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Capítulo 14

Ya estaban a un par de hora del  amanecer y Katheryn se sentía sofocada, agotada e irritada. Luke había quedado profundamente dormido un par de horas atrás sobre sus piernas. Había intentado reanimarlo pero estaba frito al igual que ella.

Y Thorsten ni si quiera había aparecido.

Bostezó y cerró los ojos con la intención de dormir.

Y sintió que solo había pasado dos segundos cuando abrió los ojos de repente y se dio cuenta que el sol ya había salido por completo. Consultó la hora en su teléfono, siete con diez minutos de la mañana.

Sus huesos crujieron al estirarse, Luke gruñó y le dejó libre las piernas para poder dormir con mayor comodidad sobre la hiedra seca.

-¡Por qué demonios no me dijiste que vendrías a verme! ¡Te he buscado en el hotel como un demente hasta que se me ocurrió regresar!—detrás de ella apareció Thorsten con el rostro rojo y contraído de furia— ¿Por qué viniste? ¡Por qué! ¡Pensé que algo te había ocurrido!

Paralizada, intentó retroceder pero tropezó con los pies de Luke y cayó de espaldas sobre rocas filosas. Le sorprendió que su amigo no reaccionara ante la profunda voz de Thorsten y el traspié de ella.

Ahogó un grito cuando Thorsten se le fue encima. La sujetó de los hombros y la zarandeó de arriba abajo en el suelo.

Dejó de lastimarla y se agarró los cabellos con frustración.

-¿Pensaste que algo me había ocurrido solo por no haberte hablado en estos días que pasó? ¿Piensas devolverme el dinero y no saber nada de mí?—bufó. Sus ojos estaban enrojecidos y tenía orejas—debí haberte leído el pensamiento desde un principio.

Se tranquilizó por un segundo pero su mirada se desvió para toparse con Luke. Apretó los dientes y Katheryn se encogió.

-Me llevaré a Greenwood a su casa y de que yo regrese, hablaremos.

Se inclinó a él y ambos desaparecieron.

Aprovechó para sentarse y respirar hondo para tranquilizarse. Thorsten estaba hecho una fiera por que se había ido del hotel sin explicación. Pero, ¿Por qué tenía que decirle a dónde iba? No tenía por qué.

Dos minutos después, él ya estaba de regreso. Su atractivo seguía deslumbrándola como la primera vez, y sus ojos rojos y sus ojeras le provocaron lástima.

-¿Por qué quieres deshacerte de mí tan fácilmente?—preguntó tras un segundo de reflexionar la pregunta.

Katheryn tartamudeó.

-He leído tu mente, hasta el último pensamiento que tuviste de hace dos días hasta hoy. Sé lo que has pensado y lo que estás pensando justo ahora—le espetó—no pienso recibir ese dinero. Es tuyo. Y no pienso obedecerte en anular el muto acuerdo.

-No mandas sobre mi vida, Thorsten.

-Fui yo quién te creó.

-Pero no me trajiste a este mundo.

-Sin mí no estarías en este momento aquí, disfrutando la buena vida eternamente.

Puso los ojos en blanco y abrió su bolsa, extrajo los sobres amarillos y lo depositó en la hiedra, cerca de sus pies.

-Aquí te dejo el dinero, está casi completo. Fue un verdadero placer conocerte pero aquí queda nuestra “amistad”—hizo comillas con los dedos—no necesito nada de ti. Y no quiero saber nada de mi pasado ni nada que tenga que ver contigo. Estoy con mis hermanos y no necesito nada más. Ethan me importa un carajo, por si tenías el pendiente—se alisó los pantalones y se acomodó el cabello antes de inflar sus pulmones de aire y alzar la barbilla en su dirección—adiós, Thorsten Staggs, espero tengas una buena vida. Tu martillo del rayo te necesita para que conviertas a más Elegidos.

-El dicho martillo que sale en los comic es una tontería. ¿Quién cargaría un estúpido martillo que no sirve para nada? sería solo un adorno a mi personalidad.

-Qué sé yo.

Giró sobre sus talones, pero algo la detuvo. La mano de él la tenía sujetada del antebrazo impidiéndole que avanzara. Las palpitaciones de su corazón se aceleraron.  Sus miradas se cruzaron, casi fusionándose. Gris contra gris oscuro. Una combinación perfecta.

-¿Has dicho que Ethan ya no te importa?

-Lo he dicho y lo sostengo.

