Buscas el pasillo donde recuerdas haber visto el cuadro negro.

Está desierto; nadie te verá cuando te marches. Así que con sumo cuidado te mentalizas tu cuarto a medida que acercas la llave al cuadro.

Se abre un portal que te deja en tu habitación. Suspiras aliviado, has esquivado el peligro. Piensas que quizás no sea tarde para volver a ser contactado por Meredinn y que te explique lo que ha ocurrido y qué tan cierto es eso de que eres un hechicero... Pero es demasiado tarde. Ya no vuelves a tener contacto con ella.

Pasan los días y una mañana despiertas y la llave ha desaparecido. No tienes ya forma de volver a la dimensión de los vampiros tampoco.

«Quizás sea mejor así», piensas.

Tus padres pronto regresan de su viaje y todo vuelve a la normalidad. Nada extraño vuelve a ocurrir en tu vida, ni siquiera ves a tu ángel otra vez.

Has perdido la oportunidad de alcanzar tu verdadero potencial.

Si algún día quieres saber qué hubiera ocurrido si no decidías buscar la seguridad de tu hogar, puedes volver a comenzar en la parte 3.