Nunca digas...

Nunca afirmes el conocer a alguien.

Nunca digas que te conoces a ti mismo.

Jamás digas de esta agua no beberé; porque en medio del desierto los demonios arden y nunca sabes cuando las llamas lograran consumirte.

En los años que llevo con vida; he conocido un innumerable número de seres diferentes.

Angeles capaces de corromper, de manchar; de odiar.

Demonios capaces de ofrecer la salvación, de proteger; de amar.

Y humanos sin ningún tipo de humanidad, capaces de traer muerte en cada paso, de destruir lo indestruible.

Esto es lo que hace la vida con los seres efímeros que somos. Con cada golpe, con cada caída. La vida te enseña; te guía. Te destruye y te construye en algo diferente con cada segundo de tu existencia.

No somos nada más que una cadena de sucesos al azar; momentos y vivencias que nos marcan como un ser único en el mundo.

Nacemos una y otra vez con cada amanecer; solo para morir una vez más cada vez que el astro rey apaga sus llamas.

Con cada segundo transcurrido, con cada paso dado; quien fuimos deja de existir. Y alguien desconocido nace y toma el lugar en la mirada del reflejo de un cuerpo vagabundo; que recorre el camino de la vida cada día con un nuevo propietario.

No importa bajo que nombre nazcas; te aseguro que morirás siendo algo completamente distinto.

Recuerda; somos seres efímeros que solo están de paso en este ciclo infinito que es la vida.