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Capítulo 12

-¿Eres la indigente de hace unas horas?—le preguntó uno de los botones con la boca abierta. Katheryn esbozó una sonrisa con antipatía y asintió—por poco pensé que eras otra persona vestida así.

Giró sobre sus talones y se alejó del idiota para no tener que enfadarse tan temprano. Eran las dos de la tarde en punto y el sol estaba a su mayor esplendor.

Playa. Tiendas. Gente morena. Niños llorando. Palmeras dejando caer cocos cerca de los cráneos de las personas. El sol. Dolor de cabeza. Ganas de regresar a California.

Se tragó las ganas de gritar y salió a caminar envuelta en su ropa nueva.

-Solo debes ir a la playa, se te facilitará encontrarlos—dijo una voz detrás de su oreja.

-¿Es necesario venir conmigo en forma fantasmal?—le gruñó irritada.

-No quiero llamar la atención. Solo quiero desearte suerte.

-Vete al carajo, Thorsten.

Puso los ojos en blanco y siguió andando. Su subconsciente la obligó a obedecerlo e ir a la playa en busca de sus hermanos. Arrastró los pies hasta la arena donde muchas familias tomaban en sol con casi nada de ropa.

Recorrió toda la playa y cada que miraba a adolescentes de quince años o niños de diez, se le aceleraba el corazón. Pero sus hermanos eran distintos a todos esos niños.

Jack era alto, tal vez cinco centímetros más alto que ella y tenía el cabello café y sus ojos del mismo color. Así lo recordaba y le rogaba a Dios que siguiera igual.

Charlie era diminuto y de cabello casi rubio, ojos avellanados y tenía pecas hasta los pies.

Ella misma había tenido la misma apariencia de ellos pero ahora era totalmente diferente a causa del accidente. Y esa era otra de las preguntas que tenía que hacerle a Thorsten junto con la duda de, ¿Cómo demonios logró hacerla creer que sus hermanos habían muerto?

Achicó los ojos para ver más allá de las personas y se dejó caer en la arena. Estaba acalorada y derrotada.

-¡Eres un idiota! ¡Regresa aquí, Carlos!—un chico pasó gritando junto a su oreja.

-¡No me digas así, imbécil!—respondió el otro en inglés.

-Pues así te llamas. Y no hables en inglés porque aquí nadie te entenderá.

-Me llamo Charlie, entiéndelo y hablo como quiero.

Entornó los ojos y los miró fijamente a ambos.

-Sea lo que sea, estamos en México y te llamas Carlos.

-Oh, vamos. No puedo llamarte Juan porque no te llamas así, Jack.

El alma se le cayó a los pies.

-Bueno, Charlie, no estoy de humor—jadeó el otro, su piel estaba tostada y su cabello café estaba lleno de arena pero sus lentes de sol no mostraban sus ojos. Pero su cuerpo estaba moldeado y firme—Rosa nos está buscando.

-No quiero ir, de seguro nos enviará a cargar de nuevo esos sacos de arroz y ya estoy harto—se defendió el más pequeño. Su piel no estaba tan tostada pero si rojiza y tenía pecas por doquier. El color de su cabello era ceniciento pero detrás de las orejas sobresalían cabellos casi rubios.

-¡Tonterías!

-Vete si quieres. Planeo largarme hoy mismo.

Y Katheryn estaba muda. Sus hermanos estaban frente a ella discutiendo y ni si quiera la habían reconocido.

-Katheryn murió hace tiempo, supéralo. Estamos solos y así estaremos siempre—alardeó Jack con amargura.

-No. Ella está viva.

-¿Quién lo dice?

-Yo lo digo.

-Pues a ver qué haces, me largo a casa.

Se dio la vuelta dejando a su hermano menor en la arena, y de sus preciosos ojos surgieron lágrimas. Ella estuvo a punto de abrazarlo pero él se levantó de repente y se echó a correr en dirección opuesta.

Estaba en shock.

¡Maldita sea!

¿Y ahora dónde los encontraría?

Thorsten sin decir una palabra se dejó caer cerca de ella, asustándola.

-¿Por qué, Thorsten? ¿Por qué nos hiciste creer a todos que nuestros seres queridos habían muerto por un rayo?—le riñó con los ojos llorosos. Él suspiró.

-Este lugar no es apto para hablar de eso.

-Quiero saberlo.

-Te lo diré después—la miró a los ojos—te diré todo lo que quieras saber pero a su debido tiempo. Todavía tienes asuntos que arreglar.

-No sé si creerte.

-Pues deberías. Soy el único que puede sacarte de dudas por qué no te elegí por nada. Te elegí por algo.

Katheryn abrió la boca con la intención de replicar pero él alzó la mano y volvió a cerrarla.

-¡Arg! Eres muy débil y poco altruista. Busca a tus hermanos porque estoy harto de ayudarte.

Se levantó y se fue caminando por toda la playa dejándola de nuevo sola.

-Estúpido Thor—masculló entre dientes y se puso de pie— ¿ahora donde los encuentro?

Se planteó tres posibles ideas para acercarse a ellos sin ser golpeada por abandono:

Número uno; plantarse frente a ellos y decir “Hola, hermanitos. Soy Katheryn, su hermana mayor que fue tocada por un rayo pero no murió, ¿me recuerdan?”

Definitivamente no.

Número dos; acosarlos por dos días y luego enviarles notas anónimas con indicios de ella.

Era interesante pero había poca probabilidad que le creyeran.

Y número tres; regresar a California y dejar todo como estaba.

¡Buena idea!

Se limpió el sudor y caminó por donde Charlie se había ido minutos atrás. Lo vio sentado en una plaza comiéndose un helado de fresa, ¡Fresa! Se le hizo agua la boca pero luego se reprendió a sí misma. Ese era el sabor de Ethan y no el suyo. El suyo era de vainilla.

¡No seas cobarde!

Le gritaba su subconsciente. Es tu hermano, no seas tonta.

Sí, era su hermano. Pero tenían 151 años sin verse.

Infló el pecho y cruzó a zancadas la calle en dirección a su hermano pero dio la vuelta en redondo al ver a Jack jalarlo del cuello de la playera con el ceño fruncido. ¿Por qué se llevaban tan mal? Antes se adoraban.

-¡Suéltame!

-Rosa está furiosa.

-¿Y eso qué? estoy comiendo un helado con el dinero que me gané.

-¡Demonios, muévete! Ya viene por nosotros—dijo en un hilo de voz y sus ojos estaban fijos hacia un costado.

Katheryn divisó a una mujer de edad madura y de cuerpo robusto que se acercaba. Tenía el rostro rojo de coraje y por un segundo creyó verle colmillos en vez de dientes.

-Con que están holgazaneando, eh.

-No, madre—balbuceó Jack y Charlie alzó la barbilla retándola.

-¿Entonces qué demonios hacen aquí? los sacos de arroz no se moverán solos—su español era extraño.

Jack se alejó a paso torpe pero Charlie no se movió y la mujer alargó su  brazo y lo zarandeó del cabello.

-¡Muévete, mocoso!—le gritó.

Y Katheryn perdió la cabeza.

Llegó a donde estaban y tiró del brazo obeso de la mujer hacia atrás dandole un puñetazo en su nariz que en un nanosegundo comenzó a sangrar a chorros. Charlie con el cabello revuelto la miraba horrorizado y Jack estaba pasmado sin moverse, y todas las personas habían dejado de caminar para ver el show.

-Si se atreve a tocar otra vez a mis hermanos, le juro que la mato, ¡Se lo juro!—le espetó furiosa. Sus palmas ardían y tuvo que cerrar los puños para no carbonizarla ahí mismo.

La mujer se sujetaba la nariz con las manos y sus ojos estaban desorbitados.

-¿Quién eres?—tartamudeó con la sangre en su boca.

-Katheryn Levis, hermana mayor de Jack y de Charlie—se cruzó de brazos—y espero que esta sea la última vez que le pone una mano encima a mis hermanos.

Y una hebra de electricidad recorrió su brazo, haciendo que la mujer se levantara horrorizada y se echara a correr por la playa.

Parpadeó aturdida al darse cuenta de lo que había hecho.

Sus hermanos estaban boquiabiertos mirándola.