El tacto de su mano en su antebrazo le provocaba electricidad en sus venas y un estremecimiento repentino en su cuerpo.

-Quédate a vivir conmigo, puedes traer a tus hermanos también. —dijo él, en tono suplicante.

Ella enarcó las cejas, sorprendida, incluso al mismo Thorsten se sorprendió por su petición.

-No.

-¿Por qué no?

-Por qué no quiero estar cerca de ti. No quiero sentirme frustrada estando a tu alrededor.

Él asintió.

-Habíamos hecho un trato, ¿lo recuerdas?

-Lo recuerdo, pero está anulado. Ya no quiero entrevistarte.

No me estás diciendo la verdad. La mentira en tu voz es palpable.

 

¿Y eso qué? no quiero tenerte cerca. Me estresas.

 

Te daré un plazo, Levis, para que lo pienses.

 

No quiero nada que me una a ti.

 

Lástima. Pero estarás unida a mí incluso en tus sueños.

 

Púdrete.

 

El 15 de mayo iré a buscarte. Espero lo hayas pensado bien en ese momento, porqué quiero sinceridad.

 

Sintió que todo le daba vueltas. Cerró los ojos con fuerza al no sentir el suelo bajo sus pies y los abrió poco después al escuchar una vocecilla familiar a sus espaldas.

Ya no estaba en Transilvania peleando como tonta con Thorsten. Estaba en el hotel de Barcelona con sus hermanos pegados a su regazo.

-¿Qué ha pasado?—pregunto aturdida.

-Dorian Murphy te trajo hace un par de horas, estaba dormida—le informó Charlie—pensamos que dormirías hasta la tarde. Jack está dándose una ducha…

-¿Qué hora es?

-Son las dos de la tarde—cogió el teléfono de Katheryn y se lo entregó—un sujeto llamado Luke no ha dejado de llamar, estaba descargado y lo puse a cargar y en cuanto encendió, las llamadas comenzaron. Jack contestó molesto mandándolo al carajo pero parece que es urgente.

Le quitó el teléfono y comenzó a marcarle pero él se adelantó y contestó con voz queda.

-¡Katheryn Levis! ¿Estás bien?—vociferó.

-Sí, ¿y tú?

-¡No! Staggs me las va a pagar, ¡Me trajo a casa sin darme cuenta! ¿y sabes que más hizo?

-No, ¿Qué?

-¡Me dejó en la puerta del departamento completamente desnudo!

Katheryn ahogó una risotada.

-¿Y sabes qué fue lo peor?—prosiguió él—Sam Blair fue la que abrió la puerta y me encontró desnudo, ¿y sabes qué hizo? ¡Se burló de mí! Y vio el tatuaje de rayo que está en mi parte íntima y cuando fui a vestirme me dijo que estoy muy guapo.

-Esa puta barata…-murmuró— ¿Por qué no le dices a Ethan? él tiene que controlar a su perra.

Luke se partió de la risa.

-Pero en serio, ¿estás bien? ¿Pudiste hablar con él?

-No, ya no—mintió—me regresó al hotel con mis hermanos.

-Fue un acto suicida lo que hiciste, Katheryn.

-Necesitaba verlo.

-No pienso seguir presionándote—dijo sulfurado—hablamos después, ¿de acuerdo? Heidi quiere asesinarme y no quiero que escuches lo que está por decirme.

Ambos ahogaron una risita nasal y cortaron la llamada.

El resto del día fue de lo más agobiante. Jack se había hecho amigo de una chica de catorce años que tenía dos días de haberse hospedado y no se separaban ni si quiera para comer, incluso se sorprendió que se separasen para ir al baño.

-Por el amor de Dios, Jack, al menos infórmale que tienes familia—le espetó, irritada.

-No puedes darme órdenes. Nos dejaste abandonados por un día entero y ahora es mi turno.

Y de no haber sido su hermano, desde semanas atrás ya le hubiera prendido fuego a su rostro.

Jack era rebelde y muy rencoroso. Pero estaba actuando de esa manera porqué tenía miedo de que ella los abandonara de nuevo.

Pasaron tres días en la misma rutina. Y ella no dejaba de darle vueltas al asunto de Thorsten. Le había dado un plazo de tiempo para pensarlo bastante bien su decisión. Pero lo que no entendía era porqué insistía tanto en que ella se mudara con él.

Sin embargo se desconcertó cuando él la había detenido del antebrazo para que no se fuera. Y sus ojos estaban diferentes, parecía muy desesperado tratando de que no lo dejase solo.

