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#03 - El fin de la declaración.

Momo ya estaba enterada de la situación, y le aconsejaba de vez en cuando lo que podía hacer para ayudar a la chica. Mina primero había propuesto que Momo llegara a la casa y tratara con la chica, ya que Momo sabía más sobre tratar con gente, pero aquella mujer mayor le dijo que la chica muy probablemente se alteraría al ver a otra persona, así que mejor se quedara así.

Mina solo hacía una rutina entonces, que duró dos semanas.

Hablaba un poco con Jihyo, la distraía, la divertía con algunos comentarios, le daba comida y le ponía música, la consolaba en las noches mientras Jihyo parecía retorcerse de dolor en el sofá, se iba al trabajo donde Momo la recibía, y después regresaba para hacer lo mismo al siguiente día.

Solo que un dieciséis de octubre es donde Jihyo por fin se levanta del sofá y parece explorar la casa, con todo ella temblando y sus ojos nerviosos yendo de aquí allá. Mina la dejó completamente, quedándose en el sofá mientras veía a Jihyo ir a lugares que no fueron el camino al baño o el camino al sofá. La pelinegro pareció ver todo su alrededor con curiosidad y también distracción.

Mina pudo ver que caminaba mejor, ya después de días caminaba mucho mejor y probablemente tenía que ver el hecho de mucho reposo. Ninguna se dirigió la palabra, y fue que Jihyo regresó al sofá, pero a los minutos otra vez estaba explorando, como si de un lugar extraordinario se tratase.

De ahora en adelante Mina podía verla en diferentes zonas de la casa, como la cocina, las habitaciones, el baño, el sótano, el ático. Incluso un día, cuando regresó del trabajo, la vio acostada en su habitación, ¡en su cama!, dormida y muy cómoda como para quitarla.

Jihyo había tomado eso como suyo, de una manera demandante y eso había notado Mina, defendía sus cosas de una manera demandante y se adueñaba de algunas cosas. Eso era lo que Jihyo desarrolló, una especie de obsesión con mandar y ser dueña de algo, porque de su cuerpo no pudo ser dueña. Mina la había dejado y respetado, divirtiéndose al verla con ese ceño fruncido y cara juzgadora.

Ahora tenía una compañera. Genial.

Es puro sarcasmo, aunque le gustaba de alguna manera la nueva compañía. Nunca le había gustado realmente compartir su espacio pero Jihyo había llegado y se lo había quitado totalmente.

Pero claro, llegaba el momento donde Jihyo quería irse.

#♡>☆

TREINTA Y UNO DE OCTUBRE - PUEBLO PELIGROSO.

— Creo... Creo que es hora de marcharme — dijo la pelinegro con duda, y la rubia de inmediato la vio atenta. Ambas estaban en los sofás, como siempre. Mina se había acostumbrado a Jihyo en ese tiempo como para que se fuera, además de que los que le hicieron daño a Jihyo seguían completamente libres; le podían hacer daño de nuevo — Mis amigas y mi amigo deben estar preocupadas, debo aparecer — dijo cabizbaja, ella realmente había encontrado un lugar de confort, uno donde pudo controlar un poco las consecuencias de su abuso.

— No te sientas obligada a irte — Mina impulsivamente posó su mano encima de la de Jihyo, luego retirando la al darse cuenta del contacto que podría alterar a la pelinegra — Te puedes quedar lo que quieras, no te sientas presionada, ¿sí? — Jihyo la miró un momento y posó su mano encima de la cálida mano de Mina, impresionando a esta por su acción.

— Me has acogido aquí como si fuéramos las personas más cercanas del planeta, me has dado comida, agua, techo y compañerismo, pero realmente creo que es hora de hacerle frente a todo... por lo menos un poco — susurró no muy segura, pensando en volver a ver a aquel chico que la había destruido por completo — Mañana es cumpleaños de una amiga, no quiero perdermelo — recordó que se había perdido el de Nayeon y no quería perderse otro como el de Jeongyeon.

— Jihyo, si te vas, ¿nos volveremos a ver? — Mina preguntó su otro miedo.

