Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17. Cómo perderlo todo y no morir en el intento.

—No entiendo de qué te ríes...

Me reí más fuerte al escuchar a Marcus indignado mientras negaba con la cabeza y se miraba al espejo que tenía en frente. ¿En mis sueños más húmedos había imaginado algo así? No, para nada. Mi bello jefe y actual novio estaba arreglándose para trabajar en mi casa mientras yo trataba de meter mis piernotas en unas medias negras bellísimas que me había comprado. Se veía tan guapo por las mañanas, era ese tipo de personas que se levantaba de buen humor y lucía perfecto incluso cuando no lo intentaba.

—Me rio porque vi como te levantabas para salir a correr a la mañana y no podías ni ponerte de pie —comenté atrevida, porque Marcus seguía intentando hacer actividad física cuando por la noche habíamos hecho la suficiente. Él decidió ignorar mis comentarios sugerentes (seguramente porque nos iba a llevar a volver a lo mismo y llegar tarde), pero me regaló una sonrisa a través del espejo.

Me habían dicho que una vez que todo comenzara no iba a parar y en ese momento me reí un poco, porque no me veía capaz de tener relaciones tan seguido. Sin embargo, ahí estaba comportando como un conejo fornicador. Seguramente me iba a ir al infierno, pero tampoco me importaba si era de ese modo. Habíamos comenzado una rutina que me gustaba llevar y me encantaba creer que era parte de nosotros.

Ibamos a trabajar, yo ponía todo de mi para sacar mi libro lo más pronto posible con varias personas trabajando en él y al salir del trabajo volvíamos a vernos. A veces teníamos salidas simples, como ir al cine, tomar café o pasear por la ciudad, luego comida siempre en casa de alguno y siempre terminabamos durmiendo juntos. Nunca me había pasado nada así con nadie, nunca había querido pasar tantas horas con una persona que no era yo misma.

Hablabamos de todo tipo de cosas. Escuchabamos música y mirabamos mil películas. Descubrí que a Marcus le gustaban los documentos y yo le mostré todas las películas romanticas que me gustaban, aunque según él las disfrutaba. Miramos series hasta tarde y nos quedamos hablando sobre ellas en la cama. Descubrí también que es posible dormir con alguien sin tener nada antes y lo encontré bastante bello. Siempre creí que había que tener sexo en una relación y que era imposible para el otro dormir o hablar por las noches. Pero muchas veces Marcus y yo quedabamos cansados del día y solamente nos recostabamos abrazados hasta quedarnos dormidos.

Marcus roncaba y eso se me hacía muy gracioso porque se pegaba a mi por las noches. Roncaba bajito, seguramente cansado por el largo día que había tenido y en el medio de la noche me soltaba para desparrarse por la cama. Ahí era cuando yo iba en su encuentro para abrazarlo, aunque por la mañana despertabamos desparramados. Nos golpeabamos mucho al dormir, lo cual era gracioso. Se notaba que ninguno estaba acostumbrado a dormir con otra persona y era algo que teníamos que aprender. Algo más.

Pero no voy a negarles que el sexo estaba muy bien. Un excelente servicio, 5 estrellas sin quejas. Descubrir con Marcus fue algo que me incentivó a crecer un poco más, a sentirme más bella, a sentirme más persona. Con él todo era aprender y entender al otro, comunicarse ante cualquier cosa. Hasta de un calambre o una posición incomoda. Marcus era de esos que siempre estaban atentos al otro, preguntando si estaba todo bien, si estaba comoda y si quería continuar. Con el tiempo, las preguntas se fueron y no porque no le interesara, sino porque ya me conocía y me entendía.

Creamos un lenguaje único en base de miradas, gestos y sonrisas que pronto comenzamos a interpretar a nuestro antojo. Ya no necesitaba saber que pensaba, porque a veces podía leerlo en su mirada. No necesitaba saber si algo le gustaba, lo veía en sus gestos y me di cuenta que conocer al otro era aun más bello que cualquier acción.

Sabía que estaba pensando, que necesitaba o que le hacía falta en cada momento. Cuando estaba agobiado de trabajo solía llevarle un café como quien no quiere la cosa, cuando se estaba quedando dormido en la cena acariciaba su cabello largo hasta que admitía que no daba más, cuando se enojaba podía ver la tensión en sus gestos y buscaba encontrar una solución.

Nos conocíamos y creo que eso era lo más bello de nuestra relación.

Cuando Marcus extendía el brazo, yo estaba ahí y lo mismo pasaba de su lado. Y no estoy hablando de algo físico, sino de algo emocional. Que el sexo y Marcus existieran en mi vida no significaban que yo no siguiera con inseguridades, pero ahí estaba él para recordarme quien era. Como yo también estaba para él en todo ese caos que sucedía en la editorial. Nos apoyamos y al mismo tiempo nos completabamos. Era una manera extraña, pero sentía que finalmente otra persona era mi mitad.

Sé que estoy loca y que estoy hablando de una relación que no llevaba ni siquiera un mes, pero con Marcus sentí cosas que no había sentido con nadie jamás y según él, que había tenido muchas parejas en el pasado, le pasaba lo mismo.

—¿Quieres salir a comer algo hoy a la noche? —me preguntó mientras bajabamos las escaleras de mi departamento. Yo estaba sin aire porque no podía soportar semejante trabajo, pero él en cambio estaba intacto y luciendo perfecto como siempre—. ¿Llamo a una ambulancia?

—Callate —me quejé dándole un golpe en el brazo, pero asentí porque me gustaba la idea—. ¿Pizza? No me lleves a esas restaurantes caros que amas. Odio ponerme zapatos solo para eso.

—Lamento decirte que vas a tener que llevar zapatos cuando hagas presentaciones, Elizabeth, y vestirte formal, ir a reuniones, firmas...

—Misteriosamente estoy empezando a sentir un desagrado hacia ti y unas ganas grandes de tirarte por las escaleras —bromeé divertida y Marcus soltó una carcajada sonora ante la sorpresa de mis palabras.

Sin embargo era hora que aceptara la realidad. Muy pronto mi libro estaría en el mercado y tendría que comportarme como una autora. Aun así, no sabía cómo era comportarme como una autora y no tenía ni idea de como hacerlo. Me daba nervios lo que podían decir otras personas de mi y sabía que eso era otro trabajo que tenía que hacer en mi.

Otro más.

Llegamos a la editorial y el ambiente tenso se sintió al instante. Tragué saliva con un poco de nervios, porque no era la primera vez que entraba con Marcus pero se sentía de ese modo. No habíamos explicado nuestra relación, tampoco la demostrabamos en público, pero todos la sabían. Todos nos tenían en redes sociales y sabían que estábamos viviendo algo. Sin embargo, me di cuenta rápido que no era eso lo que pasaba.

Me acerqué a mi escritorio y noté que había una chica sentada tecleando en un ordenador que no era el mío. Mis cosas estaban en una caja y me paralicé al notar que me habían reemplazado. Busqué a mis compañeros y me encontré con sus rostros igual de confundidos que el mío. Laura estaba tecleando en su teléfono sin parar y se notaba en el rostro que algo le había sucedido. No estaba mi supervisora por ningún lado y vi que Marcus estaba en el despacho con su padre.

Oh, no.

No, no, no, no podía estar pasando eso.

¿Habían vendido la editorial?

—Em... ¿hola? Estás en mi escritorio —le avisé a la chica y se dio vuelta para mirarme. Me encontré con una chica asiática, de cabello castaño, fleco perfecto y una carita digna de anime mirándome. Me regaló una sonrisa que iluminó la mitad de la editorial y me quedé un poco sorprendida por su energía en ese momento.

—¡Oh, hola! Siento mucho todo esto. Me dijeron que me sentara aquí y me puse a trabajar... soy Suni.

Me quedé en silencio sin entender qué estaba sucediendo y porqué había una chica en mi puesto.

—Soy Elizabeth, ¿cuál es tu puesto?

—Soy pasante, estoy estudiando edición, quiero ser editora —me explicó y por un momento me vi reflejada en esa chica. Su energía era contagiosa, parecía que iba a ponerse a dar saltitos en ese instante y yo quise seguirla. Pero luego recordé que no podía hacer eso y que algo sucedía—. ¿Tu eres Elizabeth la escritora? ¡Leí tu novela! Me ha encantado.

La miré algo sorprendida sin comprender como había leído mi novela cuando se suponía que todavía no estaba publicada. Luego recordé que era pasante, tal vez le habían dado el manuscrito por alguna razón. No podía disfrutar de conocer a mi primera lectora porque todavía no entendía qué sucedía.

Laura se acercó al fin y me tomó del brazo alejándome de la chica más feliz del mundo, buscando tener un poco de privacidad. Me mostró su teléfono y juntas vimos, sin siquiera saludarnos, que había sucedido con la editorial.

Levanté la mirada buscando a Marcus y él hizo lo mismo desde su despacho. No podía ver mucho, pero solo veía una cosa: dolor.



—Lamento que tengamos que llegar a este momento y tener que comentar lo sucedido con la editorial Scott de este modo —comenzó a decir el padre de Marcus en la reunión urgente a la que nos hizo ir. Laura y yo estábamos sentadas juntas y creo que ambas teníamos miedo de nuestro futuro. Yo temía por mi novela a punto de salir al mercado y ella por su puesto de trabajo que tanto el había costado.

Muchas caras nuevas se encontraban en la mesa junto a nosotras y Marcus estaba de pie con la mirada perdida en la ventana, observando la ciudad desde donde se encontraba. Me daba pánico lo que podía pasar en ese momento y que tardaran tanto en decirnos la verdad me daba pánico.

—Ayer la editorial Scott ha sido absorbida por el sello editorial Aguilar Publishing Group —informó y sentí que todos nos congelamos al escuchar sus palabras. Marcus cerró su puño mostrando lo frustrado que estaba en ese momento. Me sentí desolada, como si no tuviera el camino en mis pies y no supiera adónde ir. Por la cara de mis compañeros todos sentíamos lo mismo—. Algunos han recibido los telegramas en sus domicilios.

—¿Y no se te ocurrió avisarnos antes de venir? Porque hoy desperté con trabajo y ahora me entero que ya no tengo —contestó Laura furiosa y por un momento la comprendí. No sabíamos realmente si estábamos trabajando o no y entendía la frustración de todos en ese momento. No podía simplemente decirnos eso y esperar que estuviéramos de acuerdo.

—La editorial llevaba un gran tiempo fallando y por más que tratamos de sobrevivir las deudas estaban en rojo. Aprecio que todos ayudaran a mi hijo a tratar de sobrevivir, pero esto no es una novela y la realidad es mucho más cruda. La única manera de salvarla era de este modo. El sello editorial está muy contento de tenernos y pronto le daremos una nueva mirada a la editorial. Lamento que haya sucedido esto... pero ya no podíamos pagar ni el alquiler, ni los sueldos.

Siguió hablando un poco más, comentando las cosas que teníamos que hacer y como casi todos habían sido despedidos. Me quedé en silencio sin saber que hacer y creyendo que todo mi futuro se había ido por la borda. Miré a Marcus en busca de explicaciones, pero él ni siquiera podía mirarnos. Estábamos desolados, sin un lugar hacía donde ir y sin saber a quien reclamarle. ¿Que iba a pasar con mi novela? ¿Y mi trabajo? ¿Y Marcus?

Había estado tan cerca de tenerlo todo. De tener el trabajo soñado, mi sueño de publicar y el chico perfecto. Una vez más descubría que el mundo funcionaba de maneras raras y que nada era como me habían dicho que sería. Había crecido soñando con finales felices, novelas que dejaban mensajes y canciones felices. Sin embargo, ahí estaba la realidad: un sueño abandonado, sin trabajo y con un futuro incierto.

—¿Marcus? ¿Puedes decirnos algo? —dijo un empleado, que según yo era contador, y en ese momento todos miraron al rubio buscando explicaciones. Buscando una charla motivadora, buscando al líder que nos incentivaba día a día a seguir intentando.

Él se giró finalmente y nos enfrentó, pero en su rostro ya no había promesas. No había nada. Simplemente un chico abatido, vencido por la situación y derrotado. Había perdido la guerra a pesar de todas las batallas ganadas. A veces funcionaba así la realidad y recién lo notaba.