-¿Qué clase de broma de mal gusto es este?—carraspeó Jack, claramente furioso, su español era hermoso— ¿a quién le dijiste que teníamos una hermana para que se burlaran de nosotros así?

-A nadie…

-¿Están bien?—les preguntó ruborizada.

-¿Quién eres?—le graznó Jack. Sus ojos estaban echando chispas—por tu culpa hemos quedado sin hogar, gracias.

No la reconocían. Le dolía el rechazo. Pero se debía a su apariencia.

-Soy Katheryn, ¿no me reconocen?—susurró.

Charlie se levantó de la mesa y la abrazó con todas sus fuerzas pero Jack saltó sobre ellos y los separó.

-¿Qué haces? Ella no es Katheryn. Mírala.

-Es Katheryn—afirmo el pequeño intentando abrazarla.

-¡No lo es! Katheryn murió hace mucho tiempo, además no luce como ella. Tiene ojos grises, y ese extraño cabello—dijo con un nudo en la garganta—aparte Katheryn nos abandonó. Nos dejó solos.

Diles que tuviste que pasar por muchos obstáculos para encontrarlos.

La voz de Thorsten en su cabeza le hizo reunir fuerzas.

-Tuve que pasar por mucho para lograr encontrarlos.

-Si en realidad eres nuestra hermana, dinos que pasó contigo.

Fuiste convertida en una Elegida por culpa mía.

-Fui convertida en una especie de Elegida por Thor, el estúpido rey del trueno.

Thorsten gruño y abandonó su mente dejándola desconcertada.

-Eso es ridículo.

-Necesito contarles tantas cosas…

-Yo no quiero oírte. No te necesitamos.

-Yo si te necesito—alardeó Charlie—quiero saber por qué seguimos de esta edad y porque no envejecemos.

-Les invitaré un helado y ahí les responderé a todas sus dudas…

Jack le regaló una gélida mirada y soltó la mano de su hermano con brusquedad.

-Si quieres quedarte a escucharla, es tu problema. Yo me largo—dijo con veneno—no me quedaré a oír estupideces de una persona que nos abandonó durante un siglo y medio.

Vio a su hermano irse y se sintió avergonzada. Ahogó un sollozo y miró a los ojos a su hermano pequeño que la miraba con ternura y lágrimas en sus mejillas.

-Déjalo. Él es así—la cogió de la mano—sabía que regresarías por nosotros.

La abrazó de nuevo y esta vez ella se inclinó a su altura para cargarlo. Al sentir su cálida piel rozar con la suya… rompió a llorar amargamente durante diez minutos. Los había recuperado por fin.

Se sentaron en otra mesa y pidieron la especialidad del local. Un helado de tres bolas de diferente sabor para cada uno. Los ojos de Charlie brillaron de emoción al saborear el gigantesco helado pero al toparse con los ojos de su hermana, dejó de comer para acariciarle las manos.

-¿Qué sucedió realmente? El 31 de diciembre justo después de cenar, Jack y yo comenzamos a ver imágenes de ti y de nuestros verdaderos padres. Nos asustamos y fingimos que había sido una pesadilla—dijo—pero no es así. Hemos estado 151 años sin memoria y sin saber quién éramos en realidad. Rosa nos adoptó en enero, porque nuestra antigua “madre” nos vendió con ella, aunque así ha sido nuestra vida. Por lo que logro recordar, estuvimos en distintos países. Hablamos español y también nuestra lengua materna, el inglés. Pero no sabíamos que hacer, y Jack se convenció de que nos habías abandonado a propósito.

-Oh, claro que no—se frotó las sienes—es una larga historia que tengo que contártela.

-Tengo bastante tiempo. Quiero recuperar el tiempo perdido, Kate.

Sonrió ampliamente al oír su nombre corto que siempre le decían “Kate”. No lo olvidó.

Comenzó desde el inicio, cuando la enorme tormenta amenazaba con asesinarlos en medio del bosque y que no tenían a donde ir. Charlie estaba muy atento a cada detalle.

Le contó que durante años estuvo sola, se ahorró a Sam Blair porque no era importante y se adelantó hasta donde había comenzado su verdadero calvario.

Le habló sobre Clara, Ethan, Luke, Heidi, Brenton, Ben y Owen, incluso de Gabriel. Y le explicó que un sujeto llamado Thorsten Staggs los había convertido en Elegidos dándole poderes a cada uno y que ella era la última de todos ellos y que su poder especial era controlar los rayos y hablar a través de la mente. Él estaba fascinado.

Juno y Paul Weber salieron a relucir entre su relato y su hermano balbuceó con ira que si era posible revivirlos, él los mataría de nuevo.

Y luego le afirmó que Thorsten los había enviado lejos de ella por algún motivo desconocido y que le había hecho creer que habían muerto calcinados por un rayo y que esa era la razón por la cual nunca tomó la iniciativa de buscarlos hasta que uno de sus amigos, Ben, supo ese secreto y la incitó a buscarlos. Pero por alguna extraña razón todos los familiares de los Elegidos que estaban con ellos el día del accidente fueron lanzados a otro lugar sin memoria para no reencontrarse con ellos. Eran inmortales pero carecientes de poder.

El tema de su relación con Ethan decidió guardarla porque no era nada inusual que su hermanito supiera la canallada de su antiguo amor.

-¡Todo eso has pasado y Jack odiándote!—refunfuñó molesto—al parecer nosotros hemos estado en la gloria.

Respiró profundo y suspiró. Su helado ya estaba todo derretido.

-Por eso decidí buscarlos y pedirles perdón.

-¿Perdón de qué? tú no tienes la culpa—agregó enfadado—la culpa la tiene es imbécil de Thorsten Staggs. Si de verdad fuera como el de los comics no les hubiera desgraciado la vida a las personas, si lo veo… ¡Le daré una paliza!

-Estoy dispuesta a ayudarte—rió.

Charlie soltó una risita y sacó un teléfono de su bolsillo. Era muy costoso, arrugando la nariz, Katheryn se lo quitó de las manos.

-¿Es tuyo?

-Eh, sí.

Achicando los ojos revisó el contenido.

-¿Lo robaste?—susurró.

-¡No! lo encontré en la playa y nadie lo reclamó.

-¿Cuándo?

-Hace dos semanas—se mordió el interior de sus mejillas y balanceó los pies por debajo de la mesa.

Le devolvió el teléfono y lamió la cuchara. Eran las tres y media y quería reprenderlo por su mala conducta pero era algo estúpido, porque todavía no tenía derecho de hacerlo puesto que los dejó solo durante un siglo y medio.

Retiró la silla y dejó un par de billetes sobre la mesa.

-¿Estás enfadada?

-No—le sonrió— ¿vamos a buscar a Jack?

-De acuerdo pero usualmente va a la casa de una chica para no tener que lidiar conmigo en lo que resta de la tarde—se sacudió el polvo de su short desgastado y se plantó junto a ella.

-¿Sabes dónde vive esa chica?—quería patearle el trasero a ella y a su hermano.

-Eh, no. Sí lo supiera desde hace mucho a estas alturas él no tuviera a donde irse sin mí.

-¿Por qué pelean? ¿Es por lo que sucedió?

-No es tanto por eso. Jack está asqueado de tener siempre quince años y la verdad yo no le encontraba sentido a su actitud  hasta hace poco. El año pasado había comenzado a salir con una chica y no sé qué pasó pero terminaron—ahogó una risa nasal—tengo diez años pero soy todo un adulto encerrado en este cuerpo. Y creo saber la razón por la que su novia rompió con él.

-Charlie…

-La pervertida chica quería tener sexo con Jack y él se negó por miedo a dejarla embarazada y luego tener que dejar a su hijo por la maldición de tener quince años eternamente.

Se ruborizó al pensar que su pobre hermano sufría por una tontería. Por lo que ella tenía entendido era que ningún familiar de los Elegidos habían formado una familia, ni si quiera los Elegidos. Esa era otra pregunta anexada al interrogatorio hacia Thorsten. Y recordó los besos, caricias y a Ethan dentro de ella dos días atrás cuando poco después Sam Blair lo arruinó con su presencia.

-¿Tengo razón, no?

-Parece que sí, por eso quiero hablar con Jack.