Tenía algunos miedos; el que volvieran a lastimar a Jihyo, el que llegaran a matar a Jihyo, el sentirse nuevamente sola y vacía, el no volver a ver a Jihyo, o el de que Jihyo no pueda vivir tranquila otra vez.

— Claro que sí, bueno, si tú quieres — Mina asintió de inmediato, había encontrado a una persona que realmente le agradaba, que le gustaba el cómo irrumpía en su espacio, que le encantaba cómo se metía en sus pensamientos, y no quería dejarla ir — Además, te debo algo por todo lo que haz hecho por mí — Jihyo mencionó, refiriéndose a su tiempo allí — Fueron... un mes y... ¿once días? Sí, todo eso lo que estuve aquí y me he sentido un poco bien — asintió.

— No me debes nada, es un gusto. No me vas a pagar, no quiero — Mina dijo rotundamente, y Jihyo prefirió no insistir para no empezar a discutir infantilmente sobre eso.

Había pasado realmente unos días terribles, pero hubieran sido peores si Mina no estuviera.

Recuerda otras veces que se intentó ir y Mina la paró diciéndole que estaban en una zona peligrosa, que mejor no saliera. Recuerda la vez que le preguntó a Mina si le había revisado sus partes íntimas y esta avergonzada lo aceptaba. Recuerda cuando se sorprendió porque Mina no aparentaba ser una mujer de veintiocho años; le ganaba con cuatro, ya que Jihyo tenía veinticuatro. Recuerda que varias veces se preguntó el por qué Mina la ayudaba, y luego veía a la rubia con helado para ella. Recuerda las noches dolorosas de llanto, donde Mina luego hacía chistes y le daba comida, junto con música para relajarse.

Recuerda muchas cosas, y realmente quiere que se repitan algunas.

Cuando Mina se ofreció a llevarla, Jihyo no se lo negó, porque realmente deseaba pasar más con Mina y además que debían ir a la cuidad vecina, lo cual estaba un poco lejos. Jihyo no quería irse en autobús con mucha gente, tampoco en algún taxi con un hombre que no conoce.

La cosa es que al regresar a su casa solitaria, Mina había tomando la trampa Park, que consistía en quedarse en casa ajena y tomar cosas como suyas. La rubia discretamente había metido algunas mochilas al auto, que contenían sus cosas necesarias, y entonces partieron por las calles que Jihyo miró con nervios.

Fue Jihyo quien había tomando la iniciativa el día uno de noviembre, había abrazado a Mina, primero fue para acostumbrarse al tacto y fingir que le gustaba como antes, pero la segunda vez fue que no lo sintió tan desagradable, mucho menos si Mina estaba quieta y no la tocaba, dejando el mando en ella.

— Jihyo — llamó la rubia mientras veía a la pelinegro arreglarse el cabello frente al espejo, se estaba arreglando para irse a aquel cumpleaños. La pelinegro murmuró y la miró, alisando sus pantalones y camisa ancha que eligió para sentirse segura de su cuerpo — ¿Tú... ? ¿Tú quieres justicia por lo que te hicieron? Bueno, ¿venganza?

Jihyo quedó helada. ¿Había oído bien? ¿Mina le estaba preguntando aquello? Ella... ¿Ella quería venganza? Se cuestionó aquello por primera vez. Por más tiempo que tuvo, no se había preguntado aquello, pero realmente había imaginado muchísimas cosas.

Ella tenía algo en claro, deseaba con una ganas enfermizas que Jang Chaeho tuviera ganas de morir, esas mismas que ella tuvo. Quería hacerlo sentir ya no dueño de su cuerpo, hacerlo sufrir.

— Sí — aceptó mientras bajaba la cabeza y se miraba a sí misma.

— Entonces hagámoslo, una plan perfecto — Mina propuso, sintiendo un gran alivio de que Jihyo no la viera como una loca — Un plan en el que te ayudaré, para que logres tu venganza — Jihyo miró hacia Mina, luego hacia a sí misma por el reflejo de su espejo.

— Pero... no es legal, ni es sano — excusó no queriendo convertirse en un monstruo, quería venganza o justicia, pero no quería ser un monstruo — No quiero ser mala persona, Mina — confesó con su voz rompiéndose.

