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Capítulo 2

Kara:

-¿Has oído?, ¡La nueva va a preparar una fiesta en una discoteca privada que ha reservado únicamente para nosotros! ¡Va a ser ME-MO-RA-BLE! -exclamó emocionada una de las chicas que pasaba junto a nosotras por los pasillos de la escuela.

-Seguro es de estas chicas millonarias que se cree que puede tener a todos a sus pies con su dinero,- respondió Fanny con un tono de desdén.

Caminábamos rápidamente por los pasillos, mi mejor amiga y yo. Ahora nos dirigíamos a la clase de deporte con el profesor Holthwarth, lo que sinceramente no me apetecía nada; había dedicado horas esta mañana para asegurarme de que mi maquillaje quedara perfecto y mi atuendo fuera impecable.

Llevaba una minifalda de cuadros que resaltaba mis piernas, combinada con una camisa blanca ligeramente holgada. Mi pelo pelirrojo caía suelto hasta la mitad de mi espalda, y me sentía fabulosa. Lo sabía, y sobre todo, lo veía reflejado en las miradas que atraía mientras caminaba por el pasillo.

Mientras continuábamos caminando por los pasillos, la emoción de la conversación sobre la fiesta comenzó a desvanecerse, reemplazada por un pensamiento más oscuro y decidido que se apoderó de mi mente.

-¿Sabes, Fanny?- comencé, deteniéndome por un momento y mirando a mi amiga con determinación en los ojos. -Creo que debería ser yo quien dirija este instituto.

Fanny me miró con sorpresa, sus ojos parpadeando ante mi declaración audaz. -¿Dirigir el instituto? ¿A qué te refieres, Kara?

- Mmh - reflexiono - Digamos que algo así como convertirme en la nueva Abigail Manson, salvo que en menos terrorífica. - Respondí con seguridad. 

Fanny asintió lentamente, procesando mis palabras. 

Pero mi ambición no se detendría allí. No solo quería dirigir este instituto; también quería venganza. Venganza contra aquellos que me habían menospreciado, venganza contra aquellos que me habían hecho daño. Convertirme en la líder de este instituto me daría el poder y la influencia necesarios para lograrlo.

Cuando entramos al vestuario, todas las chicas estaban reunidas en un círculo alrededor de una rubia con un peinado perfecto y tacones altos. Me sorprendió mucho, ya que nunca antes había presenciado algo así, aparte de cuando solía ser la mejor amiga de Abigail. Sin embargo, lo que más me desconcertó fue que ni siquiera se dieron cuenta de mi presencia.

Fanny "tosió" discretamente, rompiendo la atención del grupo de chicas que se giraron hacia nosotras al unísono, dejando a la rubia sola en el centro. Fanny y las otras chicas comenzaron a saludarme y a decirme lo preciosa que me veía, pero mi atención estaba centrada en la rubia.

- ¿Quién es ella ? - pregunto con repungnancia en mi voz. Lo que en realidad me preguntaba era "¿Quién se cree que es ella?".

-¡Hola! ¿Eres tú Kara, la ex-mejor amiga de la chica muerta?- me preguntó la rubia, extendiéndome la mano con una sonrisa amistosa.

Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar esas palabras. La frialdad de su tono me hizo sentir incómoda. Sin embargo, acepté su mano con cortesía antes de responder.

-Sí, soy Kara,- dije con firmeza. -Y en cuanto a tu segunda pregunta, no es de tu incumbencia ni es apropiado preguntarla. Además, esa chica tenía un nombre: Abigail.

La rubia pareció sorprendida por mi respuesta directa, pero siguió hablando con una sonrisa forzada. -Lo siento, no fue mi intención ofenderte. Si necesitas hablar con alguien, sé que perder a tu mejor amiga puede ser complicado. Siempre puedes llamarme.

Su ofrecimiento me sacó de quicio. ¿Quién demonios se creía que era? ¿Me tomaba el pelo?

-Gracias, pero nunca se me ocurriría llamarte,- respondí con frialdad. -Además, no sentí la más mínima pena por la muerte de esa desgraciada.

La rubia se llevó las manos a la boca, visiblemente sorprendida. 

-Oh, lo siento... Debo haberme confundido con otra persona...- murmuró antes de alejarse rápidamente, dejándome sola con mis pensamientos y emociones turbulentas.

Después de la incómoda interacción con la rubia en el vestuario, me encontré agradecida por el repentino silencio que siguió a su partida. Las otras chicas parecían incómodas por la tensión en el aire y rápidamente cambiaron de tema, pero yo me quedé sumida en mis propios pensamientos.

