Capítulo 02
En todo el resto del día, Katheryn se la pasó sentada en su balcón, observando la ciudad y los autos que pasaban por la calle. Su mente vagó en los más profundos de sus pensamientos, si la novia de Ethan estaba viva, ¿Dónde estaba? ¿Qué haría cuando se enterara que Ethan había muerto? ¿La mataría por no haberlo cuidado o por habérselo robado?
Sacudió aquellas preguntas de su mente y apretó los puños con fuerza, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás para sentir el aire fresco de la noche. Unas pequeñas cosquillas en sus palmas la hicieron abrir los ojos y observar las chispas que emergían de sus manos. ¿Había apretado tan fuerte sus manos para haber atraído un rayo?
No, no. El cielo estaba despejado y estrellado. Ninguna señal de relámpagos ni rayos. Tal vez estaba alucinando y necesitaba descansar.
Miró al balcón vecino, donde Ethan Quin saltaba para ir al de ella. Sintió una inmensa tristeza.
¿Qué haría con su vida ahora en adelante?
Si todo lo que Ben y Brenton le habían dicho era verdad y lograba encontrar a sus hermanos, ¿Qué les diría?
Tal vez el destino se había encargado de quitarle al amor de su vida pero a cambio, le devolvería a sus pequeños hermanos.
Abrazó sus rodillas y se mantuvo sin pensar nada importante. Solo el sonido de los neumáticos, grillos y risas lejanas se oían.
-¿En qué piensas, Katheryn?
-En bastantes cosas que no tienen ni pies ni cabeza.
Su amigo haciendo una mueca, tomó asiento junto a ella y la abrazó contra su pecho.
-¿Qué pasará con Clara, Brenton? ella no merece que la dejes por Ben. Ella te ama—susurró—el anillo que le ibas a dar, ¿se lo diste?
Él se tensó pero no dejó de abrazarla, sino lo contrario. Le besó la sien y recargó su barbilla sobre su cabeza.
-Estoy confundido—hubo un silencio repentino, ella pensó que no hablaría más sobre el asunto—no le he entregado el anillo. Tengo miedo de casarme con ella y luego ir perdiendo poco a poco el amor que siento, no quiero hacerla sufrir.
-¿Sigues amando a Ben?
-Es difícil de explicar…
-Entiendo. Amas a Clara pero con el regreso de Ben, tus sentimientos se revolvieron. Vuelves a sentir aquel amor que tenías por él, pero aun sientes algo por Clara.
-Algo parecido, pero sí.
-Piénsalo antes de tomar alguna decisión.
-Lo que yo necesito es un consejo tuyo—resopló—Nunca me pasó por la cabeza que tu fueses un tipo de superhéroe. Con razón los mismos rasgos con tu novio y tus otros amigos, ¡Todo cuadra! Incluso Ben.
Ella se ruborizó.
-Quiero que me digas que hacer. Ethan era un Elegido, ¿no?—Katheryn asintió—y el amor que aun sientes por él seguirá contigo, ¿verdad?
-El amor que siento por él seguirá presente hasta el día de mi muerte, si es que llega algún día, claro.
-El amor que sentí por Ben es idéntico al que sientes por Ethan. Todos estos años estuvo camuflado por esa chica, Weber, y ahora de nuevo lo siento aquí—se señaló el corazón—es terrible. Horroroso. Deprimente y asfixiante.
-¿Quién se encargó de cuidarte todo este tiempo?
-Patrick Lawton, mí supuesto padre—respondió, mirando al vacío—ni si quiera sé cuál es mi verdadero apellido.
-Entonces él ha estado recibiendo dinero a cambio de cuidarte, ¿no?—él asintió, Ben le había dicho todo—pero Juno ya no está…
-Eso es genial. Por fin dejaré atrás esa vida falsa de niño de papi.
-¿Qué?
-Planeo hablar con él e irme de la casa. No tiene caso que siga ahí.
-¿Qué hay de Clara?
-Hablaré con ella en estos días. Le diré la verdad. Toda.
-Ni se te ocurra—lo amenazó—ella no debe saber nada. Piensa en lo que sentirá al saber que su novio y su mejor amiga son seres inmortales, ¡Es una tontería!
-¿Sabes? Clara lo sospecha. Sospechaba de ti desde antes de que yo lo supiera, me decía a menudo que tenías algo raro y no se equivocó.
Katheryn rodó los ojos y colocó la palma de su mano sobre el pecho cálido de su amigo, le dio unas palmadas y alzó la mirada a él.
-Desde hace más de un año debí haberme largado para no levantar sospechas sobre mí pero Clara era la única persona que me anclaba aquí, Brenton—suspiró—antes que la conociera, yo tenía otra amiga en Chile y tuve que largarme para no lastimarla. No quiero que Clara me odie por ocultarle algo así, Brenton, ella no tiene por qué saber lo que somos.
-Ella se sentirá peor si nos vamos sin decirle nada. Tiene derecho a saberlo.
-¿Nos?
-A donde quiera que vayan ustedes, yo iré—sonrió, pero ella no sonrió, sino todo lo contrario.
-No vendrás con nosotros a ningún lado.
-Por supuesto que sí.
-No.
-Ben no irá si yo no voy.
-Quédate con él si quieres, pero no nos fastidies a Clara y a mí—le espetó y se puso de pie, dejándolo a él sentado—si ella supiera lo que has dicho… ¡Arg! Quiero golpearte, Brenton y muy fuerte.
