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29° Cumpleaños: Hacer paracaidismo

Mina

—Me encanta el nombre de tu restaurante. —La cliente me entregó su tarjeta de crédito.

Sonreí mientras la deslizaba.

—Gracias.

—Excepto que lo deletreó mal —se quejó Hottari al otro lado de la caja registradora.

Había estado plantado en "su taburete" toda la tarde y noche, ofreciendo comentarios a quienes venían a pagar sus cuentas. Había estado hablando y comiendo. Randall había llegado justo antes de la hora del almuerzo y desde entonces había comido dos quiches, una ensalada de espinacas, un pastel de pollo, tres tartas de manzana y dos pasteles de durazno.

—Suh —murmuró—. S-u-h. Así es como deletreas Suh jar.

Mi cliente lo miró, a punto de venir a socorrerme, pero solo me reí.

—Ignórelo —dije mientras le devolvía su tarjeta—. Está malhumorado porque lo corté después de cinco postres.

Randall frunció el ceño.

—Un hombre maduro ni siquiera puede disfrutar de postres en estos días sin un sermón.

—Me lo agradecerás más tarde cuando no estés en un coma diabético. — Le disparé mi mirada de aguántate y me giré hacia mi cliente con una sonrisa—. ¡Gracias por venir! Espero que disfrutara todo.

—Oh, sí, fue maravilloso. Tienes un menú fantástico Y muy creativo. — Miró a Randall—. Especialmente el nombre. Definitivamente regresaré.

—¡Gracias de nuevo! —Me despedí con la mano mientras ella se daba vuelta para irse.

Cuando la puerta se cerró detrás de ella, examiné las mesas vacías en el restaurante. Por primera vez desde las siete de la mañana, todas estaban vacías.

—Vaya. —Nayeon se unió a mí en la caja registradora con un trapo mojado en las manos—. Eso fue una locura. Supuse que estaríamos ocupados, pero nunca tan ocupados. Se nos agotó todo, excepto un pastel de pollo y tres ensaladas.

—Es algo bueno que ya casi cerramos —eché un vistazo al reloj—, veintisiete minutos.

No es que me iría a casa. Estaría en la cocina toda la noche preparando platos para el desayuno de mañana y reponiendo el refrigerador de postres.
El sol de la tarde de verano estaba empezando a ponerse, y el apogeo de la cena finalmente había disminuido. Siendo casi las ocho, la hora de cierre de mi pequeño café estaba a la vuelta de la esquina, y por mucho que no quisiera alejar a los clientes, esperaba que mis mesas ahora vacías permanecieran así. No quería tener que explicar, una vez más, por qué tenía tan pocas opciones para ofrecer en el menú.

—Necesito ajustar los planes de inventario para esta semana. Me sentí tonta diciéndole a la gente que apenas nos quedaba nada.

—No te preocupes por eso. —Nayeon me dio una palmadita en la mano—. La gente entendió. Puedes hacer algunos ajustes y todo estará bien.

—El tráfico probablemente disminuirá una vez que ya no seamos una novedad, pero hasta entonces, deberíamos planificar para más.

Asintió.

—Estoy de acuerdo. Ya actualicé el presupuesto y las proyecciones de ventas.

—Asegúrate de agregar algunas tartas extra a tu cuenta para mí. —Randall se puso su gorra—. No quiero que se agoten mientras estoy aquí.

Nayeon puso los ojos en blanco, pero yo solo sonreí.

—Está bien, Randall. Me aseguraré de reservarte algunos postres.

Se bajó de su taburete y agarró su bastón.

—Nos vemos mañana, chicas. —Me miró fijamente—. No te quedes hasta
demasiado tarde.

Puse una mano en mi corazón.

—Lo prometo.

Nayeon y yo esperamos a que se fuera antes de estallar en carcajadas. Ayer,
pensaba que mis posibilidades de volver a ver a Randall Jhon eran prácticamente inexistentes. Ahora, estaba pensando que sería mi cliente más frecuente.

—Hoy fue un buen día. —Nayeon agarró su trapo y comenzó a limpiar el mostrador.

—Un día muy bueno. —Con la excepción de quedarme casi sin comida, no podía imaginarme que la inauguración hubiera ido mejor. Los clientes habían estado felices. Los frascos estaban limpios. Y había encontrado mi ritmo rápidamente, equilibrando el trabajo en la cocina y manejando el mostrador con Nayeon. Y aunque era un poco malhumorado, Randall había sido una presencia bienvenida y reconfortante hoy. Cada vez que me ponía nerviosa o comenzaba a estresarme, había encontrado sus ojos esperándome con un pequeño asentimiento. Su aliento silencioso me había salvado. Nayeon terminó de limpiar el mostrador y comenzó a encargarse de las mesas.

—Me alegra que pronto traigamos un ayudante de medio tiempo. No creo que pueda soportar estar desde las seis de la mañana hasta después de las ocho de la noche de forma regular. Estoy muerta.

—Yo también. —Excepto que había estado aquí desde las cuatro y probablemente me quedaría hasta pasada la medianoche.

Mientras Nayeon limpiaba, tomé una cubeta de cubiertos y servilletas de papel negro en una mesa y me derrumbé en el asiento. Cerré los ojos, me relajé durante unos segundos antes de volver al trabajo, enrollando los cubiertos en las servilletas y terminando con un anillo de papel blanco. Nayeon terminó con las mesas y vino a sentarse, ayudándome con los cubiertos.

—Me voy a casa, tomaré un largo baño caliente y luego iré directamente a la cama. Por una vez, me alegro que Jaehyun tenga a los niños en su casa para que pueda dormir.

Jaehyun había llegado antes con Jennie y Jungwon para cenar. Cuando Nayeon se unió a ellos, tuve una momentánea oleada de esperanza de que los cuatro pudieran disfrutar de una agradable comida familiar, pero luego Jaehyun lo echó a perder. Había girado la silla hacia un lado, lejos de Nayeon, con un espacio de un metro entre ellos para no tener que mirarla a los ojos. Él literalmente le había dado la espalda.

—¿Hablaron Jae y tú durante la cena? —pregunté.

Nayeon negó.

—No. No me habla. Lo he intentado durante meses, pero... ya sabes. Nunca me perdonará.

Le di una sonrisa triste. Había perdido la esperanza, pero yo no. No cuando aún había amor allí. Porque Jaehyun y Nayeon se amaban mutuamente. Cualquiera que pasara treinta segundos con ellos podría sentirlo. Pero su matrimonio no era fácil. Hace un año, los dos habían estado pasando por un mal momento. Jaehyun había estado trabajando muchísimo y no había pasado mucho tiempo en casa. Cuando estaba allí, se desquitaba el estrés del trabajo con Nayeon. Habían estado peleando tanto, que Jaehyun se había mudado. Habían acordado una separación y terapia, pero Jaehyun nunca había encontrado el tiempo para reunirse con su consejero. Entonces Nayeon había cometido un error. Había estado sola y segura que su matrimonio había terminado. Fue a una fiesta de despedida de soltera, se emborrachó y tuvo relaciones sexuales con un tipo al azar del bar. Había metido la pata, en grande, pero para su crédito, había asumido su error. Le había dicho la verdad a Jaehyun y le había pedido perdón. Él en cambio, le dijo que buscara un abogado.

Me costaba creer que mi amiga pudiera hacerle eso a mi hermano. Estaba enojada y dije algunas cosas que no había querido decir, pero luego me disculpé y la perdoné. Las cosas habían sido tan difíciles para ella cuando Jaehyun se mudó. Había estado devastada. Así que asumí mi papel de intermediaria, apoyando a Nayeon como mi mejor amiga y a Jaehyun como mi único hermano. Mientras tanto, ambos eran
miserables. Jaehyun estaba castigando a Nayeon por un error. Nayeon todavía se estaba castigando por perder al amor de su vida.

—Lo lamento, Nayeon.

Se encogió de hombros.

—Es mi culpa. Si estuviera en su lugar, si me hubiera sido infiel, estaría arruinada.

Infiel. ¿Por qué siempre decía infiel? Odiaba esa palabra. Y la forma en que
la decía era peor que cualquier maldición de cuatro letras. Nayeon no era una infiel. Nayeon era solo humana, lidiando lo mejor que podía con un corazón roto.

—No estaban juntos.

—Todavía estábamos casados. Yo estaba, estoy, todavía enamorada de él. Entiendo por qué está herido y enojado. Hay errores que simplemente no puedes perdonar. U olvidar.

Nayeon lamentaría ese error por el resto de su vida.

—Ya es suficiente. —Nayeon forzó una sonrisa, alejando la conversación de ella y Jaehyun como de costumbre—. ¿Cómo estuvo tu clase de karate anoche?

A diferencia de mi hermano, Nayeon aceptaba más mi decisión de completar la lista de Johnny.

—Estuvo... interesante.

Tan interesante que me quedé despierta la mayor parte de la noche pensando en esa clase. Mi mente había dado vueltas toda la noche, pero no respecto al karate. Sino respecto a Son Chaeyoung. Sin duda había sido una sorpresa volver a verla, pero lo más sorprendente era la avalancha de sentimientos que había invocado.

Sentimientos, sentimientos químicos, eléctricos; que no había tenido en mucho tiempo.

Y estaba sintiendo todo esto por una mujer. Sorprendente.

—¿Entonces? ¿Qué pasó? ¿Aprendiste a patear traseros?

—Oh sí. Soy una experta pateadora de traseros —dije inexpresiva, luego me eché a reír—. Me alegro de haber sobrevivido al entrenamiento. Para mí, eso es una victoria.

—¿Lo marcaste en la lista?

Asentí.

—Anoche cuando llegué a casa.

—¿Estás bien?

—Creo que sí. Lloré como siempre, pero cuando las lágrimas cesaron, de hecho, me sentí bien.

—Me alegro. Para eso fuiste, ¿verdad?¿Por un cierre?

Asentí y envolví otro juego de cubiertos.

—En realidad, he estado pensando en intentar completar la lista más rápido.

La gran objeción de Jaehyun era que pasar por la lista de Johnny se alargaría durante años, y podía ver su punto. Ahora que estaba empezando a tachar más ítems, me sentía motivada a seguir.

—¿Qué tan rápido? —preguntó Nayeon.

—¿Un año? ¿Tal vez menos?

Pensó en eso por un momento.

—Es ambicioso. ¿Crees que sea posible?

El ítem más grande en la lista de Johnny había sido el restaurante. También había sido el punto que requería más dinero. Para los demás, más que nada necesitaba tiempo. Afortunadamente, algunas cosas ya se habían puesto en marcha.

—Creo que sí. Un año va a requerir mucho esfuerzo, pero si hago de la lista una prioridad más alta, podría terminar todo antes del cumpleaños de Johnny. —Eso me daría hasta el día de Año Nuevo.

—Bueno, sabes que te ayudaré con todo lo que pueda.

—Gracias.

Movió sus rollos de cubiertos terminados a la cubeta.

—No has comido todavía. ¿Por qué no vuelves a la cocina y yo termino aquí?

Eché un vistazo a mi reloj. 7:49.

—Sobrevivimos el primer día. Creo que iré atrás y haré un emparedado. Estoy hambrien...

La puerta de entrada se abrió.

Maldición.

Hablé demasiado pronto. Dirigiéndome a la puerta, sonreí, lista para saludar a mi cliente nocturno, pero vacilé cuando la puerta se cerró detrás de ella.

Son Chaeyoung caminaba hacia mí. Mi estómago se hundió mientras la observaba. Sus gafas de sol estilo aviador estaban colocadas sobre su cabello marrón chocolate. Un polo negro se extendía sobre sus hombros y se tensaba sobre sus musculosos pero femeninos brazos. Sus jeans azul claro se amoldaban a sus muslos hercúleos antes de terminar sobre sus botas negras de punta cuadrada. El cinturón de cuero que rodeaba la cintura de Chaeyoung tenía una insignia brillante y una pistola enfundada.

Chaeyoung sonrió y fijó sus ojos color verde claro en los míos mientras cruzaba la habitación. Sus dientes blancos y rectos me entrecortaron el aliento, algo que había sucedido anoche más veces de las que quería admitir. Nayeon, que se había dado la vuelta desde su asiento para saludar a nuestra cliente, se volvió para darle la espalda a Chaeyoung. Sus mejillas se sonrojaron mientras susurraba:—Vaya.

Vaya era correcta.

Son Chaeyoung era, simplemente, preciosa.

Podría darle a una mujer u hombre una multa por exceso de velocidad y obtener un agradecimiento a cambio. Inspiraba a las personas a intentar flexiones en una clase de karate solo por la oportunidad de verla sudar a través de su gi. Chaeyoung hacía sonrojar tanto a mujeres maduras como a adolescentes haciéndolas reírse en los rincones, como esas chicas en el dojo de anoche. Era increible su atractivo. Sin duda era un deleite a la vista.

Además de Johnny, nunca había visto a otra persona tan hermosa. Y si fuera sincera conmigo misma, Chaeyoung incluso habría vencido a Johnny.

Ajá me atraía mucho más...

El rubor en mis mejillas palideció cuando un nudo de culpa se instaló en mi estómago.

Amaba a Johnny. Johnny también había sido un hombre magnífico. Y como su esposa, no debería sentirme atraída por otra persona.

Mi sonrisa se convirtió en un ceño fruncido en el momento en que Chaeyoung se acercó a nuestra mesa.

—Hola, Mina.

—Hola, Chaeyoung.

Su sonrisa cayó.

—No pareces feliz de verme otra vez.

—¿Otra vez? —preguntó Nayeon.

Chaeyoung miró a mi amiga y le tendió la mano.

—Son Chaeyoung. Anoche me encontré con Mina en la escuela de karate.

—¡Oh! —Se levantó y tomó su mano—. Soy Nayeon. Encantada de conocerte. Mina justo me estaba hablando sobre su clase de karate. —Se volvió hacia mí—. Pero no me dijo que había estado presumiendo el restaurante.

—No estaba...

—En realidad, me enteré de este lugar en línea —dijo Chaeyoung—. Vi el nombre
de Mina y decidí echarle un vistazo. —Miró hacia mí—. Espero que no te moleste.

—No. Para nada. —Me puse de pie, sacudiendo mis extraños sentimientos. No podía darme el lujo de rechazar clientes, incluso si eran apuestos y me hacían sentir incómoda.

—Traté de venir antes, pero algo surgió en el trabajo. ¿Supongo que no te queda nada para cenar?

—Apenas. Tuvimos más clientes de los que esperaba y solo nos quedan unas pocas cosas. Lo siento.

—No lo lamentes. Ese es un buen problema el día de la inauguración.

—Sabes —dijo Nayeon poniéndose de pie—, justo le estaba diciendo a Mina que debería comer. Ha estado corriendo como loca todo el día. ¿Por qué no comen juntas?

Mis ojos se volvieron hacia mi amiga.

—Es tarde y estoy segura que Chaeyoung solo quiere ordenar algo pa...

—Eso me encantaría. —Le sonrió a Nayeon.

Ella le devolvió la sonrisa. Miré de una a otra y de regreso. Levanté un dedo hacia Chaeyoung.

—¿Nos disculpas por un minuto?

Se rio entre dientes y tiró de una silla en nuestra mesa, tomando asiento.

—Toma todo el tiempo que necesites.

Agarré el codo de Nayeon, luego la alejé de la mesa y volví a la cocina. Cuando la puerta se cerró detrás de nosotras, la solté y planté mis manos en las caderas.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—Te gusta.

—¿Qué?, Es una mujer... ni siquiera se si le gustan las mujeres —chillé. Mi voz fue tan aguda que haría que los perros ladraran histéricos.

—¿Ves? —Me dio su sonrisa petulante—. Te gusta. Y si, es totalmente gay. Ahora lo recorde hable hace un tiempo con una amiga justo cuando ella estaba pasando con su uniforme. Recuerdo que mi amiga me dijo que era jodidamente caliente, gay e intersexual, Tienes todo el paquete completo, Minari.

Negué.

—No. No me gusta. Basta de hablar sobre su vida privada.

—Dios eres tan mentirosa.

Solté un bufido.

—Es complicado. La conozco.

—Sí. De karate.

—No. —Negué y respiré profundamente—. Lo conocí antes de karate. Ella fue la policía que vino a mi casa para decirme que Johnny... —Giré mi muñeca en lugar de terminar mi oración.

—Oh, mierda.

—Básicamente.

Nayeon caminó de un lado a otro junto a mi mesa de preparación por unos momentos, jugueteando con sus manos. Cuando dejó de caminar, plantó ambas manos sobre la mesa.

—Bueno. Puedo ver que eso sería extraño, pero el hecho sigue en pie. Te gusta.

Me encogí de hombros.

—Es una mujer linda. Pero no me gusta.

—¿Linda?

—Malditamente atractiva. Lo que sea. Nada de eso importa. No estoy en posición de que me guste una mujer.

Suspiró y dejó la mesa, parándose frente a mí. Luego colocó sus manos
sobre mis hombros.

—Bueno. He estado guardando este discurso para un día como hoy.

—Tengo miedo en este momento.

—Calla y escucha. —Tomó aliento y comenzó a recitar algo que claramente había practicado una vez o doce—. Eres mi mejor amiga y te amo. Quiero que seas feliz y tengas amor en tu vida. Johnny hubiera querido que fueras feliz y que tuvieras amor en tu vida. Y creo que es hora que abras nuevamente tu corazón a esa posibilidad.

—Es demasiado pronto. —Negué.

Siquiera pensar en estar con otra persona hacía que me doliera el corazón. No podría hacerle eso a Johnny.

Aún no.

Quizás nunca.

—Mina —susurró Nayeon—, en algún momento, llegaría esa persona que te llamara la atención. No hay nada de malo en eso. No hay nada de malo en que explores algo con esa tipa. No es una traición a Johnny.

El nudo en la parte posterior de mi garganta comenzó a apretarse.

—Sin embargo, se siente así. No puedo hacerle eso.

—Entiendo. Realmente lo hago. Todos amábamos a Johnny. Todos echamos
de menos a Johnny. Pero han pasado cinco años. Estás completando su lista para tratar de seguir adelante, ¿verdad?

Asentí.

—La lista es algo bueno, sabes que te apoyo en eso. Pero solo marcar todas las casillas de verificación de Johnny no será suficiente. En algún momento, tienes que vivir por ti también. Así es como vas a seguir adelante.

—Pero yo... —Quería seguir adelante, pero tenía miedo. Por mucho que quisiera ser feliz y dejar atrás el pasado, estaba aterrorizada de perder la parte de Johnny en mi corazón.

—Pero, ¿qué?

Respiré profundamente y confesé las preocupaciones que me habían impedido dormir la noche anterior.

—¿Qué pasa si me enamoro de otra persona y me olvido de Johnny?

Me dio una sonrisa triste.

—¿De verdad crees que eso suceda alguna vez?

—No. —Suspiré—. Realmente no. Solo estoy asustada.

—Lo entiendo. Pero no te digo que te vayas a la cama con Chaeyoung o tengas sus bebés. Solo digo que, piensas que es linda. Por la expresión en sus ojos, ella
también cree que eres linda. Deberían pasar un tiempo siendo lindas juntas.

—Bueno. Oficialmente odio la palabra linda.

—Yo también. —Se rio—. Entonces, ¿qué dices? Cena con ella. Hazlo por mí. ¿Por favoooooor?

Gruñí.

—Basta. Ahora suenas como Jenn.

—¿Dónde crees que lo aprendí? Ella dice "por favor" por tanto tiempo y tan fuerte que siempre cedo. ¿Quieres que lo haga de nuevo? Lo haré de nuevo. Por favooooo.....

—¡Bien! Ya que me voy a preparar un sándwich, también le haré uno a ella.

—¡Sí! —gritó antes de tomarme en sus brazos—. Te amo, Pingüino.

Sonreí ante el apodo que me había dado en mi primer año en la universidad.

—También te amo, Bunnie.

—¿Qué tal si termino allá afuera y cierro? Así ustedes pueden comer aquí atrás.

La dejé ir.

—Está bien. ¿Me darás un minuto antes de mandarla aquí?

—Te daré dos.

Cuando desapareció de la cocina, mis manos se posaron en mis mejillas y respiré un poco más.

Una cena. Esto era solo una cena.

Cena con una conocida en mi nuevo restaurante. Chaeyoung y yo podríamos conversar y charlar mientras comíamos. Luego se iría y podría volver al trabajo. La cena no significaba nada. Todavía era la esposa de Johnny. Siempre sería la esposa de Johnny, y no había nada de malo en prepararle una comida a Chaeyoung.

Esto es solo una cena.

Mis afirmaciones me ayudaron a aliviar mi ansiedad, pero no la borraron por completo. Así que hice lo segundo mejor para calmar mi corazón acelerado: comencé a cocinar.

Bajé las manos y fui al refrigerador grande de acero inoxidable. Luego saqué los ingredientes para los sándwiches de queso a la parrilla y apilé la comida en la mesa de preparación. Reuní todos mis suministros cuando la puerta se abrió y Chaeyoung entró en la cocina.

—Me dijeron que saliera de tu comedor si quería comida.

Solté una risita.

—Ella tiene todo un don con los clientes.

Sonrió y se acercó a la mesa de preparación.

—Puedo marcharme si esto es un dolor en el culo. Realmente solo quería saludar y ver tu lugar.

—Estás hambrienta. Tengo hambre. Prepararte de cenar no es un dolor en
el culo. ¿Qué tal un sándwich de queso a la parrilla? No están en el menú, pero me han dicho que no apestan.

—Teniendo en cuenta que no he comido desde las diez de esta mañana, comería casi cualquier cosa.

—¿Día ocupado?

Suspiró.

—Año ocupado. Bozeman está creciendo tan rápido que tenemos poco personal con los oficiales superiores. Me volví detective el verano pasado y ha sido agitado desde entonces.

—¿Es por eso que ya no tienes que usar uniforme? —Señalé con la mano su ropa casual. La vez que la vi hace cinco años, había estado en uniforme.

—Sí.

Asentí y comencé a cortar un tomate.

—¿Puedo ayudar?

—Yo me encargo. Simplemente relájate. —Señalé los taburetes al lado de la mesa.

Chaeyoung tomó su asiento y apoyó los codos sobre la mesa. Mientras cortaba
rebanadas de un bloque de queso, sus antebrazos blancos y fibrosos estaban
en mi línea de visión. En una de sus muñecas llevaba un reloj con una enorme cara plateada. Apuesto a que mis dedos no se tocarían si tomaran el lugar de su reloj.

Mis ojos vagaron desde sus muñecas y antebrazos hasta sus bíceps. Los brazos de Chaeyoung eran finos con leve musculos, pero no voluminosos. Sus músculos estaban perfectamente definidos, incluso debajo del algodón de su camisa. Mi mano se vería pequeña descansando en sus abdominales. Mis mejillas se sonrojaron cuando me di cuenta que había estado mirando por un rato un poco demasiado largo. Parpadeé y miré hacia la mesa, luego al rostro de Chaeyoung.

Maldita sea. Me había sorprendido mirando.

La sonrisa en sus ojos era inconfundible, pero no aparté la mirada. Sus ojos también eran... fascinantes.

Nunca antes había visto ojos verdes como los de Chaeyoung. El color me recordaba a la salvia seca, y sus pestañas oscuras y gruesas los hacían aún más dramáticos. Su rostro te atraía con su mandíbula cincelada y su nariz recta, pero esos ojos eran lo que te hacían quedarte. Dios que hermosa era esta mujer.

Mi corazón latía con fuerza mientras dejaba el cuchillo, pero no pude apartarme de los ojos de Chaeyoung. Y ella también me miraba. Nayeon entró corriendo por la puerta de la cocina, haciéndome saltar.

—Todo limpio y cerrado.

Me apresuré a recoger mi cuchillo, luego parpadeé un par de veces antes de cortar una rebanada de pan.

—Gracias. ¿Te gustaría algo de comer? Estoy haciendo tu sándwich favorito.

Quédate. Nayeon, quédate. Recé porque viniera en mi rescate, que tomara el
taburete junto a Chaeyoung y fuera mi amortiguador, pero siguió caminando hacia la oficina.

—No puedo. Mi bañera me está llamando. Te veré en la mañana. Chaeyoung, un placer conocerte.

La despidió con la mano.

—El placer es mío.

Ella desapareció en la oficina, luego regresó con su bolso colgado de un hombro.

—¡Adiós!

—Buenas noches. —En el momento en que la puerta trasera se cerró de golpe, una nueva oleada de nerviosismo me golpeó. Estaba sola con una mujer apuesta. Mi cocina, algo que había diseñado para ser grande y espaciosa, de repente fue demasiado pequeña. El aire acondicionado que seguía funcionando a toda marcha debe haber dejado de funcionar porque mi cuerpo entero estaba en llamas. Y había olvidado cómo hacer un sándwich de queso a la parrilla mientras el cuchillo permanecía inmóvil en mi mano.

—¿Qué te pareció el karate anoche? —preguntó Chaeyoung, rompiendo el silencio.

Una cena. Esto es solo una cena.

Respira.

Forcé un poco de aire en mis pulmones, luego me aparté de la mesa para encender la parrilla plana de hierro.

—Fue interesante, pero ya estoy adolorida. Especialmente mis brazos. Me imagino que mañana todo mi cuerpo estará en huelga.

Se rio entre dientes.

—Sí. Es un entrenamiento duro. ¿Estás segura que no volverás a intentarlo?

—Estoy segura. —Volví a la mesa y unté cuatro rebanadas de pan con un poco de aceite de oliva, luego extendí una fina capa de pesto casero antes de agregar el queso y el tomate—. Para ser honesta, solo fui por una sola vez. Espero que eso no ofenda a tu instructor.

—No, no le importa. Pero ¿por qué una sola vez? ¿Fue un desafío o algo así?

—Es, mmm... por esta lista.

—¿Una lista?

Explicar la lista de cumpleaños de Johnny era tan personal, que solo unas pocas personas lo sabían. Y todavía menos sabían que yo la estaba completando. Sin embargo, por alguna razón, quería decirle a Chaeyoung.

—Mi esposo, Johnny, creó esta lista de cumpleaños. Era como su lista de deseos, excepto que separó todo para hacerlo antes de determinados cumpleaños. Tomar una clase de karate era algo que quería hacer antes de cumplir veintiséis años.

Chaeyoung asintió.

—Y estás completando su lista.

—Así es. —Estaba lista para defender la lista y el por qué estaba completándola, pero sus ojos no estaban llenos de preocupación, juicio o preguntas. Solo lucían... comprensivos. Entendió sin decir una palabra.

—Es una idea interesante. ¿Qué más hay en esta lista, si no te importa que pregunte?

—No, en absoluto. —Reanudé la preparación del sándwich—. Johnny puso veintidós cosas en la lista. La mayoría de ellas son tontas, pero totalmente parecidas a él. Agregó algunas cosas que encontró en Internet y pensó que sonaban geniales. Otras eran cosas tontas con las que soñaba o cosas que no hizo cuando era niño. Saltar en gelatina verde. Tener una pelea de pintura. Ese tipo de cosas. Algunas eran más serias, como comprarme este restaurante.

Chaeyoung se inclinó para sacar tres naranjas del frutero sobre la mesa.

—¿Ya has hecho muchas?

—No, ni siquiera de cerca. —Sonreí cuando empezó a hacer malabares con las naranjas—. Solo he marcado tres. El restaurante. La clase de karate. Y paracaidismo.

Chaeyoung dejó caer una naranja y rodó sobre la mesa.

—¿Paracaidismo?

Me reí ante la sorpresa en su rostro.

—No eres la única sorprendida de que lo haya hecho. Pero sí. Fui el mes pasado.

Mientras Chaeyoung recogía la naranja caída y reanudaba los malabares, llevé los sándwiches a la parrilla y los puse sobre el metal caliente. Luego corrí fuera de la cocina y al comedor, donde todas las luces estaban apagadas y el letrero de la puerta había sido girado a Cerrado. Con dos juegos de cubiertos y un par de platos, me apresuré a regresar a la cocina para acomodar los cubiertos y voltear los sándwiches. Luego fui a la nevera y saqué un frasco de ensalada.

—Toma. —Le pasé el frasco a Chaeyoung—. Usa esos músculos y agita esto.

Sonrió y volvió a dejarlas naranjas antes de comenzar a sacudir.

—Muy bien. De vuelta al paracaidismo. Me dejaste en suspenso.

Sonreí.

—Era el único elemento en la lista que me asustaba, así que decidí terminar con eso antes de acobardarme.

Deslizó el frasco de ensalada sobre la mesa. El aderezo que había estado debajo de una capa de verduras y lechuga ahora estaba cubriendo el vidrio.

—¿Y qué te pareció?

—De hecho, me encantó. El piloto dijo algo antes de saltar que realmente hizo clic. Dijo: "Si quieres ir a nadar, sal del bote. Lo mismo aplica a volar. Tienes que salir del avión". Así lo hice. Estaba atada a este hippie con rastas y mal aliento, pero él era tan genial. Todo el equipo lo hizo divertido.

—¿Volverías a hacerlo alguna vez?

—Nop. —Agregué la p para enfatizar mi punto—. Me divertí, pero una vez fue suficiente. ¿Alguna vez lo has hecho?

Negó.

—No, pero ahora quiero.

Sonreí y volví a los sándwiches, sacándolos de la parrilla. Luego arrojé la mitad de la ensalada en el plato de Chaeyoung y la mitad en la mía, deslizándole el plato antes de tomar el taburete a su lado.

—Adelante.

—Esto se ve genial. Gracias por hacer esto.

—De nada.

Comimos en silencio, ambas concentrándonos en la comida y escuchando el zumbido de mis electrodomésticos de cocina. Pero nuestra comida no tomó mucho tiempo ya que ambas teníamos tanta hambre.
Chaeyoung tragó el último bocado de su sándwich.

—Entonces. ¿Frascos?

—Frascos.

—Me gusta. Tendré que volver y probar tus postres.

Sonreí.

—Recomiendo la tarta de manzana.

Sus ojos, fijos en los míos, se oscurecieron un poco.

—Recibiré cualquier cosa que me des.

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