La mención de Abigail y la forma en que la rubia había abordado el tema me había dejado un sabor amargo en la boca. Recordar a mi antigua mejor amiga y su trágico destino siempre me llevaba a un lugar oscuro en mi mente, lleno de dolor y resentimiento.

A pesar de mis esfuerzos por mantener una fachada de indiferencia, la verdad era que la muerte de Abigail había dejado un vacío en mi vida que aún no había sido llenado. Aunque nuestras amistades se habían desmoronado antes de su muerte, no pude evitar sentir una punzada de tristeza al recordar los momentos felices que una vez compartimos juntas.

Sin embargo, no podía permitir que ese sentimiento de tristeza me consumiera. Había venido a este instituto con un propósito: hacerme cargo, tomar el control y asegurarme de que nadie se interpusiera en mi camino. La muerte de Abigail solo había fortalecido mi determinación de alcanzar mis objetivos, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para lograrlo.

A pesar de mi ligero desdén por la clase de deporte que se avecinaba, no podía evitar sentir una punzada de emoción por la fiesta que se avecinaba. No me interesaba mucho quién la organizaba, siempre y cuando fuera una oportunidad para brillar y divertirme. Y con mi aspecto impecable y mi actitud deslumbrante, estaba segura de que sería el centro de atención en cualquier evento al que asistiera.

A medida que la clase de deporte comenzaba y nos dirigíamos hacia la cancha de voleibol, sentí una sensación de anticipación crecer en el aire. Era mi oportunidad de demostrar mi habilidad y destreza física, y estaba decidida a aprovecharla al máximo.

Nos dividieron en equipos y nos colocamos en posición para comenzar el juego. La rubia que me había confrontado en el vestuario estaba en el equipo contrario, y no pude evitar notar la mirada desafiante que me lanzó desde el otro lado de la cancha.

La rubia destacaba entre la multitud con su cabello dorado que caía en suaves ondas alrededor de sus hombros. Sus ojos azules brillaban con un destello de determinación y confianza, reflejando la luz del sol de manera hipnotizante. Tenía una complexión delgada pero atlética, con músculos tonificados visibles bajo su piel bronceada. Su rostro estaba adornado con unos labios rosados y perfectamente delineados, y su nariz recta añadía un toque de elegancia a su apariencia.

Llevaba puesto un conjunto de ropa deportiva ajustado que resaltaba sus curvas, mostrando su figura esbelta y atlética. Cada movimiento que hacía era grácil y seguro, como si estuviera completamente en control de su cuerpo y su entorno. A pesar de su aparente juventud, irradiaba una aura de autoridad y liderazgo, como si estuviera acostumbrada a ser el centro de atención y a tomar el mando en cualquier situación.

El juego comenzó y la pelota volaba de un lado a otro, cada equipo luchando por mantenerla en el aire y evitar que tocara el suelo. La competencia era intensa, y pronto me encontré enfrascada en el calor del momento, concentrada en ayudar a mi equipo a ganar.

De repente, vi venir la pelota directamente hacia mí. Me preparé para golpearla con fuerza, pero en el último segundo, la rubia la lanzó con fuerza hacia mí, apuntando directamente a mi cabeza. No hubo tiempo para reaccionar, y la pelota me golpeó con fuerza, enviando una oleada de dolor a través de mi cráneo.

Instintivamente, mi mano se movió hacia mi cabeza mientras luchaba por mantener el equilibrio. La rabia se apoderó de mí mientras miraba a la rubia, quien fingía inocencia mientras se disculpaba "sin querer".

- Lo siento Kara, resulta que tengo más fuerza de la que creía que tenía - se quejó.

Sin pensarlo dos veces, mis pies se movieron por sí solos mientras me acercaba a ella. En un rápido movimiento, extendí mi pierna y le hice una zancadilla, haciendo que cayera al suelo con un golpe sordo.

El sonido de su caída fue ahogado por el murmullo de sorpresa que se extendió por la cancha. Me quedé de pie, respirando pesadamente, mientras miraba a la rubia en el suelo, una mezcla de triunfo y satisfacción llenando mi pecho.

La venganza había sido dulce, y estaba decidida a asegurarme de que nadie más se atreviera a desafiarme de nuevo.

Después del incidente en el juego de voleibol, me encontré frente a la rubia en el suelo. Nos miramos una a la otra por un momento, cada una evaluando a la otra con una mezcla de desafío y curiosidad.

Finalmente, fue ella quien rompió el silencio. Se levantó del suelo con elegancia, sacudiendo un poco el polvo de su ropa deportiva antes de dirigirme una mirada intensa.

-Vaya, Kara, parece que tienes un buen juego de piernas,- dijo con una sonrisa desafiante, como si admirara mi zancadilla en lugar de resentirla.