— No lo eres, Jihyo. Al querer eso, te veo como la mejor persona, porque cualquier otra no dudaría en hacer todo — se posicionó detrás de Jihyo, sin tocarla pero aún así viéndola por el reflejo del espejo — Solo piénsalo, ya no hay pruebas para hacer justicia ante la ley, así que, lo que queda para hacerlos pagar es venganza — se puso de puntillas para pegar sus labios en el cabello de Jihyo, no queriendo alterarla con un beso en su piel — Solo tú decides — le dijo, dejándola dueña de la decisión, haciéndole saber que respetaría lo que dijese.

Jihyo se fue a aquel cumpleaños muy pensativa. Disimuló bastante bien al recibir un gran abrazo de Jeongyeon, Sana y Minho, regresandoles la muestra mientras escondía su pánico. Nayeon la vio enojada y le reclamó, aunque luego le preguntó preocupada si le sucedió algo, a lo que Jihyo se disculpó y excusó con algunos problemas emocionales que prefirió mantenerlos alejados de sus amistades.

¿La cara de Chaeho? Dios, a ese se le cayó al mandíbula y sus ojos estaban tan atemorizados que Jihyo consideró más lo que Mina le dijo. Esos ojos aterrados y nerviosos le gustaron, quería verlos sangrar.

Claro, Jihyo no lo abrazó y para evitarlo se quedó siempre junto a Sana, viendo como esta tomaba junto a Minho y Jeongyeon, ellos siendo felices mientras ella internamente quería echarse a llorar.

Aquí es cuando sus amistades notaron su diferencia de actitud, el no tomar, el no emocionarse con la fiesta y el estar tremendamente tranquila en su asiento.

Jihyo a lo lejos ve como Nayeon baila felizmente con Chaeho, tomando algunos vasos con poco alcohol y hablando entre sí como la bonita pareja que hacían. Se tomaban de las manos, se sonreían, se besaban, se decían palabras la oído mientras estaban alegres con sus vidas. Jihyo se alegraría por Nayeon, sino fuera que era Chaeho el chico con el que estaba, y Jihyo ya conocía la otra cara de la moneda.

Entonces Jihyo decidió totalmente su decisión, ella quería ver a Chaeho deseando morir, como ella alguna vez deseó estar muerta.

En eso pasan los días, Jihyo mantiene su perfil tranquilo, evitando a Chaeho y también siendo un poco distante con las demás, ya que mayormente pasaba sus días con Mina.

Días en los que avanzó mucho en su relación, llegando a saber el por qué Mina trabajaba irregularmente, sin horarios fijos, y era porque trabaja para una mujer de treinta y ocho años, llamada Hirai Momo, una mafiosa. Mina era como su informante de aquellas zonas donde vivía, pero se había pasado a las zonas de Daegu para seguir con Jihyo.

Así le era más fácil hacer el plan, realmente. Jihyo cuando conoció a Momo, fue realmente algo nada especial. Hirai era una mujer felizmente casada con otra mujer llamada Chou Tzuyu, con la cual Jihyo no interactuó mucho ya que ambas eran bastante aisladas.

Jihyo realmente no quería quería estar en esas reuniones que Mina tenía ocasionalmente, así que la mayor iba sola a casa de su amiga y jefa para pasar las tardes allí informando a Momo y también luego pidiendo algo de hermana no biologica a hermana no biológica.

— ¿Entonces necesitas una casa en medio de la nada, más específicamente la que tengo para vacacionar con mi queridísima esposa? — Mina asintió con sus ojitos de más perrito lamentable, quería darle penita para que realmente se la prestara — ¿Por qué? — exigió saber. Mina suspiró y se sentó para beberse un poco de la cerveza que Momo tenía.

— Tengo que hacer algo con mi novia — dijo mientras terminaba el trago y miraba a Momo sentarse frente a ella.

— Sé que Jihyo todavía no es tu novia — la mayor sonrio burlesca y Mina bufó. Claro que no, Jihyo la ve como una buena amiga todavía, pero eso es porque Mina no ha querido dejar ver sus otras intenciones más profundas en sentimientos, solo por eso.

