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Capítulo 1


Amber

Odiaba ya aquel instituto.

Odiaba ya el olor, la gente, los profesores... Todo.

Habían transcurrido menos de seis meses desde que papá había perdido su empresa, y con ella, nuestra vida de lujos y comodidades se había desvanecido en un abrir y cerrar de ojos. De repente, nos vimos obligados a cambiar drásticamente nuestras vidas, pasando de vivir en un hotel de lujo en el bullicioso centro de Wall Street, a sumergirnos en la mundanidad de la vida cotidiana de Nueva Jersey.

De ser parte de la élite, frecuentando restaurantes con tres estrellas Michelin como si fueran una formalidad todos los fines de semana, a tener que ajustarnos a una vida más promedio. La transición fue abrupta y desalentadora, y me sentía como un pez fuera del agua en nuestro nuevo entorno.

Al caminar por los pasillos de mi nuevo instituto, sentía la sensación de mediocridad que emanaba de cada rincón. ¿Cómo podría encajar en un lugar donde la grandeza parecía ser un concepto ajeno para la mayoría? Me sentía como una extraña en un mundo que no entendía.

Observé a la los chicos que iban a clase, riéndose y teniendo a todo un grupito de chicas a su lado, con una mezcla de desdén y envidia. ¿Acaso habían cenado con Bill Gates alguna vez? ¿Habían salido alguna vez con Justin Bieber? ¿Habían colaborado en algún proyecto espacial con Elon Musk? Las respuestas a todas esas preguntas eran un rotundo no. Y sin embargo, aquí estaban, actuando como si fueran dueños del mundo.

Traté de mantener mi distancia, asegurándome de no manchar mi bolso de edición limitada de Chanel con las manos sucias de aquellos que no podían apreciar su verdadero valor. Bostecé, recordando que me había levantado a las cinco de la mañana para asegurarme de que mi primer día de clases fuera increible. Necesitaba dejar una impresión imborrable en cada persona que cruzara mi camino.

Con mi rostro impecablemente maquillado con productos de Dior, mi cabello rubio cuidadosamente peinado con un brushing impecable y mis tacones de Yves Saint-Laurent haciendo eco con cada paso que daba, no pasaba desapercibida. Sabía que había despertado la atención de más de unas cuantas personas, y me negaba a pasar desapercibida en medio de la mediocridad que me rodeaba.

-Voy a hacer historia en este instituto mediocre-, pensé para mis adentros, decidida a dejar una marca indeleble en este nuevo capítulo de mi vida.

Una chica repelente corrió hacia mi, haciendo caer mi café latte fuera de precio de Starbucks sobre ella. Tenía el pelo castaño, corto hasta los hombros y una camiseta de rayas todos recubiertos por el café. Parecía igual uno o dos años más pequeña que yo. 

Me di cuenta que mi blazer azul marino originalmente se había cambiado a un color marrón verdoso y mi camisa y lazo estaban manchadas de café, volviendose translucida y viento mi sostén.

- Perdón, lo siento mucho... - Comenzó a decir con una voz temblorosa - Voy a pagar.... Voy a...

Deje un silencio en blanco. Me quité el blazer de más de 200 dólares y lo puse directo en la basura llena de latas de refrescos dejando solo mi camisa translúcida.

Cuando el universo te envia mala suerte, lo que hay que hacer es aprovecharla y luego restregárselo a la cara.

- ¿Cómo  te llamas? - pregunté, sin demasiado interés en mi voz.

- Me... Me llamo Julia.- Dijo, sollozando.

Hice una mueca visible con mis cejas, era realmente un nombre horrible. Le vendría mejor un nombre como Celeste, Julietta... Me la quedé mirando detenidamente, era más bien baja -igual por los metro cincuenta- tenia una cara redonda y una nariz de botón. Si no fuera por su horible combianción de colores (¿había mezclado un pantalón morado con un jersey verde?) le hubiera subido más la nota, pero se quedó con un 61/100.

Un 61/100 con potencial.

- Bueno, pues Julietta - Digo elevando la voz - Levántate.

Se levanta y vuelve a su compostura.

- Mi nombre es Julia, no Julie...

- Vale, ¿Me haces una visita Dejé un momento para que la chica me mirase con intriga - Y, sobretodo, cuéntame quién dirige aquí.

Ambas estabamos empapadas de café, ella el pelo y yo my costosa camisa, pero opté por ignorarlo, tener confianza en uno mismo era la clave, obviamente. 

Mientras dabamos una vuelta del colegió comprendí que había hecho la buena elección, los chicos se giraban al verme y las chicas me señalaban y decían cuchicheos. Era exactamente lo que queria. Crear una inolvidable primera impresión.

El tour por el establecimiento fue una experiencia desalentadora que apenas duró unos minutos. No había esperado ver instalaciones impresionantes, pero al menos un patio espacioso con jardines cuidados, una cantina con deliciosos manjares y tal vez incluso un gimnasio de última generación. Sin embargo, la realidad fue decepcionante.

El patio era desolador, con una única canasta de baloncesto oxidada y abandonada en un rincón. El césped estaba marchito y cubierto de malas hierbas, y el aire estaba impregnado con un olor a humedad y abandono que me hacía querer huir lo antes posible.

La cantina, si se le podía llamar así, era aún peor. El olor a fritura grasienta y comida rancia llenaba el aire, haciendo que me revolviera el estómago con desagrado. No había nada apetitoso a la vista, solo bandejas de plástico desgastadas y una máquina de refrescos antigua y sucia.

Y luego estaba la sala de detención, un lugar sombrío y desolado donde los alumnos castigados eran enviados a reflexionar sobre sus malas acciones. No pude evitar preguntarme si realmente era legal tener una escuela en tan mal estado. ¿Cuánto tiempo pasaría allí si alguna vez me atraparan infringiendo alguna regla?

Para empeorar las cosas, no había ni rastro de las comodidades y lujos a los que estaba acostumbrada. ¿Dónde estaba la sala de spa para relajarme entre clases? ¿Y el estacionamiento privado para mi BMW? Incluso una sala de conferencias elegante habría sido bienvenida, pero no había ni rastro de ella en ningún lugar.

La realidad era mucho peor de lo que me había imaginado. Me sentía como si hubiera caído en una pesadilla de la que no podía despertar, atrapada en un mundo de mediocridad y decadencia que me dejaba anhelando desesperadamente mi vida anterior.

Me forcé en hacer una sonrisa.

- Bueno, pero no has respondido a mi última pregunta. - Dije, a Julia-Julietta

- Me... Me preguntaste quién dirigía aquí y respondí el director, Thomas Thompson. 

Rodé los ojos

-No, me refiero a la reina del instituto, la popular, la Queen Bee, la chica más amada por los chicos, la chica que crea las nueva tendencias... ¿Necesito realmente ser más clara?

-Ah...Ah, si, si, ya veo - Tartamudeo la chica, y seriamente me pregunté si le daba miedo - Hubo una chica, no muy amada pero todo el mundo tenía miedo de ella. Y entonces la gente hacía lo que ella quería...

Una sonrisa sutil se insinuó en mis labios. La descripción de Julia-Julietta me intrigaba; la imagen de una chica poderosa y temida despertaba mi curiosidad. Esa chica me podría caer bien.

- Vale, bien ¿Dónde está? Podré así hablarle un poco....- presioné, mis ojos centelleando con determinación.

- Per...Pero, ya no va a este colegio. -  balbuceó Julia-Julietta, con una expresión de ansiedad en su rostro.

- ¿Por qué?- insistí, sintiendo una mezcla de impaciencia y fascinación

- Pues, como dije, todo el mundo tenía miedo de ella, era como una dictatora, ¿sabes? Le gustaba hacer fiestas con drogas y alcohol y una vez hizo una sobredosis. De esas mortales, y acabó en urgencias.

La respuesta de Julia-Julietta resonó en mi mente, arrojando una nueva luz sobre la misteriosa chica que estaba tratando de comprender.

- ¿Y qué pasó luego? ¿Sobrevivió? - pregunté, sintiendo un nudo en el estómago mientras esperaba la respuesta.

- mu... murió... Pero todo el mundo la odiaba entoces este colegio ni siquiera hizo 5 minutos de silencio para ella, no hubo ni una sola decoración en su casillero, nada.

La revelación de Julia-Julietta me dejó sin aliento. La imagen de una chica poderosa y temida, finalmente reducida al silencio por sus propias acciones, era tanto inquietante como fascinante.

- Bueno, pues Julietta, ¿Cuando sucedió eso? - pregunté, deseando más detalles para entender completamente la historia.

- En junio, justo antes de los exámenes.

A medida que Julia-Julietta me revelaba detalles sobre la trágica historia de la chica que una vez gobernó el instituto, sentí una oleada de intriga y fascinación recorrerme. El instituto, que en un principio me había parecido un lugar monótono y desinteresante, ahora cobraba una nueva dimensión. Había secretos enterrados bajo su fachada mundana, historias ocultas detrás de sus paredes desgastadas.

La historia de la chica poderosa y temida, cuya presencia aún parecía resonar en los pasillos del instituto, despertaba mi curiosidad. ¿Qué había llevado a esa chica a sumergirse en un mundo de excesos y peligro? ¿Qué secretos guardaban las sombras del instituto, esperando ser descubiertos por aquellos lo suficientemente valientes para buscar la verdad?

A medida que mis pensamientos se sumergían en el misterio que rodeaba al instituto, una sensación de emoción creció en mi interior. Este lugar ya no era solo un aburrido campo de batalla de la mediocridad; era un terreno fértil para la aventura y la exploración, un escenario donde los secretos esperaban ser desenterrados y las verdades ocultas esperaban ser reveladas.

Con una sonrisa satisfecha en mis labios, me lancé una nueva misión: investigar más a fondo el pasado de este instituto. 

No importaba cuán peligroso pudiera ser, estaba dispuesta a descubrir todos sus secretos y desentrañar todas sus intrigas. Porque en medio de la oscuridad y el misterio, yacía la promesa de una historia que cambiaría todo lo que creía saber sobre este lugar y sus habitantes.

Pero no duró mucho, porque sonó y tuvimos que ir a clases. Julia-Julietta me acompaño a la mía tras irse, ya que, como decía ella era un año menor que yo.

Cuando entré en la clase, pude sentir las miradas curiosas de mis nuevos compañeros de clase clavándose en mí. La profesora ya había escrito su nombre en la pizarra con tiza negra, un detalle que me sorprendió y me pareció impresionante, considerando que había asumido que todas las escuelas del mundo habían avanzado lo suficiente como para tener pantallas digitales.

Para mi sorpresa, y satisfacción, cuando crucé la puerta, todo el mundo comenzó a aplaudirme. Los chicos de la fila de atrás del todo parecían especialmente entusiasmados. Al menos, parecía que no sería tan complicado como esperaba.

La profesora finalmente logró calmar a la clase después de unos cuantos minutos, aunque yo seguía sonriendo, incluso guiñando el ojo a algunos de los chicos que parecían aún más emocionados y me aplaudían con más fuerza.

Cuando finalmente se hizo silencio en la clase, la profesora se dirigió a mí.

-Chicos, hoy tenemos una nueva alumna que viene de... ¡Nueva York!- anunció, volviéndose para acomodar correctamente sus diminutas gafas en su nariz. -Amber Murray, ¿Quieres presentarte brevemente a la clase?

-Agradezco la introducción, señorita,- respondí con una sonrisa forzada. -Hola a todos, me llamo Amber y tuve un pequeño incidente con el café hoy. 

Una chica de la primera fila me lanzó una pregunta casi gritando: 

-¿Por qué te has mudado aquí, en medio de la nada, en Nueva Jersey? ¿No preferirías Nueva York?

Apreté los labios, sintiendo un nudo en la garganta. No podía contarle la verdad, no a ella ni a nadie más en ese momento. 

Decidí responder con una sonrisa enigmática, tratando de desviar la atención de la pregunta incómoda. 

-Bueno, Nueva York es genial y todo, pero a veces necesitas un poco de cambio de escenario, ¿no crees?

La chica frunció el ceño ante mi respuesta evasiva, pero antes de que pudiera presionar más, la profesora intervino. 

-Bueno, Amber, esperamos que te sientas bienvenida en nuestra clase. Si necesitas algo, no dudes en preguntar.

-Gracias, profesora,- respondí con una inclinación de cabeza, agradecida por el respiro que me había dado.

Me senté en el último asiento que quedaba libre, cerca de un chico pelirrojo en buena forma físicamente. Me miró, y yo lé miré de vuelta, era bastante guapo, sus ojos azules haciando destacar sus pecas y su cara dulce no coincidian con su cuerpo atletico. 

"89/100" pensé, casi sobresaliente.

El resto de la clasé me pasé elaborando mi plan de llegada. Iba a ser uno de los mejores momentos que nunca la gente de este instituto habrá conocido de su vida.

Iba a ser increible, inolvidable, espectacular...

Iba a ser terrorífico.


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