En esos tres días transcurridos apenas y probó alimento. No tenía ganas de salir y tampoco de ducharse. De nuevo parecía una indigente. Y para rematarla, había el doble de sobres amarillos en su bolsa de los que ella había llevado.

Era sábado, 3 de mayo y tenía en mente hundirse en la cama para no despertar nunca más.

Ni si quiera sus amigos la había llamado.

Arqueó las cejas y buscó en su agenda el número de Owen Kennedy. No tenía a nadie a quién recurrir y él era la excepción. Aparte porque no sabía nada de su vida en todos los días que habían pasado.

A los tres pitidos, respondió.

-Habla Owen Kennedy.

-Hola, sr. Kennedy, habla Katheryn Levis—dijo riéndose.

-¡Katheryn!—gritó emocionado pero luego bajó la voz— ¿Por qué no me habías llamado? He intentado localizarte y tu teléfono está apagado.

-Es porqué tengo uno nuevo.

-¡Excelente!—hizo una pausa y aspiró antes de proseguir—hablé con Luke hace un par de días y me ha contado todo lo que pasó. Desde lo de Ethan y su regreso al mundo hasta donde Thorsten Staggs, el dios del Trueno, y tú… han estado frecuentándose.

-Lo de Ethan es del pasado, no pienso hablar de él—explicó—y pues, Thorsten Staggs es un buen tipo.

-Rayos, me gustaría estar contigo para que me expliques que está pasando. Desde que estoy aquí con Clara, he estado ciego de todos los acontecimientos.

-Tú decidiste dejarme, no lo olvides.

-Estaba enfadado—dijo titubeante—pero ahora amo a Clara y no pienso abandonarla.

Tal vez antes esa declaración le habría dolido pero ahora se alegraba por eso. Al fin su amiga tenía a su lado a un buen chico que la podría cuidar más que a su vida.

Dejando atrás que él es inmortal, todo estaba perfecto.

-Eso es un buen comienzo, bien por ti, Owen.

-Pero no hablemos de mí, quiero saber de tus hermanos.

-¿Qué te puedo decir? Los dos son tan distintos. Jack me saca de quicio y Charlie es tan adorable que me dan ganas de morderle sus mejillas.

-Quisiera conocerlos algún día.

-Hay tiempo para eso.

-¿Estás en Barcelona, verdad?

-Efectivamente.

-Intentaré persuadir a Clara para que vayamos a verte en Junio, ¿te parece?

-Me parece perfecto.

Owen, ven a la cama. Ya es tarde.

-Tengo que irme, Kath—se disculpó—aquí son pasada la media noche y tengo que levantarme temprano para trabajar.

-¿Trabajas?—preguntó asombrada.

-Sí, sino estuviéramos viviendo en la calle—se rió—adiós, hermosa. Espero verte pronto. Te enviaré mensajes a partir de ahora.

Le resultaba inquietante que siendo las cinco treinta de la tarde en España, en California fuesen las doce de la noche. Nunca se acostumbraría a los diferentes horarios.

Charlie, que estaba jugando en su teléfono, apartó los ojos del aparato y los clavó en la puerta con la frente arrugada.

-Eso es asqueroso.

-¿Qué es asqueroso?

-Jack está besándose con Pía afuera de la puerta.

-¿Por qué estás tan seguro?—agrandando los ojos, se puso de pie en dirección a la puerta.

-Escucha atentamente.

Katheryn utilizó su poder de ver a través de las paredes para estar segura y para su desgracia, su hermano menor tenía razón.

Jack, su bebé, estaba dándose un beso francés con una chiquilla rubia y bien proporcionada a su corta edad. Odiaba a Pía.

Respiró hondo y abrió la puerta de golpe, la pareja cayó de espaldas al suelo.

-¿Interrumpo algo, niños?—hizo énfasis en la palabra “niños”.

-Sí—gruñó su hermano y le ayudó a su amiguita a levantarse.

-Te veo luego, Jack—dijo ella con una sonrisa irónica en el rostro y se dio la vuelta para irse.

-¿Podrías explicarme que fue eso?

-Fue un beso—resopló y se sentó a los pies de la cama.

-Por supuesto que fue un beso, pero, ¿Por qué?—lo presionó.

-Es mi novia. ¿Qué se supone que deba hacer? Quería besarla—respondió tajante—eso hacen los novios: besarse cuando tienen ganas de hacerlo.

-¿Sabes qué? despídete de ella, Bennett. Nos largamos de este hotel en este momento.

A pesar de la manera desdeñosa en que él se expresó de la injusticia, Katheryn no cambió de parecer. Arregló los pagos del hotel y los obligó a recoger todas sus cosas y meterlas al Jetta.

Jack no quería irse pero no tuvo otra opción. Subió a la habitación de la chica, hablaron durante dos minutos bajo la supervisión de Katheryn y en un segundo ya estaban pegados como las abejas a la miel, besándose deliberadamente.

-¡Hey!—gritó Katheryn.

-Te veré luego, Pía, y te gustará—le dijo Jack en tono seductor, le regaló un guiño antes de alejarse, Katheryn sintió que iba a desmayarse. ¿Desde cuanto su pequeño hermano usaba ese método de seducción?

No tenía idea de a donde recurrir. Pero no quería que su hermano siguiera teniendo algo que ver con niñas de hormonas alborotadas.

Él tenía mucha personalidad, atractivo físico y cualidades para hacer caer a cualquiera a sus pies en tan solo un susurro, pero seguía siendo un niño de 15 años. Y la inmortalidad casi no le había dado madurez.

-He tenido muchas novias en todos estos 151 años, Katheryn. Así que no te sorprendas.

-¡Eres un niño!

-No. Tengo el cuerpo de uno, pero mi cerebro y mente es la de un adulto. También Charlie.

-Pero Charlie no se anda besando con cualquiera.

-Es porqué su cuerpo no le pide eso. Su cuerpo es y seguirá siendo el de un niño de 10 años, nunca podrá experimentar el deseo carnal hacia otra persona.

Katheryn quedó paralizada. ¿Por qué tenía que ser tan arrogante?

-No me importa las chicas. Prefiero vivir eternamente jugando videojuegos—objetó Charlie con indiferencia.

-Retráctate. Las chicas son lo mejor del mundo—alardeó su hermano.

Condujo por toda la ciudad con el cuello casi afuera de la ventana, buscando un hotel digno de ella y de sus hermanos. Donde no hubiese niñas alocadas hospedadas.

Y encontró uno. Más económico que el anterior. Y se sorprendió al saber que la habitación constaba con una separación de recamaras, era una habitación extensa con dos camas.  Dejó un adelanto de una semana para no estar acordándose del diario.

Eligieron sus camas y guardaron sus cosas en los armarios.

Quizá la verdadera razón de irse del hotel había sido para que Thorsten no la encontrara tan fácilmente, aunque lo dudaba. Él siempre lograba encontrarla hasta en los lugares más recónditos del planeta.

Al día siguiente, salió con sus hermanos siguiendo la rutina de siempre. Un día menos para el plazo de Thorsten y trataba de hacer cualquier cosa para olvidarse de eso por un rato.

Guardó los sobres amarillos en la tras bolsa que tenía su bolsa beige para mantenerlos bien ocultos, y apartó algunos billetes en su cartera para no tener que sacar los sobres y pagar.

Llegaron a un restaurant—uno nuevo que no había visto—y pidieron chili y un café cada uno.

Su teléfono ya tenía varios mensajes de Owen y dos de Clara. Se sentía feliz de saber que su amiga ya no estaba enfadada con ella.

Sonrió cuando recibió un mensaje de Heidi.

Aunque no me hayas dicho nada de la fuga de Luke, te quiero:D ¿y se puede saber qué es lo que haces en este momento? No puedo dormir…

 

Aprovechó a responderle antes de que le llevaran su orden.

Salí a desayunar con mis hermanos. ¿Qué hora es allá? Aquí son las nueve de la mañana.

 

Un minuto después le respondió.

Son las dos de la mañana y no logro conciliar el sueño. ¿Y qué desayunan? ;)

 

Su orden fue llevada a su mesa. Sus hermanos comenzaron a devorarlo y aprovechó a enviarle una foto de su desayuno.

Chili.

 

-¿No piensas comer?—la regañó Charlie.

-Estoy hablando con una amiga.

-Pues dile que estás desayunando y luego siguen platicando—repuso Jack.

-La merienda, el desayuno, la comida y la cena es para estar en familia. Olvídate del teléfono, por favor.

Asintiendo como una niña pequeña y guardó su teléfono para poder desayunar.

Y fue lo mejor del mundo.

-Katheryn, Charlie—dijo Jack con seriedad—quiero confesarles algo.

Charlie fingió interés y Katheryn parpadeó perpleja.

-Quiero ir a la escuela—dijo por fin y Charlie se partió de la risa—no le veo la gracia, estúpido.

-¡Eh!—dijo ella— ¿Por qué quieres ir a la escuela?

-Estoy harto de estar todo el día en el hotel y luego salir a dar un paseo. Y ahora que me has separado de Pía, no quiero estar todo el día encerrado. Quiero hablar con personas de mi edad.

-Básicamente tienes 166 años y no hay nadie más de tu edad—se burló ella.

Su hermano la fulminó con la mirada y prosiguió.

-Quiero hacer algo productivo, eso es todo.

-Pensándolo bien… es buena idea, aunque tengo que volver a las andadas de hacer los trámites de documentos falsos. En todos estos años lo he estado haciendo para conseguir trabajo.

-¿Puedes hacer eso?—estaba ilusionado con la idea. Y Charlie ahora tenía interés.

-Por supuesto, aunque llevara tiempo—comió un bocado—para que todo salga bien, tengo que ir poco a poco.

-¿Utilizaste otro nombre?

-No, el mismo. Solo que cuando me mudaba, le cambiaba solamente la edad y residencia. Pero si ustedes quieren, pueden elegir otro.

-Efectivamente pienso elegir otro—agregó Jack.

-¿Cómo cuál? Que sea uno presentable.

-Dante Levis.

-¿Dante?—frunció el ceño— ¿estás seguro?

-Me gusta ese nombre.

-De acuerdo—se limpió las comisuras de su boca con una servilleta y miró a su otro hermano— ¿Y tú, Charlie?

-¿Es necesario cambiarse el nombre?

-A ver, pongámoslo de esta manera—musitó Jack— ¿Quieren una vida nueva sin preocupaciones?—asintieron—pues hay que cambiarnos el nombre y comenzar de nuevo. Nadie nos conoce, así que hagámoslo.

¿Por qué carajo quieren cambiarse el nombre?

 

Entrecerró los ojos, aturdida. Thorsten había regresado a su mente y se sentía feliz. Que patética.

Es una reunión familiar. Lárgate.

 

Soy parte de la familia, soy prácticamente el padre de todos. Ja, Ja, Ja.

 

¿Por qué te metes en mi cabeza repentinamente? He estado queriendo hablar contigo.

 

Estaba observándote.

 

¿Observándome?

 

Observándote pensar en lo que te propuse. Aún quedan 11 días para el plazo.

 

No tengo nada que pensar. Ya te he dicho mi respuesta.

 

Pero él ya se había ido de su cabeza.

-Pero quiero poner una condición, Kate—dijo Jack, ella salió del trance y asintió—quiero estudiar en Londres.

-¿En Londres? ¿Por qué?

-Por qué ese lugar me llama la atención…

Bebió lo que le quedaba de café y asintió. ¿Qué más daba irse a vivir a Londres?

-Está bien. Veremos los documentos falsos primero y luego buscaremos un lugar donde vivir en Inglaterra.

Y de todos los países, a su hermano se le ocurría ir al país que vio nacer y crecer a Ethan.

Terminaron de desayunar y ella aprovechó a responderle a Heidi pero al parecer ella ya estaba dormida porque no respondió.

Estuvo pensativa, en todo el resto del día no dejó de pensar en lo mismo: el plazo de Thorsten.

Alejó los pensamientos por un rato y le hincó el diente a un pequeño panecillo que Charlie había comprado en el trayecto al hotel. Y estaba delicioso. Al parecer era de mantequilla con nuez.

Olvidada de los problemas, dejó al mando a Jack para comprar algo de comer y llevarlo al hotel porque no tenía ganas de salir. Ambos chicos salieron con una sonrisa de oreja a oreja y prometieron no gastar de más y regresar rapidísimo. Sabía que tardarían pero no discutió.

En ese hotel no había balcón, solo una solitaria ventana con vista a una sucia calle donde vagos, ebrios y drogadictos pasaban la noche y el hedor le provocaba ardor en sus fosas nasales.

Cerró completamente los cristales y encendió los ventiladores del techo.

Jugueteó con su teléfono—que continuaba vacío, sin canciones y una que otra foto con sus hermanos—pero al poco tiempo se aburrió y lo dejó por la paz. Tenían treinta minutos que sus hermanos habían salido y no regresaban. A las cinco se habían marchado y ya eran las cinco treinta.

Se calzó las pantuflas y abrió la puerta para echar un vistazo al pasillo del hotel. Estaba vacío.

Regresó por su abrigo y las llaves de la habitación y del auto. Pero antes de salir, le dejó las llaves al recepcionista para que si sus hermanos regresasen, entraran.

Salió a la calle con los pelos de punta. ¿En dónde estaban ese par de diablillos?

No lo sabía y lo averiguaría.

Puso en marcha el Jetta y se dedicó a recorrer cada una de las calles conocidas, todos los restaurantes estaban cerrando para volver a abrir más tarde y ellos no estaban por ningún lugar.

Se frotó las sienes con las yemas de sus dedos y siguió merodeando por las calles.

Aparcó fuera del restaurant donde habían desayunado en la mañana y bajó a preguntar por ellos. Y para su buena y mala suerte; sus hermanos habían estado ahí y diez minutos antes se habían marchado con comida. Se lanzó dentro del auto en dirección al hotel.

Subió como loca al ascensor y abrió desesperadamente la puerta de una patada, olvidándose que había dejado la llave con el recepcionista, pero en la habitación no había nadie, y tampoco estaban sus cosas. Se horrorizó. Su bolsa beige tampoco estaba y ahí estaba todo el dinero.

Estresada, cogió su teléfono y le llamó a Jack.

Y respondió al instante.

-¡Katheryn!

-¿Dónde están? ¿Están bien?

-Tu amigo Murphy nos rescató de un atraco. Y estamos aquí en Transilvania, en lo que parece ser su casa.

Cerró los ojos y se dejó caer a la cama.

-¿Qué? salí a buscarlos y acabo de regresar al hotel y no están nuestras pertenencias.

-Ah, las trajimos consigo—sonaba divertido—en unos minutos irá por ti. Te veo aquí, Kate.

Colgó, dejándola confundida y aterrada.

Se frotó los brazos y entró al baño para mojarse la cara. ¿Los rescató de un atraco? ¿Y porque los llevó a Rumania? El plazo aun no llegaba a su fecha límite.

Al salir del baño, se encontró con unos ojos grises llenos de oscuridad que la observaban desde el otro lado de la habitación. Thorsten estaba recargado en la pared en una posición arrogante y altanera, pero extremadamente sexy y Katheryn no pudo evitar morderse el labio al verlo.

-¿Lista?

-¿Lista, para qué?—parpadeó, perdiendo el efecto del hechizo de su masculino cuerpo y rostro.

-Para irnos. Tus hermanos te están esperando.

Cambió de postura y en un movimiento rápido se sentó en la cama, con los ojos puestos en los suyos.

-El plazo que me diste para pensarlo bien aún no termina. Hace unas horas te lo he dicho y ahora te lo vuelvo a repetir.

-Puedo manipular lo que yo deseé…

-¿Por qué te llevaste a mis hermanos?—lo interrumpió y fue al grano.

-Estaban en peligro y los salvé. Deberías darme las gracias, Levis.

-¿Qué ocurrió?—el temblor en su voz fue aumentando.

-No hubo ningún peligro y tampoco un atraco—dijo por fin de tanto pensar.

-¿Entonces por qué?—refunfuño, encolerizada.

-Los hipnoticé. Les hice ver algo irreal y ahora están felices en mi casa—sonrió con vanidad—se puede decir que ahora quieren vivir conmigo. Solo faltas tú.

-¿Y por qué no me hipnotizas como a ellos? Sería más fácil, ¿no?—le espetó, furiosa.

-Créeme que estoy tentado a hacerlo.

-Hazlo.

-No puedo.

-¿Por qué?

-No puedo obligarte a que estés conmigo. Es tu decisión.

-Pero, ¿y por qué a ellos si los estás obligando?

Nada de lo que él decía tenía sentido.

-Por qué ellos no son Elegidos y no me pertenecen así como tú.

-¡Oh vamos! Dime la verdadera razón.

Suspiró agobiado y se puso de pie. Su altura era extrema que por un poco más, su perfecta cabeza rozaría el techo.

Se pasó la mano sobre el cabello y chasqueó la lengua antes de responder:

-No quiero hipnotizarte… No puedo obligarte a que me quieras.

Tras la confesión, Thorsten sacudió la cabeza y optó por colocarse una máscara de piedra más dura que la que usaba Ethan y la arrogancia, y su egocéntrica frialdad volvió a él.

Miró a Katheryn con sus ojos grises ardiendo y desapareció en sus narices.

Con las piernas amenazando en flaquear, Katheryn se dejó caer a la alfombra totalmente desconcertada. ¿Qué broma tan más frívola era esa?

Abrazó sus rodillas y hundió el rostro en ellas.

¿Thorsten Staggs estaba enamorado de ella?

No.

¿Le gustaba ella a él?

Era posible.

Muchos hombres tenían un gusto excepcional hacia ella.

A todos lados que iba, por lo menos tres chicos se dignaban a voltearla a ver y Thorsten no sería el primero o el último en hacerlo. Ethan, Owen e incluso Luke, eran el claro ejemplo. Su físico era hipnótico.

Se levantó a regañadientes e intentó localizar a sus hermanos pero ninguno tenía el teléfono encendido. Se asomó a la ventana y se percató que su auto ya no estaba aparcado en donde lo había dejado. El estremecimiento de soledad absoluta la envolvió de nuevo. Thor la estaba obligando a irse con él de la manera más vil.

Pero era irse con él o quedarse sola sin saber nada de sus hermanos. Se introdujo en un debate de vida o muerte durante cuatro horas.

La noche se fue extendiendo hasta que llegó al límite de la madrugada.

Si un psicoanalista la hubiese visto, su diagnóstico hubiera sido: Esquizofrenia y locura absoluta con un pase gratis al manicomio.

Tiró todo lo que tenía a su alrededor, incluyendo la tv y los ventiladores del techo. Las chispas en sus palmas le escocían las manos. Estaba furiosa.

Sacó un brazo fuera de la ventana y un hilillo de electricidad se cernió en todo su cuerpo. Depositó toda su fuerza en sus manos y dejó emerger la potencia de un rayo en sus palmas, acabando con toda la habitación y dejándola en llamas.

Los cristales y las paredes explotaron, y sin pensarlo, aprovechó a saltar desde el tercer piso al suelo y correr en dirección a Transilvania.

Si Thorsten Staggs quería obligarla a que lo quisiera, tendría que hacer muchos méritos, pues, aunque Ethan Quin ya no era su vida, el amor que sentía por él era eterno.

A pesar de que su ropa parecía harapos y girones, corrió con todas sus fuerzas. Su rostro estaba sucio de polvo y su cabello tenía restos de escombros. Minutos después el sonido de la sirena la hizo apresurarse.

Al llegar al inicio de la carretera, sus pulmones necesitaban oxígeno y le quemaba la garganta de tanto intentar respirar en la gran carrera. Había atravesado la ciudad en tan solo veinte minutos. Su teléfono marcaba la una de la madrugada.

Pero se sentía fuerte, capaz de llamar otro rayo por si alguien se le ocurría acercarse.

Se sentó a respirar en el frío asfalto y alzó los ojos al cielo. La luna le devolvió la mirada con tristeza. La luna sería su acompañante de confianza de camino a Rumania.

Arqueó las cejas cuando vio que no había comprado nada para el camino. Su teléfono tenía la batería casi agotada y ya no tenía acceso a llamas o mensajes y las llaves de su auto estaban en sus bolsillos pero no tenían un solo centavo. Era posible que muriese a un cuarto del camino y se estremeció al pensar en ese sujeto sin ojos y colmillos que merodeaba la carretera. ¿Qué otra opción tenía?

No era muy creyente, pero se persignó. Le pidió a Dios que la cuidara en el camino y que el hombre sin ojos no le hiciera daño porque ella no tenía en mente matarlo carbonizado.

Y temblando, se encaminó a Transilvania.

Las posibilidades de llegar en tres días eran altas. En auto había tardado 19 horas, ¡19 horas!

Volvió la cabeza una última vez a la ciudad y comenzó a caminar. Sus pantuflas no le eran de ayuda.

Caminó durante tres horas seguidas y sintió que su cuerpo ya no tenía líquidos que sudar.  Estaba agotada y sudorosa a morir. Quería agua y dormir.

Se mordió los labios tentada a recostarse debajo de un árbol siniestro pero desechó la idea al divisar un búho durmiendo en un agujero del susodicho árbol.

Sintió nauseas al pensar en lo que sus pobres hermanos estaban siendo obligados a hacer. ¿Y si Thorsten era un adicto al sexo con menores de edad, y que solo la estaba usando para llegar directamente a sus hermanos?

Agrandó los ojos y se echó a correr.

Respiraba bocanas de aire cada dos minutos. Mantuvo los labios cerrados para no agotarse y seguir corriendo. Pero el frío de la madrugada le estaba calando los huesos y la sed le había provocado resequedad en su garganta y labios.

Ni si quiera le quedaba saliva para hidratarse los labios agrietados.

Era peor que estar en el desierto.

-¡Thorsten Staggs!—gritó con todas sus fuerzas, el cielo emitió un relámpago— ¡Thorsten! ¡Thorsten!

Un par de relámpagos más iluminaron el cielo.

-¡Me rindo!—jadeó—llévame contigo.

Y un rayo la dejó cegada por unos segundos.

-¡Thorsten!—repitió.

Se aferró a la idea de llorar y esperar a que alguien pasase y la recogiera. Thorsten no estaba por ningún lado. La había abandonado para siempre y se había quedado con sus hermanos. Lo odiaba con todas sus fuerzas.

Quería matarlo o suicidarse para esperarlo en el infierno y hacerle la vida imposible.

-Deja de quejarte.

Era él.

Se giró para encararlo. Thorsten estaba recién duchado, de sus cabellos le escurría agua—y que Katheryn estaba dispuesta a lamerlo con tal de beber agua—y su ropa era cómoda, era ropa de dormir.

Él levantó las cejas un par de veces antes de sonreír con cinismo.

-Hasta qué grado has llegado con tu locura—la diversión en su voz se fue apagando conforme iba leyendo sus pensamientos. Carraspeó y sus ojos se oscurecieron—quiero que te quede algo bien claro, Katheryn Levis—le ladró—en primer lugar, no soy un maldito pedófilo y no te he utilizado para abusar sexualmente a tus hermanos, y segundo; no te los estoy quitando, solo los estoy ayudando y no quiero dejarte de nuevo sola—su respiración se fue agitando y sus aletas de la nariz se abrían y cerraban con fuerza—detesto que uses el término “odiar” conmigo. ¿Por qué crees que no me gusta ser dócil y amable contigo? Porque siempre termino siendo odiado por las personas que me importan.

Katheryn hizo una mueca sin comprender.

-Y por segunda vez, el infierno no existe—repitió.

-Solo tráelos de vuelta, Thorsten—le suplicó postrada de rodillas en el asfalto.

El semblante de él se suavizó y se acuclilló junto a ella.

-Lo único que quiero es que seas feliz—con ternura, le levantó el mentón y sus ojos se cruzaron con los suyos.

-Entonces, ¿Por qué me haces daño?

-Estoy protegiéndote, lo que menos quiero es dañarte.

Su pulgar se deslizó por su mejilla y ella cerró los ojos sintiendo aquella caricia.

-No puedo cumplir tu condición, Thorsten—dijo en un susurro, pero él no dejó de acariciarla.

-Olvídate de Ethan, por favor—replicó el en un hilo de voz.

En la oscuridad su cicatriz saltaba a la vista con mayor intensidad y sus ojos ardían de algo parecido al deseo. Y Katheryn se sentía bien bajo sus caricias.

-¿Es eso posible?

-Te has quitado el brazalete que te dio. Y aunque no lo creas, ese brazalete te unía a él profundamente.

-No entiendo.

-Ese brazalete es un amuleto. Él lo compró sin saber.

-Pero también le dio uno a mi amiga Clara…

-El de ella era un brazalete común—con su otra mano le recogió un mechón plateado detrás de la oreja—por favor, olvídalo. Tienes que olvidarlo.

Katheryn lo miró a los ojos y le vio algo en sus pupilas—muy hasta el fondo—vio ternura, amor, y sinceridad camuflado de coraje, rencor, odio y furia.

-¿Tú podrías ayudarme a olvidarlo?—le preguntó en un susurro.

-Sí.

-¿Y así podremos hablar de lo que sea?

-Solo si estás dispuesta dejar a Ethan en el pasado—se puso de pie, sujetándola de la mano con fuerza.

-Creo que lo estoy—titubeó.

-Repítelo.

-Creo que lo estoy…

Thorsten sonrió de lado y sacudió la cabeza. Soltó su mano y se alejó unos pasos hacia atrás.

-Katheryn Levis, ¿Estás dispuesta a olvidar a tu antiguo amor y venir conmigo a lugares jamás vistos?

Le extendió la mano.

Katheryn arqueó las cejas y asintió.

-Sí. Estoy dispuesta a olvidarlo para ir contigo hasta el fin del mundo si es posible.

Y depositó su mano sobre la suya.

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