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44° Cumpleaños: Conseguir un perro y mantenerlo por toda mi vida.
Mina
Estaba cerrando la puerta del balcón cuando la puerta del baño se abrió.
—Me siento como mujer nueva.
—Bien. —Tenía una sonrisa en el rostro cuando me di vuelta, pero cambió mientras Chaeyoung cruzaba la habitación.
Estaba secando su cabello con una toalla, usando nada más que un brasier deportivo y unos pantalones negros de pijama que colgaban bajo, increíblemente bajo, en sus caderas.
Mi respiración no solo se cortó, se desvaneció. Cada molécula de oxigeno se evaporó con una simple mirada.
Porque Chaeyoung estaba bien cuidada, realmente fornida. Sus brazos parecían cincelados pero no demasiado, lo justo jodidamente femenino y sexy, las hendiduras entre sus músculos parecían los valles de la montaña que acabábamos de ver en nuestra caminata. Horas no bastarían para recorrer esos abdominales. Su pecho estaba cubierto con el brasier. Sus abdominales pertenecían a la portada de una novela romántica. Había esperado que su estómago fuera plano.
Sus camisetas y polos nunca se levantaban en la parte de en medio, ni siquiera después de una gran comida. Pero los abdominales de Chaeyoung no eran planos, estaban marcados. La piel que cubría sus músculos era tan delgada que su estómago era la definición de una tabla para lavar. Si conociera quien inventó el karate, le enviaría una nota de agradecimiento.
Chaeyoung soltó la toalla y moví los ojos al suelo, tratando de ocultar el hecho que había estado babeando por la parte superior de su cuerpo.
—Espero que tengas analgésicos en esa enorme bolsa tuya.
—Seguro. —Jadeé, recordándome como respirar. Mis brazos se movieron a la bolsa en la cama, buscando frenéticamente por la botella de pastillas al fondo—. Aquí tienes.
—Gracias. —Abrió la tapa, sacó unas pastillas y tomó una de las botellas de agua que había traído conmigo.
Los tendones de su garganta hipnotizándome mientras llevaba la botella a sus labios y comenzaba a tragar. Como si estuviera siguiendo el camino del agua, mis ojos viajaron por su garganta, guiándome a su clavícula y por la línea del centro que cortaba entre sus pechos y estómago. Observé su camino hasta la V que desaparecía entre el elástico de su pijama, luego un poco más, al bulto que ningún algodón podría contener.
Chaeyoung dejó caer la botella de agua de sus labios. Y regresé mi atención a mi
bolsa, pretendiendo organizarla mientras mis mejillas se enfriaban.
—¿Dolor de cabeza? —pregunté, moviendo cosas alrededor de mi bolsa.
—Estaré bien. —Colocó la botella de píldoras en la televisión y rodó su cuello.
Estaba tratando de restarle importancia, pero sabía que le dolía. Colocando mi bolsa a un lado, señale el final de la cama.
—Ven y siéntate.
Sin preguntarme, se hundió en el colchón. Sus hombros moviéndose al frente mientras agachaba la cabeza
Me subí a la cama detrás de ella, permaneciendo de rodillas mientras me acercaba a su espalda. Con el más leve toque, coloqué mis manos en sus hombros desnudos. Una descarga eléctrica salió disparada por mis codos y el calor de su piel inundando mis fríos dedos.
Chaeyoung se tensó y los músculos de su espalda se volvieron más pronunciados, también sintió la descarga.
Mi corazón estaba acelerado, pero ignoré el tamborileo y comencé a mover mis pulgares por la base de su cuello.
—No tienes que hacer esto.
Añadí más presión.
—Solo cierra los ojos y relájate.
Chaeyoung me dio el más leve movimiento con la cabeza y luego la volvió a agachar, relajándose con cada segundo mientras trabajaba de arriba hacia abajo su cuello, y luego de un lado a otro por sus hombros.
—¿Está ayudando?
Asintió.
—Tienes manos mágicas.
—Si el restaurante no funciona, quizás puedo volverme una masajista.
Una baja risa salió por su pecho, el movimiento enviando cosquillas por
mis brazos.
—Háblame de algo. Tu voz es relajante.
Mis manos se detuvieron. Nadie le había dado un cumplido a mi voz antes. Era gracioso como un poco de halago hacía que me gustara algo de mí que nunca antes consideré especial. Así que si mi voz podía calmar el dolor de cabeza de Chaeyoung, después de un largo día cargándome a todas partes, le leería mi lista de compras.
—¿De qué quieres que te hable?
—De lo que sea. ¿Qué tal de tu familia? ¿Eres cercana con tus padres?
Pensar en ellos calentó mi corazón.
—Lo soy. No nos vemos mucho, pero hablo con ellos algunas veces a la semana. Y siempre vienen para los cumpleaños de Jennie y Jungwon y para Navidad.
—¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Alaska?
—Hace dos años. Fui un poco antes de comprar el taller y comenzar a renovarlo para convertirlo en el restaurante. Pasé un par de semanas ahí escuchando los consejos de mi papá para mi plan de negocios y teniendo la ayuda de mi mamá para crear el menú.
Mis manos presionaron más fuerte en el cuello de Chaeyoung, trabajando duro para sacar los nudos.
—¿Qué hacen tus padres?
—Papá es piloto. Tiene su propio negocio de suministros aeronáuticos en el norte de Alaska. Lo ha construido a lo largo de los años y ahora tiene a muchos pilotos trabajando para él. Podría retirarse en cualquier momento, pero ama volar. Y mamá es una chef privada en Anchorage.
—¿De ahí salió tu amor por la cocina?
Sonreí.
—Sí. Mamá me enseñó como cocinar. —Me heredó su pasión por la comida, mientras que papá pagó por mi título de negocios en la Universidad de Montana. Ambos me dieron las herramientas para crear mi carrera en la cocina.
—¿Y tus abuelos?
Mis manos se movieron de nuevo de su cuello a sus hombros. Con cada movimiento circular de mis pulgares, la tensión disminuía.
—Todavía están en Alaska. Los padres de mi papá han vivido en el mismo lugar por cincuenta años, a tres cuadras de la casa de mis padres. Y los padres de mi mamá están en un asilo. Están en sus noventa, pero con buena salud. Aunque ninguno de ellos puede escuchar bien.
Suspiró.
—Es bueno que todavía los tengas. Mis abuelos, todos fallecieron cuando era joven.
—Lo lamento.
Antes de Johnny, nunca había perdido a nadie. Quizás es una pequeña razón por la cual su muerte fue tan devastadora. Tan sorpresiva. Fue una llamada recordándome que el tiempo con nuestros seres amados es fugaz.
Como si pudiera sentir mi momento de tristeza, Chaeyoung movió su mano y la colocó sobre la mía, apretándola suavemente antes de volverla a colocar en su regazo.
Froté sus hombros y cuello por un tiempo hasta que mis dedos finalmente se cansaron. Pero no quería dejar de tocar a Chaeyoung, así que moví un poco más mis rodillas. Mis manos deslizándose hacia arriba por su cuello, pasando por sus orejas, y hasta su cabello.
—Reclínate.
Chaeyoung me miró a través de sus pestañas, viendo como mis dedos masajeaban su cabello.
—Dedos mágicos —susurró—, y hermosos ojos.
Mis manos siguieron trabajando en su cabello mientras la seguía mirando.
La intensidad entre las dos aumentaba con cada segundo que nos rehusáramos a apartarnos, que nos rehusáramos incluso a parpadear. Y en ese momento, me abrí por completo a Chaeyoung. Sin palabras, le dije lo mucho que significaba para mí. Cómo había unido mis piezas rotas. Y con su suave mirada, en la profundidad de sus ojos verde pálido, me mostró una vulnerabilidad que nunca había visto.
Sus ojos suplicándome que cuidara su corazón.
Siempre lo protegería.
El calor entre nosotras fue aumentando, pero aun así, no apartamos la mirada. Mis manos dejaron de moverse a la vez que mi pecho se volvía pesado con respiraciones entrecortadas. Chaeyoung estaba sentada congelada delante de mí... esperando.
Esperando mi señal.
Parpadeé antes de llenar mis pulmones con una respiración entrecortada.
—¿Harías algo por mí?
—Sin pensarlo dos veces.
—Bésame.
Su cabeza se apartó de mi hombro mientras giraba. Con sus brazos tomando mis rodillas, Chaeyoung se inclinó hacia adelante, chocando su pecho contra mí. Sus manos habían dejado la cama, viajando por mis costados con el más ligero toque. Esos largos dedos rozando los costados de mis senos antes de moverlos por mis brazos, y hacia mi cabello mojado.
Todo el tiempo los ojos de Chaeyoung no me dejaron.
Cuando su rostro se acercó más, bajé la mirada a sus labios. Solo tuve un segundo para estudiarlos antes que me besara. En el momento en que nos tocamos, mis ojos se cerraron y mis labios se abrieron para su legua. Tocó la punta de la mía antes de regresar a rozar mis labios.
Un gemido de deseo salió de mi garganta mientras ella jugaba. Mordisqueando y succionando mis labios, pero conteniéndose. Mis manos, sin moverse a mis costados, se movieron a su cintura, pero movió sus caderas, no dejándome tomarla.
—Chaeyoung —supliqué cuando se apartó.
Estaba jadeando mientras buscaba en mis ojos.
—¿Qué tan lejos quieres llevar esto?
La respuesta salió sin dudarlo.
—Quiero... ser tuya... Quiero que... hagamos el amor.
Se movió hacia atrás, como si no confiara en ella para estar cerca.
—¿Estás segura? Porque una vez que crucemos la línea, no vamos a regresar.
Tomé su mandíbula.
—Estoy más segura que nunca. Esto. Nosotras. Quiero esto. Te quiero a ti. Hazme tuya. Por favor hazme el amor.
Apenas y pude decir la última palabra antes que la boca de Chaeyoung chocara con la mía. Esta vez, no hubo juegos. Nada de contenerse. Chaeyoung me besó tan profundamente que estaba perdida para todo menos para su boca. Nunca nadie me había besado de está manera, con tanta hambre. Literalmente me comía la boca y yo hacía el mayor esfuerzo por seguir el ritmo. Me encantaban sus besos y los quería en todo mi cuerpo.
Mis manos se aferraron a su espalda mientras la acercaba, necesitando
más. Le quite el brasier deportivo. Estaba mareada por el palpitar entre mis muslos y la falta de oxígeno, pero solo me aferré más fuerte, desesperada por consumirla por completo. Desde hoy Son Chaeyoung me pertenecería.
Con un gruñido, sus manos dejaron mi cabello y se movieron a mi trasero, apretando mientras me levantaba de la cama y me recostaba, sin apartarse de mi boca. Mientras mis caderas se movían hacia las suyas, su dureza frotando contra mi agonizante clítoris. Me arqueé, frotándome contra el delgado algodón que nos separaba.
La lengua de Chaeyoung regresó a mi boca, explorando sin detenerse mientras sus manos se movían por mis senos. Apretándolos sobre mi camisola antes de jalarla, liberándolos para poder llenar sus manos. Arqueé mi pecho contra sus manos, anhelando un toque más duro en mis pezones. Y no me decepcionó. Con sus palmas todavía tomando mis senos, usó su pulgar para girar y tirar mis duras puntas. Cada jalón y pellizco enviando un disparo directamente a mi centro.
Seguramente mi humedad había empapado mis bragas y pantalones de dormir. Seguramente Chaeyoung podía sentir lo mucho que la necesitaba dentro.
Mis manos se deslizaron entre nosotras, moviéndose hasta llegar al elástico en el pantalón de Chaeyoung, pero antes que pudiera hacer algo, se apartó, maldiciendo.
—Mierda. Mierda. Mierda.
—¿Qué? —Jadeé.
Colapsó sobre mi pecho, jadeando y maldiciendo en la almohada. Cuando levantó su cabeza, su mandíbula estaba tensa.
—No tengo condones. No pensé... Ya sabes.
Mierda.
Antes que pudiera decir algo Chaeyoung se bajó de mí, buscando el teléfono en la mesita de noche.
—Voy a llamar a la recepción.
—¡Espera! —Golpeé su mano lejos del teléfono. Lo último que quería era que llamara para que nos trajeran un condón que posiblemente llevaría quién sabe cuánto tiempo en el hotel —. Estoy tomando la píldora las retome hace un tiempo, y no he estado con nadie desde...
Su mano regresó a la cama.
—Acabo de tener mi revisión anual. Estoy limpia.
Levanté la cabeza de la almohada, presionando mis labios contra los suyos.
—Entonces, ¿qué estás esperando?. Nada te librara de mí.
Sonrió, la luz en sus ojos brillando mucho más de lo que había visto antes.
—Mi mujer perfecta.
El revoloteo en mi corazón fue tan fuerte que era básicamente todo lo que podía sentir. Y con ese sentimiento llegó algo más, la comprensión de algo.
No debía de sentirme culpable por sentir mariposas por alguien que no fuera Johnny.
Debería de sentirme afortunada, increíble, mágicamente afortunada. Había encontrado a alguien más que me hiciera sentir querida, amada y protegida.
Chaeyoung se había ganado esas mariposas. Y debería de tenerlas.
Mientras regresaban sus labios a mi sonriente boca, cerré los ojos, saboreando el momento. Saboreando el beso y el calor entre nosotras que quemaba mi piel. Deseaba más de ese calor, más de su piel y su cuerpo, así que deslicé mis manos por el elástico de sus pantalones. Con un agarré firme, llené mis manos con el trasero de Chaeyoung.
—Mina —gruñó mientras apretaba. Incluso con mis dedos presionando fuertemente, apenas habían dejado marca en su músculo. Su cuerpo era tan sólido. Tan duro. Cada centímetro. Y ya estaba cansada de estas ropas manteniéndola lejos.
Mis manos cambiaron su cintura por la mía. Enganchando mis pulgares en mis pantalones y haciendo lo mejor para sacármelos, pero con su peso sobre mí, apenas se movieron un centímetro.
Aparté mis labios de Chaeyoung y resoplé. Se rio contra mi mejilla.
—Ese es mi trabajo. —Mirando mi mandíbula, comenzó a besar mi cuello.
Abandoné mis esfuerzos por desvestirme y dejé que sus manos se movieran a mis costados, disfrutando la manera en que la lengua de Chaeyoung se movía y como su boca succionaba mi piel. Sí. Quería que me dejara marcas.
Se movió hacia abajo, al espacio entre mi clavícula, y luego a uno de mis senos. Su cálida boca encontrando mi pezón y succionando, moviendo la lengua antes de dejarlo ir con un pop. Le hizo lo mismo al otro pezón mientras sus manos se dirigían al dobladillo de mi camisola. Para cuando terminó de moverse por mi torso, estaba retorciéndome debajo de ella. La tortura era agonizante. Hermosa. Me estaba volviendo loca, pero no quería que se detuviera.
—Chaeyoung —supliqué—. Dame más.
Tarareó y se apartó de mi pecho, finalmente sacándome la camisola y
lanzándola al suelo. Se colocó de rodillas, sus ojos oscureciéndose conforme veía mi piel desnuda.
—Eres tan hermosa.
Mi corazón se hinchó mientras dejaba escapar una respiración temblorosa.
Había tanto que quería decir, decirle lo especial que me hacía sentir, pero estaba sin palabras. Todo lo que podía hacer era mirarla mientras lentamente me sacaba los pantalones y mis bragas de encaje.
Su boca regresó a mi piel y comenzó a explorar. Su lengua tomando cada uno de mis senos antes que sus labios me hicieran cosquillas a un costado. Chaeyoung succionó y mordió la suave curva de mi cadera. Besó el interior de mi muslo, donde mi rodilla se doblaba. Luego se movió de regreso para volverlo a hacer, esta vez con el lado que había ignorado.
Estaba en la misión de devorar cada centímetro de mi piel solo para ver si
alguna parte sabía diferente al resto. Para cuando llegó a mi centro, deslizando la lengua por en medio, en una lamida eufórica, cada nervio en mi cuerpo estaba pulsando desesperadamente por liberación.
— ¡Oh! Mmmm — Gemí sintiendo su lengua entrar y salir de mi centro. Agarre sus cabellos abriendo más mis piernas mientras su lengua succionaba mi clítoris. Justo cuando estaba por venirme se alejo.
Chaeyoung se puso de pie y se bajó los pantalones. Cuando se levantó, mis ojos se dirigieron directamente a su larga y gruesa polla. Mi corazón volvió a acelerarse al ver su tamaño. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que tuve relaciones y Chaeyoung era grande.
Gateando de regreso a la cama, Chaeyoung me cubrió con su cuerpo, colocando un brazo en mi espalda mientras el otro tomaba mi cabello. Presionó un suave
beso en mis labios, eliminando mis preocupaciones con esa caricia dulce.
Mientras su lengua tocaba mi labio inferior, su mano abandonó mi cabello y se colocó entre nosotras para tomar su polla. Lo colocó en mi abertura, esparciendo la humedad a mi clítoris.
Mis caderas se arquearon cuando lo hizo una y otra vez, mi cuerpo suplicando por más.
Finalmente colocó la punta en mi entrada y llevó su mano de regreso a mi rostro. Luego con un suave deslizamiento, Chaeyoung me llenó completamente. No se movió por un momento, dándome la oportunidad de ajustarme a su alrededor, pero luego comenzó a moverse. Su profundo y deliberado ritmo me llevó más y más alto, hasta que mis piernas comenzaron a temblar y mi piel estaba en llamas.
— ¡Ahhh! — Grite fuertemente sin pudor sintiendo su polla entrar y salir. Me volvía loca el sonido de nuestros sexos uniendose. Mis gemidos eran fuertes mientras me agarraba de sus hombros. La cama debajo de nosotras moviendose al ritmo de sus embestidas. Hice mi mejor esfuerzo porque mi vagina succionara toda su polla. La quería completa. Me abrí de piernas más arqueandome sintiendo sus besos por todos lados.
No podía durar. Por más que quisiera alargar esta increíble sensación, mi cuerpo era quien estaba guiándome. Así que cerré los ojos, eliminando todo lo demás menos a Chaeyoung dentro de mí. Y me dejé llevar. Gemí mientras mi orgasmo salió de mí en oleadas, mis paredes internas aferrándose alrededor de Chaeyoung hasta que no pude moverme debajo de ella.
— ¡Ahhh Ah! — Mi orgasmo mojo su polla completamente haciendo que al introducirse dentro de mí hiciera un sonido de chapoteo que resonaba por toda la habitación. Bese sus labios descuidadamente mientras su polla seguía clavandome.
—Dios, eres perfecta. —Chaeyoung volvió a besarme, luego comenzó a moverse más rápido, haciendo mis pechos moverse bruscamente de arriba hacía abajo.
— Sí, justo así. Hazme tuya.
Hubiera esperado que encontrara su liberación pronto, pero solo seguía. Una y otra vez comenzó a moverse volviendo a llevarme a la cima. Nuestros ojos puestos la una en la otra mientras me metía la polla cada vez más duro haciendome jadear de manera descontrolada. Su cuerpo literalmente temblaba sobre el mío. Acaricíe sus cabellos mojados besando su hombro sintiendo el sudor de ambas corriendo por nuestros cuerpos.
Mis piernas se envolvieron en su cintura, busque su rostro que estaba escondido en mi cuello y bese sus labios mientras gemía sobre ellos cuando sus embestidas fueron más fuertes. Mostrándome que, aunque estuviera exhausta, tenía la energía para seguir por horas. Siguió empujando, sus caderas marcando un ritmo errático que no podía predecir, hasta que estuve temblando debajo de ella, lista para llegar una vez más.
Mi centro se estiraba recibiendo su polla, sentí un leve dolor pero el placer era jodidamente mayor, mis gemidos ahora eran gritos.
—Córrete, hermosa. —Jadeó—. Estoy aquí.
Con su grave voz en mi oído y su cálida boca en mi garganta, jadeé su nombre justo antes que el segundo orgasmo irrumpiera con fuerza. Palpitaba alrededor de ella, mis caderas golpeando contra las suyas.
— ¡Oh! tan bueno. Ahora vente tú... quiero sentir tu semen llenandome.
Gimió ante mis palabras dandome tres duras embestidas movió su cabeza hacia atrás y dejó escapar un gruñido mientras terminaba a la cuarta embestida, cálido y húmedo dentro de mí. Todavía estaba viniéndome, pero me obligué a abrir los ojos, deseando ver su rostro, su arrebatador rostro.
Sus largas pestañas se apretaron. Los tendones de su cuello se flexionaron. Su mandíbula se tensó fuertemente.
Bese su bello rostro calmando sus jadeos descontrolados mientras seguía temblando levemente en mis brazos.
Arrebatador.
Tanto había pasado desde que Lauren llegó a mi vida. Los altibajos de mi montaña rusa emocional había sido casi demasiado para manejar. Pero no me arrepentía ni un segundo del viaje, no si es aquí donde me bajo. Aquí, entre los brazos de esta increíble mujer.
Me sentía tan feliz.
Chaeyoung colapsó sobre mí, abrazándome con fuerza, mientras jadeábamos por aire. Presioné mis manos en su espalda, todavía sin querer dejarla ir, hasta que finalmente recuperáramos el aliento y la habitación dejó de girar.
Chaeyoung salió lentamente de mi centro y se dejó caer a un costado. Sentí rapidamente como su semen empezaba a escapar entre mis plíegues. Luego con un rápido movimiento, me llevó a su pecho.
—Ahora, estoy agotada. Hermosa.
Solté una risita contra su cuello. Entre la caminata y el sexo, podía apostar que caería muerta en menos de cinco minutos.
—Voy a limpiarme. Esperame —Con un beso en sus labios, giré fuera de la cama y fui al baño. Apresurándome a limpiarme, queriendo regresar a sus brazos antes que se durmiera.
Chaeyoung estaba esperando cuando regresé debajo de las sábanas que había acomodado. Me llevó a su lado y colocó su nariz en mi cabello. Luego tomó mi mano y entrelazo nuestros dedos.
—¿Estas bien? ¿Por estar conmigo?
Ya que me había desmoronado después de nuestro primer beso, su pregunta no me sorprendió. Probablemente solo estaba esperando que tuviera otro ataque de llanto. Pero no había nada en el sexo con Chaeyoung que provocara lágrimas que no fueran de felicidad.
—Estoy mejor que bien. —Besé su pecho—. Estoy de maravilla. Y tú eres la única con quien quiero estar.
—Bien. —Soltó un suspiro de alivio—. ¿Quisieras hablar de por qué no tienes tus anillos?
Debí de suponer que no lo pasaría por alto.
—Era hora.
—Siempre puedes hablar conmigo de él. Sobre cómo te estas sintiendo. Prométeme que me dirás si se vuelve demasiado.
—Lo prometo, solo que no aquí. Esta cama, es un lugar solo para nosotras, ¿está bien? Esto es solo nuestro. Este lugar será nuestro nidito de amor.
Besó mi cabello.
—Está bien.
Cerré los ojos y me acurruqué contra ella, feliz porque le gustaba acurrucarse.
—Que suerte tengo de tener una novia tan sexy.
Me levante de golpe mirandola acusadoramente — Que yo tenga entendido, no he tenido ninguna petición de noviazgo.
Chaeyoung solto una risa
— Soy lo peor, me metí entre tus piernas sin ninguna petición antes.
Le golpee el hombro juguetonamente.
Se puso más seria mirandome fijamente mientras llevaba mi mano izquierda a sus labios dejando suaves besos — ¿Me harías el honor de ser mi novia señorita Mina?
Sonreí enormemente, sintiendo mi corazón a mil por horas — ¡Sí!, claro que quiero, detective.
Nos besamos entre risas. Me encantaba como hemos ido evolucionando paso a paso. Minuto a minuto. Soy feliz.
—Ahora si, buenas noches, novia.
Bostezó.
—Buenas noches, mi Mina bella.
Luego me quedé dormida junto a la segunda persona con la que había tenido sexo. La mujer que había ganado mi dañado corazón. La mujer que me había estado sanando desde entonces.
La mujer que veía cuando soñaba con el futuro.
...
A la mañana siguiente, Chaeyoung y yo tuvimos un inicio tardío del día.
Como no tenía botas, no podíamos hacer la caminata matutina que había planeado originalmente, en su lugar, hicimos pereza en la cama. Después de que me había hecho el amor, dos veces, y que compartiéramos la ducha; nos obligamos a apartarnos y dejar el hotel, deteniéndonos en el Lago McDonald.
—Había visto tantas fotos de este lago, pero ninguna de ellas le hace justicia. —Inclinándome contra Chaeyoung, no podía creer que este lugar fuera real.
El agua clara reflejaba el azul de las montañas a la distancia. Algunos de
los árboles habían comenzado a cambiar sus hojas a ámbar y amarillo,
contrastando con los campos verdes. Pero mi parte favorita eran las rocas del lago. Redondas, suaves piedras de todos colores, rojas, verdes, azules y amarillas; descansando bajo la superficie del agua.
—Quiero regresar algún día y andar en canoa por el lago.
El brazo de Chaeyoung tomó más fuerte mi cintura mientras besaba mi cuello.
—Quizás deberíamos de regresar todos los años. Podrían ser nuestras vacaciones anuales.
Sonreí.
—Me gusta eso. Este ahora será nuestro lugar.
Este parque siempre sería especial para mí, mayormente porque este era el lugar donde Chaeyoung y yo habíamos realmente comenzado. Felizmente regresaría todos los años para pasar un fin de semana juntas. Y amaba que Chaeyoung asumiera, como yo lo hacía, que estaríamos juntas. Que yo sería la persona con la que ella pasaría sus vacaciones anuales.
—Estoy viviendo un sueño — Susurro contra mi cuello. — No puedo creer que finalmente pueda besarte cuando quiera, no sabes cuanto quería esto contigo.
Cerre los ojos y me di la vuelta entre sus brazos abrazandome a su cuello. — Me tienes. Puedes hacer conmigo lo que quieras, ahora eres mía, detective. Yo tambien puedo besarte ahora cuando quiera.
Me miro timidamente haciendo mi corazón acelerar. Acerque su dulce boca a la mía y nos besamos apasionadamente. Chaeyoung mordisqueaba mi labio inferior. Tenía una obsesión con mi labio inferior porque lo chupaba y mordía a su antojo todo el tiempo que nos besabamos.
—Ahora quiero que me acompañes a hacer esto — Tire de su mano acercandonos al hermoso lago.
Tenía ambos anillos que me había dado mi ex esposo que ayer me había quitado, tenía la intención de dejarlos ir. Sentía que no había mejor momento que este.
Mientras sentía a Chaeyoung abrazarme desde atrás apoyando su barbilla en mi hombro. Sonreí y al fín sentí nada más que felicidad, nada de culpas.
<Gracías Johnny por los años que compartiste conmigo, sin duda fuiste mi primer amor y siempre te recordaré con cariño>
Lancé ambos anillos al lago, dejando atrás las culpas y dandole la bienvenida al amor de nuevo en mi vida.
Gire mi rostro encontrando los labios de mi mujer, me entregue a sus besos hambrientos. Cargados de amor, chupe su labio superior y hundí mi lengua en su boca.
Cuando terminamos el beso por falta de aire sonreímos brillantemente —. Me haces feliz. Bella.
Deje un corto beso sobre sus labios — Tú igual me haces feliz. Mi milagro.
El sol daba contra su hermoso rostro y juro por dios que no hay ser humano más perfecto que Son Chaeyoung. Tan hermosa. Sus ojos verdes brillantes. Su piel palida. Sus labios rosas carnosos que tanto se me antojaban. Su hermosa nariz. Definitivamente su rostro fue tallado por los dioses.
—Dame tu teléfono, tomaré tu foto. —Me dejó ir y levantó la mano.
—Está bien. —Busqué en mi bolsillo y se lo di.
Chaeyoung retrocedió, pero no me di la vuelta. Mantuve la vista al lago y levanté los brazos, levantando mi barbilla para dejar que el sol calentara mi rostro.
—Muy bien. —Se rio—. Da la vuelta y sonríe.
Dejé caer mis brazos y giré, pero en lugar de sonreír, le lancé un beso a Chaeyoung.
Tomó unas cuantas fotografías, luego me regresó el teléfono.
—¿Quieres quedarte o deberíamos de regresar?
Miré sobre mi hombro al lago, por última vez.
—Mejor nos vamos. Es un largo camino.
—Está bien. —Chaeyoung se colocó detrás de mí abrazandome mientras caminábamos por el camino de tierra a la camioneta.
No podíamos despegar nuestros cuerpos.
Sonreí levantando mi celular, con la otra mano agarre el rostro de Chaeyoung y guíe sus labios contra los míos y tome una foto.
— Le enviare la foto a Nayeon y le diré que ya vamos de vuelta. — Chaeyoung solo asintio dejando besos en mi cuello.
—Dile a Nayeon que me tienes enferma de amor.
Solte una risita. Nayeon sin duda iba a suspirar.
Cuando llegamos a su gran camioneta abrió mi puerta luego fue a la suya. Sus movimientos eran rígidos hoy, los dolores de nuestra caminata de ayer probablemente haciendo presencia, pero no se había quejado.
Mientras salía a la autopista, tomó mi mano.
—Cuando regresemos, ¿cuánto tiempo crees que te tome empacar cosas para unos días?
—¿Empacar? ¿A dónde voy a ir exactamente, detective?
—A mi casa. —Sonrió besando mi mano entrelazada a sus dedos—. Estás atrapada conmigo ahora. Eres mi novia y te quiero la mayor parte del tiempo en mi espacio.
Sonreí al perfil de Chaeyoung. su mandíbula se veía más atractiva de lo normal con marca de mis labios. Y cuando llegáramos a su casa, mi lengua se conocería personalmente con esa mandíbula.
Empacar ligero, o rápido, nunca había sido mi fuerte, pero esta noche, haría mi marca personal. Lo que fuera por estar con mi mujer.
—Diez minutos. Quince como máximo.
Y si olvidaba algo, pasaría a casa mañana antes de trabajar. Estaba más que dispuesta a levantarme treinta minutos antes si significaba que dormiría en la cama de Chaeyoung.
Lo único malo es que tenía que bloquear la imagen de otra mujer durmiendo ahí primero.
Los celos arremetieron fuertemente contra mí.
—¿Qué tan apegada estás a tu cama?
—¿Mi cama? Bueno considerando que acabo de comprarla hace tres meses, bastante apegada.
Eso no me lo esperaba.
—¿Acabas de comprar una?
—Era tiempo para una mejora. Esa es completamente nueva. ¿Por qué?
—Oh, solo curiosidad. —Me cubrí la boca, pretendiendo bostezar, cuando en realidad, estaba ocultando una enorme sonrisa.
Casa de Chaeyoung aquí voy.
Ella no lo sabía todavía, pero acababa de reclamar su cama como mía.
Su cocina también.
—No veo la hora de tenerte en mi espacio. Quiero que mi cama tenga impregnado tu perfume de hoy en adelante.
Oh Chaeyoung. Si supieras que ya no tengo planes de volver a dormir más en mi antigua cama.
Y me iba a encargar de que mi perfume estuviera en ella 24/7.
Conducimos un tiempo en silencio, admirando la vista mientras andábamos por los caminos aireados fuera del parque hasta que llegamos a la carretera principal que nos regresaría a Bozeman.
Chaeyoung se estacionó en una gasolinera para cargar y salí, queriendo una bebida para el camino a casa.
—Voy por agua. ¿Quieres una, cariño?
Asintió, sacando su cartera y lanzándola.
—Gracias, hermosa.
Hermosa.
Cariño.
Sonreí por su apodo de cariño. Sonreí por lo cursis que estabamos siendo. Nunca antes había estado así de apegada a alguien y ya no me asustaba.
Mina bella era todavía mi apodo favorito, pero hermosa se acercaba en segundo lugar. Mi hermosa detective me tenía enferma de amor.
Este pequeño viaje nos hizo tanto bien.
Apresurándome, usé el baño y luego fui por botellas de agua para las dos y algo de regaliz para el resto del viaje. Justo cuando estaba saliendo, escuché un lloriqueo en el estacionamiento de la tienda de suministros para granjas, junto a la gasolinera.
Busqué el sonido hasta que lo volví a escuchar.
El lloriqueo provenía de una viaja camioneta roja donde una mujer estaba sentada con un letrero al lado de un neumático.
Cachorros a la venta. $1500. Pastor Alemán de raza pura.
Mis pies de inmediato cambiaron de dirección. Mil quinientos dólares era
demasiado para gastar en un perro, pero dado que ver era gratis y amaba a los cachorros, un vistazo no lastimaría.
—¡Hola! —saludé a la mujer mientras me acercaba a su camioneta—. ¿Le importaría si les doy un vistazo a sus cachorros?
Sonrió.
—Para nada. Adelante.
Me inclinésobre la parte de atrás de la camioneta y cinco pares de ojos cafés se acercaron a mí, colas moviéndose frenéticamente mientras lamian su jaula de metal.
—¡Dios mío! —Ahora sabía porqué las personas gastaban mil quinientos dólares en un perro. Una mirada y estaba enamorada. Esta mujer podía tomar mi auto si eso significaba que uno de estos bebés peludos podía ir a casa conmigo.
—Herm... oh mierda. —murmuró Chaeyoung, acercándose. En el momento en que vio a los cachorros y la mirada en mi rostro, supo exactamentelo que estaba planeando—. Hasta aquí llegó lo de ir a la perrera y rescatar a uno.
Le había dicho a Chaeyoung que había planeado ir por uno de la perrera para cumplir con la lista de Johnny, pero el plan era historia. Mi siguiente perro tendría que ser de la perrera, porque iba a comprar a uno de estos cachorros hoy. Además...
—Estos perros necesitan buenos hogares también, ¿no es verdad? —le pregunté a la señora, esperando algo de apoyo.
Solo se alejó, sin querer hacer contacto visual con una ceñuda Chaeyoung.
Gallina.
Había esperado que saltara y me ayudara a probarle mi punto a Chaeyoung sobre porqué iba a gastar una ridícula cantidad de dinero en un cachorro.
—Chaeyoung, mira qué lindos son. —Regresé la vista a los cachorros. Uno de ellos, el más lindo, había retrocedido al fondo de la jaula, descansando mientras sus hermanos continuaban lamiendo la jaula—. Además, no importa de dónde viene el cachorro. La lista solo dice tener a un perro por el resto de la vida.
La familia de Johnny siempre había tenido perros de rancho, pero siempre había querido una mascota. Un perro que pudiera entrar a la casa o al que pudiera llevar a pasear por el vecindario. Quería un perro que se volviera su mejor amigo, no un empleado del rancho Suh. Este cachorro era del tipo que hubiera escogido, probablemente porque esta era la clase de cachorro que yo hubiera elegido.
No tenía idea de cómo metería un cachorro en mi vida, pero el pequeño en la parte de atrás, quien estaba más interesado en observar las actividades que estar en el centro, era mi nuevo perro.
—¿Acepta tarjeta de crédito? — preguntó Chaeyoung a la mujer.
La mujer sonrió.
—Claro que lo hacemos.
Y justo así, tenía un cachorro.
Una hora más tarde, mi nuevo perro estaba sobre mi regazo y la parte de atrás de la camioneta de Chaeyoung estaba llena de artículos para mascotas que habíamos comprado en la tienda de suministros para granja.
—¿Cómo te llamaremos? —dije mientras el cachorro colocaba sus patas en la puerta para mirar por la ventana—. Estoy pensando... Nazboo.
—¿Qué demonios? —murmuró Lauren—. No, Mina.
—¿Qué tiene de malo Nazboo?
Frunció el ceño.
—No quiero estar afuera y tener que gritar: "Ven aquí Nazboo". "Siéntate Nazboo". "No comas eso Nazboo". Elige un nombre normal.
Me reí, pero negué.
—No. Nazboo es lindo. Es de una de las caricaturas de Jennie y Jungwon y es único.
—Vetado.
—Está bien. Si eres tan especial con los nombres, elígelo tú.
—Mmmm. —Chaeyoung frotó su barbilla con una mano, pensando en silencio
mientras conducía con la otra.
Mientras esperaba a que dijera un mejor nombre, acaricié la espalda de Nazboo. Ella era por mucho, la más preciosa cachorra que hubiera visto. Su pelaje era casi por completo negro, pero tenía la típica mancha marrón de pastor alemán en su pierna y estómago y los costados de su rostro.
Y ahora era mía para amar y cuidar por el resto de su vida.
—¿Bueno? —pregunté—. ¿Cómo crees que deberíamos nombrarla?
Chaeyoung me miró a mí y a mi chica, luego movió la cabeza antes de admitir derrotadamente.
—Nazboo esta perfecto.
Sonreí apoyando mi mano en su muslo.
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