12
4/4
39° Cumpleaños: Subirme a un taxi y gritar: "¡Siga ese auto!"
Mina
—Me derrito. —Nayeon abanicó su rostro.
—Yo también. Solo espero que el taxi tenga aire acondicionado.
Habían pasado tres días desde mi tatuaje y de admitirle mis sentimientos a Chaeyoung, y Nayeon y yo estábamos afuera del restaurante. El sudor perlaba mis sienes mientras comenzábamos a caminar por la calle, esperando ver un sedán con la luz de taxi encendida.
—¡Oh! —Nayeon se puso de puntas y miró por la calle—. Aquí viene. Está bien, me voy.
Con una enorme sonrisa trotó a su camioneta, entrando y saliendo a la
calle en el segundo en que el taxi entró al estacionamiento.
Muy bien, Johnny. Aquí voy.
Respirando profundamente, me subí rápidamente al asiento trasero del taxi, abriendo la puerta y entrando.
—¡Siga ese auto! —grité al conductor, señalando la camioneta de Nayeon.
—¿Qué? —El conductor miró sobre su hombro.
—¡Siga ese auto! —Moví el dedo y le lancé mi mirada de avance, amigo.
—Miré, señorita...
—¡Solo vaya! ¡Por favor!
Frunció el ceño, pero aceleró, moviendo el carro a través del tráfico y buscando a Dinah.
—Ella podría haber ido al menos más rápido —murmuré. Nayeon era pesima con la velocidad, si trabajaba como ladrona se moría de hambre.
&¿Qué fue eso? —preguntó el taxista mirando por el espejo retrovisor.
—Nada. Solo por favor, siga ese auto.
Y lo hizo. Siguió a Nayeon alrededor de la cuadra y de regreso al estacionamiento del restaurante.
—Gracias, señor.
—¿Qué? ¿Eso es todo?
Asentí y busqué en mi bolsillo un billete de veinte.
—Es todo. Gracias.
Dándole el dinero, salí del taxi y caminé de regreso al restaurante donde Nayeon estaba esperando.
—¿Entonces? —preguntó—. ¿Cómo te fue?
—¿Mi paseo en taxi de un minuto? Costoso.
Se rio.
—Bueno, al menos esa fue fácil. Ahora puedes eliminarlo de la lista.
Mirando por la ventana, mantuve mi vista en el taxi mientras regresaba a la calle.
—Johnny hubiera pensado que eso era divertido. Probablemente hubiera grabado todo y lo hubiera subido a Facebook o Instagram.
—Y probablemente se hubiera puesto un traje o algo así, pretendiendo ser un agente secreto.
Asentí.
—Síp. Probablemente hubiera creado toda una ruta para que la condujera y así poder seguirme por toda la ciudad y terminado en un lugar sospechoso. Probablemente hubiera planeado esta persecución épica.
—Creo que tienes razón.
Nayeon y yo compartimos una sonrisa triste. Nuestra pequeña aventura había sido débil comparado con la que mi esposo hubiera planeado, pero aun así me alegraba que lo hubiéramos podido hacer juntas.
—Muy bien. Volvamos al trabajo —Se giró y caminó al mostrador.
—Sí, jefa. —Había caminado tres pasos lejos de la puerta cuando se abrió detrás de nosotras. Mirando sobre mi hombro me detuve al ver a Chaeyoung—. Hola. —Mi sonrisa volviéndose más grande mientras mi respiración se entrecortaba.
Se sentía liberador poder disfrutar ese aliento entrecortado. Disfrutar la aceleración de mis latidos y los escalofríos que tenía cuando se acercaba. Porque ahora que lo había sacado, que le había confesado mis sentimientos, me había permitido disfrutarlo todo. Ahora compartimos muchos abrazos y besos inocentes en nuestras mejillas. Ibamos paso a paso.
Lo que le dije era verdad. Había pensado mucho en ella en las semanas después de mi viaje al rancho de Kyle y Debbie. Y aunque una parte de mi pensaba que la vida sería mucho más fácil si no la volvía a ver, no podía hacerlo.
Durante todas esas dos semanas, me encontré a mí misma escribiendo mensajes que nunca enviaría. Le había preparado cenas especiales que nunca comería. Y me di cuenta que la vida era muy corta para perderte algo... lo que fuera.
Porque ese era el punto de la lista de Johnny. No perderse las oportunidades.
Así que no me perdería esto con Chaeyoung.
