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38° Cumpleaños: Subir a todas las atracciones de la feria
Chaeyoung
—¿Alguna pregunta?
Matt cerró el archivo del comando especial que acababa de poner en su escritorio.
—No. Está bastante claro. Voy a trabajar en esto ahora mismo.
—Gracias. Realmente aprecio que estés dándole importancia.
Sonrió.
—Me alegro de ser parte del comando especial.
Le di una palmada en el hombro antes de volver a mi escritorio. Recluté a Jackson para que se uniera a mi comando antidroga después de quitarle a Simmons el caso del asesinato de Suh Johnny.
Tal como lo había sospechado, el trabajo que Simmons había hecho para
investigar el asesinato en la tienda de licores había sido una mierda. Las
declaraciones de los testigos eran insignificantes, las fotografías de la escena del crimen carecían de detalles, y el video de las cámaras de seguridad de la zona había sido revisado por un novato que ya no estaba en la fuerza. Sorpresa, maldita sorpresa, no habían encontrado una pista para localizar al asesino de Johnny.
Cinco años más tarde, no había nada que pudiera hacer sobre las declaraciones de los testigos y las fotografías, por lo que mi plan era utilizar el video con la esperanza de tropezar con una pista. Tal vez, si tuviera suerte, encontraría algo que Simmons había pasado por alto.
Mi teléfono en el escritorio sonó, haciendo eco en el tranquilo lugar. No me sorprendió cuando el Jefe de Policía apareció en el identificador de llamadas, nadie me llamaba a mi teléfono de escritorio, excepto papá.
—Son —le contesté, por si acaso era el asistente de papá.
—¿Tienes unos minutos para hablar? —preguntó papá.
Revisé mi reloj.
—Sí, pero tengo que salir en unos quince minutos.
Iba a salir temprano hoy para poder encontrarme con Mina en el restaurante a las dos, luego iríamos a la feria. Eso nos daría algunas horas para subir a las atracciones antes que la multitud del viernes por la noche aumentara y las filas se alargaran.
—No debería ser un problema. Sube un momento.
Colgué el teléfono, saqué las llaves y la billetera de mi camioneta del cajón de mi escritorio.
—¿Convocada por el hombre de arriba? —bromeó Jackson.
—La historia de mi vida. —Sonreí—. Te veo el lunes. Que tengas un buen fin de semana.
—Igualmente.
Me despedí de Jackson y de algunos otros chicos antes de subir las escaleras de dos en dos hasta el cuarto piso. Cuando llegué ahí, esquivé a un par de personas que pasaban. Incluso un viernes por la tarde, la oficina de papá estaba ocupada. No tenía idea de cómo terminaba alguna maldita cosa con la gente que siempre entraba y salía de las reuniones.
Reuniones.
La idea de pasar cinco días a la semana en reuniones consecutivas me ponía los pelos de punta. Me sofocaría con el traje, justo como Mina había adivinado. Habían pasado casi dos semanas desde nuestro paseo por el parque y había estado ansiosa por el día de hoy desde entonces. Las dos habíamos estado ocupadas con el trabajo y solo la había visto una vez en las últimas dos semanas cuando me detuve en el restaurante para almorzar con Jackson y algunos otros compañeros del departamento. La saludé y le presenté a los muchachos, pero ella había estado ocupada así que no me quedé mucho tiempo.
Pero hoy solo éramos nosotras dos y no había forma que llegara tarde. Revisé mi reloj otra vez mientras caminaba por el pasillo hacia la oficina del fondo. Papá siempre me pedía hablar por unos minutos, pero luego estaría aquí por una hora. Eso no estaba sucediendo en mi día con Mina. Papá tenía trece minutos y ni un segundo más.
Cuando llegué a rincón, asentí hacia su asistente, pero no se detuvo a saludarme, de todos modos estaba hablando por sus auriculares. En todos los años que ella había trabajado para papá, probablemente solo le había dichoveinte palabras a la mujer, así que simplemente crucé la puerta abierta de papá.
—Hola.
Se incorporó de la mini nevera, sosteniendo una botella de agua.
—Hola. ¿Quieres una?
—No. Estoy bien. ¿Qué pasa?
Se sentó en su silla de escritorio.
—Toma asiento.
Mierda. Esto tomaría más de trece, ahora doce, minutos.
—No puedo quedarme mucho tiempo. En serio, papá. Tengo que irme rápido.
Asintió mientras tragaba un sorbo de agua.