-Pues vamos a buscarlo—tiró de su mano hacia el corazón de la ciudad, muy lejos de la playa y del sol veterano.

Recorrieron muchas calles pero no había ningún rastro de su hermano.

¿Por qué no intentas ir a donde ellos viven actualmente?

Thorsten le susurró con cautela.

Es obvio que no está ahí.

Ve allá.

-Charlie, ¿Dónde viven en estos momentos?

-Eh, después de lo que le hiciste a Rosa… creo que no tenemos hogar.

-Solo quiero saber dónde.

-Bien, sígueme. Es por aquí.

Doblaron en una esquina y luego a un sinfín más, poco a poco las casas se iban deteriorando y viéndose más humildes. En pocas palabras; aquel sitio era el lugar pobre de la ciudad. Arrugó la frente llena de indignación, ¡Como era posible que sus hermanos pudiesen haber vivido en un lugar como ese! Se detestaba por ser tan bruta y tan mala hermana por no haberlos buscado desde antes. Desde que Ben le había contado el secreto de Juno Weber y de Thorsten.

-Uhm, al parecer Jack le está rogando a Rosa poder regresar—agregó Charlie chasqueando la lengua.

Katheryn agrandó los ojos y soltó la mano de su hermano menor.

-Aguarda aquí, esto ya no tiene por qué estar pasando.

-¿Qué piensas hacer?—su temeroso hermano se debatía en seguirla o no, pero al final terminó por correr tras ella.

Jack estaba rogándole  de rodillas a la robusta mujer para que lo perdonase por lo que ella había hecho.

Y por lo que notó; la mujer tenía su orgullo. Su nariz estaba roja y algo morada, y su voz era más tajante.

-Nunca me habías dicho que tenían una hermana mayor e incluso de que era una clase de psicópata.

-Le juro que no sabía que regresaría. De haber sabido de que iba a aparecer drásticamente cuando usted estaba con nosotros… le juro que jamás hubiese permitido que la tocara—sus ojos estaban fijos al suelo—le pido perdón y le ruego que nos deje seguir en esta casa. No tenemos a donde ir…

-No sé si darte otra oportunidad, Juan—musitó la mujer con orgullo—mi nariz estaba quebrada y ya he tenido bastante de ustedes dos. Pagué por ustedes una buena cantidad y solo me dan problemas. Les salve de una vida asquerosa con esa mala mujer y ahora resulta que su hermanita me tacleó sin miramientos.

-Ha sido un error.

Y justo cuando la mujer, de nombre Rosa, alzaba el brazo para sujetarlo del cuello, Katheryn carraspeó.

-No lo toque.

-¡Ya es suficiente!—ladró la mujer—largo de aquí. Los dos. Ni tu hermano ni tú tienen derecho a estar aquí. Fuera.

Jack se puso de pie, se volvió para mirar a Katheryn con una mirada de desprecio y reproche.

Charlie estaba detrás de ella con los ojos entornados. Y sin decir ni una sola palabra, Jack se fue corriendo rumbo a la playa.

La mujer sonrió con superioridad y cerró la puerta al entrar.

-¿Qué he hecho mal?—susurró atemorizada—solo quiero recuperarlos…

-A mí nunca me perdiste. Te seguiré hasta el fin del mundo—sintió el aliento de su hermano en el hombro.

-¿Qué puedo hacer para que Jack me perdone?

-Hablar con él.

-Huye de mí.

-Uf, ¿Y crees que no lo ha hecho más de una vez? Huye de mí todo el tiempo y regresa luego de dos horas.

-Pero ahora es diferente. No huye de ti, sino de mí.

Te juro que esta será la última vez que te voy a ayudar. Necesito ordenar mis ideas, Levis; y tú eres una distracción. Tu hermano Jack-niñito-de-mamá está arriba de una palmera, llorando, cerca de la playa y varias personas temen a que se rompa el cuello.

¿Qué? ¿En qué parte exactamente?

Ya te he ayudado. Búscalo.

Apretó los dientes sintiéndose inútil. Cogió la mano de Charlie y lo arrastró en dirección a la playa. Corrieron tan deprisa hasta quedar sin aliento, puesto a que la playa estaba muy lejos y su hermano la necesitaba, más bien los necesitaba a ambos. Eran tres hermanos, y tenían que apoyarse aunque pasase mil años.

Tenía tan apretada la mano de su hermano que no se dio cuenta que comenzaba a cambia de dolor y él ni si quiera había protestado. Lo soltó y se apoyó en sus rodillas para enviar aire a sus pulmones. Alzó la cabeza y miró a todas las palmeras y por poco ahoga un grito de exasperación. A diez metros estaba Jack sobre la palmera más alta y abajo estaba rodeado de personas intentando bajarlo de ahí.

-¡Allá está!—gritó Charlie.

Respiró hondo antes de volver a correr.

Jack estaba temblando de coraje y de rabia. Las lágrimas de décadas atrás estaban comenzando a surgir sin detenerse y se sentía impotente y débil.

-¡Niño, bájate de ahí!—le gritaba un policía con una bocina—es peligroso.

-He subido infinidades de veces, déjenme en paz—graznó en respuesta.

Y para la sorpresa de Katheryn, había hablado en inglés. El policía lo observó ceñudo y sin comprender una sola palabra.

Se acercaron con cautela y abriéndose camino en la multitud curiosa y se plantaron justo debajo.

-Jack—dijo ella. Él bajó los ojos y la miró con recelo—tenemos que hablar.

-Vete. Regresa de donde viniste. No te necesitamos—gritó—yo no te necesito. Nunca te he necesitado.

Sus palabras le perforaron el corazón pero no dejó de mirarlo.

-No seas ridículo y bájate de ahí, Jack—terció Charlie abrumado—Katheryn ha regresado por nosotros… ella…—titubeó—no por gusto nos dejó. Tienes que saber sus verdaderas razones.

Bien. Estaban hablando de cosas delicadas en su lengua natal y ninguna de las personas cotillas tenían ni la menor idea de lo que hablaban. Estaba todas ceñudas mirando la conversación.

-¿Verdaderas razones?—soltó una risotada sin humor—no me interesa en lo absoluto.

-¿Así quieres seguir viviendo, Jack Bennett Levis? ¿Esta es la vida que quieres tener por toda la eternidad?—explotó llena de frustración—he recorrido todo el país buscándolos y no estoy aquí solo para verte ser un estúpido orgulloso y sin corazón.

-¿Sin corazón? ¡Ja! Pero fuiste tú quién nos dejó.

-No los deje. Una persona me hizo pensar que habían muerto y por eso fue que nunca pude buscarlos. Y ahora qué sé la verdad… ¡Heme aquí! vine por ustedes. Vine a recuperarlos.

Hubo un doloroso minuto de silencio. Las personas comenzaban a dispersarse, incluso el policía.

-¿Lo conoces?—le preguntó a Katheryn con desconfianza.

-Es mi hermano—respondió sin despegar los ojos de su hermano.

-De acuerdo, espero puedas resolver este problema—estiró los brazos y se volvió a las personas—todos fuera de aquí. Esto no es feria. A sus casas.

Charlie se sentó en las raíces y esperó.

Katheryn seguía con los ojos fijos en él.

Jack se debatía en querer escucharla o mandarla al cuerno.

-Puedo estar aquí hasta que te animes a bajar y a hablar. Tengo tiempo de sobra—sacudió el asfalto y se sentó junto a su hermanito más pequeño.

-Puedes esperar sentada, porque de aquí no me moveré—le espetó.

Pasaron las horas, el cielo comenzaba a tornarse rojizo y anaranjado. Katheryn se dio a la tarea de abrazar a Charlie para que descansara en lo que Jack bajara, y por medio del teléfono de su hermano se dio cuenta de que eran las seis de la tarde. Le dolía el cuerpo y el trasero.

Alzó la cabeza y divisó a su otro  hermano profundamente dormido entre las hojas de la palmera. Movió a Charlie y le dejó su sombrero debajo de la cabeza. Se incorporó y comenzó a escalar el liso tronco de la palmera.

Llegó hasta Jack y lo cargó en sus brazos. Se mordió los labios al ver la altura.

¿Qué hago ahora?

