
15. Cómo decepcionarte de tu jefe y no morir en el intento.
—¿Y qué harás cuando seas rica? —me preguntó Laura cuando se sentó a mi lado en su turno de la reunión. Me reí porque no veía nada más lejano que eso, porque lejos estaba de volverme rica por escritora y mucho más de la noche a la mañana. Simplemente resoplé y me encogí de hombros, porque no estaba segura de nada en ese momento. Estaba asustada, sorprendida y maravillada—. Marcus me ha obligado a leer tu novela. Amo la editorial, pero odio leer. ¿Es anormal?
—Por supuesto que sí, Laura. ¿Qué haces en una editorial y no lees?
—Soy la creadora de contenido digital, mi amor, no necesito leer un libro para eso. Ese es mi talento —exageró y me reí un poco mientras yo le contaba de qué trataba la novela. Laura era una buena amiga, no iba a negarlo, sentía que finalmente encontraba a alguien en esa ciudad que me comprendiera y quisiera. Era muy buena escuchando, analizando las cosas y creativa por donde se la viera. Mientras yo hablaba escribía y tomaba notas, como también a veces creaba pequeños corazones en el borde de la hoja de su cuaderno. Era una chica increíble, eso no iba a negarlo.
—¿Qué opinas entonces? —quise saber finalmente porque no me gustaba no saber su opinión mientras hablaba. Laura se corrió el cabello largo hacia un costado y se rio divertida, con esa sonrisa de chica bonita y elegante.
—Que tengo muchas ganas de empezar con todo, Lizzie. ¡Esto será genial! Haremos una campaña de marketing preciosa sobre superación y amor propio. Buscaremos a todas las chicas que están cansadas de soñar con el príncipe azul y les contaremos que hay uno en algún lugar del mundo. Uno real, de carne y hueso —dicho eso me dio una mirada picara, que me hizo reír al instante porque si algo tenía Laura era descarada cuando quería—. Hasta puede que lo lea por gusto, para encontrar a mi príncipe.
—¿Ese que vive en tu departamento? —pregunté y la sonrisa se fue del rostro de la chica. Me sentí mal por haber hecho eso, pero luego vi que sonreía un poco y se mordía el labio como una adolescente enamorada de quince años—. ¿Qué?
No me dijo nada, pero su mirada lo dijo todo y ambas seguimos hablando de marketing, sueños y todo ese tipo de cosas que las amigas deciden conversar en una tarde normal. Hablamos de la portada, que era algo de lo que se encargaba ella también y pensamos ideas, dibujamos algunas en la pizarra que siempre usaba Marcus y después escuchamos un poco de música que nos pudiera inspirar para más. Fue como una tarde de amigas, pero trabajando sin parar con ideas y nuevos conceptos.
Laura era ese tipo de chicas que uno nunca creería que fuera a ser tan importante en su vida y había tardado años en encontrar a alguien como ella. Empática, simple y llena de energía. Me entendía, comprendía y alentaba, estaba segura que no era la amiga perfecta, pero sí una que me encantaba tener. A veces las amistades funcionaban así. Eran inesperadas, llegaban en el momento y del modo que uno menos esperaba, pero sabías que iba a ser para siempre. Le sonreí cuando me miró y acepté que ese era el comienzo de algo muy lindo.
—Me dijo Marcus que quiere hacer un after, pero esta vez que no sea uno fallado a último momento —me dijo mientras miraba el calendario de todos en su correo. Fruncí el ceño sin comprender y ella pareció verlo, por lo que pasó a explicarme sus palabras—. ¿Te acuerdas la última vez que quisimos hacer un after?
Sí, esa fue mi primera noche con Marcus.
—Bueno, Marcus llamó a último momento para decirnos que el after se cancelaba. Nos enojamos mucho porque estábamos por la zona y queríamos tomar. Terminamos todos en un bar muy lejos y pasamos un buen momento. ¿No lo recuerdas?
—Yo nunca recibí ese mensaje —noté, sorprendida y sin entender.
—¿No recibiste el mensaje de Marcus que cancelaba todo? ¿Fuiste al bar?
¿Marcus me había hecho una trampa? Laura se dio cuenta al mismo tiempo y se llevó la mano a la boca, sorprendida por el atrevimiento de mi jefe en un momento que no eramos nada. Ese mismo día yo le había enviado un mail pidiendo sexo, me había caído de culo en su despacho y le había mirado la entrepierna. ¡Y él había hecho eso para que estuviéramos solos! Me reí junto a Laura, causando que las miradas de todos los que estaban realmente trabajando se fijaran en nosotras.
—Fui al bar y me encontré con Marcus, esa fue la noche de nuestro primer beso.
—No puedes negar que nuestro jefe te ha puesto una bonita trampa.
No, no podía negarlo. Negué con la cabeza y miré a mi jefe a lo lejos, que estaba conversando con un nuevo pasante. Cuando nuestras miradas se encontraron, tomó el teléfono y lo señaló con su mano para luego mirar el mío olvidado en la mesa. Comprendí que estaba diciendo algo sobre mi teléfono y creí que se trataba de trabajo. Sin embargo, encontré algo totalmente diferente.
"¿Qué te parece ver a Harry Styles esta noche? Y hablo del real."
—Creo que esto es lo más lindo que alguien ha hecho por mi.
Marcus se rió mientras tomaba mi mano para que no nos perdiéramos entre tanta gente de pie esperando por el amor de mi vida. Había sido fanática de Harry Styles toda mi vida y jamás estaba en mis planes verlo por lo costoso. Pero ahí estábamos, de la mano, en uno de esos conciertos en lugares tranquilos, sin gente gritando como loca y me sentía la persona más feliz del mundo. Mi novela se iba a publicar, tenía al hombre más perfecto del mundo de la mano y estaba por ver a la cara a Harry Styles. ¿Se podía pedir más perfección en ese momento? Seguramente sí, pero yo quería eso y me encantaba.
—Un amigo tenía entradas y las compró para la novia —me explicó cuando finalmente nos ubicamos en un lugar más tranquilo, pero con una perfecta posición para ver al príncipe Harry—. La novia lo dejó hace unas semanas y las vendía por facebook. Me acordé que te gustaba y bueno... quería darte la sorpresa.
—Tu solo quieres meterte en mis pantalones.
—¿Lo estoy logrando? —preguntó con una sonrisa pícara que me hizo reír. Me hice la desentendida, pero los dos sabíamos que lo estaba logrando. ¿Iba a ser esa LA noche? Estaba un poco nerviosa pensando en eso y había tratado de ponerme mi mejor ropa, depilarme hasta los pelos de la nariz y no pensar mucho. No quería ponerme nerviosa, mucho menos si íbamos a un concierto. Sin embargo, el pensamiento estaba ahí.
Antes de encontrarnos, Laura y yo fuimos a mi casa para ver que me iba a poner. Ahí descubrí que a Laura no le gustan los gatos y odia toda mi vestimenta. Sin embargo encontramos uno de esos jeans que me hacían ver de maravilla y una campera de cuero que iba con el concierto. Supongo.
—No sé qué le ven —comentó en voz alta, haciendo que algunas se girasen para mirarlo y yo me riera al instante por sus expresiones—. Vaya, nunca me sentí más intimidado en mi vida. Peor que una reunión con inversores.
—No te haces idea lo que puede hacer el fandom por Harry, Marcus —le advertí y él se empezó a reír, porque obviamente no quería preguntar tampoco. Iba a decirle algo más, pero las luces se apagaron para dar comienzo al espectáculo que seguramente no iba a olvidar.
Marcus me envolvió por detrás, dejando que yo apoyara mi espalda en su pecho y me envolvió con sus brazos mientras el show comenzaba. Así me tuvo mientras yo gritaba, lloraba y perdía la razón al ver tan de cerca al ídolo de mi adolescencia. Nunca creí en mi vida que iba a vivir un momento así, pero al mismo tiempo se sintió real, se sintió correcto y perfecto. Era la cita ideal, no podía fallar de ningún modo.
A veces me giraba para besarlo, en medio de alguna canción romántica y ahí lo tenía con una sonrisa divertida y cariñosa. No parecía ser muy fanático, pero se movía lentamente como si encontrara el ritmo en las canciones. Yo también quería que disfrute, pero se notaba que lo estaba haciendo a su modo. Cuando comenzó Sweet Creature, un chico se puso de rodillas para pedirle matrimonio a una chica muy cerca de nosotros, Marcus se rió en mi oído sin poder evitarlo.
—No me pidas tanto...
—Vaya, que decepción —lo molesté y nos reímos un rato mientras seguíamos escuchando al Dios supremo con su guitarra y su voz carrascosa. Cerré los ojos cuando Marcus me dejó un beso en el hombro, disfrutando de esa sensación de estar en sus brazos y con la música en vivo en mis oídos.
En ese momento recordé que era feliz, que me había costado, pero lo había conseguido. Me prometí que siempre iba a recordar ese momento, aquel instante en donde fui feliz y plena. Con Marcus.
—Bueno, ¿Y para cuando Taylor Swift?
—¿Tu crees que soy rico o algo así?
—Puff, tengo que considerar con quien salgo entonces.
Marcus se rió sin poder evitarlo, medio atragantandose con la cerveza que estaba tomando y yo le limpié con una servilleta la barbilla mojada. Él tenía la noche preparada y luego del concierto habíamos ido a un bar cerca para comer algo, aunque yo trataba de no hacerlo porque quería terminar vomitando o algo así. Conmigo nunca se sabía y ustedes lo saben. Pero al final terminamos comiendo y tomando, bromeando sobre lo tontos que éramos. Me gustaba esas cosas de pareja que pensé que jamás iba a vivir, me sentía con la capacidad de todo en un mundo nuevo que abría miles de posibilidades para mi. Citas en cafés, en cines, en discos. No solamente era nosotros en mi casa o en la editorial. Comenzaba a entender cómo funcionaban las parejas y a veces me asustaba, pero también me reconfortaba saber que podíamos hacer esas cosas juntos.
Incluso bailamos un rato como tontos, conocí los movimientos espantosos de Marcus para bailar y lo molesté diciendo que comprendía porque no tenía novia. Él me sacó la lengua y juntos seguimos tonteando de ese modo tan nuestro, tan único que me daba vida. Comimos las papas fritas del otro, le pusimos salsas horribles y luego pedimos mil cervezas para bajar la sensación de nuestras lenguas.
Y nos besamos, nos besamos un montón como tontos. Como esos adolescentes que aprenden a besar por primera vez y no pueden dejar de hacerlo. Me gustaba como tomaba mi rostro y lo acercaba al suyo para dejarme un beso. O cuando hacía un pequeño puchero y luego buscaba mi boca. Marcus tenía cosas de niño que me hacían reír por lo adorables que eran y me iba mostrando partes de él que todavía no conocía.
Supuse que así funcionaba conocer a alguien, nunca realmente hacerlo y era una aventura que me gustaba vivir. Sabía que, como toda aventura, iba a tener momentos buenos y momentos malos, pero me gustaba el viaje. Sin embargo, mis palabras eran de una persona feliz creyendo que la vida era de color de rosas. Lizzie la ingenua siempre estaba presente y la realidad golpeó a esa chica de vuelta en menos de un segundo.
—¡Marcus!
El rubio se dio vuelta para encontrarse con una pareja que de la nada lo había reconocido en medio del bar. Parecían de ese tipo de personas que iban a un bar a tomar algo y pasar el rato, como nosotros dos, pero me dio pánico conocer amigos de Marcus de un momento para el otro. Que ilusa era, por momentos me creía capaz de tener una relación y luego me paralizaba cuando tenía que vivir algo como eso.
—¡Hey, hola! —exclamó mi jefe, mi pareja, mi lo que sea y se bajó de la butaca para saludar con un abrazo a la mujer y al hombre que no conocía—. Amber y Patrick, les presento a Elizabeth, yo digo que es mi novia, pero yo no estoy muy seguro...
Me reí nerviosa, sin entender si me estaba llamando de tal modo o se estaba burlando de mi. Ya saben como soy, nunca entiendo las bromas y encima las arruino. Los dos me miraron por un minuto y cuando yo no dije ni hice nada, me dieron como saludo un movimiento de cabeza. ¿Había metido la pata? Para mi sorpresa, Marcus no me dijo quienes eran y comenzaron a hablar un poco de algunas cosas que no presté atención.
¿Alguna vez han estado en una situación incómoda sin saber dónde escapar? El teléfono siempre era buena opción, pero no tenía señal y no quería cargar ninguna imagen en Instagram. Ninguno de los dos presentes parecía querer meterme en su conversación y Marcus me miraba de reojo, casi esperando que diga algo, pero él tampoco hacía nada.
Tock, Tock. ¿Quién es? Hola, tus inseguridades.
Me empecé a sentir poca cosa al instante, porque no podía tener algún tipo de conversación con los amigos de Marcus y me sentía incapaz de socializar. Quise decir algo, pero solo abrí la boca y la volví a cerrar sin sentido.
—Voy al baño —susurré finalmente y Marcus asintió mientras seguía conversando con sus amigos, pero noté que fruncía el ceño buscando una explicación para mi comportamiento. No había, nunca había explicación.
En el baño me grité un poco y me enojé conmigo misma. Sé que están enojados conmigo, que seguramente estén pidiendo que vayan a buscarme y me entierren viva. Incluso yo quiero matarme ahora que me recuerdo, pero en ese momento me sentía perdida. Suspiré y traté de pensar claramente, no podía seguir comportandome como una niña que no sabía conversar. Yo era muy sociable, había conseguido mi puesto porque le había caído bien a la gente de recursos. La gente en los locales me amaban, hasta la portera de mi casa me dejaba regalos porque decía que era simpática. ¿Y no podía desenvolverme con una pareja amiga de mi supuesto novio?
¿Nunca se han mirado al espejo y preguntado que está mal con ustedes? Así me sentía y tomé la decisión de cambiar eso de mi. No podía seguir siendo la chica detrás del escritorio, escondida detrás de alguien, viviendo entre las sombras sin destacar y odiándome a mí misma. Era una persona total y supuestamente eso había visto Marcus en mi.
Cuando bajé las escaleras del pequeño bar, me detuve en el último escalón ya que podía escuchar su conversación sin que me dieran. La mesa estaba pegada a la escalera, pero ellos no me veían y aproveché para hacer lo que no se tenía que hacer.
—¿Estás seguro que no quieren quedarse a tomar algo con nosotros? —le decía Marcus a los intrusos en nuestra cita. Lo que me faltaba, tener que soportar a esos dos.
—No creo que tu novia esté de acuerdo con eso —respondió la mujer, con una voz que sonaba bastante acusadora. Puse los ojos en blanco porque me di cuenta que iba a tener que aparecer—. ¿Qué ha pasado con tu buen gusto, Marcus? Antes tus novias eran simpáticas, agradables... además siempre dijiste que tenías que estar con lo mejorcito...
—Porque tú lo eres... —el hombre completó la frase de la mujer y se rieron juntos, como si aquella fuera una actitud antigua de Marcus. Me quedé en silencio sorprendida por lo mal que me habían caído esas palabras y me sentí mal en ese preciso instante—. Además... ¿una gordita? ¿A qué estás jugando ahora?
¿Ustedes se pensaban que yo no iba a pasar papelones? Por supuesto que no. Ese es mi segundo nombre.
Cuando dijo aquello, decidí acercarme a decirle que yo era más que una gordita, sin embargo, mi zapato me traicionó y me resbalé, cayendo de culo en el primer escalón. Todo el bar se detuvo a observar a la gorda en el suelo borracha y con un zapato roto. Vi en el rostro de Marcus la sorpresa al instante, pero seguramente comprendiendo que había estado escuchando la conversación. Los otros dos idiotas palidecieron y preferí que murieran antes que mirarlos a la cara.
Un chico me ayudó a ponerme de pie, como pudo, y yo me saqué el zapato que, obviamente, se había roto por mi peso o vaya a saber uno porque. No sabía ya, estaba muy angustiada por todo en general. Marcus se acercó a mí tratando de ayudarme y yo no le permití tal cosa. Me fui como una dramática, descalza y pedí un taxi en el medio de la calle. Así estaba terminando mi cita, así terminaba mi noche.
—¿Qué haces, Lizzie? ¿Por qué estás tan enojada conmigo?
—Estoy enojada porque estoy decepcionada —le dije con lágrimas en los ojos, enfadada por descubrir que Marcus pensaba como todos—. Decepcionada de mi por creer que podías ser perfecto y es obvio que pensabas cosas desagradable como todos los hombres.
—Lizzie... eran cosas que dije antes... no ahora —me quiso explicar, pero yo no lo escuchaba. Simplemente lloraba y me angustiaba. No quería verlo, no quería tenerlo conmigo nunca más. Así de extrema era—. No puedes juzgarme por mi pasado.
No, no podía, pero estar con alguien que decía esas cosas me dolía tanto que me dejaba sin aire. Por eso lo dejé. Por eso me tomé el taxi para irme a mi casa. Por eso dejé a Marcus Scott.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro