Parte única
Sehun miró fijamente al reloj colgado en la pared, justo encima de la puerta de su oficina, siguiendo el movimiento incesante del segundero.
Suspiró, lleno de frustración.
Eran exactamente cinco para las ocho. Hacía horas que faltaban cinco minutos para las ocho. Aunque eso probablemente era solo su imaginación.
Sehun había estado contando los segundos que faltaban para ser finalmente libre. Y ahora, cuando estaba a solo cinco minutos de distancia, el tiempo parecía haberse ralentizado.
Pero no lo malentiendan, por favor. A él le gusta mucho su trabajo, más que el café cargado por las mañanas, de hecho, y eso ya es mucho decir. Sehun es también un muy buen jefe de Nómina, aunque pueda sonar algo pretencioso viniendo de él mismo. Él es comprometido con su puesto como nadie más en esta compañía. Quizá, solo un poco menos que Kim Junmyeon, su mejor amigo y gerente.
Desde que inició su labor aquí como auxiliar administrativo, Sehun había logrado encantar a todos con su sentido de la responsabilidad y su habilidad de aprender rápidamente, tanto así, que en un período de aproximadamente cinco años, él había sido promovido un número similar de veces. Detalles menores.
Este era su primer año como jefe en esta área y, según Junmyeon, Sehun podía aspirar a llegar más lejos.
Aunque si era sincero consigo mismo, no estaba seguro de si le gustaba la idea de seguir ascendiendo. Es cierto que ganaría más y todo eso, pero a Sehun no le faltaba el dinero realmente. Además de que un trabajo con mayores responsabilidades también requeriría de su presencia por un tiempo más prolongado en la empresa.
Sehun no quería pasar más tiempo lejos de su hogar. El horario que tenía de 8 a.m. a 8 p.m. ya era lo suficientemente demandante desde su muy humano y nada social punto de vista.
Suspirando, movió un brazo hasta alcanzar uno de los lápices apostados sobre la mesa, haciendo a este rodar sobre la superficie plana. Ya había guardado los papeles importantes, había terminado con su trabajo del día y, por si eso fuera poco, también había limpiado su oficina con el tiempo sobrante.
Miró de nuevo hasta arriba, al reloj en forma de gato que movía la cola y los ojos, ya sin poder contener su frustración, y casi se cae de la silla. En un movimiento abrupto, provocado por un arranque de impaciencia, terminó por dejar caer su cabeza sobre el respaldar del sillón giratorio. Y repitió el movimiento, buscando entretenerse. Ese era un gesto demasiado infantil para un adulto de su edad, si es que le preguntan. Mierda, solo había transcurrido un minuto más.
—¿Ansioso por salir de aquí, eh? —preguntó el chico que tenía a un lado de su escritorio. El pasante de abundante cabello ondulado se hallaba esperando a que su computadora se apagara, mientras guardaba sus pertenencias de vuelta en la mochila que usualmente llevaba consigo—. Ha de ser grandioso salir del trabajo e ir directo a descansar. Yo todavía tengo miles de tareas esperando por mí en casa —Se lamentó Chen.
Sehun estaba seguro de que ese no era su nombre real, pero internamente aceptaba que, de hecho, no podía recordar el verdadero. Y ya que el chico no parecía molestarle ser llamado así, él simplemente continuó haciéndolo.
El muchacho, de no más de 19 años, se había incorporado a la empresa apenas el mes pasado. Sehun no se consideraba un hombre muy hablador en un buen día, pero eso no importaba porque Chen lo compensaba con creces. Así fue como crearon una armoniosa rutina, en donde Chen se la pasaba hablándole el día entero sin parar y Sehun le escuchaba... Al menos, la mayor parte del tiempo.
El joven también parecía encontrar gracioso que Sehun fuera tan "hermético", lo que sea que eso significara. Chen era alegre y una persona con la que parecía ser sencillo relacionarse.
Sehun no recordaba haber sido así de enérgico en ningún punto de su adolescencia, o de su vida, sea dicho de paso.
Chen, por otro lado, se la pasaba todo el día parloteando sin descanso. A Sehun no le gustaba eso; lo que sí le gustaba, sin embargo, era su eficiencia u si eficacia.
El chico aprendía muy rápido las cosas que se le enseñaban, casi tanto como él mismo, y Sehun podría incluso dejar a su cuidado las llamadas que llegaban a su oficina sin tener que preocuparse por que él pudiera arruinar algo. Sabía cómo contestar apropiadamente y era bastante amable.
Muchas veces, de camino al restaurant que había frente a la empresa, Sehun oía a las chicas de recepción llamar solo para escuchar su voz, fingiendo que se habían equivocado de número mientras se reían ruborizadas.
Aunque eso Sehun ya lo sabía debido a que él también había tenido que pasar por ello cuando recién se unió a este corporativo.
Por alguna extraña razón, hoy Sehun sí tenía ganas de hablar. Tal vez si hablaba, los estúpidos cuatro minutos que faltaban se irían más rápido.
—Me imagino —dijo, recordando sus días de escuela—. ¿Qué me habías dicho que estudiabas?
Sehun casi rio al ver la cara desencajada del joven cuando le escuchó dirigirse a él.
Chen, por su lado, seguía viéndolo como si no pudiera creer que Sehun realmente hubiera tenido la iniciativa de hablarle y estuviera mostrando interés al preguntarle algo sobre su vida personal.
