14
32° Cumpleaños: Tener una pelea de pintura.
Mina
La ducha de Chaeyoung era elegante. Y enorme.
Las baldosas del piso al techo se extendían desde un asiento de banco en un extremo hasta la entrada en el lado opuesto. No había una puerta real porque el espacio era tan grande que el agua proveniente de los tres cabezales de ducha de bronce no estaba ni cerca de escapar. Pero tan hermoso como el azulejo de mármol color marfil era, la mejor parte de la ducha de Chaeyoung era el olor.
Tal y como lo sospechaba, en una repisa recortada había una botella de gel de baño Irish Spring. El olor se había filtrado en las baldosas, de modo que cuando la ducha se llenó de vapor, me quedé envuelta en el olor limpio de Chaeyoung.
Me reí mientras miraba la botella. El verde oscuro encajaba perfectamente con mi piel verde claro.
Había hecho mi mejor esfuerzo, restregando con furia, para quitarme el color de los brazos y las manos, pero necesitaría una exfoliación completa con un poco de exfoliante de azúcar y mi esponja vegetal para volver a mi tono normal.
Hacer la piscina de gelatina en casa de Chaeyoung tenía sus inconvenientes. No
tenía ninguno de mis productos de belleza normales ni un secador de pelo. Me volvería a poner la ropa que había llevado antes en el restaurante, aunque anhelaba algo fresco y limpio. Pero, aun así, me alegré de haberlo hecho aquí.
No solo estaba evitando llevarla a mi casa, era agradable tener compañía en vez de hacerlo sola.
Siempre supe que el ítem de la gelatina iba a ser difícil, ya que Johnny lo había agregado el día de su muerte. Pero con Chaeyoung bromeando acerca de ser verde, además de su extraña aversión a la gelatina, había sido soportable. Su mano firme ayudándome a salir de la piscina había aliviado parte de la punzada.
Realmente estaba confiando en sus manos. Probablemente demasiado. Pero sin ellas, no sé cómo habría llegado hasta aquí. Me había prometido a mí misma que no seguiría pidiendo la ayuda de Chaeyoung, pero esta noche, le deje hacer todo este trabajo para instalar mi piscina de gelatina. Cada vez que ofrecía su ayuda, aceptaba. Tenía que dejar de tomar ventaja antes que se resintiera conmigo, solo que no sabía cómo.
Gracias a Chaeyoung, me estaba acercando al final de la lista de cumpleaños de Johnny sin estar en un constante estado de lágrimas. En cambio, me estaba ayudando a encontrar la alegría en cada ítem. La diversión que Johnny había estado buscando en primer lugar.
Sonreí ante mis cutículas verdes mientras el agua corría por mi cuerpo hasta mis dedos teñidos de verde. Te hubiera encantado esto, Johnny. Donde yo quería limpiar el verde, Johnny lo hubiera dejado quedarse. Hubiera usado este color de gelatina como una insignia de honor hasta que se desvaneciera.
El agua comenzó a enfriarse, así que me froté una última vez, luego cerré la llave, robando una toalla fresca de Chaeyoung antes de volver a ponerme los vaqueros llenos de harina y la camiseta The Suh Jar. Me até el pelo húmedo en un nudo, luego salí del baño a la habitación de Chaeyoung.
Había tenido tanta prisa por quitarme la ropa llena de gelatina, que realmente no había estudiado su dormitorio antes cuando corrí a la ducha. Pero ahora, no pude evitar dejar que mis ojos se demoraran en la cama justo en el medio de la habitación.
Al igual que su ducha, era enorme. La madera de café oscuro del pie de cama y la cabecera brillaban bajo las luces empotradas del techo. La simple ropa
de cama de color caqui coordinaba bien con las paredes blancas y pisos de madera marrón chocolate.
¿Chaeyoung había decorado aquí? ¿O fue su ex? Mis labios se fruncieron cuando pensé en el encuentro con Somi de antes.
Era hermosa. Por supuesto que era hermosa. Chaeyoung era más sexy que la
gran mayoría de ejemplares de personas del planeta. Por supuesto, su ex novia era hermosa.
Y claramente todavía enamorada de ella.
¿La había amado también? ¿Había susurrado esas dos palabras contra su
cabello cuando la había abrazado en esta enorme cama?