-Mi mandíbula sigue dolida, tendrás que esperar unos días—bromeó.
Con los ojos achicados, le dio una patada ligera en una pierna, él estalló en risas.
-¿Quieres ir a dar una vuelta? Traje mi camioneta—se ofreció, tratando de hacer las paces.
-Ya es tarde.
-Son las nueve en punto—objetó él, poniéndose de pie. Katheryn le llegaba por debajo de la barbilla—es temprano.
-¿Qué hay de Ben?
-Se las arreglará sin mí—tiró del brazo de ella—andando. Tengo tantas preguntas que hacerte. Quiero saber todo de ti.
Con los ojos en blanco, Katheryn lo siguió.
-¡Para! ¡Para!—le gritaba Katheryn a Brenton. Él se había empeñado a enseñarle a conducir su motocicleta que meses atrás su padre adoptivo le había obsequiado. La había mantenido oculta en el garaje de una casa abandonada, muy lejos de su gran mansión. Ella ni si quiera conocía esos rumbos de la ciudad.
-¡He dicho que pares, maldita sea!—exclamó y Brenton frenó de golpe, ella salió despedida por los aires, pero antes de si quiera rozar el suelo, alguien la había cogido justo a tiempo. Estaba flotando a dos metros de altura— ¡Bájame, Ben!
-¿Se la están pasando bien?—preguntó, en tono jocoso. Katheryn resopló, aun volando en sus brazos.
-¿Estás celoso?—carraspeó ella, él la fulminó con los ojos—solo bájame y deja que te explique.
Cuando ella tocó el suelo con sus pies, lo jaló del tobillo y Ben cayó sobre su trasero al asfalto.
Brenton se partía de la risa, seguía montado en la monstruosa moto. En todo el tiempo que habían estado ahí, él nunca le preguntó nada de su pasado y eso la tranquilizó. Solo quería pasar un día normal con la amiga de su…novia, novia-que-no-sabía-si-la-amaba-de-verdad.
-¿Estás celoso?—repitió.
-¿Tú qué crees?—gruñó y de un salto se reincorporó y miró a Brenton con una mirada herida— ¿Qué es lo que estás haciendo, eh?
-Oye, ella es mi amiga.
-¿Por qué no me dijiste que saldrías con ella?
-No tengo por qué decirte a donde voy.
Katheryn entornó los ojos, perpleja. Nunca había estado en medio de una pelea de ese tipo. Quería reírse, retorcerse en el asfalto y reír hasta morir, pero se contuvo. Observó a la pareja pelearse con los labios apretados para no reír.
-Se supone que estamos juntos, ¿no?
-No te he dicho que sí. Tengo a Clara Ponce, ¿lo olvidas? Pretendía casarme con ella antes de que volvieras a aparecer en mi vida, así que no vengas a celarme porque es algo estúpido.
-¡Yo te conocí primero! Ella no es tu verdadera pareja, soy yo—gritó. Nunca había perdido los estribos de esa manera, Katheryn recordó que Ethan se había puesto así en varias ocasiones pero no a la altura de Ben. Ben había perdido la cabeza de tantos celos sin sentido.
-Entonces célame con ella, no con Katheryn.
-Katheryn es tu amiga y me da rabia verte tan feliz con ella—se frotó las sienes— ¿Por qué nunca has reído o salido conmigo así?
-¡Por qué apenas te estoy volviendo a conocer!—dijo Brenton, exasperado—Katheryn es una persona agradable, con ella es fácil hablar porque no nos gustamos. Somos amigos.
-¿Y Clara?
Katheryn quiso abofetearlo.
-Tú eres ahora el obstáculo de mi amiga, Ben. Deberías estar feliz, es probable que Brenton ya no se case con ella por ti—le escupió, furiosa—me largo de aquí. Estas peleas infantiles me enferman.
-¡No Katheryn! ¡Espera!—le gritó su amigo, pero ella no lo escuchaba. Caminaba sin rumbo lejos de ellos.
Le dolía la cabeza y su estómago le rugía de hambre. Desde la tarde no había probado nada y era posible que se le estuviera formando una úlcera gástrica por haber bebido la noche anterior. Gimió de dolor pero no dejó de andar.
Miró por encima del hombro a ese par de hombres discutiendo animadamente. Rodó los ojos y trotó en dirección a una caseta telefónica, pero se detuvo en seco. ¿A quién demonios le hablaría? ¿A Clara? No, por ningún motivo, ¿A Owen? Sí, él, pero… no tenía teléfono y si tenía, ella no sabía el número.
Soltó un suspiro y cambió de dirección. Había una calle desierta a unos diez metros, tal vez pasaba algún taxi dispuesto a sacarla de ahí.
Llegó hasta la esquina y no había nadie. Ni un alma, menos autos ni taxis.
Se mordió los labios y se abrochó los botones de su suéter gris tejido que Heidi le había obsequiado, hacía juego con los guantes que Ethan le había dado. Su pulsera de plata estaba brillante y reluciente bajo las mangas.
Volvió la cabeza hacia atrás y se topó con Brenton, había llevado arrastrando la motocicleta desde allá. Ben no estaba con él.
-¿Quieres que te lleve algún sitio, señorita?—sonrió.
-¿Qué ocurrió?
Él colocó la moto en el piso, suspiró y dio un paso hacia ella.
-Se largó. Se enfadó el triple y se largó volando.
-No quiero ser una causa más para que Ben y tú peleen.
-Debe entender que yo no te dejaré de ver. Eres mi amiga, Katheryn. Eres una verdadera amiga. Todos estos años nunca pude recordar a mis amigos de la infancia, pensaba que había algo mal en mí pero no. Luego conocí a Clara y a ti, y decidí no pensar en nada más que en el presente. Ben solo fue alguien de mi pasado, que por cierto aun no lo recuerdo a la perfección. Sigue siendo un desconocido para mí aunque sienta algo por él.
Katheryn no sabía si saltar o gritar de alegría. Ese era el Brenton que quería.
Después de un largo silencio, colocó la moto con firmeza y se trepó. La encendió, y apretó el acelerador, Katheryn se sobresaltó. Él la miraba sin parpadear, condujo una mano a su bolsillo y sacó una cajita de terciopelo color negro, diferente a la anterior.
-Le daré hoy mismo el anillo a Clara—aspiró con fuerza. Katheryn tenía la boca abierta—Vamos. Quiero que estés presente para que no cambie de opinión, estoy decidido a estar con ella todos los años que le quedan de vida. Amo a Clara y no me imagino una vida sin ella, aunque no sé qué haré cuando ella ya no esté.
Sin objetar nada, Katheryn se lanzó sobre Brenton y se acomodó en la parte trasera. Él presionó el acelerador pero no se movió.
-Vamos vaquero. Nos espera una damisela—bromeó.
Clara seguía en la casa de Brenton, estaba sentada sobre una fuente de cemento mirando a la nada. Alzó la cabeza al oír el motor de una motocicleta pero luego volvió a bajar la cabeza a su regazo. La Lincoln de Brenton nunca hacía ruido y su padre estaba en algún lugar del mundo sin preocuparse de su hijo que meses atrás estuvo al borde de la muerte.
Se sorprendió tanto al ver a su novio entrar con una motocicleta con Katheryn trepada detrás y abrazándolo de la cintura. Sintió una oleada de celos pero no se inmutó. Siguió con los ojos clavados en él.
-Hoy es 15 de febrero, ya no es día de los enamorados pero no tiene que ser ese día para decirte que te amo—le dijo él al descender de aquella monstruosidad, su camioneta la había dejado en ese garaje ocupando el lugar de la motocicleta. Katheryn bajó después, con una gran sonrisa.
Clara estaba rígida. No sabía a qué se refería. Había estado distante con ella y ahora volvía a ser el de antes, eso la confundió.
Él se dirigió a ella con paso firme, decidido y sin titubeos. Le regaló una gran sonrisa de ternura, ella contuvo el aliento. A Katheryn le saltaba las lágrimas.
Sin miramientos, Brenton se arrodilló frente a ella y extrajo la cajita negra de su bolsillo, la abrió y un anillo—distinto al que Katheryn había visto un día atrás y más hermoso—brilló a causa de los faroles de luz que estaban sobre la fuente. El anillo era de oro puro con un gran diamante en el centro.
-¿Quieres ser mi esposa, Clara Alexa Ponce?
Su amiga ahogó un grito y se tapó la boca con las manos. Lágrimas de alegría surgieron de sus ojos y asintiendo, le echó los brazos al cuello y lo abrazó. Él la levantó del suelo y la puso sobre la orilla de la fuente para estar a la misma altura, ella era incluso más bajita que Katheryn y estando arriba de ahí, apenas le llegaba a la frente de su novio.
Con las manos temblorosas, su amigo sacó el anillo y se lo deslizó por el dedo a ella. Se fundieron en un gran beso, Katheryn apartó los ojos unos segundos para no sentirse mal. Ethan la habría besado igual o más dulce si le hubiese propuesto matrimonio.
Minutos después, Clara saltó encima de ella y ambas cayeron al césped.
-¡Me voy a casar!—gritó cuando Brenton metía la motocicleta al otro jardín.
-¿Estás feliz?—se enjugaron las lágrimas al mismo tiempo—yo sí. ¡Es muy hermoso! Al fin.
-¿Tú ya sabías?—la acusó, riendo.
-Por supuesto. ¿Quién crees que le quitó el miedo y lo animó a hacerlo?
-Te amo Katheryn—le besó todo el rostro y entrelazaron sus manos. Su anillo brillaba con más fuerza.
-Espero ser la dama de honor—bromeó.
-Serás lo que desees—le plantó un beso en la mejilla—entra a la casa. Buscaré a Brenton y le diré que salgamos a cenar para festejar.
Katheryn quiso protestar pero su estómago le rugió y asintió. Se deslizó al interior de la gran casa a esperar a sus amigos, Mattie la saludó con un abrazo y la invitó a beber un poco de jugo mientras ellos regresaban.
Clara fue directamente al jardín trasero en busca de su amado. La motocicleta estaba tirada justo antes del garaje. Se sobresaltó y corrió en su búsqueda sin preocuparse de haber pisado lodo. Paró en seco al escuchar la voz de Brenton discutiendo con otra persona. Un hombre.
Se escabulló detrás de unos arbustos y alcanzó a ver la silueta de su chico dentro del garaje, estiró el cuello un poco más y divisó a su novio enfrente de un chico parecido a Katheryn, nunca lo había visto. Los dos estaban enfadados pero más el otro sujeto. Apretaba los puños y temió que lastimara a Brenton. Quiso llamar a Katheryn pero no lo hizo. Estaba dispuesta a defender a su chico de ese tipo.