— Pero lo será — afirmó completamente segura, aunque no lo estaba realmente, se quería dar la confianza.

— Bueno, ¿qué van a hacer, Mina? — Momo le preguntó, acomodándose bien en su asiento. Desde ahí se podía notar los sofás de la sala, en donde estaba la esposa de Momo viendo televisión.

— Es algo que tengo planeado muy meticulosamente — aseguró Mina viendo alrededor de la cocina. La rubia mayor entrecerró los ojos hacia ella, seriamente analizando qué estaba pasando con su amiga.

— No te creo. No quiero que un crimen pase a mí por prestarte una casa. ¿Qué realmente quieres hacer? — mierda, Momo realmente sabía de todo, Mina piensa aquello, suspirando rendida. No es que Momo la vaya a juzgar o detener de algún modo... Tal vez la regañaría y, sí, a juzgar un poquito pero era Momo, ella hacía eso siempre.

— Pff, bien. Quiero hacer la venganza de Jihyo, no se puede hacer justicia porque no hay pruebas, entonces quiero que haya venganza. Tú me entiendes — hizo un gesto con la mano hacia Tzuyu, la cual seguía viendo televisión en una calma que Mina realmente envidiaba.

Tzuyu no se tenía que preocupar de nada, porque ni hijos tenía con Momo, al todavía disgusto que ambas tenían por los niños. Solo era dinero, sexo con su esposa, todo lo que quiera a su pedido y relajación. Mina deseaba, en realidad.

Menos lo de sexo con Momo, claramente.

Momo bufó y Mina hasta temió que le haya leído el pensamiento, pero era que la rubia estaba en el tema todavía.

— Joder, Myoui. Solo lo hubieras pedido, en un día te tengo a esos y los mando a castrar — fácil y simple, Momo volvió a tomar de su cerveza y sacó otro del refrigerador, dándole otra a su amiga.

— ¡No!, no me entiendes — negó, apretando los labios y pensando una manera de explicarlo bien — Quiero arreglar todo para Jihyo, que ella lo haga, que ella haga lo que se le dé la gana con ellos, que ella se pueda sentir mejor, quiero la casa para que ellos estén allí inmovilizados y entonces Jihyo puede tenerlos de mascotas si quiere... Quiero que sea su regalo.

Momo miró fijamente a Mina, analizando de nuevo todo de su amiga. Nunca había visto tanto odio en Mina, simplemente esta se mantenía alejada de las personas desde que sus padres la abandonaron en un orfanato, nunca pareció interesada por el mundo a su alrededor ni interesada en sentir más que tranquilidad por sí misma.

De hecho, cuando la conoció, se sintió muy ofendida de que Mina le haya casi ignorado, pero después de un tiempo la tenía como una hermana menor a su lado.

Era como un mono, pegada a a la pierna de Momo para que esta hablase con todo el mundo, por ella.

Ahora aquella chiquilla rubia que inspiraba tranquilidad, era una mujer sedienta de venganza con exuberantes cantidades de odio que emanaba solo disgusto hacia su alrededor.

— Te entiendo mi amiga — Momo aceptó en un suspiro, logrando aliviar un poco a Mina — Yo lo hice muchas cosas al padre de mi esposa porque intentó abusar de ellas en muchas ocasiones y siempre la golpeaba, no quise que alguien más lo hiciera porque quería hacerlo yo — esa historia Mina ya la sabía, pues estuvo en aquellos tiempos donde Momo estaba enojada por todo y con todos — ¿Y cómo te escaparás o esconderás tanto cadaver? ¿Qué harás después para encubrirte? — quería todo el plan, realmente más para ver que no tuviera fallas.

Momo apreciaba su libertad, no quería ir a la cárcel y que esta vez le dieran una condena de por vida. La única vez que estuvo en cárcel fue muy joven y fue como de un año y medio, muy diferente a perpetua.

— No lo haré — Mina negó, desconcertandola — Hablé con Jihyo y quedamos en que nos entregaremos a la policía después — su calma no contagió a Momo.

— ¿¡Qué!? — lo cuestionó tan alto que incluso Tzuyu a lo lejos las miró con curiosidad. Momo empezó a negar repetidamente — ¡No, no, no! ¡Irán a la casa, investigarán a quién pertenece, tendrán mi nombre y ¿dónde queda mi libertad?! — se alteró lo suficiente para que tirase la cerveza llena a un cesto de basura que había en la cocina... Eso era mucha alteración, por lo menos en Momo.

Mina dejó que se calmara un poco y empezó a explicar con calma, tomando de la cerveza.

— Para eso tenemos que tener la misma historia, y es que yo, siendo amiga hace algunos años, te pedí la casa para vacacionar con mi novia y no sabías nada de nuestro plan. Fácil — se encogió de hombros aunque bien sabía que no era del todo fácil. Hacer una historia y dársela de comer a las autoridades esperando que la tragen, pues no era muy fácil la parte de que se la crean.

Momo pasó su mano por el rostro y pensó un momento en solo negar estar relacionada, pero había conocido a Jihyo, había visto el cómo se escondía y temblaba discreta a la cercanía de un cuerpo que no sea el de Mina.

— Mira, una cosa mal que me hunda a mí y mi familia, yo te hundo pero una bala en la cabeza, Myoui.

Mina sabía muy bien que eso era cierto, porque Momo nunca había tenido una familia realmente bien como ahora. Algo que llegue a dañar a lo que ama, y no dudaría en eliminarlo, es por eso que Mina sigue planeando.

— Algo relacionado a ti no estará, mientras cuentes esa historia y yo la repita en declaración.

Y después de pedirle a Momo el número telefónico de uno de sus amigos, contactó a este para comprarle las drogas y tranquilizantes que necesitaría, así como dos armas; una para Jihyo y otra para ella.

#♡>☆

TIEMPO DESPUÉS - TRECE DE ENERO.

— ¡Vamos, Minho, fondo, fondo! — Jeongyeon y Sana animaban al chico a terminarse la botella completa de cerveza. Gracias a Dios era solo cerveza, ya que otras veces fueron botellas de Vodka y no terminó muy bien para Jihyo y Nayeon que cuidaban a los tres más ebrios — ¡Pero bien, perro! — Sana tenía sus propias formas de animar.

Estaban en casa de Minho, aprovechando que no estaban sus padres -ya que el castaño todavía no independizaba- , y tenían la casa sola para una alocada fiesta. Claro, una alocada fiesta entre sus amigas solamente, porque no quería amanecer con paredes rayadas y excremento en la alfombra.

Minho no sabía que no necesitaba que fuera una fiesta grande para que eso pase.

Nayeon estaba tomando tranquilamente un jugo y Jihyo ya se quería ir para seguir recibiendo de los besos que Mina le brindaba. Hace poco fue que le pidió ser novias y, aunque dudó mucho poder tener una estable relación, había aceptado porque Mina le dijo que lo intentaran por lo menos. Ahora necesitaba volver o se terminaría muriendo de aburrida o de desesperada, lo que llegara primero.

Vio de reojo como Chaeho se acercaba y se ponía a un lado de Nayeon, pero viendo fijamente a ella, como si le estuviera diciendo mucho con la mirada, como si se burlara.

Jihyo entonces fue que recordó el plan y un foquito se prendió en su cabeza. Tenía que invitar a todos a el campamento que se llevaría a cabo a finales de enero.

— ¡Oigan, chicos! — alzó la voz obteniendo la atención, ya que realmente nadie estaba ebrio y todos parecían sospechar que algo malo estaba ocurriendo con ella.

Jihyo sospechaba que ellos observaban bien, que veían la manera en que se comportaba, la manera en que se ponía distante, la manera en que les negaba el acceso a su casa, la manera en que evitaba el contacto que antes le agradaba, y la manera de muchas cosas... así que solo lo dejaba pasar, porque sabía que no sospecharán el plan que Mina le creó.

— ¿No han pensado que un campamento en estos días de invierno sería bueno? — esperaba recibir una respuesta buena y, gracias a Dios, Sana siempre estaba de acuerdo con ella

Bueno, gracias a el enamoramiento de Sana, pero esto Jihyo no lo sabía.

— ¡Ohh, ¿qué tiene pensado nuestra Jihyo, mh?! — Sana se acercó, rodeando su brazo por los hombros de Jihyo y invitándola a hablar.

— Pues exactamente el treinta y uno de enero, habrá un parque de diversiones en un pueblo, y cercano a eso hay un terreno que conozco donde acampar. No sabía si quisieran — se encogió de hombros, estremeciendose del frío a los dedos de Sana que estaban en su hombro.

— ¿¡En serio!? ¡Sería genial! — Minho apoyó la idea con una gran sonrisa y Jeongyeon solo gritó mientras se tomaba una cerveza.

— Mientras conozcas que no haya muchos animales salvajes, creo que sería bueno acampar — Nayeon también aceptó, siguiendole Chaeho.

Jihyo allí sonrió y entristeció al mismo tiempo, asintiendo mientras la fiesta seguía y a veces sacaban el tema, haciendo preguntas básicas sobre el terreno y de cómo lo conocía.

Al llegar a casa, se encontró con Mina en la tina de baño, donde se quitó la ropa y se le unió casi lo más alejada. Era de las veces que Mina estaba risueña y chistosa, haciendo comentarios divertidos que le alegraban el día.

Solo a mitad del baño fue que se acercó a Mina y la abrazó casi incómodamente, con la rubia solo poniendo sus manos en su espalda y cabello, siendo las únicas zonas que Jihyo le dejaba tocar.

Eso le gustaba mucho a Jihyo, Mina solo tocaba las zonas de su cuerpo donde le permitía tocar. La hacía ver como verdadera dueña de su propio cuerpo, como quien decidía de cómo deberían tocarlo, quien podía permitir si podían o no tocarlo. La reconfortaba el sentimiento, y más el pensamiento de que ese sentimiento Chaeho no lo tuviera.

#♡>☆

TIEMPO DESPUÉS - TREINTA Y UNO DE ENERO.

Jihyo había sido acorralada por Chaeho contra aquel árbol, lo sintió oliendo todo su cuello y había querido tocarla. Después de aquel veinte de septiembre, Chaeho no la había tocado porque nunca dio la casualidad de estar solos.

— Quiero hacerte una propuesta — dijo colocando sus manos en el pecho del chico, haciendo que este se separase con sus cejas alzadas y una mirada de cuestionamiento. Él realmente esperó que Jihyo se dejara completamente, ya que esta sabía lo capaz que era de solo hacer una llamada y hacerle lo mismo que la anterior vez — Que llames a tus amigos, les digas que mañana vengan en dirección al campamento y repitamos lo mismo que aquel día — sintió como aquellas manos paraban de toquetear su cintura y esos ojos la miraban incrédulos.

— ¿Te gustó tanto lo de aquella noche, uh? — se burló mientras pasaba sus labios por el cuello de Jihyo — Otro día, aquí en el campamento no se puede — quiso avanzar en sus toques pero Jihyo de nuevo lo alejó.

— Mañana todos tienen planeado ir al parque de diversiones al pueblo, ponemos una excusa y todo este terreno para los seis solos — susurró al oído, suspirando de alguna manera para que pensara que le gustaba todo — Llamalos ahora — pidió y Chaeho lo hizo.

Jihyo estuvo detrás de él mientras este sacaba su teléfono y decía muchas burlas a través del celular, dando la dirección al campamento y el por qué debían ir. Jihyo se aseguró de que dijese todo lo que necesitaba y sonrió ladina al ver a Chaeho y los demás cayendo en la trampa... justo como Mina dijo que caerían.

— ¿Entonces... en lo que seguíamos, preciosa? — Chaeho intentó acercarse a la chica, pero esta tomó camino hacia las tiendas de campaña.

— Prefiero mañana, cuando estemos sin compañía de los demás. Creo que te has dado cuenta que soy muy ruidosa — excusó perfectamente, yendo a fingir que organizaba un poco a las afueras de las tiendas.