—Esto no llevará mucho tiempo. Solo quiero que me informes sobre el asesinato de Suh-Hastings.
Fruncí el ceño. Esta era una de las condiciones de papá para tirar de los hilos con mi jefe y transferirme el caso de Simmons el mes pasado. Papá quería estar "completamente informado". Estaba aprendiendo que mantenerlo completamente informado se sentía casi como ser micro administrado. Pero como no iba a dejar esta oficina hasta que tuviera su informe, me senté en el borde de su silla de madera para invitados y apoyé los codos sobre mis rodillas.
—No hay cambios en mi teoría desde el último informe. Sigo pensando que el asesino se escondió en el complejo comercial en algún lugar y luego se escapó horas después.
La tienda de licores donde Suh Johnny y la cajera, Kennedy Hastings, habían sido asesinados formaba parte de un complejo de tiendas. O el asesino se había metido en una de las tiendas más pequeñas junto a la de licores o había llegado a la tienda de víveres a través de un muelle de carga. A pesar de eso, ninguno de los testigos o las cámaras lo había visto después de realizar los disparos, lo que significaba que probablemente se había estado escondiendo en un área para empleados no monitoreada en video.
—Todo esto me molesta —dijo papá después de otro trago de agua—. Tuvimos agentes en la escena unos minutos después que se realizaron los disparos. ¿Cómo no nos dimos cuenta?
Me encogí de hombros.
—No tengo idea, pero de alguna manera se escapó. Supongo que se ocultó durante un par de horas y mantuvo un perfil bajo. Luego salió como si nada del complejo, como si fuera otro cliente. Probablemente pasó junto a la escena del crimen y se metió directamente en un auto.
Bastardo escurridizo. La cámara de la tienda había grabado al sospechoso asesinando a la cajera y a Johnny, y luego nada, según el expediente del caso de Simmons.
Hacer que un novato revisara las transmisiones de video fue probablemente el mayor error de Simmons en el caso. Suponía que el novato solo revisó la hora directamente después de los asesinatos, no horas después.
—Entonces, ¿en qué vas revisando las cintas? —preguntó papá.
—He visto todo lo que teníamos como evidencia, pero no es mucho.
Todavía estoy esperando saber de la tienda de víveres y de algunas de las otras tiendas del complejo para ver si se han guardado grabaciones extendidas en algún lugar. Crucemos los dedos para encontrar algo más. Y he pedido todo el metraje de las cámaras de los semáforos de toda esa área también. Se está sacando de los archivos. Deberían tenerlo a principios de la próxima semana.
—Espero que aparezca en una cámara.
Asentí.
―Yo también, pero si no, recurriré al Plan B.
El plan B era mi Ave María.
El complejo de tiendas estaba al lado de una de las calles más concurridas de Bozeman. Si no atrapamos al asesino en cámara saliendo del complejo, entonces el Plan B era catalogar todos los autos que pasaron por los semáforos de la zona durante un tramo de cinco horas después del asesinato. A partir de ahí, comenzaría a comparar los auto con los que se vieran en las imágenes de las distintas cámaras de seguridad de las tiendas. Tenía la esperanza de poder compilar una pequeña lista de autos que habían estado en el complejo y luego revisar las placas desde las cámaras de semáforo. Con las placas, podría sacar registros de vehículos y tal vez encontrar a alguien que coincida con la descripción del asesino. El Plan B era más complicado, era un trabajo realmente jodido que me iba a llevar bastante tiempo.
—El plan B es mucho trabajo, Chaeyoung. —Cuando le hablé de ello hace una semana, se había encogido por la cantidad de horas que había estimado que tomaría el Plan B.
—Esperemos que no llegue a eso, pero si no vemos al tipo en la cámara, es el único ángulo que tengo.
Papá suspiró.
—Esto es mi culpa. Debería haber hecho más para seguir la investigación de Simmons. Nunca debí dejar esto sin resolver por tanto tiempo.
—Bueno, no fuiste solo tú. Todos nos ocupamos y esto fue olvidado. Por todos nosotros. —Todos menos Mina.
—Cuando me preguntaste por este caso hace un par de semanas, dije que podías tenerlo, pero que era en tu propio tiempo y no recibías ninguna ayuda.
Papá y mi jefe no querían que el impulso que teníamos con el comando antidroga recibiera un golpe porque estaba envuelto en este caso estancado de asesinato que tenía una pequeña posibilidad de resolverse.