Sus ojos se desorbitaron al ver que ese sujeto tomaba de la playera a Brenton y le plantaba un tremendo beso en los labios, sintió que el aire se le escapaba al darse cuenta que su novio no se había apartado. Se estaban dando un apasionado y fogoso beso de lengua.
-¡Brenton!—gritó ella, al tiempo que él empujaba a Ben lejos. Las lágrimas que minutos atrás había derramado de alegría, ahora era de rabia e impotencia—hubiera esperado que me engañaras con otra chica pero nunca con un chico… ¡Te odio!
Se quitó el anillo del dedo anular y se lo tiró a los pies. Se restregó el rostro y lo miró, herida. No podía creer que eso estaba pasando. Le había propuesto matrimonio y minutos después se estaba besando con un hombre.
-¡Jamás vuelvas a buscarme!—fue lo único que dijo antes de darse la vuelta y marcharse.
Brenton se inclinó y levantó el anillo, lo puso sobre sus labios y miró Ben. Sus ojos estaban ardiendo de coraje.
-¿Ya estarás contento, no? Perdí el amor de mi vida, ahora lárgate.
-No era el amor de tu vida. Soy yo—protestó.
Un segundo después, Ben yacía sobre el suelo sujetándose la nariz que le sangraba a chorros.
-Sino te vas ahora, te juro que no volverás a saber de mí nunca más—siseó.
Katheryn bebía un enorme vaso de jugo de frutas cuando su amiga entró corriendo como una loca. Sus ojos estaban tan rojos e hinchados que parecía una demente. Dejó el vaso en la isla de la cocina y la abrazó, pero ella se apartó y la miró. Sintió vértigo al ver a su amiga así. Algo le había pasado.
-¿Qué pasa?—le susurró. Frunció el ceño al darse cuenta que ya no llevaba el anillo en el dedo— ¿Qué ha pasado?
-¡Vámonos, Katheryn! ¡Larguémonos de aquí!—le suplicó de rodillas. Katheryn no sabía si insistirle para que le dijera lo sucedido o salir a toda leche de ahí como su amiga quería—por favor, vámonos. No quiero estar aquí.
-De acuerdo pero tranquilízate.
Las dos salieron al jardín donde diez minutos atrás habían estado felices. Clara tiró del brazo de ella y la arrastró a la entrada, donde el guardia no hizo nada más que sonreír a medias.
-¡Clara!—gritó Brenton detrás de ellas. Clara apretó la mano de Katheryn y la obligó a correr. Él también comenzó a correr, era inútil huir así. Las alcanzaría. Y así fue.
Tardó tres minutos en atrapar a su prometida, la tomó de la cintura y ella pataleó horrorizada.
-¡Suéltame, maldito! ¡Suéltame!—gritaba. Katheryn estaba más que confundida pero no habló.
-¡No! Puedo explicarlo—se aferró aún más a ella, frotando su mejilla en su espalda. Él estaba arrodillado.
-¡Suéltame!—seguía gritando— ¡Katheryn! ¡Dile que me suelte!—chilló.
Ella había querido no meterse pero su mejor amiga le estaba pidiendo ayuda a gritos. Apretó los puños y jaló a Brenton con mucha fuerza, lo envió lejos de ellas, a metros de distancia.
-No te le acerques—lo amenazó. No sabía que había pasado pero apoyaba a Clara sobre todas las cosas—o lo lamentarás. Hablaremos después tú y yo.
Brenton asintió y se levantó, giró sobre sus talones y se quedó sentado en la puerta, mirándolas.
Katheryn se inclinó y abrazó a su amiga con fuerza. Ella sollozaba y balbuceaba frases inaudibles.
-¿Quieres ir a mi departamento?—le preguntó. Ella asintió sin titubeos—bien. Será como antes, aunque está Luke, Heidi y Owen.
-¿Owen?—apartó el cabello húmedo de lágrimas de la cara— ¿tú nuevo amigo?
-Sí. Y sé que te gustará. Es todo un caballero—sonrió.
-Espero no llegar a interrumpir nada, Kath—se reincorporó y comenzaron a alejarse de ahí. Brenton aun las miraba de lejos.
-De ninguna manera—la abrazó.
Pidieron un taxi y se relajaron. Katheryn esperó a que Clara estuviese más tranquila para preguntarle qué había pasado pero lo veía muy lejano, cada seis segundos se ponía a llorar.
El taxista era nuevo en la ciudad y le era difícil ubicarse en las calles, vagaron sin rumbo durante una hora hasta que por fin llegaron. Katheryn le pagó lo suficiente, porque parte de ese descuido del taxista, su amiga se había tranquilizado. Bajaron.
-Está muy distinto todo esto.
-Lo sé.
-Me siento terrible—le tembló la voz. Katheryn se apresuró a abrazarla—Brenton es un cerdo. Lo odio.
-¿Quieres contarme?—sacó la llave de sus jeans pero ella la detuvo— ¿Qué pasa?
-Quiero decírtelo aquí, allá arriba no. No quiero que tus amigos lo sepan.
-Bien—suspiró, aliviada. Recargó la espalda en el portón—dime que ocurrió.
-Brenton estaba besándose con un chico… en el jardín trasero—su voz se quebró y rompió a llorar. Katheryn sintió que la bilis se le saldría de la garganta. Ben Smith había llegado demasiado lejos.
Tuvo el impulso de ir a buscarlo y matarlo.
Se quedó paralizada al oír su voz de él arriba. No iba a dejar que su amiga supiera que ese tipo vivía en su departamento, ella la odiaría también.
-No te muevas de aquí, ¿okey? Subiré por mis llaves del matiz. Iremos a otro lugar a hablar—dijo lo primero que se le ocurrió. No era mala idea, su amiga asintió y se sentó en el piso a esperarla.
Subió corriendo como una demente y entró entre los pedazos que quedaba de su puerta, miró a Ben sentado en su sofá con el semblante serio pero alegre. Eso la enfureció. Owen estaba sentado en el suelo y en cuando la vio se le iluminó el rostro. Pero ella estaba tan enfadada que no quiso ocultarlo.
-¡Eres un estúpido!—reventó, Owen dio un respingo.
Pero Ben no se inmutó, se atrevió a sonreír el muy idiota. Katheryn se le fue encima y Owen no hizo nada para detenerla. Golpeó a Ben tan fuerte que su mandíbula por poco se le partió en dos.
-¡Qué te pasa!—le gritó.
-¡Por qué fuiste a la casa de Brenton! ¡Arruinaste la vida de mi amiga! ¡Iban a casarse y lo sabías!—le rechinaba los dientes.
-Evité que él cometiera un error. Yo soy su pareja, entiéndelo.
Owen frunció el ceño.
-Quiero que te largues por un tiempo de mi casa. Clara vivirá ahora aquí, gracias a ti, todas sus ilusiones se redujeron a mierda—espetó—largo.
-Bien—carraspeó y se frotó la mandíbula—me largo mañana.
-No. Ahorita mismo. Ella está aquí abajo, no quiero que te vea.
Con los ojos entornados, Owen se asomó al balcón.
-Saldré con ella, y quiero que cuando volvamos, tú ya no estés aquí, ¿entendido?
-Entendido—asintió— ¿La búsqueda del libro se pospondrá?
-Hasta nuevo aviso—masculló.
Katheryn corrió en busca de las llaves del matiz y antes de irse, barrió todo el departamento y llamó a Owen, quién seguía mirando abajo por el balcón.
-¿Dónde está ese par?
-Se fueron hace un rato—se encogió de hombros—quedaré solo cuando Ben se largue.
-¿Quieres venir? Le hará bien a mi amiga conocerte.
A él se le iluminaron los ojos y asintió.
-Recuerda: nada de hablar sobre lo que somos.
-Descuida—corrió a la puerta, ansioso.
Clara abrazaba sus rodillas con tanta fuerza que pensó que sus costillas no resistirían. Estaba poniéndose de pie cuando un chico rubio de ojos castaños con un raro lunar arriba de los labios—muy atractivo—salió del portón, seguido por Katheryn. Él le dedicó una dulce sonrisa. Ella se ruborizó.
-Listo, andando—objetó Katheryn quitándole el seguro al auto. Pero Owen y Clara se miraban sin parpadear, rió entre dientes—Owen Kennedy, ella es Clara Ponce, Clara Ponce, él es Owen Kennedy.
-Hola—la saludó con un beso en la mejilla y sonrió.
-Hola—dijo su amiga, cohibida.
-¿Se quedarán ahí toda la noche? Son las once, par de tontos, suban—carraspeó Katheryn al volante.
Con torpeza, Clara se deslizó al asiento trasero y Owen al asiento del copiloto.
-¿A dónde quieren ir?—preguntó, mirando a su amiga por el espejo retrovisor.
-Pensé que saldríamos solo nosotras dos—susurró, algo tajante pero luego se arrepintió. El rubio no era antipático, sino lo contrario. Era adorable y lindo.
-Fue mi error—dijo él—pensé que te haría bien hablar conmigo.
-¿Por qué?—frunció el ceño y Katheryn se partió de la risa.
-Es que él es un rompecorazones—le informó—y es psicólogo.
-¿En serio?—ella odiaba a los psicólogos.
-No. Pero me gusta ayudar a las personas—giró el cuello para verla, los labios de Clara estaban cerrados, formando una fina línea roja—sonríe. Apuesto que eres más hermosa si lo haces.
Las mejillas de Clara se tornaron rojas y ocultó el rostro. Segundos después, sintió unos dedos en su barbilla.
-Sonríe para mí.
Se quedó estupefacta al ver al chico junto a ella, ¿En qué instante se había cambiado de lugar?
Sonrió con timidez y él agrandó su sonrisa.
-¿Lo ves? es fácil—le acarició la cabeza— ¡Eh!, ¡Katheryn! Vamos por una pizza. Muero de hambre.
-¡Oye! ¿En qué momento te saltaste los asientos?—preguntó, riéndose—no quiero ser una taxista. Regresa aquí.
Palmeó el asiento del copiloto.
-Solo si vamos por una pizza—rió él.
-Afirmativo—arqueó las cejas. Owen saltó de nuevo hacia adelante y no dejó de sonreírle a Clara en todo el trayecto.
Clara se preguntó de dónde demonios sacaba Katheryn a sus amigos. ¿Los tendría guardados en algún tipo de mansión de chicos sacados de la tv o de las revistas, y luego los sacaba cuando se sentía sola?
Se rió sobre su propio pensamiento, pero su risa se esfumó al encontrarse con los ojos castaños del amigo de Katheryn. Quiso morirse. Katheryn estaba tan atenta mirando las calles, que no se percató de lo que estaba pasando entre ellos dos.
Owen estaba sentado de lado para verla allá atrás.
-¿Desde cuándo conoces a Katheryn?—le preguntó él.
-¿Contando este año?—preguntó, él asintió—uhm, creo que seis años.
-Estupendo—levantó las cejas— Oye, ¿Quieres un caramelo?
Estiró el brazo en su dirección y depositó un dulce de menta en su regazo.
-Son deliciosos. Pruébalos. Si te gustan me dices, tengo una caja entera en el departamento de Katheryn.
-Gracias—se lo llevó a la boca y no hablaron hasta que llegaron a Domino’s.
Aparcaron en la acera permitida para los que consumían en ese lugar. Katheryn bajó enseguida y Owen se adelantó a ayudar a Clara. Se sintió feliz de ver a su amiga sonrojada por Owen, era una buena señal.
-¿De qué quieren?—les preguntó al tiempo que activaba la alarma.
-De hawaiana—dijeron al mismo tiempo.
-Será de esa. Vamos—sonrió de oreja a oreja. Clara entrelazó su brazo con el de ella enseguida, Owen cogió el antebrazo de Katheryn y entraron los tres como sardinas.
Se sentaron en una mesa para tres y pidieron la orden. En todo el tiempo que transcurrió para que les llevaran la pizza, Clara había comenzado a sollozar, Katheryn sintió pena por ella. Tal vez era peor ser engañada por tu novio que tenerlo muerto.
-No llores, Clara—le susurró Owen, él se había puesto triste—puedes contarme que pasa. Ya somos amigos, ¿no?—ella asintió titubeante—y los amigos se cuentan todo y se ayudan.
Katheryn sintió un orgullo repentino por Owen y algo de celos. Él era su amigo, solo suyo. Pero ahora él ayudaba a su mejor amiga. Respiró hondo y se dedicó a ver las imágenes de paisajes que Ethan tenía en su teléfono. Lo echaba de menos.
Suspiró cuando la orden llegó. Clara tenía el delineador regado sobre las mejillas, había llorado en silencio y en los brazos de Owen. Ambos se susurraban entre sí. Con sumo cuidado, él le limpió las mejillas con un pañuelo, su amiga sonrió débilmente.
Katheryn le dio un puntapié a Owen y este la miró confundido y luego sonrió. Apartó los brazos de Clara y le dedicó un guiño a Katheryn.
-Tranquila, Kath—le dijo— ¡A comer!
Pero Katheryn quedó perpleja. Ella lo había pateado para que comieran y no por celos.
Cenaron en silencio, Clara estaba más animada que una hora antes. Ya se sentía bien y volvía ser la chica coqueta que Katheryn conocía, eso la intimidó. Owen aun no la conocía por completo y estaba segura que le encantaría. Los dos eran muy alegres.
Casi no había gente pero si lo suficiente para que ellos no estuvieran solos.
-Kath, ¿ese es el teléfono de Ethan? no pensé que aún lo conservaras—le preguntó ella, con la boca llena de pizza. Owen soltó una risita, y ella estuvo a punto de atragantarse por querer reírse.
Katheryn asintió sin responder. Tenía los ojos pegados al aparato y apenas había tocado sus rebanadas.
-¿Qué ocurre?—el Owen protector saltó sobre ella, deslizó su silla hasta quedar pegada a la de ella— ¿estás bien?
No respondió. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y sus mechones plateados le ocultaban el rostro. El fuerte brazo de Owen se cernió sobre su hombro y la estrechó a su pecho con fuerza. Clara contempló ese momento, maravillada de la dulzura de ese chico.
-No pasa nada. Todo está bien—le frotó la espalda con ternura—él está en un lindo lugar.
Ella asintió pero un sollozo se le escapó. Ahora los papeles se invirtieron. Ahora ella lloraba.
-No te pongas triste por qué yo me pondré más triste. No llores porque también lloraré. Sonríe para que yo también lo haga—dijo él, angustiado—tu estado de ánimo es mi estado de ánimo. No puedo estar feliz si tú estás triste, no puedo estar tranquilo hasta no ver esa linda sonrisa que tienes. Sonríe, por favor. Sonríe. Aunque el mundo acabe, sonríe.
Clara estaba boquiabierta. ¿Era su imaginación o ese chico amaba en secreto a su amiga? No, no era su imaginación, ¡La amaba! Pero, ¿desde cuándo? ¿Antes, durante o después de Ethan?
Entonces Katheryn sonrió ampliamente con dos lágrimas deslizándose en sus mejillas. Owen la apretó a su cuerpo y le besó la cabeza.
-Siempre haces que sonría, Owen.
-Te dije que te cuidaría, ¿lo olvidas?—le hincó el diente a su rebanada, ella rodó los ojos y guardó el teléfono. Clara estaba atónita— ¡Eh! Clara, ¿Qué pasa?
-Necesito ir al sanitario, disculpen—hizo una mueca y se levantó.
-¿Qué le pasó?
-Ni idea. Ella es así.
Sin embargo, su respuesta no lo convenció pero no insistió.
Al cabo de cinco minutos, ella volvió. Su rostro lucía mejor que antes, se sentó e intentó sonreírle a los dos pero no pudo.
-¿Nos vamos?—preguntó Katheryn—estoy llenísima.