-No te metas conmigo y no te meteré conmigo-, respondí con frialdad, sin retroceder ante su mirada penetrante.

Ella arqueó una ceja, pareciendo intrigada por mi respuesta. 

-Interesante. Parece que tienes un poco de mordisco. Me gusta eso. - Dijo con voz juguetona.

Fruncí el ceño ante su comentario, sin estar segura de si estaba siendo sarcástica o sincera. 

-No estoy aquí para ganar tu aprobación, - le dije - , con mi tono desafiante.

Ella rió entre dientes, como si disfrutara de nuestra pequeña confrontación. 

-Bueno, no puedo evitar admirar a alguien que no teme enfrentarse a mí. Podríamos tener más en común de lo que piensas, Kara. - Habló tocandose el pelo.

Me sorprendió su comentario, no esperaba que buscara una especie de conexión conmigo después de nuestro enfrentamiento. Sin embargo, decidí no bajar la guardia. 

-No creo que tengamos mucho en común,- respondí cautelosamente.

Ella asintió lentamente, como si estuviera evaluando mis palabras. 

-Bueno, nunca se sabe. Tal vez nos sorprendamos mutuamente. - Con eso y un guiño del ojo se alejo de mi hacia los vestuarios con su caminata tan segura. Hasta que se gira repentinamente - Por cierto, yo soy Amber, y espero que nos volvamos amigas.

Se alejó, dejándome sola con mis pensamientos tumultuosos. No estaba segura de qué hacer con esta nueva dinámica entre nosotras, pero estaba decidida a mantenerme alerta y lista para cualquier cosa que pudiera venir de su parte.

Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no me di cuenta que una figura conocida apareció en mi campo de visión. Era Noah Mellark, conocido entre nuestros compañeros como Noah. Su cabello castaño oscuro y sus ojos avellana resaltaban entre la multitud, y su sonrisa cálida parecía iluminar todo a su alrededor. Aunque siempre había sido amable y atento, últimamente había algo en él que me hacía sentir diferente, algo que me hacía mirarlo con una nueva apreciación.

-¡Hola, Kara!- exclamó Noah con entusiasmo cuando me vio, acercándose con paso ligero.

-¡Hola, Noah!- respondí, devolviéndole la sonrisa. Mi corazón latía un poco más rápido de lo normal, y me preguntaba si él notaba mi nerviosismo.

Se detuvo frente a mí, con una mirada llena de curiosidad. 

-¿Estás bien? Parecías un poco distraída allí afuera en la cancha.

-Oh, sí, estoy bien-, respondí apresuradamente, tratando de ocultar mi turbación. -Solo un pequeño golpe en la cabeza durante el juego, nada importante.

Archie frunció el ceño con preocupación. 

-Deberías tener cuidado. No quiero que te lastimes-, dijo con sinceridad.

Su preocupación por mí me conmovió profundamente, y sentí un cálido hormigueo recorrer mi cuerpo. 

-Gracias, Noah. Eres muy considerado-, le dije sinceramente.

Una sonrisa radiante iluminó su rostro. 

-Bueno, solo quiero asegurarme de que estés bien-, respondió con humildad.

Nos quedamos mirándonos por un momento, sumidos en un silencio cómodo pero cargado de significado. Por un instante, me encontré perdiéndome en sus ojos avellana, preguntándome qué pasaría si dejara que mis sentimientos tomaran el control.

Antes de que pudiera decir algo más, la voz de Amber resonó en mi mente, recordándome la complicada dinámica que ahora compartía con ella. Me mordí el labio, luchando contra la oleada de emociones encontradas que amenazaban con abrumarme.

-¡Bueno, supongo que debería ir a cambiarme!- exclamé repentinamente, rompiendo el hechizo momentáneo. -Nos vemos después, Noah.

Me fui con paso rápido hacia mis vestuarios hasta que Noah Mellark me llamó.

- ¡Kara! - Dijo rascandose el cuello. - También quería decirte que te ves bastante bien hoy.

Me sonroje y si no tuviera el asunto de la rubia en la cabeza igual me hubiera desmayado ahí mismo. Me limité en mostrar una tímida sonrisa y agradecerle.

-Gracias Noah, tú igual.

Él asintió con una sonrisa orgullosa. 

-Claro que sí, nos vemos luego, Kara.

Con el corazón aún acelerado, me di la vuelta y me dirigí apresuradamente hacia los vestuarios. Mientras me cambiaba, mi mente estaba llena de pensamientos sobre Noah y sobre cómo lidiar con mis crecientes sentimientos hacia él en medio de la complicada situación con Amber. Sabía que tendría que tomar decisiones difíciles en el futuro, pero por ahora, solo podía concentrarme en mantenerme firme en medio de la tormenta emocional que se avecinaba.

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