Cerró los ojos y sintió el placentero cosquilleo eléctrico en las manos. De repente, nubes grises taparon el sol y el cielo se nubló por completo.

-Puedo hacerlo—susurró—puedo llamar un rayo y bajar en él. Puedo hacerlo.

Una hebra eléctrica iluminó el cielo y recorrió el aire hasta su brazo. Abrió los ojos y se lanzó hacia abajo. Parecía que una soga de fuego la columpiaba.

Se soltó y cuando sus pies tocaron el asfalto, se encontró con los ojos oscuros y desorbitados de Jack mirándola boquiabierto.

-¿Qué demonios has hecho?—la empujó de su cuerpo y tropezó con Charlie.

-¡De eso es lo que quiero hablar contigo!

Se sintió cohibida al sentir los ojos de su propio hermano sobre ella, escudriñándola con extrañeza y morbo. ¡Morbo!

El ronco gruñido de Charlie los desconcertó.

-¿Él sabe lo que has hecho?

-No. Él sabe algunas cosas solamente.

Algo en él se disparó. Cambió de postura y se cruzó de brazos con altanería.

-Habla. Quiero saber tus verdaderas razones—torció las labios en una mueca desagradable—si logras convencerme… me lo pensaré todas tus ridiculeces de que quieres recuperarnos.

Que arrogante hermano tienes. ¿Puedo golpearlo?

¡Sal de aquí, Thor!

Uf. Tenía siglos que nadie me decía Thor…

¡Ya!

Dio un respingo al oír un aplauso justo en su cara.

-¡¿Qué haces!? ¡Te quedaste toda ida y con la mirada perdida!

Sacudió la cabeza y se quitó los lentes para verlo a los ojos.

Y comenzó a relatarle desde el más mínimo detalle.

No tenía sentido ocultarle lo de Ethan y Sam, así que le soltó toda la sopa a su querido hermano a quién tanto había echado de menos.

Al principio él se partió de la risa incrédulo. Pero a medida que la historia iba cobrando sentido, dejó de reírse y transformó su precioso rostro en una máscara de piedra idéntica a la que Ethan ponía cuando estaba neutral o no tenía ganas de emitir sus sentimientos.

Tartamudeó un poco al explicarle los detalles del accidente y de su trasformación repentina, y también de sus poderes.

Pero en cuando le dijo que Thorsten Staggs, el dios del trueno había sido el culpable de años de abandono, Jack saltó del suelo y rechinó los dientes con rabia.

-¡Lo voy a matar! ¡Juro que lo voy a matar!—carraspeó. Su pecho subía y bajaba con rapidez, estaba alterado.

-Tranquilízate.

-No lo haré. Ese estúpido Thor o Thorsten rey de las mierdas nos desgració la vida y tiene que pagar.

Katheryn no pudo evitar reírse, porque su hermano tenía razón.

-¿Ahora entiendes que yo nunca quise dejarlos?—dijo con seriedad. Él asintió.

-Lo entiendo perfectamente—murmuró con voz queda. Bajó la mirada y volvió a subirla de repente—lo siento…

Alargó sus brazos en busca de un abrazo, pero lo que consiguió fue un enorme beso y un abrazo de oso por parte de ella. Que incluso aplastaron a Charlie al rodar sobre el suelo.

-Eh, ¿Qué pasa?—abrió los ojos aturdido y una sonrisa asomo sus labios.

Pero Jack estaba pegado como un koala al pecho de Katheryn, sollozaba y soltaba palabras inaudibles que solo él oía. Katheryn lo abrazaba intentando no llorar frente a ellos.

-Estaba seguro que entendería. ¿Le has contado todo?

-Todo—sonrió—pero no te dije todo a ti.

-¿Qué quieres decir?—frunció el ceño y se recargó en la palmera.

Parecía tres indigentes charlando animadamente en plena calle debajo de una palmera.

-Tuve un novio, Ethan Quin, que también es Elegido pero ahora recuperó a su novia, Sam, con quién había estado cuando fue el accidente y pues… rompimos—suspiró—y tengo poderes. Puedo atraer un rayo, sacar electricidad de mis manos y puedo hablar a través de la mente, pero eso ya lo sabes, ¿no?

Charlie se puso de pie.

-Hubieras visto la manera en la que se las arregló para bajarme—bromeó Jack—hizo que el cielo se nublara y se columpió como tarzán en un rayo.

-¡Por qué me dormí!—se quejó.

-Por idiota—se burló.

Katheryn dejó escapar un suspiro de alivio. Pero en ese instante se dio cuenta de que no tenía a donde ir. Solo tenía dinero para pagar otra noche en ese hotel y comer al día siguiente, después tendría que pensar en hacer algo.

Caminaron hasta llegar al hotel y la antipática recepcionista les sonrió con cautela al entrar.

En cuanto sus hermanos tocaron la cama se durmieron.

Y ella aprovechó para abrir una de las ventanas y respirar un poco de aire. Su trabajo de recuperarlos estaba hecho.

Recordó la hoja con los números anotados que tenía en el bolsillo y se puso a repasar el nombre de sus amigos. Necesitaba hablar con Luke. Solo en él podía confiarle su paradero.

Cogió las llaves y salió a la calle en busca de un teléfono de monedas. Vio uno a solo unas dos calles de distancia. Buscó el número de Luke y marcó.

A los dos pitidos contestó.

-¿Quién habla?—su voz era áspera y tajante.

-Soy yo, Katheryn—se mordió los labios y alcanzó a escuchar pasos.

-¡Katheryn!—susurró él en voz baja— ¿Dónde demonios estás?

-¿Está Ethan ahí contigo?

-No, él está echándole gasolina a su auto.

-Bien…

-¡Encontramos tu auto en la carretera! ¿Estás bien? ¿Dónde estás?

-Estoy perfectamente bien. Estoy en Coatzacoalcos, Veracruz—inspiró profundo—no me busquen. He encontrado a mis hermanos y no quiero estresarlos. Quiero estar con ellos.

-¿Qué? ¿En serio?—su voz cambió a alegría—pero… ¿Por qué te fuiste sin decirnos? ¿Fue por el estúpido de Ethan, verdad? la rubia se pegó como muela y no lo deja en paz. Pero él pone distancia y está loco por encontrarte, incluso parece un demente. Estamos a tres horas de Coatzacoalcos.

-Lo digo en serio. No quiero que Ethan sepa dónde estoy. Pero necesito dinero, perdí mi maleta con mi ropa y el dinero que Brenton me dio. Estoy sin nada.

-Uhm. Tengo una idea.

-¿Cuál?

-Iré solo yo a buscarte y a darte lo que necesitas. Pero necesitaré que aguantes hasta mañana para que pueda persuadirlos. No puedo tele transportarme ahora.

-Está bien. Te lo agradezco.

-Katheryn—dijo él con estrés—Thorsten Staggs se materializó frente a nosotros cuando emprendimos tu búsqueda. Le advirtió a Ethan que se alejara de ti.

Aquello era algo nuevo. ¿Thorsten en persona hablándole a Ethan sobre ella?

-Thor es un tonto. Pero tiene razón—rió.

-¿Lo conoces abiertamente?

-No, ¿por?—había metido las cuatro enteras.

-Por qué hablas de él como si lo conocieras bastante.

-Es que él fue quién me ayudó a llegar a mis hermanos. Él sabía dónde estaban—respondió.

Deposite otra moneda para seguir en comunicación, o de lo contrario su llamada será finalizada.

-Mierda. Katheryn, ¿y porque le devolviste el teléfono a Ethan?

-No quiero nada de él. Así que estaré esperándote mañana, por favor, ni una sola palabra a nadie—tragó saliva—ni si quiera Heidi.

-No te preocu…

Tip, Tip, Tip.

Colgó el teléfono y dio la vuelta para regresar al hotel.

Pero antes de entrar, sus ojos se postraron en Thorsten Staggs sentado en una banca metálica con la cabeza atrás y los ojos cerrados.

Bastardo presumido.

-Gracias por ayudarme—le dijo. Él abrió solo un ojo—mañana un amigo vendrá a ayudarme. Así que esta es nuestra despedida. Y como tengo entendido que jamás responderás a todas mis dudas, me despido de ti como es debido.

