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Parte 164

Descansas un rato, pero te levantas a media mañana y te diriges a la biblioteca. Estás seguro de que allí habrá respuestas. Te asombra lo enorme que es; supones que debe haber cerca de un millón de libros allí, y te cuesta encontrar la sección en español ya que hay libros en todos los idiomas.

Pasas una hora revisando libros buscando algún título que incluya el nombre Lilith, o que hable de la historia de los vampiros. Finalmente encuentras uno titulado "Lilith, madre de todos los vampiros". Comienzas a leer sobre hechos acontecidos hace unos cinco mil años. Lilith era una bruja muy poderosa a quien no le agradaba la idea de ser mortal. Había encontrado formas de prolongar su vida, pero sabía que eran temporales y que no lograría vivir más de quinientos años. Finalmente dio con la fórmula de la inmortalidad verdadera, creando así una nueva raza: los vampiros, seres inmortales que se alimentaban de sangre.

Lilith quiso regalar la inmortalidad a sus hijos, y a quienes pudiera, y convirtió contra su voluntad a gran parte de las brujas. El concejo de brujas se reunió, y unificó poderes para combatirla. No lograrían vencerla, pero sí removerle sus poderes de bruja a ella y su descendencia, dejando sin poderes a su descendencia vampírica, así como también a su descendencia hechicera. Lilith y sus vampiros ya no podrían realizar conjuros al no poseer más magia. Esta magia fue depositada en un contenedor que fue cuidadosamente escondido. Los descendientes brujas o hechiceros de Lilith podrían reclamar esta magia en algún momento, pero los vampiros jamás podrían recuperarla.

Estás compenetrado en la lectura cuando un guardia aparece y te pide que regreses a tu cuarto, diciéndote que no se supone que debas estar allí. Lo haces de mala gana, y esperas con paciencia a que caiga la noche.

Te buscan a tu habitación cuando ha caído la noche. Vuelves a ver al rey de los vampiros en la sala del trono. Esta vez viene acompañado por una muchacha rubia de ojos celestes y mejillas rosadas, quien no parece tener nada que ver con los vampiros. Se la ve un poco preocupada.

«Claro, es una hada», piensas, y te sientes asombrado por su belleza.

—Muy bien —dice Nikolav—. Meredinn ha regresado de la dimensión humana y ha confesado haber enviado la llave a este chico quien es, en efecto, el último descendiente hechicero de Lilith.

Se oye un murmullo entre los presentes. Todos parecen esperar que se decida qué ocurrirá contigo.

—Meredinn afirma que estaba haciéndole un favor a una amiga bruja, que hay mucho descontrol en el uso de sus poderes y que se influyen mucho en asuntos humanos... para generar el caos y ganar poder para sí —continúa el vampiro—. Ahora, lo que debemos decidir con el concejo aquí reunido es si permitiremos que siga adelante con este plan que no consultó, como debería haber hecho, o si tomaremos medidas para asegurarnos de que este brujo no adquiera sus poderes.

—Y si hay que castigar a Meredinn por no haber consultado esto —añade la virreina.

—No —dice Nikolav—, su madre se encargará de esto. Sea lo que sea que decidamos, habrá consecuencias por actuar de esta forma. Pero es algo que ya no entra en mi jurisdicción sino en la de las hadas. Pero sí debemos decidir entre vampiros qué hacer con este chico.

Un vampiro que se encuentra sentado entre otros al costado del trono levanta la mano, supones que se trata de uno de los miembros del concejo que Nikolav mencionó.

—Yo opino que hay que deshacerse de él. Es cierto que podría servir para controlar a los demás hechiceros, ¿pero quién nos asegura que no se volverá en nuestra contra una vez tenga sus poderes?

—Eso es cierto —dice Nikolav.

Uno a uno los miembros del concejo van dando su opinión. La mayoría opina que deben matarte para que ya no haya descendencia que pueda heredar la magia de Lilith, o que deben quitarte los recuerdos de todo lo ocurrido y regresarte a tu dimensión. Tú estás nervioso y no sabes qué hacer. «Quizás pueda usar algún cuadro para ocultarme», piensas.

En un momento una voz habla dentro de tu cabeza. Te das cuenta de que es Meredinn.

Debes huir lo antes posible —te dice—. Los convenceré de que no actúen aún, así podrás huir. Al lado del cuadro que usaste ayer con Frederick, el vampiro rubio, hay un cuadro que es completamente negro. Si te paras frente a él y te imaginas un lugar, podrás ir donde sea. A tu casa, por ejemplo. Será la mejor forma para regresar.

Entiendes que la muchacha te leyó la mente (solo así pudo haber sabido donde estuviste con Frederick la noche anterior) y que luego pudo proyectar sus pensamientos hacia la tuya. Entonces supones que puedes hablarle de ese mismo modo si te está leyendo los pensamientos, así que diriges tus pensamientos a ella.

¿Y si me quitan la llave antes de devolverme a mi cuarto? —le preguntas.

Entonces me aseguraré de devolvértela de alguna forma. Tú tranquilo.

No estás nada tranquilo. Los vampiros terminan de hablar y nadie ha opinado que debes obtener los poderes que dicen que heredaste. Todos quieren deshacerse de ti.

¿Qué haces?

Ve a la parte 148 para pedir hablar directamente con Nikolav para intentar convencerlo de que no eres una amenaza para los vampiros.

Ve a la parte 149 para seguir las instrucciones de Meredinn.

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