—Les fallé —susurró con angustia, como si le doliera admitir que había fracasado. Lo miré con angustia, sabiendo cuánto le costaba decir esas palabras, cuánto le costaba admitir su derrota—. Lo siento. Hice todo lo posible para salvarnos de esto y no pude evitarlo. Dejé en las manos de mi padre todo lo que sea el futuro económico de la editorial... sabía que una solución era ser comprados por un sello más grande. Mi interés era pagar sus sueldos y su trabajo... ya no podíamos sobrevivir por más que Elizabeth quisiera salvarnos con su novela. Preferí la economía antes que mis sueños y los suyos. Les pido disculpas, pero prefiero que coman antes de quedar sin dinero para buscar un nuevo trabajo. No hay sueños aquí... los engañé, les dije que podíamos soñar cuando yo mismo sabía que era imposible.

Miré a mi novio sin reconocerlo, sin entender quién estaba hablando en ese momento y sentí que estaba a kilómetros de distancia de ese chico que siempre lucía animado y lleno de metas. Era cierto que no me dejaba hablar de trabajo esos últimos días y que se había mostrado reacio a contarme cómo estaba la editorial. Tendría que haberlo visto, pero estaba más preocupada por nuestra relación y mi libro. Ahora solo me quedaba la relación y temía que eso también se viera afectado.

Las palabras se terminaron y esas fueron las últimas que nos dijo Marcus. Algunos se levantaron, otros se quedaron esperando más, pero nada llegó. Marcus siguió mirando por la ventana evitando la verdad, evitando todo lo que estaba sucediendo. Al final, quedamos solo nosotros. Como siempre.

—La editorial tiene una propuesta para tu novela —me dijo de la nada, finalmente hablando cuando me acerqué a él buscando contacto—. La pasante nueva es la hija de uno de los jefes y leyó la novela... parece que le gustó mucho. Te harán una propuesta hoy y espero que la tomes.

—¿Qué? —pregunté sorprendida por lo que me estaba diciendo y la posición que tenía la jovencita esa—. No quiero mi libro con esta gente, Marcus. Quería mi libro contigo, con la editorial Scott. No voy a venderme...

—No digas estupideces, Elizabeth. No te estás vendiendo, estás siguiendo tu sueño. No lo pongas lejos de ti por mi editorial.

—No pongo lejos nada, Marcus... esto era juntos. No escribí mi libro sola, tuve tu ayuda por más que no esté totalmente dicho. Fuiste tú el que me incentivó a compartirlo. Este proceso es contigo —quise hacerle ver, pero Marcus estaba en un mar de confusión que no podía ver más allá del fracaso. Tal vez no era el momento de hablar sobre eso, pero no podía simplemente irme de esa editorial sintiendo que le estaba dando la espalda a alguien que quería.

Marcus se volteó lentamente para mirarme y vi a un niño. Me acerqué a él para tratar de abrazarlo, de darle el apoyo que sabía que necesitaba y se alejó como si estuviera negado al contacto. Suspiré, sintiendo que estaba alejándose de mi por lo que estaba sintiendo. No podía permitir eso, no podía dejarlo cuando me necesitaba.

—Marcus... dejame ayudarte.

—Necesito estar solo, Lizzie. Necesito... necesito un segundo para entender qué está pasando. Para entender qué he fallado —me explicó con angustia, con el dolor saliendo de su boca y por un momento no supe qué decirle. Si estuviéramos en una situación diferente él sabría que decirme. Sabría cómo tratarme. En cambio yo no tenía palabras—. Necesito tiempo para reconocer el fracaso.

—De acuerdo... puedes llamarme si lo necesitas.

Ni siquiera asintió, sino que volvió a mirar hacia la ventana sin decirme una sola palabra. Suspiré lentamente y salí de la sala de reuniones sintiendo que mi cuerpo pesaba, sintiendo que estaba dejando al amor de mi vida solo. No podía quedarme a intentar reaccionar con él cuando me decía que me fuera, pero eso no significaba que no doliera.



—Elizabeth, me gustaría conversar contigo.

Sabía que en algún momento me iba a encontrar con el padre de Marcus en algún lugar de la editorial, aunque se había tardado. Ya no quedaba casi nadie en el lugar, solamente la gente que ahora le pertenecía a ese nuevo sello. Ni siquiera sabía cómo iba a llamarse o sobre qué se trataría, solo sabía que iban a hacer reformas hasta que encontraran un destino.

Tenía en mis manos una caja llena de mis cosas de escritorio, mis papeles, mis borradores jamás leídos y muchos sueños que no podría cumplir además del mío. La nueva pasante, la nueva yo, estaba ahí frente a un señor que también era asiático. Comprendí que era su padre y recordé lo que Marcus me había dicho.

—No tengo nada que hablar con ustedes, lo siento —dije finalmente, sentenciando mi futuro y mis sueños. Noté el rostro sorprendido de los tres presentes y dicho eso, me marché.

Bajaba en el ascensor pensando en todo lo que había sucedido y preguntándome si había hecho bien. Sentía que algo estaba mal, sentía que había cometido un error. ¿Alguna vez han sentido esa sensación en su pecho? Era sensación que te avisa que estás haciendo las cosas mal. No podía dejar de sentirla y traté de decirme mil veces que era lo correcto, que estaba bien. No podía venderme, no me iba a vender nunca.

Pensando y pensando, me llevé un susto cuando el ascensor se abrió y apareció la bendita pasante respirando con dificultades como si algo le hubiera pasado. Comprendí que había corrido para conseguir alcanzar el ascensor y se desplomó contra la pared del cubículo recuperando el aire.

—¿Sabes que podrías esperar a que llegara al piso de abajo y luego llamarlo de vuelta, no?

—No, no, no.... no te podía dejar ir —dijo con dificultades mientras trataba de tomar aire. Suspiré, sabiendo que se venía otra manera de convencerme. Que bajo habían jugado esos dos enviando a casi una adolescente. ¿Cuántos años tenía? Parecía realmente sacada de un anime, como Sakura de Cards Captor Sakura. Pero de todos modos esperé a que volviera a respirar para escucharla, aunque tampoco podía irme a ningún lado.

—Ya les he dicho que no...

—Lo sé... pero quiero que lo pienses, Lizzie. ¿Puedo llamarte Lizzie, no? —me preguntó con una sonrisa dulce y solo por eso la dejé, porque sino le iba a decir que solo mis amigos podían—. No miento cuando digo que leí tu novela. Tu libro me llegó... mucho más que otras novelas que he leído antes. He tenido problemas de peso toda mi vida y sé que vas a decirme que soy delgada... pero toda mi vida he querido serlo aún más. Peleé toda mi vida porque me miraba al espejo y no me gustaba. Tu libro me dio fuerzas para entender que puedo quererme. Con mis defectos, mis problemas, mi manera de ser... te juro que fue un cambio. Le lloré por horas a mi padre para que te diera una oportunidad. Quiero ser editora alguna vez... como tú y creo que las dos sabemos cuando encontramos el libro que va a cambiarle la vida a alguien. Tu libro le va a cambiar la vida a alguien y no puedes esconderlo en tu computadora para siempre. Necesita conocer el mundo.

—Mi libro tenía que ser publicado con la editorial Scott, no con un sello masivo que compra otras editoriales para crecer. Quería que mi libro fuera la solución para la editorial, no que fuera una excusa para vender más. Si vendo mi libro a la editorial de tu padre solo demostraré que me he vendido... y yo no me vendo.

La chica suspiró, porque obviamente no estaba llegando a ningún lado con sus palabras y yo no estaba de acuerdo con nada de lo que decía. Me negaba a pensar que ese libro no iba a nacer de la mano de Marcus, esa era la realidad.

—Lizzie... tu lo dices en ese libro. No importa el móvil que te lleve al destino, importa lo que aprendes en ese recorrido. No importa que autopubliques, que sea con Random House o con Aguilar Publishing Group. Importa que llegues a las personas. Importa que una chica como yo encuentre tu libro en una librería y que le des la fuerza para mirarse al espejo y gustarse. Entiendo que es por tu relación con Marcus... Pero... ¿Que prefieres, Lizzie? ¿Un final feliz de una pareja o una mujer que ha aprendido a amarse?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro