella época solían ocultarse los objetos de valor en huecos en los muros, durante la construcción, y que tales objetos quedaban ocultos al completarse la obra. Sin embargo, al tratarse de una caja fuerte, no debía estar completamente sellada en el lugar donde estuviese escondida, pero sí que estaría bien camuflado ese sitio, pues de otro modo, la caja habría sido hallada desde muchos años antes.
Luego de un rato analizando los planos, Venu murmuró: —Bueno, creo que ya sé dónde puede estar.
—Yo igual, pero primero, vámonos. Siento que nos vigilan —respondió Hermi.
El otro levantó los ojos: —¿Lo dices por la cámara?
—No me refiero a eso.
Venu se hubiera quejado, pero después de todo, sabía que Hermi era más observador. Lo que hubiera percibido, debía tener razón, así que asintió, y se movieron rápidamente.
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