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43° Cumpleaños: Ir a un autocine
Mina
Treinta minutos después que hubiésemos dejado The Zipper, estaba tomando mi segunda cerveza y sintiéndome prácticamente eufórica. La combinación del alcohol y la descarga de adrenalina desvaneciéndose por las atracciones de la feria habían puesto una sonrisa en mi rostro que permanecería toda la noche. Además de eso, Jaehyun me acababa de enviar un mensaje diciendo que había traído a los niños a la feria, y no podía esperar a ver sus rostros felices.
—Oye, ¿te importaría si nos encontramos con mi hermano y sus hijos?
—Por supuesto que no. —Chaeyoung sonrió, luego bebió lo que quedaba de su cerveza.
Sonreí e hice lo mismo, lanzando mi vaso de plástico a la basura en nuestra salida de la cervecería al aire libre. Mientras salíamos por la puerta,
Chaeyoung puso su mano en la parte baja de mi espalda.
—Te sigo.
Un estremecimiento viajó desde la punta de sus dedos a mi cuello por el gesto poco familiar. Johnny nunca había hecho eso por mí, guiarme mientras caminábamos. Había sido más de sujetarme la mano y llevarme tras él.
Pero me gustaba esto con Chaeyoung.
Me gustaba que fuera diferente. Me gustaba que fuera delicada. Me gustaba que, en el mar de gente, nos uniese. Y cuando, unos pasos después, la apartó, eché de menos la presión de sus dedos mientras caminábamos entre la multitud del viernes por la noche de vuelta hacia las atracciones.
A diferencia de cuando habíamos llegado a la feria, la visión de las luces brillantes y las atracciones dando vueltas no me dieron nauseas. Un enorme peso había sido levantado ahora que habíamos terminado con esta lista particular de cosas. De ahora en adelante, nunca me sentiría obligada a hacer más que subir a la noria.
—Gracias de nuevo por venir conmigo esta noche. —Si no fuera por la ayuda de Chaeyoung, dudo que hubiera logrado Terminar con esto.
—Claro. —Me dio un codazo—. Gracias por no vomitarme encima.
Me reí justo cuando vi a Jaehyun de pie al otro lado de la entrada del pequeño tren de dinosaurios.
—Ahí están. —Señalé y cambié de dirección.
—Ugh —gruñó, mirando los vagones de dinosaurios.
Apenas fue capaz de entrar en esa atracción. Incluso así, las rodillas casi le llegaban a la barbilla. Pero había soportado las cuatro vueltas lentas, y cuando habíamos atraído a un grupo de
adultos, mirándolo con desconcierto, Chaeyoung simplemente había sonreído y había saludado con la mano, fingiendo que no era gran cosa que una mujer adulta estuviera en un tren de niños.
—¿No te gustó esta? —bromeé—. Creo que fue mi atracción favorita del día.
Chaeyoung resopló.
—Mi parte favorita fue cuando me quedé atascada intentando salir del maldito vagón.
Me reí. Había tenido que ayudarla a salir de la atracción sosteniendo su brazo, así podía equilibrarse mientras liberaba su pie.
—Lo siento, no debería reírme. —Intenté recomponerme, pero no pude dejar de recordar los rostros de los padres que habían estado observando.
Habían aferrado fuertemente a sus hijos mientras observaban a Chaeyoung maldecir al triceratops—. ¿Viste esa madre? Parecía como si estuviera a punto de llamar a la policía.
—Gracias a Dios que no lo hizo. —Nego—. Nunca habría sobrevivido a eso en la estación.
Sonreí hacia ella, expresando un agradecimiento silencioso. Era difícil creer que había tenido una comida tan horrorosa con los padres de Johnny más temprano. Chaeyoung había cambiado mi día por completo trayéndome aquí.
Ella, y hacer esto por Johnny.
Aunque sus padres estaban en contra, hoy había reforzado mi decisión de terminar la lista de cumpleaños. No importaba cuánto se opusieran Debbie y Kyle, la iba a terminar. Hace un año, nada podría haberme ayudado después de un encuentro tan malo con Kyle y Debbie. Habría dejado que arruinara mi día, probablemente toda una semana. Pero haciendo algo divertido, algo por Johnny, había hecho que todo se desvaneciera.
—¡Tía Mina! —chilló Jennie, saludando salvajemente desde su asiento en el
tren de dinosaurios.