-Pero tus rebanas apenas las mordiste—gruñó Owen—comete al menos una.
A regañadientes le obedeció. Eran las doce en punto y la calle estaba desierta. Uno que otro auto pasaba a lo lejos sin detenerse.
Se subieron al auto, a Clara le tocó ir en el copiloto y a Owen atrás.
Él no desaprovechó la oportunidad de tocarle el cabello y tirar de sus mechones que sobresalían de su cebolla mal hecha que acababa de hacerse.
-Quieto tigre. Deja a la dama en paz—dijo Katheryn sonriendo de lado.
-Estoy aliviado que ninguna de las dos sigue triste. Les juro que iba a llorar también—dejó de tocar el cabello de Clara y se hundió en los asientos traseros.
-¿Por qué?—ahora era Clara la que quería interrogarlo.
-¿Por qué qué?—preguntó, sonriendo. Ella no se había volteado pero ganas no le faltaron.
-¿Por qué eres así? Tan tierno, protector y… raro.
Tanto Katheryn y Owen fruncieron el ceño.
-¿Raro, en qué sentido?—quiso saber. Katheryn se mantuvo en silencio para escuchar la conversación, aunque disimulaba estar distraída mirando las calles.
-¿Te comportas siempre así? ¿Tan amigable y cariñoso con cualquier persona, incluso si las acabas de conocer?
-No—dijo serio, Clara se odió así misma, lo había hecho enfadar y no lo culpaba, ella siempre lograba sacar de quicio hasta a la persona más tranquila—no a cualquier persona. No a todas las personas que conozco las trato así.
-¿Y por qué a mí sí?
-Por qué eres simpática, tímida y pura. Las personas así me atraen—le explicó, sin pena. Ella se ruborizó.
-Eh…
-Katheryn es así. Por eso la quiero demasiado, desde el primer momento en que la vi supe que no quería separarme de ella.
Katheryn sacudió la cabeza y apretó el volante. Owen era tan mono que podía comérselo.
-Pero ella tiene ocupado su corazón. Así que me conformo con ser su amigo y cuidarla—rió—y aunque tú no quieras, haré lo mismo contigo.
-¿Qué harás?
-Te cuidaré y te protegeré de quién sea, ¿entiendes?
-Gracias, supongo—respondió ella, sonrojada. Katheryn le dio un codazo.
-Te dije que te agradaría.
-¿Hablaron de mí antes?—la cara de Owen surgió entre ellas, sonriendo—que pillas.
-Tenías razón, me hizo sentir bien hablar contigo.
-Cuando quieras.
-Estaremos viviendo juntos ahora—suspiró—me gusta, Katheryn, me gusta estar de nuevo contigo. Me siento protegida.
-Aunque tendrás que trabajar.
-Bien, ¿Dónde estás trabajando tú?
-Ella no trabaja. Los que se encargan de la casa son Luke y Ben…—agregó Owen pero cerró la boca al sentir los ojos grises de Katheryn sobre él—Luke se encarga de todos. Podrías pedirle que te ayude a encontrar un empleo, yo podría trabajar contigo.
-Fantástico—chasqueó la lengua—no tuve una presentación decente con él, aunque era muy atractivo. De seguro me odia tanto como yo a él.
-Nah. Luke solo odia a las personas que nos harían daño. Y tú no eres el caso—le respondió Owen, acariciándole la base del cuello desde atrás. Ella cerró los ojos y se estremeció—pero si no quieres hablar con él, mañana saldremos los dos juntos a buscar un empleo, ¿te parece?
Ella asintió
Cuando por fin llegaron, Clara se sentía horrorizada de volver a ver a ese par de nuevo. Katheryn se acercó a Owen y le susurró algo que su amiga no escuchó, este se metió corriendo sin mirar atrás.
-¿Qué le dijiste?
-Le dije que les avisara que estás aquí y no sorprenderlos—la animó a entrar—vamos.
Le puso la alarma al auto y subieron.
Clara ahogó un grito al ver la puerta partida en dos.
-Larga historia, pasa.
Katheryn soltó un suspiro y entró dando traspiés, con su amiga detrás. Pero ella no corrió con tanta suerte, trastabilló con un trozo de madera y se fue de bruces hacia adelante, alguien estaba cerca y se incrustó en piel firme, cálida y dura a la vez.
Luke había tenido ganas de dormir cerca de la puerta para cuidar que nadie entrara sin el consentimiento de Katheryn, se levantó desorientado y clavó sus ojos azules en aquello que lo había despertado. Era Clara Ponce. Su gélida mirada se esfumó y se ruborizó. Ella se apartó de un salto al ver a semejante hombre ponerse de pie. Enseguida Owen corrió a abrazarla.
-Lo siento, Luke—le dijo Katheryn desde la cocina—ella ahora vivirá aquí.
-Buena manera de entrar, guapa—miró a Clara—estás en tu casa.
Se tumbó de nuevo en las sabanas y se dedicó a observarla.
-¿Qué pasa?—salió Heidi del sanitario y sus ojos azules se fijaron en la recién llegada. No pudo ocultar la rabia y celos— ¿Qué hace ella aquí?
-Se quedará aquí—le informó Owen, mirándola con fastidio—te lo he dicho hace unos minutos.
-Katheryn me trajo—argumentó Clara antes de que esa chica dijera algo—aquí es mi casa también y mando en ella, ¿verdad, Kath?—le gritó a su amiga.
-Por supuesto—le respondió, su voz sonaba apagada, tenía la boca llena. Estaba comiendo algo—no quiero peleas.
Heidi le dedicó una gélida mirada y se tumbó junto a Luke. Este la rodeó con sus fuertes brazos y le plantó un beso en los labios.
-Buenas noches—siseó ella, dándose la vuelta y enrollar a Luke con sus brazos.
Katheryn se dio cuenta que Heidi y Luke estaban transformados justo como su amiga los recordaba. Después de todo, Owen les había dicho justo a tiempo, igual de lo de Ben.
Segundos después, los tres se sentaron en el sofá. El bostezo de Owen las contagió.
-¿Dónde dormiré?
-Conmigo, boba.
-Pero, ¿Y Owen?
-Yo duermo en un pequeño colchón inflable a los pies de la cama de Katheryn—arqueó las cejas.
-¿Y los otros?
-Ellos duermen en donde quieren, incluso hay noches que no duermen aquí—susurró él, riéndose como tonto.
-Exacto. Ustedes dos son parte de mi habitación—se estiró—Owen, aguarda unos minutos. Nos pondremos pijamas.
-Bien.
Tiró de la mano de su amiga y se metieron a la habitación.
Katheryn aun guardaba algunas prendas de Clara en sus gavetas. Ella las cogió con gusto y se las puso. Se pusieron cómodas y abrieron la puerta para que el adorable rubio entrara.
-A Katheryn ya no le importa que yo duerma en bóxers—dijo, sus mejillas se tiñeron de rojo—pero supongo que no debo abusar de tu confianza, Clara. Dormiré vestido.
Clara tenía los ojos como platos, ¿Katheryn admitía que ese rubio sensual durmiera en ropa interior en su propia habitación?
Katheryn y Owen rompieron a reír.
-¡Era broma! Respeto a Katheryn y nunca lo haría. Duermo solo con esto—sacudió un short de mezclilla deslavado que estaba sobre su colchón inflable—pero sin camisa. En las noches siempre abunda el calor y ya no hay aire acondicionado.
-Es raro.
-¿Por qué raro?
-Es raro que ninguno de los dos sienta pena del otro.
Katheryn le dio una palmada a su amiga.
-Él sería incapaz de hacerme daño y menos a ti. Relájate.
-No hablo de eso. Sino que… ¡Por Dios! ¡Katheryn! ¡Se cae de bueno y no te das cuenta!—replicó, riéndose. Clara había regresado, la coqueta y sin pena estaba de vuelta al cien por ciento.
Tanto Katheryn y Owen, tenían la boca abierta. Pero él tenía la cara completamente roja, Katheryn pensó que iba a salirle humo de las orejas de tanta pena.
-Qué fuerte—fue lo único que él pudo decir.
-La cagué, lo siento—se disculpó y se metió al sanitario.
Con la frente arrugada, Owen se volvió hacia Katheryn, ella creyó que se enfadaría pero no. En cambio, sonrió ampliamente que temió que se quedara sin labios de tanto estirarlos.
-Me gusta.
-¿Qué?
-Me gusta tu amiga, Katheryn.
-¿En qué sentido?
-En el mismo sentido del que me enamoré de Palmer.
Katheryn se tensó.
-Pero no te preocupes. Yo a ti te quiero el doble—se inclinó hacia ella y le plantó un beso húmedo en la mejilla— buenas noches, Kath. Muero de sueño, dale las buenas noches a Clara de mi parte.
Se desnudó enfrente de ella, se quitó la playera y luego los jeans, Katheryn apartó la mirada hasta que estuvo con su short para dormir, luego se tumbó en el colchón que estaba a los pies de la cama.
Segundos después, oyó la respiración relajada de su amigo. Había quedado frito. Se arrodillo ante él y le dio un beso en la frente. Clara salió del sanitario con el rostro goteando de agua.
-¿Ya se durmió?
-Sí.
-¿Tan rápido?
-Estaba realmente agotado—le pasó la mano por su blanca y pecosa espalda del rubio, cogió la cobija que él tenía a sus pies y lo cubrió, se revolvió inquieto pero no abrió los ojos. Parecía un bebé—descansa, Owen.
Sin entender lo que acababa de ver, Clara se acostó al lado de su amiga. Extrañaba dormir en aquella hogareña cama. Recordó a Brenton pero lo desechó de su mente. Por poco le da un ataque al ver a Katheryn, ella la miraba fijamente.
-Ahora podemos hablar. Cuéntame que pasó con Brenton.
-No quiero recordarlo—se mordió el labio inferior.
-Por favor. Necesito saber tu versión antes de que hable con él y partirle la cara.
-Es simple. Estaba besándose con un sujeto parecido a ti—le dolía recordarlo, se limitó a mirarse las manos—le dije que lo odiaba y le arrojé el anillo a los pies. Le dije que no me buscara.
-Lamento todo esto.
-No lo lamentes. Ahora sé por qué se portaba así conmigo, soy una tonta—una lágrima rodó a toda velocidad, Katheryn se la enjuagó con el pulgar y la abrazó.
-Hablaré con él.
-No. Ya no quiero nada con él.
-¿Estás segura?
-Muy segura.
-Está bien. Adiós Brenton Lawton—sonrió, contagiando a su amiga. Bostezó y apagó la luz—ahora hay que dormir, mañana es un nuevo día.
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