En unos minutos, vio a Chaeho también ayudarle mientras todo estaba en silencio, ya que ninguno quería que los demás descubrieran sus planes. Jihyo pudo ver de reojo, como Mina estaba en la cima de un árbol medianamente grande, con el arma de tranquilizantes y uno fue directo a Chaeho. El pelinegro no tuvo nada de tiempo y hubiera caído al suelo si no fuera porque Jihyo no quería ruido, así que se decidió por amortiguar su caída.

— Vamos con los demás — Mina llegó a su lado y le dio un pequeño beso en los labios de los que ya se había acostumbrado tan bien — ¿Te sientes bien? — preguntó refiriendose a que Chaeho estuvo muy cerca de ella.

— Viéndolo así, me siento bien — hizo un gesto hacia el cuerpo tirado del pelinegro.

Mina río bajito para darle un nuevo beso, y encaminarse hacia la tienda de campaña, donde disparó a Minho y a Sana. Cambiando de tienda, disparó hacia Jeongyeon, y yendo a la última tienda, disparó hacia Nayeon.

Jihyo tomó el teléfono celular de Chaeho y lo desbloqueó con la huella dactilar, yendo a mensajes para buscar los chats de aquellos cuatro hombres. Se topó con un chat con la foto de perfil de uno de ellos, y entonces solo mandó otra dirección diciendo que en realidad era esa y que se había equivocado. Recibió chistes y comentarios, mientras los devolvía fingiendo ser Chaeho.

Terminó por apagarlo y también los demás, dejandolos dentro de cada tienda. Después se decidió por ayudar a Mina a subir los cuerpos a la camioneta. Prefería hacerlo ella porque Mina lo hacía un poco más brusco, y ella realmente no quería lastimar a sus amistades, ella las quería.

Llegando a la casa de Hirai Momo, Jihyo estacionó la camioneta detrás para ayudar a Mina a bajar todos los cuerpos inconscientes. Mientras Mina fue a amarrar a Chaeho a una habitación alejada de sus amistades, Jihyo amarró a las cuatro personas a las sillas y las trató de la manera más delicada posible para que estuvieran en las mejores condiciones que podía.

Pensó mucho en dejarlos inconscientes todo el tiempo que hiciera sus planes con aquellos hombres, pero no quería dejarlos sin comer o beber, así que negó hacia Mina.

— Yo me encargaré de ellos, no tengo nada en contra de ellos y quiero que salgan bien de aquí — Jihyo se sentó en el sofá, sonriendo por como iba todo y el cómo Mina le tendía una manzana.

— Saldrían mejor si estuvieran inconscientes de todo lo que pasa — aconsejó viendo como Jihyo comía y pensaba un poco — Pero tú decides, es tu regalo, después de todo — agregó para ver a Jihyo sonreír en grande y ofrecerle un poco de manzana.

— Quiero explicarles, así que mejor que estén concientes — decidió dejando un beso en la mejilla de Mina.

#♡>☆

UNO DE FEBRERO - OCHO Y CUARENTA DE LA NOCHE.

Jihyo terminó de explicar mientras Nayeon se derrumbaba en llanto, con Jeongyeon haciendo un esfuerzo para consolarla pero estaban casi iguales de destrozadas. Sana estaba con la cara descrita en impacto, sin moverse y solo viendo como Jihyo lloraba en silencio y los veía con una furia retenida por tanto tiempo. Minho había dejado de poder sostener el arma, porque sus brazos temblaban lo suficiente para hacerle pensar que desmayaría.

— ¿Sabes qué es algo que me entristeció? Que realmente me di cuenta que mis sueños estaban destrozados — murmuró furiosa, su mano apretando tan fuerte el arma que temblaba — ¿Saben cuál era mi sueño? Sana lo sabe — la castaña mencionada no podía pensar para recordar aquello — Mi sueño era ser mamá... — sollozó recordando aquel día llorando en su habitación — Mina me llevó al doctor una vez, me revisaron y me di cuenta que yo era estéril... Realmente Chaeho no me quitó aquel sueño pero me hizo darme cuenta que era imposible, por lo menos biológicamente — apretó los dientes.

No podía calmarse, no con tantos pensamientos y con tanto peso encima que necesitaba soltar.

