Esta es una oportunidad que no puedes desaprovechar. No tienes posibilidad de equivocarte, y esto te causa mucho nerviosismo. Debes elegir, y necesitas hacerlo ya.

El rojo es el color de la sangre... la cual es el alimento de los vampiros, quienes gobiernan la dimensión que por derecho de nacimiento pertenece a las brujas y hechiceros, raza a la cual tú también perteneces. Si reclamaras tu poder, ¿podrías también reclamar esa dimensión?

«La sangre debe ser la pista. Además, ser hechicero es mi derecho de sangre», piensas mientras llevas tu llave a esa puerta. No estás del todo seguro. ¿Y si estás equivocado? Ya es tarde para pensar eso.

Al entrar te encuentras en una habitación sin puertas ni ventanas. No parece haber forma alguna de salir de allí. Tanto las paredes como el techo y las ventanas son rojas. El sitio está iluminado con unos candelabros que cuelgan del techo y llevan velas del mismo color. En el centro de la habitación se encuentran una mesa y una silla.

«Es lo único que veo aquí que podría darme pistas sobre cómo dar con el contenedor de mi poder, si es que está aquí», piensas.

Vas hacia allí y comienzas a revisar la mesa. Notas que cuenta con un cajón y lo abres. Dentro de él encuentras una nota escrita a mano que dice...

Ahora sí estás perdido.

Empiezas a hiperventilar. Le erraste. ¿Qué va a ocurrir ahora?

Notas un segundo más tarde que la habitación parece más pequeña. ¿Es esto producto de tu imaginación?

No, no lo es. Las puertas y paredes se están moviendo. Lo hacen de manera lenta, pero sabes que en pocos minutos terminarás aplastado si no piensas en una solución.

¿Y cuál solución puede haber? No manejas la magia, que sería la única salvación en este momento, y tu ángel no puede ayudarte. Decides intentarlo de todos modos y lo llamas.

Lo llamas una y otra vez, pero él jamás acude a tu llamado. Mueres de forma lenta y dolorosa, por un lado arrepentido de haber emprendido esa misión suicida pero, al mismo tiempo, preguntándote qué hubiera sido de ti si hubieras tomado las decisiones correctas, si te hubieras convertido en el hechicero más poderoso del mundo.

Ve a la parte 3 para volver a intentarlo.