Capítulo 13
Amber:
Abigail.
¿Realmente se había ido sin más? ¿O alguien le había hecho algo? Algo en mí me decía que había más, algo que no estábamos viendo. Y la única manera de averiguarlo era provocar una reacción. Ver si la culpa o el miedo hacían que alguien, quienquiera que supiera algo, hablara. No podía quedarme de brazos cruzados.
Lo que nadie sabía es que detrás de todo ese caos, la persona que había pegado la foto de Abigail y escrito "ASESINOS" en rotulador rojo... era yo. Amber Manson. Lo hice porque necesitaba saber la verdad. Durante demasiado tiempo, la desaparición de Abigail me había atormentado, y cada vez que pensaba en ella, había una sensación extraña que no podía sacudirme.
No estaba sola en esto. Noah, que es como un cachorro obecedor conmigo, me ayudó a llevar a cabo el plan. Lo convencí de que esta era la única manera de descubrir la verdad. Sabía que él no podía negarse; me había demostrado más de una vez que haría cualquier cosa por mí. Era fácil manipularlo, aunque a veces me sentía un poco culpable. Pero había cosas más importantes que nuestros sentimientos en juego.
Esa mañana, cuando todos vieron la foto en el casillero de Abigail, pude ver el pánico en sus rostros. Justo lo que necesitaba. Los susurros, las miradas incómodas... quería ver quién se quebraba primero, quién podría mostrar un indicio de culpabilidad o quién se veía demasiado asustado por lo que había pasado realmente con Abigail.
Cuando Fanny y Kara se acercaron, observé desde la distancia, como si no tuviera nada que ver. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza, no de miedo, sino de emoción. El plan estaba funcionando. Las reacciones que buscaba estaban ahí: el nerviosismo de todos, el desconcierto en sus miradas, incluso el miedo.
Pero lo más importante fue la reacción de Jake y Noah. Aunque Noah sabía lo que habíamos hecho, no dejaba de vigilar las reacciones de los demás, como si quisiera asegurarse de que nadie sospechara de nosotros. Mientras tanto, Archi estaba claramente alterado. Se notaba en la manera en que me miraba de reojo, como si él también sospechara algo. No de mí, claro, pero de la situación en general.
Luego, cuando Aaron llamó más tarde para hablar conmigo, su voz estaba cargada de preocupación. Él también se había dado cuenta de que algo andaba mal. Siempre intentaba protegerme, a pesar de que estaba en la universidad ahora. Su instinto de investigar lo que había pasado con Abigail solo se había intensificado, y él era la clave para desentrañar todo esto.
-Sé que no fue casualidad lo que pasó hoy, Amber-, me dijo Aaron al teléfono. -Alguien está tratando de decirnos algo... o de ocultar algo.-
-¿Qué sugieres que hagamos?-, le pregunté, pretendiendo que no sabía nada.
Aaron suspiró. -Voy a investigar. Esto no puede quedarse así. Algo en todo esto me dice que Abigail no solo desapareció. Me preocupa que alguien esté jugando con fuego.-
Colgué el teléfono, sintiendo un ligero nudo en el estómago. A pesar de lo bien que había salido todo hasta ahora, sabía que Aaron no se detendría hasta descubrir la verdad, y eso me preocupaba. No quería que él se viera envuelto en esto. No de esta manera.
Noah y yo habíamos hecho esto para provocar una reacción, pero ahora sentía que las cosas podían salirse de control. Mi intención no era lastimar a nadie más, solo descubrir la verdad sobre Abigail. Sin embargo, las emociones de todos estaban al borde, y me di cuenta de que si seguíamos empujando, las respuestas que tanto ansiaba podrían traer consecuencias que no había previsto.
Kara, Fanny, Aaron... todos estaban enredados en algo mucho más grande de lo que pensé al principio. Habíamos dado el primer paso, pero ¿estábamos listos para lo que venía después?
Esa tarde necesitaba un respiro. Todo lo que había pasado con Abigail me había dejado la cabeza hecha un lío. Así que decidí saltarme las clases y refugiarme en el ático de la escuela, un lugar que siempre había sido mi escape.
Subí las escaleras oxidadas, intentando despejar mi mente. El ático siempre había sido mi lugar secreto para escapar, un espacio polvoriento pero tranquilo, donde podía dejar de pensar en todo por un rato. Abrí la puerta rechinante y dejé que el aire frío me envolviera mientras caminaba hacia una esquina donde solía sentarme.
Pero no estaba sola.
Al principio, solo lo vi de espaldas, una figura alta y delgada que miraba por la ventana, como si estuviera tan perdido en sus propios pensamientos como yo. Me detuve en seco, sorprendida. Nunca había visto a nadie más aquí.
Cuando se giró y me vio, la expresión en su rostro no era de sorpresa, sino de molestia. -¿Qué haces aquí?-, preguntó, su tono más frío de lo habitual.
-¿Yo? Solo... necesitaba un lugar para pensar-, respondí, tratando de mantener la calma mientras me acercaba.
Él cruzó los brazos y se apoyó contra la pared, como si quisiera alejarse de mí. -¿Pensar? ¿O simplemente escapar de lo que hiciste?-
La acusación me tomó por sorpresa. -No sé a qué te refieres-, dije, aunque sabía que sí lo sabía. La foto en el casillero de Abigail. La palabra "ASESINOS" escrita en rojo. Sentí un escalofrío recorrerme.
Siguió con un suspiro, claramente frustrado. -No puedo creer que estés actuando así. ¿Cómo puedes ser tan insensible?-
-Insensible... ¿yo?-, me defendí, intentando mantener la voz firme. -Solo estaba buscando respuestas, no sé qué más hacer.-
-¿Y esto era tu plan? ¿Asustar a todos con esa barbaridad?-, replicó, su voz se había elevado ligeramente. Sus ojos oscuros me miraban con una mezcla de decepción y enfado. -Pensé que eras diferente.-
Su comentario me golpeó. -¿Diferente? ¿A qué te refieres?-
-Ya lo sabes. Pensé que tenías más sentido común. Pero parece que solo te importa causar revuelo.-
Me quedé en silencio, intentando encontrar las palabras adecuadas. Parte de mí quería gritarle que estaba desesperada, que sentía que necesitaba hacer algo para que la verdad saliera a la luz. Pero al verlo tan enojado, las palabras se me quedaron atoradas en la garganta.
-¿No te importa lo que realmente le pasó a Abigail?-, preguntó, su voz ahora más suave, pero igual de intensa. -¿Te importa más tu propia curiosidad?-
-Claro que me importa-, respondí, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba. -Pero no sé cómo encontrar la verdad. Solo pensé que...-
-Que asustar a la gente te daría respuestas, ¿verdad?-, interrumpió, con sarcasmo en su tono.
Esa fue la primera vez que realmente sentí el peso de lo que había hecho. Tal vez había cruzado una línea que no debía haber cruzado. Pero en lugar de responder, me quedé ahí, atrapada entre el deseo de justificarme y el miedo a que lo que había hecho no tuviera vuelta atrás.
-¿Vas a seguir llamándome "princesa" o ya te has cansado de eso?-, le solté, intentando cambiar de tema. Su mirada se endureció.
-¿Te parece gracioso?-, preguntó, aunque había un destello de curiosidad en sus ojos.
-Es solo un apodo, no tiene que ser tan serio-, intenté restarle importancia, aunque en el fondo sabía que no era el momento para bromear.
-Quizá no debería haberlo usado nunca-, dijo, finalmente girando la cabeza para mirar por la ventana de nuevo.
Un silencio incómodo se apoderó del espacio. La tensión era palpable, y me di cuenta de que, a pesar de todo, había una parte de mí que seguía queriendo entenderlo, saber por qué estaba tan enfadado conmigo.
-¿No puedes al menos decirme tu nombre?-, pregunté al final, mi voz suave.
Se volvió a mirarme, y aunque estaba claro que estaba molesto, había algo en su mirada que me decía que aún había esperanza de que la conversación no terminara en un enfrentamiento total. -No, no quiero-, respondió de manera seca.
-Está bien. Pero no puedo seguir así. Necesito saber más. ¿Por qué te importa tanto lo que hice?-
Me miró con intensidad, como si estuviera decidiendo si abrirse o no. Pero, al final, simplemente se encogió de hombros. - Porque Abigail no merece que la gente la use como un juego.-
Sus palabras resonaron en mí, y aunque me sentía atacada, también sabía que había verdad en lo que decía.
Nos quedamos en silencio, cada uno atrapado en sus propios pensamientos. La verdad sobre Abigail seguía siendo un enigma, y ahora él era parte de ese rompecabezas.
Era esquivo, pero no de manera hostil. Parecía... proteger algo, quizá a sí mismo. O tal vez era solo su forma de ser, un tipo de misterio que no muchos se atrevían a descubrir.
¿Cómo llegué a besar a alguién a quién ni siquiera conocía el nombre?
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