—¡Jennie! —Le devolví el saludo mientras llegaba al lado de Jaehyun. Mi hermano me dio un rápido abrazo antes que me inclinara hacia Jungwon en el cochecito—. ¿Cómo está mi Jungwon? —Lo besé en la mejilla.
—Pop, Pop. —Señaló a Jennie—. Chuu.
—Lo veo. ¿No es genial?
Observó a su hermana con una mirada embelesada, probablemente preguntándose qué estaba haciendo ella o deseando ser lo suficientemente
mayor para seguirla.
Sonreí y lo besé de nuevo, luego me levanté mientras Chaeyoung y Jaehyun estaban estrechándose las manos.
—Te conozco —comentó Jaehyun.
Chaeyoung asintió.
—Son Chaeyoung.
—Cierto. —Jaehyun me miró y luego de nuevo a Chaeyoung, soltándole la mano—. Bueno, es agradable verte de nuevo bajo nuevas circunstancias.
—Lo mismo digo. ¿Este es tu hijo?
—Este es Jungwon. —Toqué el cochecito, luego señalé la atracción—. Y esa es Jennie.
—¿La mini Nayeon? —preguntó Chaeyoung.
Sonreí.
—Esa misma.
—¿Qué están haciendo las dos aquí? —Por el ceño fruncido de Jaehyun, no estaba muy seguro de qué pensar de Chaeyoung y de mí, pero se lo explicaría más tarde.
—Bueno, tu hermana pasó la mayor parte de la tarde arrastrándome por cada atracción de la feria. Cada. Una. —Charyoung hizo círculos con el dedo, indicando cada una de las atracciones infantiles que nos rodeaban.
—Cielos. —Jaehyun se rio—. ¿Cómo encajaste siquiera?
Chaeyoung y yo nos miramos la una a la otra, luego estallamos en risas.
—Jaehyub —me agarré un costado—, deberías haberla visto intentar meterse en las abejas voladores. Incluso tuvo que rogarle al tipo que manejaba la máquina que le permitiera intentarlo. Luego tuvieron que equilibrar el viaje conmigo y un grupo de niños en el brazo contrario. Toda esa gente Chaeyoung alrededor, mirando furiosamente a Lauren por ser una molestia. Fue divertidísimo.
Chaeyoung negó ante mi burla.
—Sabía que debería haber sacado una fotografía de tu rostro verde cuando estábamos en The Zipper.
—Lo siento, detective. Perdiste tu oportunidad, porque eso no pasará de
nuevo.
—¿Te subiste a The Zipper? —Jaehyun abrió los ojos de par en par—. Estoy
impresionado.
Chaeyoung se encogió de hombros.
—No puedo llevarme mucho crédito. Ella habría tenido el valor de hacerlo con o sin mí.
No tenía ni idea de cuánto me había apoyado en ella hoy, pero no iba a discutir eso frente a mi hermano.
—Entonces, ¿ahora eres detective? —le preguntó Jaehyun a Chaeyoung.
—Sí. Fui ascendida hace un año. ¿Qué hay de ti? ¿Qué haces?
—Soy el dueño de una compañía de paisajismo aquí en la ciudad. Sobre todo hacemos nuevas construcciones, alguna siega aquí y allá.
—Jaehyun está siendo modesto —informé a Chaeyoung—. Myoui Landscaping es una de las mayores compañías de paisajismo en Gallatin Valley. Y cuando dice nueva construcción, se refiere a que diseña el paisajismo para algunas de las casas más grandes de la zona.
Jaehyun simplemente se encogió de hombros.
—Paga las facturas.
Estaba orgullosa del éxito de Jaehyun, pero había llegado con un precio. En mi opinión, su dedicación a su compañía había llevado a la brecha entre él y Nayeon en primer lugar. Él había llevado a cenar a sus asistentes de diseño en lugar de a su esposa. Se había asegurado que la tierra de todos los demás estaba cortada excepto la suya propia, obligando a Nayeon a hacerlo ella misma. Se había pasado hasta tarde en la noche en su ordenador en lugar de dormir en la cama junto a ella.
Myoui Landscaping había estado por encima de todo lo demás, excepto los niños.
Puede que Jaehyun no gane premios como esposo, pero era un gran padre. Incluso si sus padres estaban divorciados, Jungwon y Jennie tenían dos padres que los amaban incondicionalmente.
—¡Papi! ¡Tía Mina! —chilló Jennie mientras la atracción se detenía. Salto del brontosaurio morado y bajó corriendo la plataforma y a través de la salida—. ¿Me viste? ¿Me viste? —Se lanzó hacia Jaehyun, sonriendo mientras él la alzaba y la lanzaba al aire.
—¡Lo hiciste increíble! ¿Fue divertido?
Ella asintió firmemente.
—¿Puedo subir de nuevo?
—Claro. ¿Quieres volver a montar al tren de dinosaurios o intentar otra cosa? —Jaehyun sonrió hacia Chaeyoung—. La amiga de la tía Mina, Chaeyoung, dijo que las abejas voladoras eran divertidas.
Jennie miró a Chaeyoung, pero lo desestimó completamente, más concentrada en montar en las atracciones que en otro adulto en nuestro grupo.
—Mmm. —Se golpeteó la barbilla, algo en ello era tan asquerosamente adorable que apenas pude soportarlo—. ¡Abejas!
—¡Abejas! —chillamos Jaehyun y yo.
Chaeyoung murmuró: —Abejas.
Me reí y tomé el manillar del cochecito de Jungwon, guiando el camino a la otra atracción. Una hora después, Jennie había estado en cada atracción infantil, yo había pasado algún tiempo de calidad con mi sobrino, y Chaeyoung y Jaehyun habían hecho planes de quedar para tomar una cerveza la semana que viene. Mi hermano estaba encantado con Chaeyoung. Mucho. Y no podía esperar a burlarme de ella por ello más tarde.
—¿Puedo subir a esa, papi? ¿Por favooooor? —Jennie señaló el Tilt-A-
Whirl.
Jaehyun negó.
—Tienes que ser más alta para montar en esa, cariño.
—Pero hay un niño. —Jennie miró fijamente al niño no mucho más alto que ella montando con su padre.
—Lo viste, ¿no es así? —murmuró Jaehyun, y se arrodilló para mirar a su hija—. No puedes subir sola a esa, y yo me compré ningún boleto para mí. Lo siento.
—Jaehyun, tengo un par extra —intervino Chaeyoung—. Puedes quedártelos o puedo llevarla yo.
—¡Sí! —chilló Jennie—. ¿Puedo ir? ¿Puedo ir, papi? ¿Por favooooor?
Jaehyun negó y le dio una palmada a Chaeyoung en el hombro.
—Es toda tuya. Buena suerte.
Chaeyoung se rio mientras Jennie tomaba su mano y la arrastraba hacia la atracción. Ella me sonrió mientras mi sobrina seguía tirando.
—Al menos entro en esta.
—¡Diviértanse! —gritamos Jaehyun y yo a sus espaldas.
Mientras Chaeyoung y Jennie se ponían en la fila para la atracción, Jaehyun se acercó a mi lado.
—Me gusta.
—No. —Fingí sorpresa—. ¿De verdad? No podría decirlo por la forma en que prácticamente estabas montando su pierna.
—Búrlate todo lo que quieras. A ti también te gusta.
Chaeyoung todavía estaba sosteniendo la mano de Jennie, sonriéndole mientras esperaban en la fila.
—Sí. También me gusta. Es una amiga.
—¿Una amiga? Vamos. ¿Qué está sucediendo entre ustedes dos?
Me encogí de hombros.
—Me encontré con ella en esa clase de kárate que fui el mes pasado. Hemos cenado juntas unas cuantas veces, y me está ayudando con algunas cosas de la lista de Johnny.
—Y.
—Y también está investigando el caso del asesinato.
—Y.
—Y... ya está. Nada más. Acabo de decírtelo. Es una amiga.
—Mina—reprendió Jaehyun.
Imité su tono.
—Jaehyun.
—Sé honesta.
El inconveniente de ser extremadamente cercana a mi hermano era que nunca podía esconderle nada.
—¿Honestamente? No lo sé. Solo se que me gusta más que como solo una amiga, ¿Contento?
—Bastante justo. —Jaehyun saludó a Jennie y ella sonrió desde el vagón de Tilt- A-Whirl. Estaba sentada junto a Chaeyoung, aferrando con las manos la barra que cruzaba sus regazos. Y Chaeyoung estaba sonriendo hacia mí. La atracción se puso en marcha y las saludé a ambas con la mano mientras comenzaban a girar.
—A ella también le gustas. Como más que solo una amiga.
Suspiré.
—Lo sé.
No quería darle esperanzas a Chaeyoung. Sabía que tenía sentimientos por mí, justo como yo los tenía por ella. Pero ya que no estaba segura de cómo lidiar con ellos, era más seguro simplemente clasificarla como una amiga.
Jaehyun me rodeó los hombros con el brazo y me abrazó hacia su costado.
—Está bien querer siempre a Johnny.
—Siempre lo haré. —Siempre.
—Pero tal vez también quieras a alguien más.
Hace dos años, lo habría negado rotundamente. Habría asegurado que mi amor por Johnny era único y nunca encontraría lugar en mi corazón para nadie más. Pero ahora, no estaba tan segura. En algún momento, quería más en mi vida. Una familia. Hijos. Amor.
Así que en lugar de decir un no rotundo, susurré:—Tal vez.
Jaehyun me abrazó con más fuerza.
—Algo sobre lo que pensar. Como Johnny era mi mejor amigo en el mundo, siento que estoy cualificado para decir esto. A él también le habría gustado Chaeyoung.
Jaehyun tiene razón. Ella te habría gustado, Johnny. Tanto como a mí.
Permanecimos en silencio mientras observábamos a Jennie y a Chaeyoung en la atracción. Para cuando volvieron, Jennie había reclamado a Chaeyoung como suya,
suplicándole que la llevara a una última atracción. Lo hicieron hasta que todos los boletos habían desaparecido y estábamos caminando por la feria, consiguiendo algo de beber y comprándoles a los niños un último bocadillo.
—Será mejor que nos vayamos —dijo Jaehyun después que las mini donas y las limonadas recién exprimidas hubieran desaparecido.
Jennie todavía estaba corriendo a nuestro alrededor en círculos, corriendo literalmente alrededor de nuestras piernas, pero Jungwon estaba a treinta segundos de quedarse dormido en su cochecito. Y por las ojeras bajo sus ojos, la energía de Jaehyun también estaba desapareciendo rápidamente. Probablemente había permanecido la mayor parte de la noche levantado trabajando.
—¿Quieres algo de ayuda para acostarlos? Podría ir y ayudar con el baño.
El rostro de Jaehyun se iluminó.
—¿No te importaría?
—En absoluto. Puedes pasar algo de tiempo poniéndote al día.
—Lo aceptaré. Estoy atrasado con una entrega.
Eso no era sorprendente. Mientras Nayeon tenía más tiempo entre manos tras el divorcio, Jaehyun estaba luchando por mantenerse al día con el trabajo.
Nunca lo diría en voz alta, pero esta había sido una buena llamada de atención para él. Había tomado por sentado todo lo que había hecho Nayeon para manejar a los niños y ocuparse de la casa. Ahora tenía que hacerlo él mismo, ser la señora mamá tres días a la semana, y Myoui Jaehyun, diseñador de paisajismo y empresario.
Pero todavía era mi hermano, y quería ayudarlo antes que se desmoronara.
—Los acompañaré afuera. —Chaeyoung puso la mano en mi espalda mientras caminábamos por el estacionamiento de gravilla.
Obtuve el mismo cosquilleo que tuve antes cuando me había tocado ahí, gustándome más la segunda vez que la primera.
Cuando alcanzamos el estacionamiento, Jaehyun señaló con la barbilla una gran fila de autos.
—El mío está por aquí.
—Te veo en el R Bar la semana que viene. —Chaeyoung le estrechó la mano.
—No puedo esperar. — Jaehyun sonrió—. Fue agradable verte de nuevo.
—A ti también. —Chaeyoung miró a Jennie y a un Jungwon durmiendo—. Adiós, niños.
Jennie se acercó corriendo y la abrazó por las rodillas.
—¡Adiós, Chaeyoung!
Con una última ronda de despedidas, Chaeyoung y yo nos giramos y atravesamos la gravilla hasta donde habíamos estacionado nuestros vehículos.
—Gracias de nuevo por venir conmigo. Fue divertido.
—De nada.
Alcanzamos mi auto y me detuve junto al maletero.
—Entonces, ¿qué es lo siguiente?
—¿Qué tal una cena?
Dudé. Cuando estábamos pasando tiempo juntas por la lista, tenía una excusa para ver a Chaeyoung. ¿Pero una cena? La forma en que lo había preguntado parecía más como una cita. Pero antes que pudiera pensar en una excusa, Chaeyoung habló primero.
—Solo es una cena, Mina.
Solo una cena. Tenía razón. Estaba haciendo más por una cena de lo que
necesitaba.
—Claro. Cualquier noche de la semana que viene que estés libre, solo házmelo saber. Podemos cenar en el restaurante o en otro lugar.
Sonrió.
—Ningún restaurante puede compararse al tuyo. De hecho, he perdido mucho de mi apetito por algo que no esté servido en un frasco.
Sonreí.
—Entonces te veré la semana que viene.
—Es una cita.
Justo como la última vez que había dicho esas tres palabras, mi corazón saltó.
Y tal vez un día, el tirón de culpabilidad que venía con ello desaparecería.
...
—¡Hola! —saludé a Chaeyoung mientras atravesaba el restaurante.
Habían pasado tres semanas desde la feria, y Chaeyoung se había convertido en mi compañía preferida para cenar. Si no estábamos comiendo juntas en el
restaurante, se encontraba conmigo en casa de Daniel y Jihyo después de las clases de ukelele.
Tres semanas, y solo habían sido unas pocas las veces que habíamos cenado separadas.
La forma en que mi respiración se atoraba cuando sonreía ya no me asustaba. Disfrutaba de las cosquillas que podía conjurar con las caricias más ligeras. Y había comenzado a ansiar la forma en que aceleraba mi corazón con la acalorada mirada de esos ojos verdes.
Era emocionante estar alrededor de Chaeyoung. Una emoción que estaba aprendiendo a disfrutar.
—Llegas temprano. —No era que no estuviera contenta de ver su hermoso rostro, pero eran horas antes de nuestra hora de cenar habitual a las siete. Me puse de puntillas y bese su mejilla. Ella sonrió al instante.
—Cambio de planes.
Mi sonrisa desapareció por el ceño fruncido en su rostro, ¿No quería cenar conmigo?.
—Oh, oh. ¿Está todo bien? —Me tensé, esperando que no fuera a darme malas noticias.
—¿Recuerdas que te dije la semana pasada que encontré un autocine?
Dejé salir un suspiro de alivio porque estuviera aquí por la lista, algo en lo que se había vuelto casi tan dedicada por terminar como yo.
—Sí. ¿No puedes ir el fin de semana que viene? ¿Quieres cambiar el horario?
—Algo así. Vamos a ir ahora.
—¿Ahora? No puedo ir ahora. —Se me necesitaba en el restaurante.
—Es ahora o nunca. Hoy comprobé su horario, solo para asegurarme que todo estaba bien para el fin de semana que viene, y vi en su página web que iban a cerrar antes por el verano. Supongo que tienen alguna clase de emergencia en su familia y no van a proyectar nada hasta el verano que viene.
Esta noche es la última noche.
—¿Qué? ¡No! —El autocine que ella había encontrado era el único en todo el estado, a tres horas de Bozeman, en una pequeña ciudad llamada Lewistown. Si no podíamos lograr ver la película allí, entonces terminar con ese punto de la lista de Johnny iba a ser mucho más difícil.
—Tenemos que irnos —comprobó su reloj—, en diez minutos.
—Mierda. —Alcé las manos al aire—. No puedo irme en diez minutos. Nayeon tiene a los niños esta noche y soy la que va a cerrar.
—¿Qué hay de Helen? —Chaeyoung señaló con la barbilla a la universitaria que Nayeon había contratado a tiempo parcial hacía unas semanas. Helen estaba limpiando una mesa y se sonrojó cuando vio a Chaeyoung mirando en su dirección.
—Nunca ha cerrado sola.
—¿Crees que pueda hacerlo?
Me encogí de hombros.
—Sí. Eso creo. —La había entrenado para cerrar, pero la mayoría de las noches Nayeon o yo estábamos aquí en caso de necesitar ayuda.
—Entonces deja que lo haga ella. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
—Eh, mi restaurante podría arder hasta las cenizas.
Sonrió.
—Ese es un riesgo que vas a tener que tomar si queremos llegar para los avances.
Suspiré, sopesando mis opciones: confiar en mi empleada o defraudar a Johnny.
No era una opción.
—De acuerdo, iremos. Pero necesito unos minutos para explicárselo todo.
Diez minutos después, Helen estaba emocionada por encargarse del
espectáculo esta noche y yo había llamado a la otra trabajadora a tiempo parcial por si acaso. Las dos deberían ser capaces de manejar el turno del viernes por la noche, y solo esperaba que hubiera hecho suficiente comida para alcanzar hasta mañana por la mañana.
Saliendo de la cocina, me colgué el bolso al hombro y me uní a Chaeyoung junto al mostrador. Estaba hablando con un hombre que debió haber entrado mientras yo estaba en la parte de atrás. No queriendo interrumpir, simplemente sonreí, pero el extraño me involucró en su conversación.
—Hola. —Tendió la mano, pero dirigió la mirada a mi pecho, luego mi cintura y piernas—. ¿Cómo conoces a Chaeyoung?
Antes que pudiera contestar, Chaeyoung
intervino: —Esta es Suh Mina, mi novia. Es la dueña de este lugar.
La sonrisa en mi rostro se tambaleó mientras estrechaba la mano del hombre. Él le dijo algo más a Chaeyoung, pero no pude escucharlo. Lo único en mis oídos era la palabra novia en la profunda voz de Chaeyoung.
—Será mejor que nos vayamos. Te veré por ahí. —Chaeyoung asintió al hombre, luego puso la mano en la parte baja de mi espalda, guiándome hacia la puerta—. Imbécil —murmuró entre dientes.
Demasiado sorprendida para hablar, salí directamente por la puerta, mientras esa palabra simplemente seguía resonando.
Novia.
¿Era su novia? No, no podía ser su novia. Era demasiado pronto. Estaba casada. Era una viuda. Las viudas no eran novias. No podía hacerle eso a Johnny.
—Mina. —Chaeyoung abrió la puerta de su camioneta para mí cuando salimos—. Helen se ocupa del restaurante esta noche. No tienes nada por lo que preocuparte.
Pestañeé hacia ella, pero todavía no tenía nada que decir, así que subí a su
camioneta.
Pensó que estaba preocupada por el restaurante. No tenía ni idea de la bomba que acababa de soltar sobre mí. Que con una palabra, había borrado toda la comodidad y facilidad que habíamos encontrado la una en la otra estas últimas semanas.
Que simplemente había traído de vuelta una oleada de agobiante culpa.
Una culpa que me consumía mientras conducíamos tres horas en completo silencio. Para cuando Chaeyoung se detuvo en el estacionamiento, estaba a punto de desmoronarme. Me dolía la cabeza y tenía el estómago revuelto. Estaba a punto de saltar de su camioneta y volver caminando a Bozeman, solo para probar que le era fiel a mi esposo.
Mi cabeza estaba en semejante caos, que apenas noté mientras Chaeyoung pagaba nuestros boletos, estacionaba en un lugar vacío y colgaba una radio por la ventana. Lo que noté fue su mano cruzando la cabina y cuidadosamente apartándome los dedos de los vaqueros.
—Mina, mírame.
Giré el cuello y encontré sus dulces ojos verdes esperando. Estaban llenos de entendimiento. De compasión. Simplemente me hicieron querer llorar más.
—Ese tipo en el restaurante es un imbécil. Fui a la universidad con él, y lo último que quería era que te coqueteara o que comenzara a ir al restaurante de forma regular porque cree que estás libre.
—De acuerdo. —Me relajé un poco, contenta que en algún momento de las últimas tres horas, Chaeyoung hubiera adivinado por qué me había cerrado.
—Algún día, me gustaría llamarte mi novia y hacer que no entres en un coma, pero sé que todavía no estás ahí, así que respira.
Obedecí, sosteniendo su mirada mientras dejaba salir un poco de la tensión.
—Sé que esto, yo, te asusta demasiado. Sé que has estado ahí sentada durante tres horas preocupándote hasta ponerte enferma. Pero, Mina —me apretó la mano—, esto solo es una película.
Sentí que me empezaba a arder la garganta y comenzaban a picarme los ojos.
—No lo es. —Mis sentimientos por Chaeyoung habían hecho de esto algo más que una simple película.
—Lo es. Esta noche, es solo una película. —Entrelazó los dedos con los míos y se giró hacia la pantalla. Observé su perfil mientras la radio llenaba la cabina de sonido. Solo una película.
¿Qué sucedía después de la película? ¿Qué sucedía cuando no fuera solo un almuerzo, una cena o una película? ¿Qué sucedía cuando ella quisiera más? ¿Estaría preparada?
Aparté los ojos del hermoso rostro de Chaeyoung y me giré hacia la pantalla,
bloqueando las preguntas no pronunciadas.
Esta noche, es solo una película.
Excepto que nunca intenté apartar mi mano de Chaeyoung.
Y ella nunca me soltó.
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