—Hola. —Estudió mi rostro mientras caminaba a mi lado.
—¿Qué? —Dejé de sonreír para poder pasar mi lengua por mis dientes. No pude sentir nada, pero mantuve mis labios sellados cuando pregunté—. ¿Tengo algo atorado en los dientes?
Sonrió y movió la cabeza.
—No. Es bueno ver esa sonrisa. No la había podido ver últimamente.
Mis mejillas se sonrojaron mientras mi sonrisa regresaba.
—Eso es dulce.
Asintió.
—Dulce en ti.
—¡Ayy! —dijo Nayeon al aparecer a mi lado—. Di algo más como eso. Estoy viviendo a través de su romance. Son lindas y me encantan.
—Ignórala —le dije a Chaeyoung, tomando la mano de Nayeon antes que pudiera empezar a acariciarla— ¿No acababas de decir que necesitábamos regresar al trabajo?
—Esclavista —gruñó mientras regresaba al mostrador.
Detrás de nosotras, Chaeyoung se rio mientras nos seguía.
El restaurante estaba vacío, de ahí el paseo en taxi, pero pronto las multitudes por comida para llevar llegarían a recoger sus comidas de camino a casa del trabajo y la multitud de la cena llegaría. Pero por ahora, Nayeon, Helen y yo estábamos disfrutando la pausa mientras nos alistábamos.
—Mejor me voy a la oficina a pagar algunas cuentas. Llámame si necesitas ayuda. —Nayeon llenó un vaso de la larga jarra de limonada, mientras desaparecía por la cocina.
—Hola, Chaeyoung. —Helen se asomó mientras movía platos detrás del mostrador.
—Hola, Helen. —Le sonrió y el rosado en sus mejillas se puso de un rojo brillante, fruncí el ceño.
—¿Puedo traerte algo? —le pregunté a Lauren.
Se hundió en el banco frente a mí, el que estaba junto al de Randall que Jimmy había declarado como suyo, y suspiró.
—Tengo un poco de dolor de cabeza. Pensé que algo de cafeína ayudaría.
—Lo lamento. —Mi mano se movió hacia su sien, pero me congelé cuando estaba a centímetros de distancia.
Eso era lo que siempre había hecho cuando Johnny tenía dolor de cabeza. Frotaba su sien y deslizaba mis dedos a través de su cabello hasta que el dolor pasaba.
Mis ojos pasaron de mi mano a la mirada de Chaeyoung. Sus ojos esperando
silenciosamente, suplicando por mi caricia. Con el corazón acelerado, coloqué mi palma en el costado de su rostro. Mi pulgar en su sien mientras mis dedos se movían a su cabello oscuro y lo masajeaba.
Chaeyoung cerró los ojos y relajó su cabeza en mi mano. Cuando dejó escapar un suspiro, todo el restaurante desapareció dejándonos a mí y Chaeyoung y mi mano en su suave cabello.
Después de unos minutos, abrió los ojos.
—Gracias.
—¿Mejor?
Asintió.
—Mucho.
—Bien. —Dudando aparté mi mano de su rostro—. ¿Qué clase de café quieres?
—Sorpréndeme.
Sonriendo. Regresé a la máquina de expreso, trabajando en mi eliminador
de dolores de cabeza personal, un triple expreso de mocha con un extra de chocolate.
Mientras trabajaba, una sensación de alivio atravesó mis huesos. Tener a Chaeyoung en el restaurante se sentía... bien. En las dos semanas en las que había intentado apartarla, no me había sentido así con excepciónde las veces que Chaeyoung vino a cenar. Esas noches había estado demasiado "ocupada" para sentarme con ella.
Quién sabía lo que ocurriría entre nosotras. Quizás terminaríamos siendo solo amigas. Quizás ella no querría hijos o resultaría ser una haragán o se transformaría en una fanática del fútbol americano durante la temporada. Nadie sabía en qué nos convertiríamos.
Pero quería descubrirlo. Y confiaba en que cuidaría de mi dañado corazón.
Terminé su café, lo coloqué en una taza y luego fui al refrigerador por la tarta de banana con crema que le preparé más temprano. Últimamente me esforzaba por prepararle una comida exclusiva solo para ella.
—Aquí tienes. Azúcar y cafeína. Estarás como nueva cuando te vayas.
Sonrió y comenzó a comer su tarta.
—Demonios, mujer, sí que sabes cocinar.
—Me alegra que vinieras. Necesitaba pedirte algo.
Dejó de masticar.
—Oh, oh.
—No es nada malo y no tienes que decir sí. Puedo pedírselo a Jaehyun.
Movió la cabeza y tragó.
—No, yo lo haré.
—No sabes qué es.
Se encogió de hombros.
—No importa.
—Claro que importa.
Volvió a encogerse de hombros.
—No realmente.
—¿Y si te pido que me compres tampones? —Johnny siempre se había rehusado a caminar por el pasillo de productos femeninos en la tienda. A nadie le gustaba comprar esas cosas.
—Envíame un mensaje con lo que necesitas e iré a la tienda más tarde.
Mientras comía otro bocado de su tarta, moví mis dedos sobre el mostrador.
—¿Y si te pido que me acompañes a ver una película extranjera? —Estaba segura que no aceptaría esa. Nunca había conocido a ningúna persona a quien le gustaran las películas extranjeras, no es que me volvieran locas.
—No son mis favoritas, pero siempre que tengan palomitas y Mild Duds iré.
—Está bien. Tengo una. —Le di una sonrisa burlona—. ¿Y si te pidiera romper la ley?
—¿Cómo tirar de una alarma de incendios? —se burló y con su cuchara señaló mi nariz—. Eso es algo que no tacharás de la lista, por cierto. No cuando podrías terminar con una enorme multa o un año en la cárcel.
Fruncí el ceño. No tenía idea de cómo iba a terminar eso de la lista de Johnny, pero claramente, no le pediría ayuda a Chaeyoung. Quizás iría a ver a Jimmy para saber si tenía alguna idea.
Chaeyoung tragó otro pedazo de su tarta.
—¿Vas a preguntarme o seguirás jugando a casos hipotéticos toda la tarde? Porque en algún momento, necesito regresar a la estación, y sucedería mucho más rápido si te dieras cuenta que diría que sí a todo, siempre y cuando no rompa la ley.
Sonreí y me acerqué. Nayeon definitivamente hubiera suspirado ante eso.
—Tengo que ir a una boda el sábado. Mi compañera de la universidad se va a casar y me gustaría ir. —No la había visto en unos años, pero había sido la única amiga de mi pasado que no me había tratado diferente porque mi esposo había sido asesinado—. ¿Te gustaría ir conmigo?
Chaeyoung levantó la mirada.
—¿Una cita?
Cita.
Esa palabra no asustaba tanto después de todo.
—Sí. Como una cita. ¿Qué dices detective?, ten una cita conmigo.
—Sin pensarlo dos veces.
...
—Te ves —Chaeyoung tragó—, deslumbrante.
—Gracias. —Arreglé la falda de mi vestido rojo. Era un diseño simple, pero era ajustado desde el corpiño hasta mis caderas y rodillas. No había usado el vestido en años, pero me quedaba perfectamente y daba la ilusión de tener curvas exageradas y senos.
Miré hacia arriba de mis tacones color beige, permitiendo que mis ojos se quedaran en Chaeyoung.
—Usted no se ve nada mal, detective.
Usaba una camisa de botones blanca metida en sus pantalones negros. Su
cinturón de cuero ajustado a su cintura, su camisa arremangada en sus codos. Y sus piernas se veían largas, realmente largas, y sus muslos más grandes de lo que se veían en sus vaqueros. Estaba mirando desvergonzadamente sus piernas cuando se aclaró la garganta.
—¿Lista para irnos?
Asentí, esperando que el calor en mis mejillas no fuera demasiado rojo, y bajé por el porche.
—Esto es algo raro, tenerte de nuevo aquí. —Esta noche era la primera vez que Chaeyoung iba por mí a casa en lugar del restaurante.
—Sí. —Estiró la mano, pero no dijo nada más sobre esa noche.
Cuando deslicé mi mano en la suya, los nervios en mi estómago se calmaron en el instante en que nos tocamos. Últimamente siempre era así, donde fuera que fueramos juntas íbamos de la mano.
Sonreí mirandola. Era tan hermosa, con su mano libre tecleaba algo en su movíl mientras me llevaba a su camioneta.
...
Una hora más tarde, estábamos apiñadas en un banco de madera en la iglesia. En el altar mi amiga estaba diciendo sus votos al hombre que la miraba como si fuera la única persona en el templo.
Había estado luchando contra el ardor y el nudo en mi garganta desde el momento en que ella caminó por el altar. En el momento que dijo Acepto, perdí la batalla y lágrimas salieron de mis ojos.
Nunca había llorado en una boda antes. Nunca. Ni siquiera en la mía.
Quizás era porque era la primera boda a la que asistía desde que Johnny murió. Quizás era porque los votos tradicionales que intercambiaron fueron exactamente los mismos que dije con Johnny. Quizás era porque me estaba volviendo más sensible.
Cualquiera que fuera la razón, estaba a punto de perder el control.
Respira. No llores. No llores. No importó cuantas veces me dije que no llorara, lo hice de todos modos. Un río de lágrimas salió de mis ojos y las secaba furiosamente para no arruinar mi maquillaje. Resoplé mientras limpiaba mis manos en el vestido, secándolas para volverlas a llevar a mi rostro. Justo cuando las levantaba una segunda vez, Chaeyoung tomó una entre las suyas. Miré a través de mi borrosa visión mientras colocaba un pañuelo en mi mano.
—Mamá siempre llora en las bodas —susurró con una sonrisa.
Chaeyoung no dijo no llores. No le importaba si perdía el control de vez en cuando. Solome dio un apoyo extra para mi espalda en la forma de un pañuelo blanco. Solté una risita, tomando el trapo de sus manos para secar mis ojos. Luego, apoyándome en Chaeyoung, me aferré al pañuelo y lo usé para evitar arruinar mi maquillaje mientras la ceremonia terminaba y los invitados se levantaban a aplaudir a la feliz pareja.
—Se ve hermosa —dije mientras mi amiga y su esposo pasaban por nuestra banca.
La mano de Chaeyoung tocó mi espalda mientras se acercaba.
—Al igual que tú.
Era un desastre. No necesitaba un espejo para saber que mi piel estaba manchada por llorar y mis ojos rojos. Pero mi corazón se hinchó ante el cumplido de Chaeyoung y sonreí.
—Gracias.
Levantó la mano, usando su pulgar para limpiar una mancha en mi mejilla.
—¿Quieres escuchar un secreto?
Asentí.
Se inclinó hacia abajo, presionando su cálido pecho sobre mi espalda. Su frío aliento mentolado rozó mi mejilla mientras susurraba.
—El chico delante de ti tiene el cierre abajo.
Solté una carcajada, que salió más como un resoplido, y me di vuelta, tratando de revisar, sin llamar la atención, el cierre de la persona. Y sí, estaba abierto. Las puntas de su camisa fajada estaban saliéndose por sus pantalones.
Miré por sobre mi hombro para sonreírle a Chaeyoung. Con un chiste tonto, había mejorado todo.
Johnny siempre lo había hecho por mí. Excepto que Johnny siempre había pensado que los chistes eran apropiados, Chaeyoung los guardaba para cuando era correcto decirlos.
Mientras caminábamos por la fila, las diferencias entre Chaeyoung y Johnny comenzaron a pasar por mi mente. Había intentado no compararlos, mayormente porque no existía razón, no era una competencia, pero también porque sacaba dudas sobre la relación que tuve con Johnny.
Él siempre había sido tan relajado, despreocupado algunas veces, lo que
me volvía loca. Últimamente me preguntaba cómo habría cambiado nuestra relación con el tiempo. ¿Sus bromas constantes se hubieran vuelto aburridas? ¿Hubiera dejado ir algunas de sus niñerías y madurado? Siempre había sido la madura de la relación. ¿Me hubiera cansado de ser siempre la adulta?
No. Habríamos estado bien. Pensar en algo más me ponía triste. Y con personas riendo y felices alrededor de mí, no quería ponerme triste. Así que ignoré todos esos pensamientos y me uní a Chaeyoung mientras hablaba con unos invitados y esperábamos para felicitar a los recién casados.
Dos horas mas tarde, lanzamos el arroz, escuchamos los brindis y comimos el pastel.
Y ahora era hora para bailar.
—¿Qué dices, Mina bella? —La mano de Chaeyoung se deslizó por mi espalda mientras estábamos en el bar—. ¿Quieres bailar?
—Sí. —Luego permití que la leve presión de sus dedos me guiara a la pista del baile.
Chaeyoung me tomó entre sus brazos y una mano tomó mi cadera mientras otra sostenía mi mano entre nosotras. Mi mano libre deslizándose por su pecho, descansando en su esternón. Debajo de la delgada tela de algodón de su camisa, su latido parecía acelerado, más fuerte de lo normal. Apuesto que si tocaba mi propio pecho, tendría el mismo ritmo.
—¿Divirtiéndote? —Me movió al ritmo de la música.
Asentí.
—Gracias por venir conmigo. No había estado en una boda desde... bueno tú sabes.
—Lo que sea que necesites, estaré ahí en un instante.
Me relajé en sus brazos, colocando mi cabeza junto a mi mano. Cuando su barbilla tocó mi cabeza, dejé escapar un suspiro.
Esto es agradable.
Las luces navideñas brillando sobre nosotras. La voz del cantante era serena. Y por más cursi que sonara en mi cabeza, el amor estaba en el aire. Este baile con Chaeyoung quizás había sido el baile más romántico que había tenido... en toda mi vida. Amaba estar entre sus brazos, me sentía protegida. Amaba bailar con ella.
Siempre le había tenido que suplicar a Johnny para que bailara lento conmigo. Su idea de bailar eran rápidos pasos de baile y frotarse como si estuviéramos en un club. La última vez que me sostuvo para bailar fue en nuestra boda. E incluso en ese momento, había estado tan distraído, saludando a las personas que nos veían; que nuestro baile no tuvo tanta ternura.
Nada como este momento con Chaeyoung.
—¿Cómo fue tu boda?
—Frenética. —Fruncí el ceño—. Johnny no tenía interés en planear la boda así que lo hice sola. Quería una linda reunión en Alaska, pero Johnny quería una gran fiesta en el rancho. En realidad nos peleamos y terminamos teniendo ambas. Nos casamos en Alaska y luego tuvimos la fiesta en el rancho.
—Fue un acuerdo.
Me burlé.
—No realmente. Fue el doble del trabajo que debió de haber sido. Pero Johnny no era conocido por ponerse de acuerdo. Para cuando todo terminó, estábamos en la garganta del otro.
Por más relajado que Johnny hubiera sido, su lado competitivo era legendario. A veces, creo que le gustaba discutir conmigo para comprobarme que podía ganar. Nos meteríamos en inocentes y pequeños debates que terminarían en peleas, porque nunca aceptaba que yo tenía razón. Después de años juntos, había comenzado a dejarlo ganar. Había dejado mi postura y tomado su lado para evitar pelear, a pesar que en el fondo no estuviera de acuerdo.
Me aparté un poco para mirar a Chaeyoung.
—¿Sabías que me encantan los juegos de mesa?
—No—. Negó.
—Sí, me encantan. Pero no he jugado desde la universidad. Johnny tenía que
ganar. Le quitaba la diversión. ¿Sabes? Odiaba de él...
Detente.
¿Qué estaba haciendo? ¿Hablar mal de mi esposo cuando no estaba aquí para defenderse? Se supone que debería de estar honrando su recuerdo, no cuestionando todo sobre él. Sobre nosotros.
¿Qué me pasaba? ¿Por qué de pronto me parecían terribles algunas actitudes de mi ex esposo?
Ex esposo...
—¿Odiabas? —preguntó Chaeyoung.
—Nada. —Miré al suelo—. No debería de estar hablando de Johnny así. Él era el mejor. A él solo le gustaba ganar y quizás yo era una mala perdedora.
Chaeyoung usó su dedo para levantar mi barbilla.
—Nadie es perfecto. Solo porque tuviera algunos defectos, no significa que lo amaras menos. Todos tenemos nuestras debilidades. Eso es lo que nos hace humanos.
—No debería de estarme quejando sobre él. No es justo, no quiero que pienses mal de él.
Sus dedos dejaron mi barbilla y su manó tomó mi mejilla.
—Nunca pensaría mal de él. Probablemente siempre estaré celosa. Él te tuvo primero, y por más madura que quiera ser al respecto, tengo algo de competitivo en mí. Pero nunca pensaré mal de él. Fue especial para ti, lo que lo hace especial para mí. Con debilidades y todo.
Observé sus hermosos ojos verdes mientras las preocupaciones que tenía sobre Johnny desaparecían con las palabras de Chaeyoung.
—¿Cómo es que siempre sabes qué decir para hacerme sentir mejor?
—Estoy cerca de ser perfecta.
Sonreí.
—Y muy modesta.
Se encogió de hombros.
—La modestia es para los perdedores.
Ambas nos reímos e incliné mi cabeza de nuevo en su pecho para terminar nuestro baile. Ella había estado bromeando, pero por lo que podía ver, Son Chaeyoung estaba cerca de la perfección. En nuestro tiempo juntas, todavía no había descubierto una grieta en su armadura. Me encantaba literalmente todo de ella.
—¿Cuál es una de tus debilidades, detective?
Su mano en mi cadera se movió por mi espalda para que sus dedos pudieran jugar con mi cabello.
—Tú.
Me volví a derretir, cerrando los ojos mientras seguíamos meciéndonos.
Ella también era mi debilidad.
De pronto, la música se detuvo y las parejas a nuestro alrededor volvieron a aparecer. Cuando me ofreció su mano, entrelacé mis dedos con los de ella mientras me guiaba a nuestra mesa.
—¿Quieres quedarte? —preguntó.
Miré a la multitud que disminuía. No era tarde, pero mi amiga y su nuevo esposo estaban dirigiéndose a la salida, listos para escaparse silenciosamente.
—No realmente. —Tomé mi bolso de la silla—. Vamos a escabullirnos.
Nuestro escape fue rápido y el camino a casa silencioso. Miré por la ventana mientras Chaeyoung conducía, estudiando las brillantes estrellas en el cielo despejado. Mi vecindario no tenía postes de luz, así que cuando bajé de la camioneta, me tomé un momento para mirar el cielo de medianoche.
—Nunca he sido capaz de encontrar la Estrella Polar. &No importaba cuántas veces alguien me decía cómo encontrarla, nunca podía.
Chaeyoung se unió a mi lado y buscó en las estrellas.
—Está justo ahí.
Me acerque más, siguiendo su brazo extendido y su dedo índice.
—Todavía no la veo. Las personas dicen que es la más brillante, pero todas se ven iguales para mí.
Chaeyoung soltó una risa, colocando su brazo en mis hombros. Incluso en la oscuridad, pude ver el cambio en sus ojos. El brillo había desaparecido mientras el calor tomaba su lugar. Era el mismo calor que había visto en el garaje de sus padres la semana pasada cuando me dijo que quería besarme.
Sus manos subieron, y por segunda vez en la noche, tomo mi barbilla. Su pulgar acariciando mi mejilla tan suavemente que un escalofrió recorrió mi espalda. Y su boca, esos suaves labios, comenzaron a bajar.
Chaeyoung iba a besarme. ¿Quería que me besara? Sí. Mi respiración comenzó a salir en jadeos mientras mi mente comenzaba a dar vueltas. Chaeyoung no haría nada hasta que no le diera una señal. Todo lo que tenía que hacer era asentir o moverme un poco y lo tomaría como un sí.
Sin decir nada, sus labios cambiaron de curso y besaron mi frente.
—Buenas noches, Mina. —susurró.
Cerré los ojos y me incliné hacia ella. Dejando un muy suave beso en la comisura de sus labios.
—Buenas noches, Chaeyoung.
Me dejó ir algo embobada al igual que yo, dando dos pasos hacia atrás antes de girar y entrar a su camioneta.
Me despedí desde el camino de entrada hasta que sus luces desaparecieron al dar la vuelta. Una suave brisa soplo contra mi piel, dándome escalofríos y enviándome adentro. Con la puerta cerrada detrás de mí, me incliné contra la pared en la entrada y me saqué los tacones. Luego encendí las luces y miré por el pasillo que llevaba a la sala y cocina.
Fotografías mías y de Johnny alineaban las paredes a ambos lados. Había fotografías de la universidad, de nuestra boda. Fotos de nuestro único año como esposos. Miré a la puerta del armario a mi izquierda. No tenía que abrirla para saber que había algunos de sus abrigos viejos, los había colocado en la parte de atrás junto con su sombrero favorito. Podría pasear por todas las habitaciones en la casa y encontraría algo de Johnny.
Este lugar era básicamente un santuario.
En los cinco años desde que había perdido a Johnny, no había cambiado mucho. Todo lo que había hecho era guardar algunas de sus viejas cosas en un almacén y enviar algunas de sus ropas a la caridad. Si realmente quería seguir adelante, no podía hacerlo aquí.
No en este lugar donde pasé cientos de noches en vela, deseando una vida que nunca recuperaría.
Lo que significaba si realmente quería dejarlo ir, para explorar esto con Chaeyoung, era tiempo de mudarme.
...
Aquí termina el maratón, gracias por leer 💗
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro