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El oso de peluche AU

El oso de peluche AU.

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Esta es una AU que mezcla la fantasía y lo paranormal, en este mundo cada persona nace con un poder especial, muy pocos son los que no lo hacen, estos vendrían siendo el 2% de la población y los llaman "fallas", cuando Damian nació Talia pensó que su poder despertaría cuando fuera creciendo ya que los poderes se presentan en cualquier momento durante los primeros diez años de un niño, cuando Damian cumplió diez y aún no había presentado una afinidad Talia lo envío con Bruce proclamándolo una "Falla".

Tomas: Edad- ¿? Afinidad- visión de rayos X (la utilizaba como médico) Grupo- Físico 

Martha: Edad- ¿? Afinidad- ¿? Grupo- ¿?

Bruce: Edad- ¿? Afinidad- Umbraquinesis Grupo- Psíquico 

Dick: Edad- 21 Afinidad- Adaptación reactiva Grupo- Físico 

Jason: Edad- 19 Afinidad- Absorción de energía Grupo- Físico

Tim: Edad- 15 Afinidad- Inteligencia Sobrehumana Grupo- Psíquico 

Damian: Edad: 10 Afinidad- ¿? (Desconocida, aunque se pensaba que era una Falla) Grupo- ¿?

Umbraquinesis: capacidad psíquica que consistiría en la manipulación mental de las sombras.

Adaptación Reactiva: Es la habilidad de adaptarse a cualquier ambiente en cuestión de segundos, por ejemplo: lograr respirar en el agua con tan solo sumergirse, ser resistente al fuego después de la primera exposición, etcetera.

Absorción de energía: El usuario puede absorber energía de casi todas las fuentes que emiten un tipo de esta, ya sea calorífica, eléctrica, luminiscente, sonora, eólica, motora, cinética, etc. y puede mantenerla en su cuerpo por un tiempo ilimitado.

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Alfred los había castigado a todos. El anciano harto de escuchar las peleas en la cueva y de limpiar los destrozo que dejaban en su estela, cansado de escuchar los alegatos entre Bruce y Dick; cansado de oír pelear a Jason y su padre, cansado de tener que ver a Damian y Tim intentando matarse. Y como estaba cansado; entonces decidió que el exceso de energía que todos parecían tener le vendría bien para acabar de limpiar el cobertizo, donde guardaban las pertenencias pasadas de Martha y Tomas Wayne.

Y es exactamente eso lo que todos se encontraban haciendo con la estricta vigilancia del mayordomo a sus espaldas. Damian en particular se sintió ofendido, nunca había tenido que hacer la tarea de criado, él era prácticamente un príncipe después de todo. Pero allí estaba; quitando el polvo y colocando en cajas cosas inútiles que no tenia ni idea de porque guardaban. Estas cosas no tenían ningún valor a sus ojos.

Cuando el niño de diez años hubo llegado hasta un viejo tablero de ajedrez, sus piezas se le hicieron muy familiares; recordándole esa vieja historia de antaño. Ya que cuando tenia cuatro años le llego a sus manos un pequeño paquete, el envoltorio se veía cubierto de polvo y muy maltratado; como si hubiese estado a la espera de ser entregado durante años. Dentro; una de las piezas del caballo negro de un tablero de ajedrez. Cuando niño le había parecido extraño pero nunca trato de resolver el misterio; él tenia mejores cosas que hacer que perseguir las migajas de pan dejadas por algún loco. Ahora que miraba bien, a este juego le falta exactamente la misma pieza que le fue entregada en antaño;  y que aún conserva por alguna razón que desconoce. Extraño;  pero no relevante, pensó el niño al sacudir sus hombros y restarle importancia. Prosiguió con su tarea y comenzó a reorganizar los cuadernos de bocetos de Martha Wayne, Damian tenia que admitirlo; la mujer tenia talento, aunque sus dibujos no tenían gran sentido. O eran muy complejos o todo lo contrario, aunque los rumores dicen que era una mujer de actuar muy extraño; el niño supone que solo se trataba de otra de sus peculiaridades. Eso hasta que encontró un cuaderno con poemas, eran realmente atrapantes y hermosos; pero no fue eso lo que llamo su atención, sino aquello que se ocultaba entre las letras. En cada tercera silaba, cada tres palabras, si las juntabas podía leerse allí "Para Damian Wayne, el niño de los ojos de jade". Esto se repetiría una y otra vez durante todo el poema y en el que le siguiera a ese. Alguno de los poemas perdían mucho el sentido del mismo solo por esconder la frase entre sus líneas, esto comenzó a asustar un poco al menor. Hasta que se dio cuenta que no solo eran los poemas, dio un brinco espantado que logro asustar a los demás en el lugar; y llamar la atención de todos sobre el más joven. El niño simplemente los ignoro y corrió a donde había dejado la caja con los demás cuadernos de Martha Wayne, botándolos todos en el suelo. Ignorando los gritos indignados de su padre se arrodilló junto a estos y comenzó a ojearlos con desespero, había un mensaje para él en cada dibujo, escondido entre las notas de partituras o en el óleo de alguna pintura; nunca decían lo mismo y algunos simplemente no tenían sentido para Damian, pero otros rebelaban verdades del pasado y del presente que Damian siempre creyó que no tendrían explicación alguna. Y  entonces lo vio, el único cuaderno recubierto en negro, el único de diferente color; para esas alturas Damian lo alcanzó con manos temblorosas, su aliento sonaba agitado y su corazón daba brincos desesperados en su pecho. Los demás le miraban confundidos y un poco asustados; porque estas eran las cosas de Martha Wayne, una mujer de actuar muy extraño que nunca daba explicación sobre nada; pero que de alguna manera siempre terminaba llevando la razón. Una mujer que nunca revelo al mundo cual era en realidad su afinidad, nunca se supo cual fue su verdadero poder; si era parte del grupo de la magia, de lo físico o lo psíquico, y murió dejando más de un secreto en su estela. Y al parecer el pequeño Damian podía entender las palabras de la mujer que se habían dado por perdidas durante  tantos años, y te preguntarás; ¿Como el grupo de los mejores detectives del mundo aún no habían resuelto el enigma?. Fácil; la mujer tenia su propio idioma al decir las cosas, un lenguaje que solo ella conocía en el mundo. O al menos era la única hasta el nacimiento de Damian.

El niño no podía creer lo que aquel cuaderno ponía, esto esclarecía muchas cosas; y al mismo tiempo lo aterrorizaba. Sus ojos miraban las paginas desorbitados, sus lágrimas se desbordaban en cauce de sus ojos jades. Sus manos temblaban sobre el papel, de repente dejo de respirar y el cuaderno cayó de sus manos.  Alejándose con premura de los objetos inanimados que le rodeaban en el suelo, acurrucándose contra la pared y abrazándose a si mismo. Ya no quería seguir viendo, quería que se detuviera; y entonces Alfred hablo.

El mayordomo se acercó al niño con una bonita caja negra; envuelta como regalo en una cinta de moño rosa, el anciano fue el único de los allí presentes que fue un real testigo del actuar de la mujer causante de este caos; y aquellos ojos embrujados que alguna vez vio en el azul más profundo y que jamás pensó volver a ver en nadie. Ahora podía verlos en jade, los ojos atormentados de aquella mujer ahora vivían en su pequeño nieto de diez años. Y colocando en manos del pequeño ese paquete sin dueño, Alfred solo podía imaginarse el peso que ambos debían cargar para portar tal mirar.

- Señorito Damian; este obsequio lo dejo atrás su abuela, por muchos años se ha mantenido guardado por falta de un destinatario. Pero creo que el mensaje dejado en la tarjeta se refiere a usted.

Damian lo observo, la tarjeta ponía;  "Para el niño de ojos de jade".

A Damian le temblaron las manos al desatar el lazo rosa, y al abrir la caja lo que encontró fue un oso de peluche. Su pelaje era de color café claro, un tamaño mediano, como si hubiese sido hecho a la medida para encajar en los brazos de Damian a la perfección. Al tocarlo de inmediato un fuerte dolor de cabeza comenzó a destrozar su mente; imágenes y recuerdos, hechos y mentiras. Todo le alcanzaba con demasiada prisa, sus ojos se anegaron en lágrimas y comenzó a suplicar que se detuviera.  Dick estuvo de inmediato junto a él para ocultarlo en su regazo y abrazar su miedo; todo el color hubo abandonado el rostro del niño, y susurrando el nombre de su mentor fue que perdió la consciencia.

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Damian despertó dos días después; su mente mucho más en calma, la resolución aclarando sus pensamientos. Al abrir sus ojos lo primero que vio fue al oso de peluche tomando asiento a los pies de la cama, le dedico una sonrisa antes de decidir levantarse. Estaba usando una playera negra de gran tamaño con el escudo de Superman, esta le llegaba hasta las rodillas cubriendo por completo el par de shores negros que usaba debajo. Tomo al oso en mano y lo dejo colgar de un brazo en su agarre; deslizando sus pies descalzos con rumbo hacía la cocina.

En el lugar el resto de su familia ya se encontraba reunida, Dick no se hizo esperar con el asalto de preguntas sobre su bienestar. El mayor se inclinaba sobre él sosteniéndolo por los hombros, entonces Damian dio sus primeras palabras después de la fiebre que lo atormento durante días.

- Quiero ver su tumba, quiero visitar la tumba de Martha Wayne

La solicitud del niño fue extraña, pero las cosas lo habían sido en esa casa desde mucho antes que Bruce naciera; por lo que tomando la petición del niño le acompañaron hasta el lugar de descanso eterno de aquella mujer.

Damian estuvo mirando fijamente la tumba por algunos minutos, cuando dio un paso adelante coloco sus dedos sobre la fría piedra con el epitafio de "Martha Wayne"; y al sonreírle a alguien que en realidad ya no estaba ahí, una nube de color negro envolvió todo su cuerpo; cambiando la apariencia de sus ropas. Que muto en una larga gabardina de color negro que le llegaba hasta las rodillas y de cuello alto, la cual permanecía abierta; dejando entrever ver el par de jeans  negros ajustados y rasgado, junto a la camisa de cuello de tortuga que había debajo de esta. En sus pies un par de botas de combates en el mismo color, su cabello color cuervo había crecido un poco más, aunque no tanto como para imitar a Tim. Su piel había perdido su color canela y en su lugar había palidecido de forma anormalmente de un blanco ceniciento; dejando entrever gran parte del mapa que formaban sus venas bajo su piel.

Una vez el humo negro se hubo desvanecido por completo; Damian dejo ver otra sonrisa, esta vez un poco más triste. Para luego dejar que su voz se oyera.

- Esta bien abuela; acepto tu legado, ahora puedes descansar en paz. Tybald será quien cuide de mí ahora - Lo último lo susurro mientras abrazaba con fuerza el oso de peluche; posando su mejilla sobre la afelpada cabeza, escondiendo allí una pequeña sonrisa triste.



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