— ¡¿Y saben otra maldita cosa?! — alzó la voz viendo como todo quedaba en silencio, exceptuando el llanto de Nayeon — ¡Antes de iniciar toda esta mierda!... esperé esperanzada que alguien recordara... que hoy es mi cumpleaños — su voz se quebró y su nariz se arrugó del disgusto — Comenté más de una vez que hoy era un día especial y ninguno lo recordó — asintió aceptando aquel hecho.

Ni siquiera Sana lo había recordado y era quien más sabía de aquella fecha que antes eran del gusto de Jihyo.

— Fue por toda esta mierda, Jihyo, no lo recordamos — Minho trató de excusar, de una manera temblorosa y balbuceante.

— ¡Fue antes de toda esta mierda! ¡Antes de que fuera todo este secuestro, esperé por lo menos un 'Feliz cumpleaños' y nadie más que Mina lo recordó! — en su estado deprimente y colérico, movió el arma de una forma que parecía que estaba a punto de disparar.

'¡BANG!'

Un disparo resonó.

Jihyo tuvo su rostro inexpresivo, teniendo su arma apuntando hacia sus amistades y no escuchando absolutamente nada. Todo quedó en modo estático mientras ella miraba el arma de Minho y se miraba el abdomen sangrante, donde Minho había disparado directamente.

Minho muy nervioso, al pensar que Jihyo les dispararía, había solo apuntado, cerrado los ojos, apretado su dedo y escuchado el fuerte ruido, sintiendo su mano exaltar por el movimiento brusco de su arma.

El dolor se propagó, la sangre se derramó, y Jihyo se sintió fuertemente mareada. Sus rodillas cedieron, chocando con el pasto verde manchado, y luego su torso cayó estrepitosamente.

— ¡Jihyo! — escuchó la voz de Sana gritando su nombre, luego la vio justo al lado de ella presionando su herida junto a Minho. También escuchó la voz de Mina, pero más lejana. Cerró los ojos y vio completamente negro; se desmayó.

#♡>☆

TRES DÍAS DESPUES - FIN DE DECLARACIÓN.

— Entonces la señorita Park recibió así el disparo, del arma que el joven Lee tenía como defensa — el detective repitió, asintiendo y incitando a Mina a que hablase más y esta lo hizo.

— Sí, eso creo. Estaba en el marco de la puerta, solo escuché un disparo y luego gritos, luego Minho traía a Jihyo en brazos. Le exigí que me dijera qué sucedió y eso me dijo él y todas, fue porque estaba nervioso al ver a Jihyo en descontrol — dijo recordando y removiendose al sentir un pequeño dolor punzante en su muslo.

Había salido del hospital pero estaba coja por su muslo herido. Jihyo todavía estaba siendo atendida, al haber tenido que operarla porque el disparo pudo haberla matado si hubiera sido un poco más arriba.

— Después de eso, Sana fue hacia la planta alta, donde estaba el teléfono de Jihyo, y llamó a autoridades. Ayudamos a Jihyo mientras llegaba la ambulancia y el resto ya lo saben — terminó suspirando, era toda la verdad, y Sana detrás de aquel vidrio camuflado, asintió confirmando la historia.

Mina había mentido solo de lo que acordó con Momo, aquella de que pidió la casa para vacacionar con su novia y Momo dio la misma historia así que quedó suelta del problema. Esto Sana no lo sabía, así que no pudo negarlo.

— De hecho, sí hay una prueba física del crimen que Jang Chaeho cometió contra Park Jihyo — lo dicho por el detective hizo a Mina alzar la cabeza de inmediato, porque eso le ayudaba — El antiguo teléfono celular de la señorita Park fue encontrado en casa de Jang Chaeho, en un cajón de su mesita de noche. La llamada del veinte de septiembre estaba registrada, y al parecer uno de aquellos hombres, específicamente Kim Johnson, grabó un video donde estaban abusando de la señorita Park — Mina apretó los dientes y desvió la mirada, sintiendo el dolor de su quijada por la fuerza que ejercía.

Eso ayudaba, sí, para que les creyeran la historia verdadera, pero aún así le traía un sentimiento de odio por lo que hicieron sufrir a su novia.

— Así que con todas las pruebas y testigos, se puede saber que la declaración es cierta.

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