Respetaba lo que decían, pero eso no hacía que encontrar tiempo extra fuera más fácil. Ya estaba dedicando largas horas al comando especial. Añade a eso tiempo para pasar con Mina y ayudarla en esta lista, y estaría quedándome sin combustible en el futuro previsible.
—Sí. Lo recuerdo. Pero encontraré la manera de incluirlo.
—Estoy cambiando de opinión.
Parpadeé sorprendida.
—¿Qué quieres decir?
—Todavía vas a tener que incluirlo entre el trabajo del comando, pero le estoy pidiendo otro favor a tu jefe y le pediré a Jackson Wang que colabore también. Tal vez entre ustedes dos, el caso de asesinato puede tener más avances.
Me senté en mi silla, aturdida.
—¿En serio?
—En serio.―Tomó otro trago de su agua.
—¿Por qué? ¿Qué te hizo cambiar de parecer?
—Estoy enojado porque este caso no se manejó correctamente, y además de eso, tu madre está encantada con Mina.
Ya somos dos.
Papá se aflojó la corbata.
―Ella es todo lo que he oído desde que vino a cenar. Dios, hemos comido en su restaurante cuatro veces en los últimos diez días.
Sonreí.
―Suena como mamá.
―Y no es la única encantada. No pienses que no noté la forma en que la mirabas durante la cena y tu madre tambien lo noto, por lo que esta aún más encantada con la idea de que pronto será su nuera.
Maldita sea. Cuando le pedí a papá que transfiriera el caso, no había revelado exactamente lo que sentía por Mina. Con suerte, si fuera sincera con él ahora, no me quitaría el caso.
—No voy a mentir y decir que este caso no es personal o decir que no tengo sentimientos por ella.
—Y no voy a mentir y decir que mis sentimientos hacia ti no son la razón por la que tienes este caso en primer lugar. Lo que diré es que debes ser inteligente. Te estoy dando a Wang para ponerse al frente.
Joder no. Este era mi caso.
—Papá...
—Piénsalo, Chaeyoung. —Levantó una mano para interrumpirme—. ¿Quieres una relación con esta mujer?
Cerré mi boca
—Entonces esto tiene que hacerse según las reglas. No digo que vayas a joder la investigación, pero colócate en los zapatos de un abogado. Digamos que realmente encuentras al asesino. ¿Cómo se va a ver para un abogado defensor cuando el nombre de la novia de la viuda está en todo el informe policial? No le des al asesino más oportunidades de las que ya ha tenido.
Suspiré y me apoyé en la silla. Papá tenía razón. Si realmente encontramos al asesino, quería que el hijo de puta pagara, y para que eso suceda, la investigación en sí no podría ser cuestionada.
—Bueno. Pero, ¿puedo seguir participando?
—Participa —asintió papá—, pero hazlo tras bambalinas. Haz el trabajo sucio. Dedica tu tiempo a mirar secuencias de video, pero deja que Jackson ejecute cualquier interrogatorio. Deja que sea el rostro de la investigación.
—Entendido.
—Y no te preocupes. Incluso si no eres la líder, este caso podría ser importante para tu carrera.
—No es por eso que estoy haciendo esto.
—Lo sé. —Levantó las manos—. Solo digo. Podría ser ese caso que te garantice que obtengas mi trabajo cuando me retire.
Negué.
—Eso no... no tenemos tiempo para hablar de eso hoy.
—Tienes razón. Hablemos de eso más tarde. —Sus ojos miraron el reloj en la pared detrás de mi espalda—. Ya pasaron quince minutos. Te puedes retirar.
Me levanté de la silla.
—Gracias, papá.
—Salúdame a Mina.
—Lo haré. —Papá había sido tremendo policía en sus días, lo suficientemente inteligente como para saber a dónde me estaba yendo esta tarde sin necesidad que se lo dijera.
Pero incluso los buenos policías tenían puntos ciegos, y mi carrera era la suya. No importa cuántas veces le dijera, simplemente no podía ver por qué nunca me iba a gustar su trabajo.
Algún día, tendría que hacerlo ver. Y esperaba que no estuviera decepcionado de su hija.
...
—Hola, Nayeon. ¿Mina está atrás?
—Sí. — Nayeon me indicó que me acercara hacia la caja registradora mientras se inclinaba sobre el mostrador—. Escucha, tuvo una mañana difícil. Sé que ustedes estaban planeando ir a la feria esta tarde, pero creo que no está preparada.
¿Una mañana difícil? Mi ritmo cardíaco saltó una muesca.
—¿Qué pasó?
—Dejaré que ella te diga. —Asintió hacia la puerta de la cocina—. Está en la oficina, solo ve atrás.
No perdí el tiempo empujando la puerta oscilante y caminando directamente a la oficina, donde encontré a Mina con la cabeza entre las manos sobre el escritorio.
—Hola.
Sus ojos rojos e hinchados se dispararon hacia los míos.
—Hola.
¿Le temblaba la barbilla? Iba a romper mi maldito corazón. No quería verla llorar nuevamente.
—¿Qué pasó? —Caminé hacia el escritorio, apartando una pila de papeles para poder sentarme en el borde. Puse mis palmas en mis muslos, presionándolos, luchando contra el impulso de atraer a Mina a mis brazos.
Mina se secó los ojos y resopló.
—Almorcé hoy con los padres de Johnny y con Jimmy, el abuelo de Johnny. Tuvimos una gran pelea. Les pregunté si podría tener la camioneta vieja de Johnny, ya que técnicamente es mía, pero la han tenido en su rancho todos estos años. Me preguntaron por qué quería la camioneta, lo que me llevó a decirles que quería arreglarla, lo que los llevó a preguntarme por qué nuevamente y finalmente admití que estaba completando la lista de cumpleaños de Johnny.
—No salió bien, ¿eh?
Resopló.
—De ningún modo. Debbie, su madre, comenzó a llorar. Kyle me informó que no me correspondía hacer la lista de su hijo y que estaba cruzando la línea.
Imbéciles. No conocía personalmente a los padres de Johnny, pero tratar así a Mina decía mucho. Pero llamarlos imbéciles probablemente no ayudaría.
—Lo siento.
—Está bien. —Se encogió de hombros—. Esperaba que estuvieran molestos por eso, pero creo que esperaba que en el fondo entendieran por qué quería completar su lista. Todos solíamos ser cercanos una vez. Ahora... las cosas son diferentes. Me culpan por la muerte de Johnny.
—¿Qué demonios? —¿Los padres de Johnny culpaban a Mina por su muerte? Eso era una mierda—. No eres responsable de su muerte. —Esa responsabilidad le pertenecía al imbécil enfermizo al que cada vez me dedicaba más y más a cazar.
Mina miró su regazo.
—No, tienen razón. En parte tengo la culpa. Fui yo quien le pidió a Johnny que fuera a la tienda de licores en primer lugar. Realmente no quería ir, pero lo hizo por mí.
¿Pensaba seriamente que esto era su culpa?
—Tú no tienes la culpa.
Un par de lágrimas comenzaron a caer otra vez, y se apresuró a secarlas.
—Sí, la tengo. Estaría vivo si no le hubiera pedido que fuera a esa tienda.
—No. —Me incliné más cerca—. No tienes la culpa. ¿El tipo que apretó el gatillo? Él tiene la culpa de la muerte de Johnny. No tú.
Asintió, pero no levantó la vista.
—Mina, mírame. —Incliné hacia arriba su barbilla con mi dedo—. Hay cosas en el mundo fuera de nuestro control. Las acciones de otras personas principalmente. Nada de lo que hiciste causó la muerte de Johnny.
—Lo sé —susurró—. Lógicamente, sé que tienes razón. Pero todavía siento que todo esto es culpa mía. —Sus hombros comenzaron a temblar cuando se rompió en lágrimas, bajando por su hermoso rostro.
Al diablo. La agarré de los brazos y la levanté de la silla hacia mi regazo. Luego la abracé, susurrando contra su cabello mientras lloraba sobre mi camiseta negra.
Ni una vez intentó empujarme lejos. En cambio, se derrumbó contra mi pecho, sus manos empuñaban el algodón a mis costados mientras soltaba todo. Cuando se aferró con más fuerza, la agarré con más fuerza. Cada una de sus lágrimas envió una lanza a través de mi corazón.
Luego de unos minutos sus brazos envolvieron mi cuello y cara se enterro en mi cuello un poco más calmada. Mis manos no dejaron de acariciar su espalda de arriba hacia abajo.
¿Había estado viviendo con esta culpa durante cinco años? No es de extrañar que hubiera sido tan diligente en visitar a Simmons. Estaba buscando algunas respuestas, un lugar para echar la culpa y poder quitársela de encima.
Mi pobre Mina. Iba a hacer lo que fuera por sacarla de toda esta mierda.
