Parte 100
M realmente sabe cómo hacerte desarrollar la paciencia. No es hasta la tarde que vuelves a recibir un mensaje suyo.
M: Necesitas saber por qué te elegí a ti. (05:20 PM)
Tú: Me lo vengo preguntando hace más de un día. (05:22 PM)
M: No es que solo debes mantener la llave a salvo. Hay algo que esta llave te ayudará a descubrir antes de que llegue el momento de dejarla ir. (05:24 PM)
Tú: ¿? (05:25)
M: No puedo decirte qué. Solo debes saber que hay algo importante que debes descubrir. Se trata de tus orígenes. Tienes algo en tu casa que te ayudará a encontrar la respuesta. Pero cuando lo hagas escríbeme primero. No te adentres en el peligro. (05:27 PM)
Tú: Peligro? En casa? No era que estaba a salvo? (05:28 PM)
M: Ya te darás cuenta. (05:29 PM)
M te propone todo un enigma. ¿Qué puede haber en tu casa que tenga que ver con tus orígenes y te ayude a descubrir algo?
Te pasas el resto de la tarde revisando cosas viejas en el ático, viendo álbumes de fotos familiares, mirando árboles genealógicos. Nada parece tener sentido. Decides volver a tu cuarto y es ahí cuando te fijas en el cuadro.
«¡Claro! ¡Qué tonta!», piensas. «M se refería al cuadro. Tengo que contarle al respecto».
Le escribes de inmediato.
Tú: Ya sé a qué te referías. Es un cuadro que lleva tiempo en mi familia. Con la llave puedo abrir un portal en él. (7:35 PM)
M: Muy bien. Le has acertado y por lo visto si entraste en el portal pudiste salir a tiempo. Espera a mañana a las 9:30 de la mañana. No vuelvas a entrar al portal por tu cuenta. (7:40 PM)
Tú: ¿Qué debo hacer a esa hora? (7:41 PM)
M: Te enviaré un mensaje con instrucciones. (7:43 PM)
Tú: ¿Qué hago hasta entonces? (7:44 PM)
M no vuelve a contestar, te molesta que no te dé más respuestas. Es muy frustrante, pero decides esperar con paciencia hasta las 9.30.
Te acuestas bastante temprano. Pones tu despertador a las 8:45 AM y te concentras en descansar. Intuyes que te espera un día largo.
No se te había ocurrido contactar a tu ángel, y mucho menos habías pensado que él decidiría contactarte a ti primero. Después de todo, siempre se había mostrado serio las veces que habías logrado verlo, y jamás te dirigió la palabra.
El punto de encuentro resulta ser un prado lleno de luz. Bellas flores silvestres te rodean. Sientes que una mano se posa en tu espalda. Te das la vuelta y te encuentras cara a cara con él. Le sonríes feliz de verlo, aunque también tienes muchas ganas de golpearlo porque recién ahora decide establecer contacto contigo.
—Hola —le dices—. Creo que al fin podremos hablar, ¿no? —Tu voz está llena de sarcasmo.
—Hola, ahora sí —te dice—. Antes no podíamos. Lo siento.
—¿Por qué no? —preguntas.
—Porque se me prohíbe entablar relación alguna con quienes protejo. Sin embargo, en sueños nadie puede vernos y podemos hablar con total libertad.
—¿Por qué me buscas recién ahora y no antes?
—Porque esta vez es muy importante que hablemos —te dice—. Estuve esperando que me buscaras, pero como no lo hiciste tuve que contactarte yo a ti.
Se sientan en el suelo para seguir hablando. Te sientes tranquila. Tienes toda la noche para hablar con tu ángel, siempre y cuando nada te saque del sueño.
—Bueno, supongo que tengo varias preguntas para hacerte —le dices.
—Está bien. Responderé todas las que pueda.
—¿Puedes decirme quién es M?
—M es una amiga que está intentando ayudarte —te dice—. Necesitas descubrir tu verdadera identidad y esta llave te ayudará a hacerlo. Ya has pasado una prueba enorme al llegar hasta aquí y por eso puedo decírtelo. Eres más que una simple humana. Pero está en ti hallar tu poder.
Te ríes. ¿Más que una simple humana? Si lo único extraño que te ha pasado hasta ahora ha sido ver a tu ángel guardián, cosa que otros humanos afirman haber hecho también. Y recibir esa llave rara que abre portales, uno de los cuales se encuentra en tu habitación, claro.
—Es verdad —te dice tu ángel—. Cuídate y sigue las instrucciones de M. Por más que quiera no podré salvarte si alguien que no sea humano intenta matarte por poseer esta llave. Solo estarás a salvo dentro de tu casa y con quienes M te indique.
—¿Por qué no puedes ayudarme? —preguntas.
—Porque no lo tengo permitido. Si lo hago perderé mis alas. Lo siento.
Tragas saliva. Claro que no quieres comprometer a tu ángel de esa forma y lo entiendes.
—¿El cuadro que encontré me ayudará a descubrir mi verdadera identidad? —preguntas—. ¿Debo buscar algo dentro de esa dimensión?
Tu ángel asiente.
—Sí, en efecto. Tendrás que encontrar algo importante allí.
—¿Y eso qué sería? —preguntas.
—No puedo decírtelo. Ya lo descubrirás. Pero lo que sí puedo decirte es que no debes volver a ese sitio sola. Es muy peligroso.
—Supongo que ya debo irme —dices. Comienzas a sentir que estás por despertar. No quieres marcharte, aún tienes muchas preguntas que quisieras hacerle.
—Así es, pero puedes volver cuando quieras —te dice tu ángel.
—¿Cómo te llamas? —preguntas.
—Akiriel —te responde, antes de desvancerse mientras despiertas. Es el sonido de tu despertador. La noche pasó mucho más rápido de lo que hubieras imaginado.
Desayunas y te preparas para recibir las siguientes instrucciones de M. Estas llegan de forma puntual a las 9:30.
M: Ve hasta el cuadro y abre el portal dentro de quince minutos. Estaré esperándote del otro lado. (9:30 AM)
Tú: Necesito llevar alguna cosa conmigo? Algo más que deba saber? (9:31 AM)
Sabes que ese sitio es peligroso así que quizás haya formas de defenderte si vas preparada. Te emociona saber que al fin conocerás a M.
M: Solo la llave, que usarás para abrir el portal. Será de día allí así que el peligro que corras no es grande. Además, estarás a salvo siempre y cuando estés conmigo. (9:32 AM)
Te pones ropa cómoda y te preparas para abrir el portal. Repites lo mismo que hiciste para activarlo la vez anterior. Una vez que has cruzado, el portal se cierra y, como había ocurrido antes, la llave vuelve a tus manos. Te la cuelgas del cuello otra vez y miras a tu alrededor esperando encontrar a M. No dejas de mirar el lugar preguntándote qué relación tiene con tu familia.
—Buen día —dice una voz melodiosa a tus espaldas. Te das la vuelta y encuentras a una joven que no puede tener más que tu edad. Es muy bella. Lleva suelto su cabello largo y rubio, sus ojos azules tienen el brillo de diez mil estrellas, y sus labios se curvan en una amistosa sonrisa. No es muy alta, pero algo en ella te hace pensar que podría derrotar a alguien el doble de su tamaño.
—Buen día —le dices con un poco de nerviosismo. Sabes que ahora comienza la verdadera aventura.
—Muy bien —te dice—. Yo solo seré tu guía aquí. Hay algo que debes encontrar en esta dimensión, lo cual necesitas para desarrollar tu verdadero potencial. Yo no sé dónde está ni puedo saberlo. Sin embargo, ese objeto te pertenece y te llama. Deberás concentrarte para encontrarlo. Estando en este sitio será más fácil para ti canalizar ese sexto sentido.
Ve a la parte 110 para continuar.
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