Extendió su mano esperando que se la estrechara pero él siguió reposando en la banca sin moverse. Irritada dejó caer su brazo y lo fulminó por dos minutos.

-¿No dirás nada?

-¿Qué tengo que decirte? Ya te despediste.

-En las despedidas no solo él que se despide habla—rodó los ojos—en fin, adiós, Thor.

-Oye—la llamó y se odió una vez más al obedecerle, paró en seco y se volvió a él.

Thor estaba de pie mirándola fijamente.

-¿Qué?

-Pensé que querías que te aclarara tus dudas—había un tono juguetón en su voz.

-Y estás en lo cierto, pero digamos que te conozco lo suficiente para saber que no lo harás, ¿me equivoco?

Él negó con la cabeza.

-No lo haré ahora, ni mañana y tampoco la otra semana—aclaró—pero te voy a dar todas las respuestas cuando sea el momento. Todavía tengo que poner en orden mis ideas y meditar las respuestas que quieres saber.

-¿Por qué no lo sueltas y ya?—se impacientó. Él era aburrido, igual que su tedioso libro de La Vida en el que solo hablaba de filosofía.

-Por qué quiero estar seguro de una cosa antes de responderte.

-¿Qué clase de cosa?

-Quiero estar seguro de que ya no estés enamorada de Ethan Quin para que yo pueda hablar contigo de todo lo que desees. Mientras estés loca por él, yo no puedo decirte nada.

-¿A qué va todo eso? Nada de lo que dices tiene sentido, ¿Qué tiene que ver mi relación con todo lo que respecta a ti?

-Tiene mucho que ver—esbozó una sonrisa deslumbrante, que ella sintió que el corazón se le saldría por la boca tan solo de verlo—entonces te dejaré sola por un tiempo. Tus hermanos raros ya están de tu lado y Luke está por venir, así que me iré de vacaciones.

Su cicatriz era una distracción para Katheryn y sus ojos eran su delirio.

Parpadeó aturdida.

-¿Cómo podré localizarte?

-Yo te encontraré.

-No podrás hacerlo porque no te diré a donde iré.

-Sabré donde encontrarte cuando ya no estés enamorada de él.

-¿Quieres decir que… nos volveremos a ver hasta que ya no sienta nada por Ethan?

-Veo que eres lista—soltó una risa nasal.

-No entiendo nada.

-¡Arg! Tengo jaqueca—se quejó—bueno. Hasta entonces, Levis. Recuerda: solo hasta que saques de tu corazón a ese bastardo, yo vendré a ti y sabrás todo lo que quieres saber. Mientras tanto no.

Exasperada y abrumada, regresó al hotel sintiéndose rara e histérica.

Quería gritar y darle una paliza a la primera persona que se topara en su camino pero en vez de eso, se puso a llorar en la puerta de su habitación sin saber por qué.

-¿Katheryn?

-Charlie, regresa a la cama. Ahorita voy—se limpió el rostro pero fue demasiado tarde. Su hermano tenía el pomo de la puerta en la mano al abrirla, sus ojos estaban algo achinados y preocupados.

-¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras?

-Por nada. Es que estoy tan feliz de tenerlos de vuelta.

-A mí no me engañas, no por nada he estado en este mundo 151 años para saber lo que le pasa a mi hermana mayor—susurró—es por tu ex novio, ¿verdad?

Ella asintió. Aunque no era cierto. Estaba llorando por que el estúpido de Thorsten Staggs le había hecho una propuesta claramente difícil, ¿Cómo podría sacar a Ethan Quin de su corazón tan fácilmente?

Estaba consciente de que ya no sentía mariposas en el estómago al pensar en él pero aun lo necesitaba. Se llegó a acostumbrar a su presencia y ahora que no sentía tanto amor por él, no podía dejarlo de querer, fuere cual fuere la situación. Sam Blair era la persona que siempre ha estado destinada a él y no ella.

Pero ese no era el verdadero motivo de su llanto. ¿Y si no lograba desechar a Ethan de su vida? eso significaba que jamás volvería a ver al descerebrado de Thor… y la idea le aterraba.

-¿Lo extrañas?—se acuclilló cuando ella se dejó caer en la alfombra.

-No exactamente. Pero necesito tiempo para pensar—contestó sulfurada.

-Mañana será un nuevo día—sonrió con dulzura—a donde vayamos te hará sentir mejor.

-Tienes razón—le revolvió el pelo—son pasada las siete de la noche, ¿tienes hambre?

-Un poco... –se ruborizó y su estómago emitió ruidos raros.

-¿Quieres acompañarme a comprar la cena?

-¿Y Jack?

Ambos estiraron el cuello y lo vieron dormido.

-No tardaremos.

-Está bien—aceptó sonriendo.

Tiró de su brazo hasta las escaleras. Alimentarlos era lo primero que había tenido en su cabeza desde que los encontró. La recepcionista hizo un gesto al verlos salir de nuevo.

Katheryn se preguntó si alguna vez esa mujer dormía.

-¿Qué quieres para cenar? Pídeme lo que quieras—le besó la frente.

Su dinero estaba limitado pero al día siguiente Luke le daría más, así que no tenía caso guardárselo.

-Quiero una hamburguesa y una Pepsi—respondió ruborizado.

-Serán hamburguesas, pero no sé dónde venden.

-Yo sé dónde.

Ahora ella fue arrastrada por su hermano menor por toda la orilla de la playa en busca de la cena. Un local lleno de personas se lograba ver a los lejos y hasta arriba había una hamburguesa dibujada con focos de colores. Aminoraron el paso hasta llegar.

Pidieron tres hamburguesas grandes y tres Pepsis para llevar. Y mientras esperaban, se sentaron a contemplar las olas que golpeaban la arena y regresaban al mar.

Había deseado tanto ese día que ni si quiera podía creerlo. El destino había querido que sus hermanos regresaran a su vida.

-¿Puedo hacerte una pregunta, Kate?

-La que quieras—le dio un ligero golpecito a su nariz.

-¿Por qué tu apariencia es diferente? ¿Por qué tus ojos son grises y parte de tu cabello también?

Se ruborizó y amarró su larga cabellera con una liga, sus ojos resaltaron de su pequeño y femenino rostro.

-Aún no lo sé. Pero creo que es para saber que soy una Elegida. Es como una característica que nos define que somos diferentes—la arena estaba tibia y le dio ganas de meterse a nadar—en el pasado, los primeros Elegidos han tenido diferente apariencia—recordó a la hermosa Juno Weber y a su abuelo—la primera Elegida fue una niña,  creo que de la edad de Jack y era hermosísima. Sus ojos eran color violeta y no tenía pupilas, en resumen era una muñeca. Aunque terminó siendo una demente.

-¿Por qué? ¿Dónde está ella?—preguntó con interés.

-Murió—se encogió de hombros—o eso es lo que parece. No la he vuelto a ver desde año nuevo.

-¡Su orden está lista!—gritó el hamburguesero detrás de ellos.

Charlie corrió a pagar y a traer la cena. Se detuvo frente a ella y se sentó.

-¿No quieres cenar?—Katheryn arrugó la frente.

-Sí, pero quiero saber más. Jack tendrá que esperar—rió.

-¿Y qué más quieres saber?—le acarició los mofletes—aunque no sé muchas cosas. Thorsten tiene las respuestas.

Él dejó de reír y su mirada se endureció.

-Ese cretino ni si quiera debe ser mencionado. Yo quiero saber que fue de nuestros padres.

-Cuando los creí muertos…nuestra madre se volvió loca. Me comenzó a odiar porque logré sobrevivir al rayo y ustedes no—había prometido jamás volver a recordarlo pero no tenía opción. Su hermano debía saberlo—se puso iracunda conmigo. Y tuve que irme de la casa.

-¡Qué horror! ¿Por qué pensaste que morimos?

-Por qué los vi carbonizados en el bosque. Luego los vi siendo enterrados en el cementerio.

-¿Pero cómo es eso posible? Estamos aquí.

-Como he dicho; Thorsten sabe que fue lo que pasó. Él fue el culpable.

-Espero que no tengas en mente buscarlo—espetó.

-No, claro que no—balbuceó con nerviosismo—ahora hay que regresar o Jack se pondrá como loco al no vernos.

Sus hermanos también odiaban a Thorsten sin conocerlo. Pero Thor no era del todo un abusivo. La había ayudado a encontrarnos.

Llegaron al hotel y se encontraron a Jack en la entrada con la cabeza entre las rodillas.

-¡Hey!

-¿Dónde estaban?—dijo sin levantar la cabeza.

-Comprando la cena—añadió Charlie riéndose.

-Pensé que se habían ido a alguna parte sin mí.

-¿Por qué pensaste eso…?

Y fue envuelta en los fuertes pero delgados brazos de su hermano. Suavizó los hombros y le devolvió el abrazo.

-Ahora que los recuperé, no pienso dejarlos solos.

Charlie esbozó una sonrisa y tiró de ambos hacia el interior del hotel. Moría por comer que ni si quiera le importó pasar empujando a la antipática recepcionista.

Cenaron juntos por primera vez después de 151 años. Katheryn no podía describir la alegría que sentía en ese momento. Si esa era su recompensa por dejar a sus amigos atrás, valía la pena el sacrificio de borrarlos de su vida y dedicarse solo a sus hermanos.

Pasaron las horas y se durmieron abrazados en la cama matrimonial.

Al día siguiente, al despertar, se encontró con dos pares de ojos castaños mirándola de cerca. Jack tenía el rostro húmedo y Charlie goteaba agua hasta por los codos.

-Ya has despertado. Hace una hora la recepcionista nos despertó.

-¿Qué les dijo?—era demasiado temprano para enfadarse.

-Que no has pagado la noche y que quiere el dinero ahora—replicó Jack arqueando las cejas.

Se sentó a regañadientes e intentó sin éxito acomodarse el cabello desaliñado y suspiró.

-Hablaré con ella, mientras dense una ducha y ya veremos qué hacer a continuación. Porque necesito buscar a un amigo.

-¿Qué amigo?—preguntó Jack.

-Se llama Luke y es un Elegido, tengo que hablar con él. Quiero que no salgan del hotel por ningún motivo.

Bostezó y antes de poner la mano en el pomo de la puerta para salir, se volvió para encarar a sus hermanos; quienes tenían el rostro endurecido y serio.

-Son las diez de la mañana—le anunció el reloj de la cabecera—voy a regresar en unos minutos. Necesito encontrarlo.

-En ese caso yo voy contigo. Ayer saliste con Charlie. Ahora es mi turno—se incorporó de la cama y se adelantó a abrir la puerta.

Charlie asintió y volvió a tumbarse en la cama.

Katheryn cerró y bajó con Jack a la recepción. Parecía una verdadera demente, ni si quiera se había lavado la cara ni los dientes. Salieron a la calle y el sol les hizo bizquear los ojos. ¿Y ahora en dónde  encontraría a Luke?

Desdobló la hoja donde estaba su número y arrastró a su hermano hasta el teléfono público más cercano.

-¿De qué quieres hablar con ese sujeto?—quiso saber él.

-Me dará dinero. Perdí mi maleta antes de venir y ahí tenía todo lo necesario—con los dedos temblorosos marcó los dígitos.

-¿Qué? aguarda…

-¡Shh!—alardeó con el auricular en la oreja.

A los tres pitidos, contestó.

-¿Hola?

Era Ethan. Todo el rubor de sus mejillas se fue, dejándola pálida. Jack tenía los ojos sobre ella y eso la puso más nerviosa.

-¿Hola? ¿Quién habla?—estaba estresado.

-¿Por qué no contestas, Katheryn?—preguntó Jack en voz alta, lo suficiente para que él lo escuchara.

Con toda la rapidez que pudo, colgó. Sulfurada y exasperada, miró a su hermano llena de cólera.

-No era Luke—repuso.

-¿Quién era entonces?

-Ethan.

Su hermano agrandó los ojos.

-Oh, entonces quieres decir que la he cagado—observó.

-Por supuesto—replicó ella poniendo los ojos en blanco.

-Lo siento, ¿Y qué harás ahora? ¿Dónde piensas que él pueda estar?

-¿Quién?

-Luke, ¿así se llama tu súper amigo, no?—dijo con sarcasmo.

-No lo sé. Tal vez se tele transportó aquí pero no le dije donde exactamente estaría.

Aquella respuesta le iluminó el rostro a su hermano y Katheryn no supo por qué.

-¿Puede tele transportarse? ¿En serio? ¿Puede hacerlo?

-Ese es su poder—de repente se sintió orgullosa de su amigo.

-¿Por qué nosotros no tenemos ninguno?

-Tuvieron suerte de seguir con vida—comenzaron a caminar de regreso.

-Es injusto. Si yo tuviera tu poder o el de tu amigo, sería más que feliz.

Sacudió la cabeza y le regaló una sonrisa forzada a su hermano. ¿Qué carajos tenía formándose en su cabeza? El hecho de que tuviera poderes, no la hacía feliz. Sino todo lo contrario.

Se detuvieron en un puesto de cocos, donde vendían de todo tipo de bebidas hechas de cocos. Compraron tres con un orificio por encima y tres pajillas. El dulce sabor del néctar de esa fruta la relajó.

-Charlie ama esto—objetó él dandole un gran sorbo al suyo.

-Suerte que tienen bastante—sopesó los dos cocos en sus manos.

Pero un imbécil pasó corriendo a toda leche y ella soltó las bebidas y se esparcieron por todo el suelo.

-¡ARG!—gritó Jack rojo de coraje. Katheryn no recordaba que él se enojara tanto y por un accidente.

-¡A ver, idiota! ¡Regresa!—le gritó a lo lejos.

-Ya déjalo. Compraremos otros y ya.

Se limpió las manos y se dirigió de nuevo al puesto de cocos.

-¡Katheryn!

Arrugó la frente con perplejidad. ¿Quién la llamaba?

-¡Katheryn!

-¡Eh! ¡Le has tirado las bebidas a mi hermana…! Oh Dios, ¡Es idéntico a ti, Katheryn!—exclamó aturdido.

Luke Greenwood estaba con los ojos desorbitados tratando de recuperar el aliento, su frente estaba perlada de sudor y no podía si quiera decir frases audibles. Katheryn dejó escapar un sonido ronco de su garganta y ambos amigos se partieron de la risa, luego de darse un fuerte abrazado dejando más confundido a su hermano. Después de unos segundos comprendió de lo que se trataba.

-Ah, él debe ser tu súper amigo, ¿no?

-Y tú debes ser… ¿Jack?—repuso Luke más relajado. Estaba sorprendido de las similitudes entre su amiga y su hermano menor. Se parecían bastante pese a la apariencia de Katheryn. Parecía que ella hubiese solamente cambiado de color.

-Él mismo—sacó el pecho y pasó un brazo por los hombros de Katheryn, un gesto protector. A pesar de ser alto, apenas lograba llegarle a la ceja a Luke.

¿Por qué Ethan respondió tu celular y no tú?

Maldita sea. Por eso he venido desde la madrugada pero como no supe dónde estabas realmente, he estado buscándote. Me tele transporté y Ethan alcanzó a tocarme.

Por favor, no me digas que él está aquí…

¡No! logró venir pero lo regresé de inmediato. Por desgracia dejé caer el teléfono y ahora él lo tiene.

Eso quiere decir que ya sabe dónde estoy…

-¿Por qué están mirándose fijamente?—protestó Jack luego de unos segundos.

-Eh, estaba hablando con él telepáticamente.

Su hermano ahogó un grito.

-¿Y por qué no pueden hablar como las personas normales? Quisiera saber de lo que hablan… sino es mucha molestia—miró  a Luke con cara de pocos amigos. El Elegido se encogió de hombros ocultando una sonrisa.

-Es un asunto delicado y así nos comunicamos—le informó él, intentando no reír.

Jack arrugó la frente y chasqueó la lengua.

-Eres un imbécil—le graznó en español.

-Habla con mi mano—replicó su amigo riéndose.

-¿Hablas español?

-Llevo más de dos siglos aquí, pequeño, tenía que hacer algo productivo, ¿no?

Estaba provocando a Jack de una manera divertida. Pero Katheryn sabía que no era una buena idea, pues llevaba tanto tiempo sin su hermano y no sabía de lo que era capaz.

-Luke, déjalo en paz—retiró a Jack quién había dado un paso al frente—de lo que estábamos hablando era que Ethan sabe dónde estoy y no quiero que me vea. Por eso nos largaremos, Jack.

-¿A qué te refieres con qué no quieres que te vea? ¿Te quiere hacer daño?—su voz se hizo áspera y tajante.

Luke lo observó con las cejas arqueadas.

-No, simplemente no quiero verlo más. Lo que tuvimos se terminó para siempre y no hay manera de que regresemos. Aparte… lo que yo quiero es estar con ustedes y recuperar el tiempo perdido.

-Jack, Kath tiene razón. Y yo la apoyo—terció Luke, Jack lo miró con recelo—he venido a darle todo el dinero que necesiten, aunque se lo robé a Brenton—sonrió—pero el caso es que quiero que se vayan y sean felices. Si ella decidió no volvernos a ver, la apoyo. Con tal de que pueda estar con ustedes, puedo estar tranquilo aunque ya no la vuelva a ver nunca más.

-¿Te gusta mi hermana o qué?—ladró Jack, sumamente celoso.

-¿Qué? ¡No! ¿Por qué lo piensas?—Luke se ruborizó y sacudió la cabeza—es mi amiga y la quiero.

-Jack, basta y gracias, Luke—suspiró ella con una breve sonrisa.

-No agradezcas—esbozó una sonrisa encantadora, y Jack lo fulminó con los ojos—no tengo mucho tiempo, Heidi estaba dormida cuando vine. Así que debe estar despierta y buscándome como loca—palpó sus bolsillos y sacó 5 fajos de billetes verdes y se los entregó—toma, es todo lo que pude sacarle a Brenton.

-Es más que suficiente—lo guardó en sus bolsillos y esperó a que hablara pero no lo hizo, en cambio, miraba a todos lados con intriga—debes irte.

-¡No quiero irme tan rápido! Pero debo hacerlo—musitó—cuídate, ¿okey? E intenta comprar un teléfono para comunicarte conmigo, y esta vez no dejaré que Ethan conteste.

-Lo prometo y ahora vete, por favor.

Luke se mordió los labios antes de envolverla en un fuerte abrazo de un minuto. Y antes de irse, le susurró:

-Te quiero.

Y como el aire que te azota a la cara, como las olas de mar rompen en la orilla y como el zumbido de una abeja, se fue. Sin hacer ruido, y sin que nadie lo viera… desapareció.

-¡Fabuloso! Pensé que no haría su truco, eso ha sido genial—alardeó Jack con los ojos clavado en donde segundos atrás había estado Luke.

Una lagrimilla le escurrió en la mejilla al darse cuenta que esa tal vez sería la última vez que lo vería en mucho tiempo o quizá nunca más.

Tiró del brazo de su hermano y se dirigieron de vuelta al hotel.

-Espera—él paró en seco— ¿y la bebida de Charlie?

-Aquí la tengo.

-Pensé que se te había olvidado.

Puso los ojos en blanco y aminoraron el paso. Era tiempo de largarse. Tenía dinero suficiente para desaparecer del mapa.

Llegaron al hotel y vieron a Charlie rebozando de limpio a los pies de la cama, estaba envuelto en una toalla. Esbozó una sonrisa al verlos entrar.

-Tu bebida—dijo Jack mecánicamente y le lanzó el coco a las manos y se tumbó junto a él.

-Gracias, tardaron un poco.

-El amigo de Katheryn vino a darle dinero. Y creo que nos iremos, ¿verdad, Kate?

-Sí—hizo una pausa para respirar hondo— ¿A dónde quieren ir a vivir? Que sea a un lugar lejos de aquí. Incluso en otro continente.

Los dos chicos intercambiaron miradas confusas.

-¿A España, quizá?—preguntó Charlie con vaguedad.

-¿Por qué demonios te gusta ir a lugar donde hablan español y no inglés?—carraspeó Jack.

-Entonces di una mejor idea.

-Quiero ir a Nueva York. Quisiera ver nuestro antiguo hogar.

-Fui hace unos meses, Jack, y no hay nada que ver en ese lugar—repuso ella.

-Pues decide tú. Nosotros iremos contigo a donde vayas.

Katheryn se sentó a los pies de la cama con los pies colgando y pensó en diferentes opciones.

Opción 1: Irse a Tokio como lo había planeado antes de encontrar a sus hermanos con la única diferencia de que ahora si tenía dinero pero aún no sabía hablar japonés.

Opción 2: Ir a España como su hermano lo sugirió. Pero los Euros eran carísimos.

Opción 3: Llevar a sus hermanos a Nueva York para que se den cuenta que en ese lugar no hay nada que ver.

Opción 4: Hacerse un ovillo en la cama y esperar a que fuese lunes y partir a alguna parte.

Opción 4.

Pensó riéndose de sí misma.

-¿En qué piensas, Kate?—le preguntó Jack.

Charlie estaba cabeceando estando sentado y envuelto en toallas.

-El lunes veremos a donde ir. Pagaré otra noche más aquí y pasado mañana al amanecer nos vamos, ¿les parece?

Asintieron sin decir ninguna palabra.

Dos horas después, Katheryn salió acompañada de Jack con la intención de comprar ropa nueva para los tres y algo de comer. Tenía dinero suficiente y si quería irse, tenían que estar presentables.

Charlie se ofreció a quedarse de nuevo a causa de su ropa; que la había tirado por accidente por la ventana del baño cuando un ave entró sin razón a asustarlo.

Jack escogió la ropa que Katheryn elegía para él y para Charlie, por muy extraño que pareciese, ellos aún tenían el mismo gusto de antes: sencillos y nada extravagantes. Ella optó por comprarse ropa para calor y para frío, muy a su estilo californiano.

Pasaron por un restaurant de tacos y pidieron tres órdenes. Luego se toparon con la mujer robusta, Rosa, la que cuidaba de sus hermanos. Iba con la nariz ligeramente morada y una diadema en el cabello, sus ojos negros eran tajantes y altaneros.

-A ti te estaba buscando, mocoso—le gritó a Jack, este dio un respingo y tiró al suelo el refresco de un anciano que pasaba por ahí.

Katheryn dio un paso adelante y la mujer retrocedió, claramente perturbada.

-Oh vamos, Rosa, ¿Qué es lo que quieres? me mandaste al demonio, así que no entiendo porque me estás buscando—ladró Jack en español.

Con los ojos puestos en Katheryn, la mujer estiró el brazo y sujetó el suyo sin importar que él intentase zafarse de su agarre.

-Tienen que regresar. Los necesito. No puedo cargar los sacos de arroz, Juan—susurró con falsa tristeza. Katheryn rodó los ojos.

-¿Quieres que me encargue de ella, Jack?

La mujer entornó los ojos. No entendía ni una sola palabra.

-No. Yo me encargo.

Asintiendo, Katheryn dio un paso atrás y no dejó de fulminar a la mujer.

-Rosa, vete al infierno—sacó su mano de las suyas con inmensa brusquedad—ya no más bullying. Carga el arroz en tu espalda y jamás vuelvas a buscarnos o te vas a arrepentir. Ya no estamos solos.

Y Katheryn sintió que iba a llorar ahí mismo. ¿Por qué había esperado tanto tiempo para rescatar a sus hermanos?

De regreso al hotel, Jack se adelantó a la habitación mientras que Katheryn se quedó en la recepción para pagar otra noche más. Era sábado y tenían que pasar dos noches más para luego irse.

-La misma ropa de ayer—agregó la antipática recepcionista que tenía negras ojeras bajo sus ojos.

-Lo que pasa es que es una apuesta—sonrió con veneno—aquí pagaré otra noche más, ¿recibes dólares, no?

-Por supuesto.

Era una pelea de antipatía en la que las dos iban empatadas.

A las cuatro de la tarde, los hermanos Levis ya estaban bien duchados, vestidos y con el estómago satisfecho. Parecían personas de la alta sociedad.

Pasaron la mayor parte del tiempo viendo la tv del hotel. Y Katheryn aprovechó para observarlos mejor.

Estaban muy bronceados que bien podrían mezclarse con las personas de ahí, pero sus rostros eran hermosos y distintos.

-¿Qué me ves, eh?

-Estaba viéndolos, ¿no puedo?

-Nosotros deberíamos verte porque la que ha cambiado físicamente eres tú.

-Solo tengo los ojos grises…

-Y parte de tu cabello también—terció Charlie, quién parecía todo un niño modelo vestido de jeans azules con una camisa de franela roja y tenis

-Su amigo de Kate tenía parte de su cabello de color blanco, lo hubieras visto—masculló Jack—pero tenía ojos azules.

Dudó antes de replicar con alguna palabra o frase ingeniosa pero no lo logró. Ni si quiera ella lo sabía porque había sido diferente a los otros Elegidos.

-Eres diferente, ¿verdad?—Jack arqueó las cejas en su dirección.

-¿Por qué eres diferente a los demás?—inquirió Charlie perturbado. Él no había visto a Luke y dudaba en que estuvieran jugándole una treta.

-Quién sabe. Quizá es porque soy la última…pero, ¿Qué más da? Me siento bien siendo como soy.

Con un encogimiento de hombros dieron por terminada la conversación y siguieron viendo la tv.

Sus ojos estaban fijos en la pantalla pero su mente estaba lejos de la realidad.

¿Cómo era posible olvidar a una persona después de haber compartido más que intimidad entre ellos hacía apenas unos días? Y peor aún; ¿Cómo haría para ver de nuevo a Thorsten si el único boleto para verlo era olvidar y desechar a Ethan de su corazón y de su mente?

No sigas pensando en lo que te dije y comienza a mandar al carajo a ese sujeto.

Sonrió como boba. Thor era un verdadero cretino.

¿Cómo demonios quieres que deje de pensar en ti, después de que me pusiste en un problema difícil de resolver?

Es difícil pero no imposible, Ja, Ja, Ja.

Dijiste que te alejarías de mí por un tiempo y no lo has cumplido.

Estoy aburrido. No hay nada en este país que me apasione, prefiero verte y saber que estás meditando mi oferta. Aparte es interesante ver como interactúas de nuevo con tus hermanos, es algo exótico. Me recuerdas a un programa de televisión… ¿Cómo se llama? Ah, sí… ¡Animal Planet!

Y soltó una risotada. Y a ella le irritó su chistecito.

No soy un maldito animal.

No me refería a eso, ¿Por qué tienes que ser tan irritante?

¿Irritante? Pero si eres tú a quién se le ocurre meterse en mis pensamientos sin permiso. Y ahora te lo prohíbo. Te prohíbo que te inmiscuyas en mi cabeza, es de pésima educación.

Puedo hacer lo que quiera contigo. Todo lo que yo quiera, ¿comprendes?

¿Por qué? ¿Dónde dice que eres mi dueño o mi padre? Me creaste como Elegida, pero nada más. Todos somos dueños de su propia vida, mente y cuerpo.

¿Cómo puedo explicarte para que entiendas, eh, Levis? Ah, espera, te lo diré lentamente… Me perteneces y básicamente eres mía…

Ja, Ja, Ja, no me hagas reír. Ahora hazme el favor de dejarme un segundo con mis propios pensamientos, ¿de acuerdo?

De todas maneras tengo acceso a tu mente. Ninguna barrera puede contra mí.

Hablando de tus súper poderes, planeo hacerte un interrogatorio para cuando pueda verte. Quiero saber todo.

Hasta que Ethan Quin quede borrado de tu existencia lo tendrás. Me harás una entrevista formal.

No te burles. Hasta ese entonces. Creo que esperaremos dos siglos para el interrogatorio.

Yo creo que no. Él bastardo al que te entregaste hace unos días en ese bosque, quedará eliminado de tus sentimientos. No era amor lo de ustedes, era deseo y costumbre.

Katheryn se quedó paralizada ante la semejante estupidez de Thorsten, aparte de acosarla, la había visto con Ethan en el pequeño bosque donde compartieron un momento extraordinario. En ese momento se sintió desnuda y avergonzada.

Me perteneces. Y Básicamente eres mía.

No era amor lo de ustedes, era deseo y costumbre

.

Sus palabras la dejaron aturdida y con escalofríos. ¿Hasta qué grado de locura sufría Thor? No lo sabía y tampoco estaba dispuesta a descubrirlo. Pero a pesar de sus palabras terroríficas y extrañas, ella le tenía aprecio, incluso le atraía demasiado su físico y le estremecía su voz, algo que nunca le sucedió con Ethan, ya que él solo lograba  sonrojarla  pero ahora se dio cuenta de que nunca había sentido un extraño apego a alguien desconocido. A alguien como Thorsten.

Intentó volver a conectarse con él, pero ya no estaba en su cabeza. Se había ido sin avisarle.

Parpadeó con perplejidad y siguió viendo la tv hasta que anocheció.

Sus hermanos se ofrecieron en ir a comprar algo para cenar porque querían consentirla. Katheryn aprovechó ese lapso de tiempo de privacidad para pensar y rectificar algunas palabras que había empleado con Thor.

Thorsten, Thorsten, Thorsten… ¿Por qué demonios la convirtió en esa mujer con poderes sobrenaturales? ¿Por qué la acosaba? ¿Y por qué ella se sentía cohibida tan solo de pensar en él?

-Tranquilízate, Levis. Él es un idiota—gritó y le dio un puñetazo a la cama. Tenía el rostro rojo de intriga.

Se levantó de un salto y entró al cuarto de baño para lavarse la cara con agua helada. Levantó los ojos y se miró a espejo y una Katheryn distinta a meses atrás le devolvió la mirada. Estaba más delgada y más demacrada. No había ningún rastro de la persona que había sido meses atrás, cuando no conocía a Ethan Quin y cuando no sabía ni quién era y para qué razón había sido convertida en una inmortal. Detestaba reprochar todo eso, porqué gracias a lo ocurrido, ahora ella estaba de nuevo con sus hermanos.

Se secó con una toalla y regresó a tumbarse a la cama.

Cambió de canal un centenar de veces y optó por dejarlo en donde estaba; cerró los ojos y a través de sus párpados lograba ver el reflejo de la bombilla ahorradora de energía que iluminaba el doble de una bombilla normal. Y la luz le provocó dolor de cabeza, depositó su antebrazo sobre su frente mientras esperaba a sus hermanos.

-¡Aquí está hospedada mi hermana!—oyó la voz de Charlie entre gimoteos.

Abrió los ojos bruscamente y saltó de la cama precipitadamente. Tambaleándose llegó a la puerta y la abrió de un portazo.

Vio a la antipática recepcionista sujetando del brazo a ambos chicos, y a juzgar por el rostro congestionado de Jack, se percató que los estaba lastimando.

-¡Hey! ¿Qué te pasa?—le gruñó y se le fue encima pero esta no retrocedió y tampoco los soltó— ¡Suéltalos!

-¿Son tus hermanos?—preguntó ella con incredulidad.

-¡Sí! ¡Suéltalos!

La mujer la evaluó de pies a cabeza y silbando los liberó de su agarre.

-Por la ropa de marca pensé que eran otras personas. Lamento el inconveniente—ahogó una risa de burla.

-Pensaste mal—graznó y empujó a sus hermanos a la habitación—intenta no acercarte a mi familia en lo que resta de este día y el domingo. El lunes nos largamos.

-Al fin—le oyó susurrar antes de cerrar la puerta.

Se tardó unos segundos en recuperar el aliento recargándose en la puerta y con la mirada al suelo. Jack y Charlie comenzaron a balbucear pero ella los calló con la mano.

Se deslizó hasta el suelo y recargó la cabeza en la puerta, alzó la barbilla y sus ojos se clavaron en ellos.

-¿Qué ha pasado?—preguntó por fin.

-Nada, traíamos la cena—repuso Charlie poniendo en alto una bolsa con comida—y esa chica nos fulminó con los ojos cuando intentamos subir, nos siguió y nos gritó que nos largáramos y ahí fue donde saliste tú.

Abrumada, bostezó y se levantó.

-Cuando salgan intenten no hacer contacto visual con ella, y esta será la última vez que los defenderé, eh—fue lo único que dijo antes de tumbarse a los pies de la cama— ¿Qué hay de cenar?

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