Mina lloró con fuerza un rato más, pero no duró mucho. Se recuperó, resoplando y respirando profundamente antes de retroceder y levantarse de mi regazo.
—Lo siento. —Secó las manchas húmedas de mi camisa.
—No lo lamentes. —Atrapé su mano debajo de la mía hasta que me miró a los ojos—. No te disculpes por las lágrimas, ¿de acuerdo?
Asintió y solté su mano para que pudiera secarse el rostro. Luego dio otro paso atrás, enderezándose. Maldita sea. Incluso con el rostro hinchado, era hermosa. Dejaba que su gracia, su increíble fuerza, brillara a través de su triste sonrisa.
Mis brazos ya se sentían vacíos con ella de pie a un metro de distancia. Tener su pequeño cuerpo en mis brazos se sintio la gloria.
Cuando bajó los hombros, tuve un breve destello de esperanza de que me necesitaría otra vez, pero en cambio se sentó en la silla de su escritorio.
—Estoy bien. —Asintió—. Estoy bien.
Lo estaba. Estaría bien. De alguna manera, encontraría una forma de que estuviera bien. No podría recuperar a su marido, pero podría rastrear a su asesino. Podría ser el hombro en el que llorara. Y, tal vez, podría ser la mujer a su lado cuando comenzara una nueva vida.
—Sabes que la peor parte del almuerzo fue Jimmy. —Bajó la cabeza—. Debería haberle dicho antes. Lo veo una vez a la semana y nunca le he dicho que estaba haciendo la lista de Johnny. Se veía tan herido en el almuerzo. Debería haberle dicho.
—Dale algo de tiempo y estoy segura que entrará en razón. Todos lo harán. —Estaba hablando sin saber aquí; nunca había conocido a esta gente, pero estaba buscando algo para hacerla sentir mejor.
—Voy a fingir que sabes de lo que estás hablando y solo te creeré.
Me reí.
—Buen plan.
—Hablando de planes. Será mejor que vayamos a la feria si vamos a subir a todas las atracciones hoy.
—No tenemos que ir. Si prefieres hacerlo más tarde, entonces podemos esperar.
Negó.
—No, quiero ir. Será una distracción divertida.
—Está bien. —Tendí una mano para ayudarla a ponerse de pie—. Vámonos.
...
Cuatro horas después, estaba abrochando mi cinturón de seguridad cuando un trabajador del carnaval nos encerró en una jaula. Una jaula que una vez había sido de un blanco limpio, pero ahora se veía con óxido.
—Odio el jodido The Zipper —murmuré—. ¿Estás segura acerca de esto?
Mina se veía verde.
—Estoy segura.
Mentirosa. No había ni una pizca de confianza en su voz.
—Tal vez deberíamos tomar un descanso. Regresar y hacer esto en una hora más o menos. —Habíamos dejado The Zipper para el final porque era la atracción que más la había asustado.
—No. —Aseguró su propio cinturón de seguridad con manos temblorosas—. Esta es la última atracción y luego terminamos. Solo tenemos que superar esto, y hemos terminado.
—Está bien. —Extendí la mano y agarré la manija del costado de la cabina.
Mi mano se sentía pegajosa porque estaba sudando hasta las bolas. Hacía un calor infernal, probablemente más de treinta y dos grados, y no había nada de brisa. Estar atrapado en esta cabina de metal caliente no estaba ayudando.
Necesitaba agua. Mejor aún, una jodida cerveza. No había subido a tantas atracciones desde que era una niña, y aun así, mamá y papá habían limitado mis boletos. Pero hoy no había límite. Había gastado casi doscientos dólares en boletos porque me había negado a que Mina pagara.
Estas jodidas ferias estaban facturando en grande. Bastardos. Incluso los juegos para niños habían costado cinco dólares. Uno pensaría que podrían permitirse un poco de pintura en aerosol para arreglar estas cosas.
—Disfruten el viaje. —Con nuestra cabina bloqueada, el trabajador golpeó
el costado y luego regresó al panel de control.
—Oh, Dios mío —gimió Mina cuando la cabina se balanceó hacia atrás, su rostro iba de verde a blanco, haciendo coincidir sus nudillos en la barra sobre
nuestras rodillas.
—¿Dime otra vez por qué estamos haciendo esto? —Esperaba que una distracción le ayudara mientras terminaban de subir las personas. Y luego tendríamos que aguantar durante el viaje de dos minutos.
— Johnny nunca tuvo la oportunidad de subir a muchas atracciones en las ferias. Siempre estaba ocupado con la vida de campo, pero amaba cosas como esta. Incluso me suplicó que fuéramos a Disneylandia para nuestra luna de miel.
Tragué saliva, no queriendo imaginarme a Mina en una luna de miel. Un cosquilleo molesto se arrastró hasta mi cuello. Había estado apartando las imágenes de Mina y su esposo, metiéndolas en una caja que no tenía planes de abrir jamás, pero la maldita tapa seguía abriéndose.
No ayudaba cuando había recordatorios en todas partes, como los anillos de boda que siempre brillaban en su dedo.
La peor parte era que, le pedía que me hablara de él. Y no era que no quisiera saber. Sí quería. Quería saber todo sobre Mina. Simplemente no sabía cómo escucharla hablar sobre Johnny, ver cómo se suavizaba su rostro, me hacía sentir. Celosa. Como una imbécil, estaba celosa.
La cabina se sacudió nuevamente y Mina se quedó sin aliento, devolviendo mis pensamientos a la atracción. Mi mano libre se extendió y tomó una de las suyas de la barra. Entrelazó sus dedos con los míos y los apretó.
—Sigue distrayéndome.
Sonreí, sorprendida de nuevo por lo bien que esta mujer me había descifrado.
—¿Subías a atracciones cuando eras niña?
—No. Esto siempre fue más de Jaehyun.
No recordaba mucho de Jaehyun, aparte de su cabello, que era del mismo color que el de Mina, y cómo había apoyado a su hermana cinco años atrás. Después que le envió un mensaje de texto, él había ido a su casa y se había hecho cargo, haciendo las llamadas telefónicas difíciles para que no tuviera que dar la noticia del asesinato de Johnny.
—¿Cómo está él? —le pregunté.
—Está bien. —La cabina se sacudió y Mina agarró mi mano con tanta fuerza que me tronaron los nudillos—. Él y Nayeon están luchando para adaptarse a su divorcio.
Traté de ajustar mi mano y restaurar un poco de flujo de sangre, pero no me lo permitió así que solo la dejé apretar.
—No me di cuenta que habían estado casados.
—Sí. Se divorciaron no hace mucho tiempo.
Debajo de nosotras, el trabajador del carnaval gritó algo que no pude entender y la cabina comenzó a oscilar.
—Ultima atracción, ultima atracción, ultima atracción —dijo Mina.
—Sólo cierra los ojos. Dos minutos, y todo habrá terminado.
Asintió y cerró los ojos.
Luego montamos The Zipper.
Mientras Mina mantuvo los ojos cerrados todo el tiempo, mantuve los míos abiertos y en nuestras manos unidas. Cuando el paseo terminó y nuestra cabina dejó de temblar, me había aprendido de memoria la sensación de sus delicados dedos enlazados con los míos.
—Mina. —Sus ojos todavía estaban cerrados mientras nuestra cabina se detenía para descargar primero—. Mina, necesito mi mano para que podamos salir.
Sus ojos se abrieron y todo su cuerpo se relajó.
—Lo hicimos —susurró.
—Lo hiciste.
—No. Lo hicimos. —Sus ojos miraron a los míos mientras sonreía—. No hubiera hecho esto sin ti, Chaeyoung.
Me incliné más cerca, ya no tenía prisa para salir de esta caliente jaula. No con sus ojos y su mano sosteniendo la mía.
—Estoy encantada de...
—Oigan —espetó el operador de la atracción—. ¿Ustedes van a salir?
Maldita sea.
—Lo siento. —Mina liberó su mano y se apresuró a desabrocharse el cinturón de seguridad.
También me desabroché el mío, saliendo a la plataforma. Mi camisa se estaba pegando a mi espalda y me aferré a la barandilla mientras seguía a Mina por las escaleras hacia abajo.
—No importa qué nuevas atracciones tengan, The Zipper siempre me llamaba como ninguna otra.
Se rio y levantó la mirada hacia el paseo.
—¡Tú y yo hemos terminado, The Zipper! Tú ganas.
Cuando su sonrisa volvió a mí, mi corazón saltó en un ritmo extraño, casi como si se saltara un latido. Nunca antes había sentido algo así.
—Podría tomarme una cerveza. ¿Qué dices, detective? ¿Puedo comprarte una fría?
Mi mujer perfecta.
—Seguro.
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