Antes que mi cabeza pudiera vagar demasiado por un sendero de dedos verdes, Chaeyoung golpeó la puerta.
—¿Mina?
Salí de mi aturdimiento, alejando mis ojos de su cama.
—Entra.
Sus pies estaban descalzos cuando entró en la habitación.
—Solo quería ver si necesitabas algo.
—No.—Sonreí—. Gracias por tu ayuda. Dejé tus toallas en el baño, pero no estoy segura que les vaya a salir lo verde.
—No me importan las toallas. —Pasó por mi lado y se sentó al pie de la cama. Sus manos estaban apoyadas en la madera a los lados, haciendo que los músculos de sus brazos se abultaran. Cuando cruzó un tobillo sobre el otro, giré para que no viera mis ardientes mejillas.
Maldición, era sexy. La imagen de Chaeyoung en esa postura aparentemente
informal siempre quedaría grabada en mi cerebro.
Me tomé unos largos segundos para recomponerme mientras fingía estudiar su decoración.
—Me gusta tu casa.
—Gracias. Tuve suerte y la compré por muy poco porque era la última casa de la cuadra que aún no había sido restaurada. Me ha tomado un tiempo, pero finalmente la estoy arreglando para este siglo.
Asentí y sonreí, mirando por encima de mi hombro para ver que no se había movido. Volví a sentir el calor en mi rostro, pero esta vez no se detuvo en mis mejillas, sino que llegó hasta mi centro, despertando un deseo que había estado dormido durante mucho, mucho tiempo.
Se levantó de la cama.
—¿Quieres la visita completa?
—Sí, por favor. —Dios. Oculté mis ardientes mejillas, pero no había forma de confundir mi voz entrecortada.
Pero Chaeyoung, en la verdadera manera de Chaeyoung, solo sonrió abiertamente y cruzó la habitación sin decir una palabra.
Eché un último vistazo a su cama. La imagen de mí durmiendo desnuda bajo sus sábanas se me vino a la cabeza, pero la sacudí. ¿Por qué estaba pensando en sexo con Chaeyoung? Ni siquiera nos habíamos besado aún, a menos que contaras los roce de nuestros labios en el garaje de Daniel y Jihyo. E incluso entonces, ese no había sido el tipo de beso que llevaría a una larga y sudorosa noche juntas y a despertar en sus brazos.
Mi cuerpo se estaba anteponiendo a mi cabeza y necesitaba disminuir la velocidad. Mucho. Lo que significaba que necesitaba salir de la habitación de Chaeyoung.
Cerrándole la puerta a todas las cosas sexuales y besos y la forma en que el
culo de Chaeyoung se veía en sus vaqueros esta noche, la seguí por el pasillo cuando comenzó su recorrido.
—La habitación principal solía ser dos habitaciones. —Golpeó la pared mientras me conducía por el pasillo—. Convertí una en el baño y el armario.
Pasé la mano por la puerta cuando eché un vistazo al dormitorio de invitados.
—Me encanta que hayas conservado todas las puertas y molduras originales.
—A mí igual. Fue una molestia para la limpieza que hizo el equipo de construcción, pero valió la pena el tiempo adicional.
Chaeyoung vivía en un antiguo barrio del centro de Bozeman. A diferencia de mi casa, ubicada en una de las subdivisiones más modernas, las casas en esta área estaban llenas de carácter y rodeadas de árboles centenarios.
Las molduras y las puertas eran de color marrón intenso, similar al color de los pisos de madera restaurada. La moldura de techo, pintada de blanco para que coincida con las paredes y los techos, era gruesa y tallada con un intrincado patrón ausente en las casas nuevas. Y los picaportes viejos de latón y vidrio eran algo en lo que la gente gastaría una fortuna ahora.
Después de mostrarme otro dormitorio y baño, Chaeyoung me condujo por las escalera situada en el centro de la casa. Al igual que en el piso de arriba, el encanto del viejo estilo había sido restaurado y mezclado con los lujos de la vida moderna.
La chimenea en la sala de estar tenía todo el ladrillo original, pero la repisa de la chimenea se había cambiado para adaptarse a un televisor amplio.
Había conservado el candelabro antiguo en la entrada, pero añadió luces empotradas para iluminar el espacio. Y tumbo un par de paredes, abriendo el plano del piso para ajustar muebles más grandes y cómodos. Todo en la casa de Chaeyoung fluía a la perfección, desde la sala de estar hasta el comedor, luego a la cocina de mis sueños.
—Esto es hermoso.—Pasé la mano por el mostrador de mármol gris y blanco. Lo tenía todo. Brillantes electrodomésticos de acero inoxidable. Una cocina a gas de primera calidad. Gabinetes blancos prístinos. En el momento en que puse los pies en la baldosa en blanco y negro, tuve ganas de empezar a cocinar.
—Tengo miedo de decirte que casi no he usado esta cocina desde que la remodelé.
Jadeé.
—Qué vergüenza, Son Chaeyoung.
—Tal vez puedas ayudarme a usarla.
Usarla.
Se estaba refiriendo a mis habilidades culinarias, pero la visión que voló en mi cabeza no tenía nada que ver con la comida. Me vi sentada en el mostrador, desnuda, con Chaeyoung entre mis piernas, su polla enterrada profundamente dentro de mí mientras gemía hacia el techo.
Una ola caliente se extendió por mis hombros y por mi espalda mientras
palpitaba entre mis piernas. Mis pezones se endurecieron contra mi sujetador, forzándose contra la delgada tela del sostén, mientras mis ojos vagaban hacia Chaeyoung.
Me estaba mirando, sus ojos se oscurecieron como si hubiera visto la misma imagen traviesa en su mente. Su pecho subía y bajaba con breves respiraciones y tenía las manos apretadas a los costados, como si se estuviera conteniendo en su lado de la cocina.
Mi mirada se posó en su boca, incapaz de apartar la mirada de sus labios suaves y rosados.
Quería besarla.
Quería tanto besarla, toda la preocupación, la indecisión que había mantenido en estos últimos meses... desapareció. No había lugar en mi cabeza para otra cosa que besar a Chaeyoung.
Lentamente, mis manos salieron de mis costados, y con mis ojos fijos en su rostro, giré mis muñecas en un ligero círculo.
Mi señal.
Chaeyoung observó mis manos mientras las giraba una vez, luego dos veces, antes de tragar saliva.
—Camila. —Su voz era áspera y profunda—. ¿Estás segura?
Asentí.
—Bésame, Chaeyoung.
En dos grandes pasos, borró la distancia entre nosotras. Sus dedos se clavaron en mi cabello húmedo mientras sus palmas presionaban contra mi mandíbula. Entonces sus labios se amoldaron a los míos.
Una descarga se disparó a través de mi cuerpo mientras su lengua acariciaba mi labio inferior, persuadiéndome a abrir la boca. Cuando mis labios se separaron, su lengua barrió adentro. Y sabía tan bien, mejor que cualquier cosa que pudiera preparar en esta cocina.
Gemí en su boca cuando su lengua comenzó a explorar. Mis manos se aferraron fuertemente a su camisa, sosteniéndome, mientras sus manos dejaban mi rostro y se pegaban alrededor de mi espalda.
Chaeyoung me jaló tan cerca que cada centímetro de ella se apretó contra mí. Su sólido pecho. Sus muslos musculosos. Su polla dura debajo de sus vaqueros.
Con su boca devorando la mía, Chaeyoung encendió un fuego dentro de mí que
había sido solo brasas durante años. El ardor era tan caliente que apenas podía soportarlo. Entonces con el deseo tomando el control, besé a Chaeyoung con todo lo que tenía. La abracé más, tirando y succionándola, pero no fue suficiente.
Empujé mis caderas hacia adelante, rozando contra las suyas, esperando alivio, pero la fricción solo avivó las llamas.
Solté la camisa de Chaeyoung y pasé mis manos por su trasero, apretando fuerte cuando alcancé su culo perfecto. Cuando Chaeyoung gimió, el estruendo vibró por mi garganta, haciéndome apretar de nuevo, esta vez aún más fuerte.
En un segundo su lengua estaba moviéndose mágicamente contra la mía, y al siguiente desapareció. Se separó de mí, jadeando, mientras yo hacía lo mismo.
Mierda.
Que beso.
—Diablos, mujer.—Dejó caer su frente contra la mía—. Dios, podría besarte para siempre.
Mis pulmones se agitaron cuando traté de llenarlos de aire.
Las manos de Chaeyoung alisaron el cabello que había caído sobre mis mejillas, empujándolo detrás de mis orejas.
—Pero será mejor que vayamos con calma.
Tenía razón, deberíamos ir con calma, pero extrañé sus labios. Los quería de vuelta, tanto que casi lloré.
Porque ese fue el mejor beso que había tenido en mi vida.
Mi vida entera.
Ningún hombre, ni siquiera Johnny, me había besado con tanta pasión.
¿Por qué todo lo que experimentaba con ella sentía que era mejor incluso que mi ex esposo?
¿Por qué sentía más de lo que había sentido por Johnny?
Mierda.
Una oleada de emoción estalló en mi pecho y salió de mi boca como un sollozo. Entre la intensidad del beso y la comprensión que acababa de liberarme de mi ex esposo, no pude contener el sollozo que siguió. O el que hubo después. O las lágrimas en mis ojos.
Me sentía libre... finalmente.
Me llevé una mano a la boca cuando la primera lágrima cayó. Y cuando la segunda goteó por mi mejilla, Chaeyoung me tomó en sus brazos.
—Lo siento—sollocé, enterrando mi rostro en su camisa.
Lamentaba llorar después de nuestro increíble beso. Me sentía mal por arruinar nuestro momento íntimo.
Pero, sobre todo, lamentaba no lamentar haber besado a Chaeyoung.
Estaba dejando ir a Johnny.
Y rompió mi corazón otra vez.
Lo estaba dejando ir tan rapido...
—Está bien —susurró Chaeyoung contra mi cabello—. Está bien. Te tengo. Déjalo
salir.
Con su permiso, no intenté luchar contra el dolor. Lloré en su camisa, humedeciendo su hombro con mis ojos y mi cabello húmedo. Absorbí la comodidad de sus brazos hasta que fui lo suficientemente fuerte como para detenerme.
—Lo siento—susurré contra su camisa antes de inclinarme hacia atrás y limpiarme los ojos.
Colocó su palma en mi mejilla.
—Nunca lo lamentes.
—No me arrepiento de ese beso. Por favor, debes saber eso. Es solo... difícil.
—Lo sé.
La miré a los ojos, tan amable y compasiva, y casi lloro de nuevo. Ella era un sueño ¿Cómo había encontrado a una mujer que era tan comprensiva y paciente, que me veía tan claramente? Era nada menos que un milagro.
Mi milagro.
Inhalé un aliento tembloroso, sosteniéndola por un largo momento mientras refrenaba mis emociones. Cuando solté un suspiro, dejé que mis hombros colapsaran, y luego me puse de pie.
Odiaba llorar delante de otros. Odiaba sentirme débil y patética. Odiaba sentirme tan fuera de control con mis emociones. Durante cinco años, me sentí fuera de control, y cada vez que comenzaba a recuperar ese control, a menudo terminaba llorando.
Estaba exhausta. Las lágrimas eran agotadoras.
No quería llorar más. No quería estar triste nunca más. No quería sufrir.
¿Cuándo desaparecería? ¿Cuándo encontraría la fuerza para poner el dolor en el pasado y dejar de mancillar el presente?
Disgustada conmigo misma por arruinar lo que había sido un momento mágico con Chaeyoung, negué.
—Lo siento tanto, tanto.
—Mírame —ordenó y mis ojos se dirigieron a los suyos—. No te disculpes. Eres la persona más fuerte que he conocido. Un par de lágrimas no son gran cosa.
Resoplé, agitando mi mano en su camisa.
—Estaba lloriqueando, Chaeyoung. Eso no fueron solo un par de lágrimas. Estás
prácticamente empapada. No creo que eso constituya ser fuerte.
Se acercó, su palma de nuevo encontró mi mejilla.
—Llorar no te hace débil, Mina. A veces, se necesita más fuerza para dejarlo salir que para mantener todo adentro.
No sabía si eso era cierto, pero las palabras me parecieron maravillosas cuando se acomodaron en mi corazón.
—Gracias.
—De nada.
Su mano se apartó de mi rostro e hice un gesto hacia el pasillo.
—Mejor me voy.
—Está bien. —Me siguió a la sala de estar donde agarré mi bolso y mi mochila de su sofá color marrón claro—. ¿Todavía está en pie la pelea de pintura el domingo?
—Sí. Ya tengo todo listo. Nayeon, Jaehyun y los niños van a estar allí. Y finalmente podrás conocer a Jimmy.
—No puedo esperar.—Me acompañó a la puerta, abriéndola para que pudiera salir a su porche.
El exterior de ladrillo rojo de su casa estaba adornado con blanco. Los pilares cuadrados alrededor del porche eran gruesos y estaban adornados con hastiales. Una enredadera serpenteaba por la esquina más alejada hasta el segundo piso. Lo único que faltaba eran dos mecedoras blancas y este porche sería el lugar perfecto para ver a los niños jugar en el patio delantero.
Su casa era preciosa.
—Te veo el domingo.— Chaeyoung se inclinó y me besó en la mejilla.
—Adiós.—Salí, pero me detuve, mirando por encima de mi hombro—. Gracias.—Tragué saliva—. Gracias por besarme. Por ser la indicada.
Sus ojos se suavizaron.
—Siempre seré yo.
Eso espero. Le dediqué una pequeña sonrisa antes de girar y caminar hacia
mi auto. Despidiéndome, me aparté de la acera y manejé directo a casa. Pero en lugar de tomar la ducha que había planeado, entré y me dejé caer en la cama.
Luego agarré la foto de Johnny de mi mesita de noche. Le acaricié el rostro en el marco. Su rostro sonriente, congelado bajo el cristal, aliviaba el dolor en mi pecho.
Johnny nunca querría que estuviera triste. No querría que estuviera sola. Si no pudiera estar aquí conmigo, entonces querría que encontrara la felicidad.
Lo sentía en mis huesos.
Dejé el marco y busqué mi bolso a mi lado en la cama. Con el diario de Johnny y un bolígrafo en la mano, fui a la página de la gelatina y marqué la casilla.
Casi hemos terminado, Johnny. Solo quedan unas pocas cosas por hacer.
Cerré el diario y lo abracé contra mi pecho. Ya había llorado en la casa de Chaeyoung, así que solo sonreí.
¿Estaba Johnny en algún lugar, mirando hacia abajo y sonriendo también?
¿Estaba contento porque estaba haciendo las cosas que más deseaba?
Esperaba que esta lista fuera su manera de guiarme a través del dolor. Esperaba que esta fuera su manera de ayudarme a decir adiós.
Esperaba que esta fuera su manera de llevarme a una nueva vida.
Una llena de sonrisas.
Con risas.
Una llena de amor.
...
Dos días después, el color verde se había desvanecido de mi piel y estaba en el apartamento de Jimmy, llenando globos de agua biodegradables con pintura. Me había pasado los últimos treinta minutos armándome de valor para contarle sobre Chaeyoung, para que no se sorprendiera cuando llegáramos al parque esta tarde.
—Entonces, mmm... invité a Chaeyoung a venir a la pelea de pintura con nosotros.
—Sí, lo sé.—Sus dedos estaban cubiertos de pintura azul mientras ataba un globo—. Recuerdo cuando me dijiste lo mismo hace una semana. ¿Te preocupa que me esté poniendo senil o algo así? Porque no lo estoy. No importa lo que diga Randall, mi cabeza está tan clara como cuando tenía tu edad, ¿entendido?
—Entendido. —Solté una risita, atando mi globo rojo y dejándolo en la bañera con los demás—. Pero quería decirte algo más. Chaeyoung no es solo una amiga
ayudándome con la camioneta de Johnny. Estamos algo así como saliendo.
—Realmente crees que estoy senil. —Se rio entre dientes—. Relájate, Mina. Ya me lo imaginaba.
—¿De verdad?—Lo miré boquiabierta mientras llenaba otro globo.
Asintió.
—Hablas mucho de ella. Parece que pasan juntas mucho tiempo. Nayeon me dijo que va al restaurante la mayoría de las noches. Soy viejo, no ciego. Supuse que pasaba algo más con ustedes dos.
—¿Y eso no te molesta?
Negó, dejando caer la botella de pintura en sus manos para prestarme toda su atención.
—Sólo quiero que seas feliz. Y si te gusta esta tipa, estoy a favor.
—¿Crees que está bien comenzar a salir de nuevo?
Tal vez era porque Jimmy y Johnny habían sido tan cercanos, pero necesitaba la bendición de Jimmy. Era lo más cercano que tenía a la bendición de Johnny. Necesitaba que me dijera que estaba bien salir con Chaeyoung.
Asintió.
—No solo creo que está bien. Creo que es hora. Cinco años, Mina. Es hora de cambiar de página. Y sabes tan bien como yo que Johnny también querría eso para ti.
Miré hacia abajo, a mis dedos cubiertos de pintura.
—Gracias—susurré. Él no sabía cuántos miedos y ansiedades había aliviado.
Su mano azul se cerró sobre la mía.
—Es la verdad.
Lo miré y sonreí.
—¿Están ustedes dos listos para irse o qué? —gruñó Randall desde el pasillo mientras entraba en la habitación de Jimmy—. Quiero terminar con esto para poder regresar a tiempo para la cena.
Empecé a llenar otro globo.
—Solo unos pocos más de estos y luego podemos irnos.
—Bien —murmuró Randall mientras entraba a la cocina. Llevaba un mono
de pies a cabeza, y en una mano enguantada llevaba un gorro de ducha.
—Mira a este tipo. —Jimmy puso los ojos en blanco—. ¿Un mono? ¿De verdad? Eres una nena. Es solo un poco de pintura.
—No voy a arruinar mi ropa. Algunos de nosotros nos enorgullecemos de
nuestra apariencia. —Los ojos de Randall se entrecerraron mientras él y Jimmy entraban en una de sus discusiones habituales.
Jimmy va a The Suh Jar con Randall casi todos los días, y una cosa que aprendí era que, vivían para discutir. Esos dos iban al restaurante a media mañana y discutían sobre cualquier cosa hasta bien pasada la hora del almuerzo.
Al principio, traté de intervenir, de hacer de pacificadora, pero después de mi quincuagésimo intento fallido, me di por vencida.
Así que negué y seguí llenando mi globo.
—¿Pueden al menos guardar la pelea para el parque, caballeros?
—Siempre te pones de su lado —murmuró Randall y se giró hacia la sala de estar.
—¡Ella es mi nieta! —le gritó Jimmy a su espalda—. Por supuesto que se pone de mi lado. —Me miró—. Qué idiota.
—Ustedes dos son peores que unos niños pequeños.
Jimmy se rio entre dientes y me dijo con la mano que me acercara para susurrar:—Mira.
Verificó dos veces que Randall estaba fuera de la vista y luego metió la mano en un armario. Salió un globo de tamaño completo, diez veces más grande que los mini globos que llevábamos.
—Jimmy —siseé.
Se rio.
—De ninguna manera ese mono y gorro de baño lo salvarán de este gran bastardo.
Bufé, tratando de tragar mi risa. Luego me incliné hacia la bañera y comencé a hacer espacio para su globo monstruo.
—Bájalo entre los pequeños para que no lo vea.
Jimmy sonrió.
—Esa es mi chica.
Una hora más tarde, estábamos parados en un círculo, después de haber repasado las reglas de nuestra pelea de pintura. Nada de disparos directos en la cara. Tener cuidado con Jungwon y Jennie. Atacar hasta que todos los globos se hayan terminado.
A mi izquierda estaban Jimmy y Randall, Chaeyoung a mi derecha. Y frente a mí estaban Jaehyun, Nayeon y los niños.
—¿Todos listos?
Recibí vítores por todos lados cuando nos separamos para cargar globos.
—Muy bien. A la cuenta de tres. Uno. Dos. ¡Tres!
Se produjo un pandemonio. Los globos comenzaron a volar, la gente comenzó a correr y la pintura salpicó por todas partes.
—¡Dispara a la tía Mina! -le gritó Jaehyun a Jennie, quien de inmediato comenzó a perseguirme.
—¡No, Jennie! ¡No! —Fingí correr rápido, pero la dejé alcanzarme y lanzar un globo amarillo a mi espalda. La pintura pegajosa penetró instantáneamente a través de mi delgada camiseta blanca y cubrió la parte posterior de mis brazos—. ¡Me diste!
Ella soltó una risita, luego corrió de vuelta al cubo para volver a cargar.
—¡Papá! —chilló, apuntando con un globo verde a Jaehyun. Salió disparada, uniéndose a Nayeon y Jungeon mientras perseguían a Jaehyun y le lanzaban globos.
Por primera vez en meses, Jaehyun y Nayeon se sonreían el uno al otro.
Sonrisas genuinas.
No estaba segura si se llevaban bien porque esta pelea de pintura era para Johnny, o tal vez estaban poniendo caras felices para mí. A pesar de eso, hizo que toda esta idea fuera mucho más divertida.
Estaba tan perdida viendo las sonrisas en sus rostros que no noté que Chaeyoung se acercaba sigilosamente detrás de mí. Un segundo, estaba viendo a Jennie lanzar el globo verde a la camiseta blanca de Jaehyun. Al siguiente segundo, pintura azul corría por mi cabello.
—¡Ah!—Me giré justo a tiempo para que Chaeyoung rompiera otro en mi cabeza, esta vez naranja—. ¡Tú!—Señalé con un dedo su sonrisa, luego corrí de vuelta a la tina por un puñado de globos.
Traté de golpearla, pero era demasiado ágil. Esquivó cada uno de mis disparos hasta que la hierba que lo rodeaba lucía como si un unicornio hubiera vomitado arcoíris a sus pies.
—Me rindo.—Le hice un puchero a Chaeyoung, luego volví a cargar. Cuando volví a la pelea, elegí un objetivo diferente—. ¡Te tengo! —Aplaudí cuando el globo rojo que había arrojado estalló contra el pecho de Randall.
Miró su mono y se burló.
—Pagarás por eso.
Saqué la lengua, desafiándolo a que viniera detrás de mí, justo cuando Jimmy se escabullía de detrás de un árbol llevando el enorme globo que había escondido cuando llegamos.
Me preparé, esperando lo inevitable, pero justo cuando Jimmy estaba levantando el globo, Randall se giró. Con una agilidad que nunca hubiera esperado del anciano que caminaba con bastón, se deslizó hacia atrás y arrojando el globo que tenía en la mano al monstruoso globo que cargaba Jimmy.
Pintura rosa brillante voló por todas partes.
El cabello blanco y corto de Jimmy estaba cubierto. Su rostro. Sus hombros. Todo estaba chorreando rosa.
—Hijo de puta —escupió, enviando salpicaduras rosas al suelo.
—¡Ja!—Randall se rio—. Eso te salió mal, ¿no?
A mi lado, Chaeyoung comenzó a reír. Luego Jaehyun y Nayeon se unieron. Traté de mantener el rostro serio, pero como la pintura rosa seguía goteando de la nariz de Jimmy, perdí la batalla. Me reí tanto que me dolieron los costados. Me incliné por la mitad, luchando por recuperar el aliento mientras lágrimas felices se mezclaban con las manchas de pintura en mi rostro.
—Oh Dios mío. Eso fue graciosísimo.
Cuando me puse de pie, Chaeyoung me tendió una de las toallas que traje.
—Toma.
—Gracias.— La usé para secarme el rostro y luego se la di a Chaeyoung para que se limpiara las manos. Lo habían golpeado con un globo verde justo en el medio de su pecho. El color y la brillante luz del sol de la tarde hicieron que sus ojos brillaran ferozmente mientras sonreía.
Esos hermosos ojos sostuvieron los míos cuando se acercó más, tomando la toalla y secándome un lado del rostro.
—Te falto aquí.
Sin pensar, o preocuparme, por nuestra audiencia, me puse de puntillas y uní su boca con la mía. La sentí sonreir sobre mis labios, sus manos se encontraron con mi cintura y nos mantuvimos abrazadas un momento.
—Gracias por venir hoy, detective.
—Por supuesto.
La sorprendí un poco con ese beso, pero me alegré de haberlo hecho. Especialmente aquí. Frente a familiares y amigos, quería que supieran que era alguien especial.
Después de todo, de eso se trataba todo el día de hoy. Hoy era para divertirme con las personas especiales en mi vida y honrar a alguien que había sido especial, pero que ya no estaba con nosotros.
—Eso fue divertido. —Jimmy se acercó y le tendí una toalla—. Creo que enorgullecimos a mi muchacho.
—Yo también —dijo Jaehyun mientras limpiaba el rostro de Jungwon.
—De acuerdo. —Nayeon asintió—. A Johnny le hubiera encantado esto.
Le sonreí a Chaeyoung, luego miré hacia el cielo azul y sin nubes.
—Sí. Le habría encantado.
Sentí los brazos de Chaeyoung envolverse en mi cintura abrazandome desde atrás y disfrute de sus besos en mi cuello entrelazando sus manos con las mias. Y cada día ella se llevaba una parte más de mi corazón.
...
Avísenme si hay algún error, por fa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro