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Parte 152

A pesar de que no sabes qué podría llegar a hacerte este dragón, ni cuáles son sus verdaderas intenciones, te sientes sumamente aterrado. Podría dejarte caer desde las alturas, comerte, encerrarte y dejarte morir de inanición. No, no puedes arriesgarte a que nada de esto pase. Necesitas invocar a tu ángel de manera urgente, tal y como Meredinn dijo que podrías hacerlo cuando estuvieses en verdadero peligro.

—¡Aaaa!... ¡Akiriel! —gritas— ¡Akiriel te invoco!

—Ay, no seas escandaloso —dice el dragón con sorna. Mejor dicho, dragona, ya que su voz es en efecto femenina—. Si no iba a hacerte nada.

La dragona comienza a descender. Están llegando al castillo, y a sus puertas se encuentra tu ángel cruzado de brazos.

—Has malgastado tu derecho a una invocación —te dice una vez que la dragona te ha depositado en el suelo frente a las escalinatas.

—¡¿Qué?! —No sabías nada de eso. «Maldita Meredinn, no me lo advirtió».

—Podías invocarme una sola vez para solicitar mi ayuda. Esta dragona no iba a hacerte daño así que desperdiciaste esa oportunidad.

—Oh... ¿Cómo iba a saberlo? —dices, y suspiras.

—Está bien, no pasa nada. Pero no te queda opción ahora más que hacer las cosas bien. Te espero adentro del castillo —te dice Akiriel, antes de desvancerse y dejarte a solas con la dragona.

—Si no ibas a hacerme daño, ¿por qué me levantaste en el aire? —le preguntas. Estás muy molesto con ella.

—Ese camino es una trampa, jamás hubieras logrado salir de allí si no fuera por mi intervención.

—Me podrías haber dicho que querías ayudarme... —te quejas.

—Lo siento, me divierte un poco asustar a la gente. Hace mucho tiempo que nadie me visita. Estoy sola aquí, ¿sabes? —Y tras decirte eso su cuerpo comienza a transformarse, hasta convertirse en el de una bella mujer. Es alta, de alrededor de un metro ochenta, de piel morena y cabello amarillo dorado como su piel de reptil. Aparenta alrededor de veinticinco años, pero sabes que debe ser mucho mayor.

—Wow... ¿Eres una humana que puede convertirse en dragón?

—No, no, no. No me ofendas —te dice, sacudiendo la cabeza—. Soy dragona, y como tal puedo tomar forma humanoide cuando así lo deseo, pero de humana no tengo nada. —Al decir esto vez cómo sus ojos color ámbar brillan, y se ven como los de un reptil, para luego perder su brillo y volver a verse normales.

—Perdón, no quise ofenderte —te disculpas.

—Bien. ¿No piensas abrir la puerta? —dice, mostrándose impaciente.

—Pensé que la abrirías tú —le dices.

—¿Y quién te dijo a ti que yo tengo acceso a este castillo? Pues no. Lo he intentado de todas formas y no se puede entrar. Vivo en una cueva en la montaña. Es el único refugio que me dejaron cuando me encerraron aquí.

—Oh... ¿Eres prisionera? —preguntas.

—Pues sí. Al parecer a alguien le pareció divertido disponer este sitio solitario como mi cárcel. Todo por ayudar a Ildwin... Ese desgraciado...

—¿Quién es Ildwin? —quieres saber

—Un príncipe dragón rebelde. También lo aprisionaron. Larga historia —te dice. Sabes que no está en sus intenciones contártelo.

—¿Y cómo te llamas tú? —quieres saber.

—Ishkaweah —responde—. Pero me puedes decir Ishka. Ahora, ¿piensas o no piensas abrir la puerta?

—Vale, vale. Ya abro.

Tomas la llave y abres la puerta.

El castillo no es tan lujoso como el del plano de los vampiros pero tiene su encanto. La principal diferencia es que este se ve desierto. No parece estar habitado por una sola alma.

«Tenía razón Ishka al decirme que está sola aquí», piensas. «¿Cuál es el sentido de un castillo desierto?».

Te adentras hasta llegar a una sala amplia. En ella hay cinco puertas de distintos colores. La primera es negra, la segunda de color violeta, la tercera es roja, la cuarta es amarilla, y la quinta es verde. Akiriel te espera al final de la sala.

—¿Sabes para qué son esas puertas? —preguntas. Ishka se encoge de hombros.

—¿Cómo voy a saberlo? —dice—. Aunque tu ángel seguramente lo sabe.

Asientes y camina hasta donde él te espera, quieto como una estatua.

—¿Sabes qué puerta debo abrir? —le preguntas.

—Una de estas puertas esconde el contenedor del poder que heredaste. Piensa en el significado que cada uno de estos colores tiene para ti. Concéntrate. De esa forma podrás llegar a la puerta indicada —te dice, manteniendo un rostro solemne. Parece que es su misión ayudarte a escoger de forma sabia, pero que no te daría la respuesta aunque la supiera.

—¿Tú ibas a estar aquí aunque yo no te invocase antes? —preguntas. Él asiente.

Cierras los ojos y te concentras, intentas así encontrar la respuesta.

El negro te recuerda al plano de los vampiros, sitio lúgubre donde todo visten de negro. El color violeta te recuerda la noche más feliz de tu vida, la noche en la que saliste a bailar con tus amigos por primera vez y viviste una fiesta inolvidable, fiesta en la cual diste tu primer beso. Llevabas una camisa de ese color. El rojo te recuerda el color de la sangre. El amarillo hace que tu cuerpo se inunde con una sensación de alegría, y te hace pensar en un campo lleno de girasoles. Y el verde te recuerda a la naturaleza. Supones que cada puerta oculta algo que tenga que ver con cada una de esas cosas.

Ahora, ¿cuál de todas se relacionará con el poder que heredaste?

—Escoge con cuidado —te dice tu ángel una vez que abres los ojos—. Algunas pueden ocultar trampas mortales, no siempre tendrás posibilidad de regresar. Solo una te llevará a lo que estás buscando.

—Yo puedo ayudarte a escoger mejor —te dice Ishka y se acerca a ti.

—¿Cómo? —preguntas con un deje de desconfianza.

—Los dragones tenemos el poder de conseguir cosas para otros, materializando prácticamente lo que sea que haya en existencia. Pero no podemos regalar esto, debemos trabar un trato con el humano en cuestión.

—¿Qué clase de trato?

—Por algo que realmente queramos. Si pides bien, entonces podrás eliminar cualquier riesgo a fallar.

—¿Y qué me pedirás tú a cambio? —preguntas.

—Que me dejes salir de aquí cuando hayas cumplido tu misión —te dice. Te mira expectante, ¿qué vas a decidir?

Ve a la parte 176 para arriesgarte a abrir la puerta negra.

Ve a la parte 177 para arriesgarte a abrir la puerta violeta.

Ve a la parte 178 para arriesgarte a abrir la puerta roja.

Ve a la parte 179 para arriesgarte a abrir la puerta amarilla.

Ve a la parte 180 para arriesgarte a abrir la puerta verde.

Ve a la parte 181 para trabar un trato con Ishka para saber con certeza qué puerta tomar.

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