¡Sehun! Su jefe del cual apenas había tenido la oportunidad de oír la voz un par de veces.
—¿Qué?
—N-no, nada. Solo estaba algo impresionado. Generalmente soy solo yo hablándole al viento, y ahora usted me pregunta a mí qué es lo que estoy estudiando.
—No tienes que decirme si no quieres —dijo Sehun, volviendo a recargarse contra la silla giratoria. Una sonrisa de satisfacción amenazaba con extenderse en sus labios al ver que, efectivamente, ya solo faltaban dos minutos más por transcurrir.
—¡Oh, no! Eso no es lo que quería... Administración —dijo al final, avergonzado por haber perdido un valioso tiempo que podría estar ocupando en sacarle más palabras a su casi mudo jefe—. Eso es lo que estoy estudiado.
—¿Estás por la mitad o en tu último año?
—Ah, apenas llevo el cincuenta por ciento de la carrera acreditada. Aún tengo un año y medio por delante.
—Ya veo. ¿Sí sabes que puedes traer tus tareas y hacerlas aquí cuando no haya nada que hacer, verdad? No todo el día estamos ocupados, podrías aprovechar ese tiempo.
—Sí, lo sé. Es solo que no me siento como haciendo eso, ¿sabe? No me gustaría hacer a medias mi labor aquí.
—Es bueno oír eso. ¿Has pensado volver aquí cuando tu estancia acabe?
Chen parpadeó, confundido.
—¿No te gustaría trabajar aquí con nosotros?
—Yo... Sí, por supuesto. Pero, ¿por qué me lo pregunta?
Sehun se encogió de hombros.
—Podría contratarte en esta área, tu actitud es buena. ¿Te gustaría eso?
—¡¿En serio haría eso?! ¡Sería grandioso! —exclamó, emocionado. El movimiento repentino de su brazo envió volando por los aires el lapicero que traía en sus manos. Este se estrelló contra la pared y terminó rebotando un par de veces contra el suelo, hasta que finalmente se detuvo. Chen se sonrojó furiosamente.
—Es decir, esa sería una muy buena oportunidad.
Sehun lo vio acomodarse la ropa disimuladamente, apenado.
Él casi, realmente casi, se ríe, pero no. Y entonces, ¡Bingo! Ya eran las ocho en punto.
—Bien. Hora de irnos —Anunció, levantándose y empezando a caminar hasta la puerta después de recoger su maletín.
A su lado, el castaño recogió su lapicero caído, guardándolo en un cierre pequeño de la mochila y, colgándose esta al hombro, le siguió. Pasando bajo su brazo que sostenía la puerta abierta, Chen salió, con Sehun dejando la puerta cerrarse. Le puso llave y comenzaron a avanzar por los pasillos hasta el elevador.
Cuando las puertas metálicas se abrieron en la planta baja, ambos salieron con rumbo a la salida del edificio.
Algunos otros compañeros los saludaban al pasar. Sehun a veces asentía, mientras Chen les hablaba como si fueran viejos amigos. No terminaba de sorprenderle la efusividad del jovencito. Su corto recorrido estuvo lleno de paradas para que el chico pudiera apretar una mano aquí y dar un abrazo allá.
—¡Adiós, Baek! —le oyó gritar finalmente al recepcionista de brillante cabello teñido de rojo, aún en su lugar de trabajo. El chico le devolvió el saludo, pero se giró apresuradamente en cuanto el guardia de seguridad, Chanyeol, se tropezó con sus propios pies a un lado del mostrador.
Chen hizo un gesto de dolor al ver al alto en el suelo y a Baekhyun corriendo a socorrerlo. Solo otra escena habitual para ellos, en realidad. Sehun ni siquiera sabía cómo un chico así de torpe había terminado como guardia de seguridad. Él estaba bastante seguro de que no le confiaría su seguridad a Chanyeol, ¿cómo iba a hacerlo si no podía cuidar de sí mismo?
—¿Estás bien, Chanyeol? —preguntó Chen desde su lugar. En respuesta, el alto guardia levantó el pulgar.
Ellos continuaron con su camino.
—Te llevas muy bien con todo el mundo —indicó Sehun—. Incluso con el recepcionista y el guardia nuevo.
A su lado, Chen se encogió de hombros.
—Baek es muy amigable y divertido, me cayó bien desde el inicio. Fue de las primeras personas con las que hablé, ya sabe, para pedir informes de las oficinas a las que tendría que ir para tramitar los permisos para la estancia. Y en cuanto a Chanyeol, pues fue fácil hablarle. Congeniamos bien desde su llegada e incluso caminamos juntos hasta la parada de autobuses cuando él sale a la misma hora. Está ahorrando para comprar una motocicleta, pero por mientras debe trasladarse como todos.
Sehun lo estudió con interés.
—¿Lo hace? Creo que nunca he hablaba con él.
—Sí. Baek siempre se cuelga de alguien para que lo lleve a casa y, a veces, si tengo suerte, consigo que me lleven también.
—Es bueno saberlo. Te llevaría a casa, pero...
—Oh, no, claro que no, no lo permitiría.
Sehun asintió en comprensión, recordando lo mortificado que Chen se había sentido la primera vez que aceptó que Sehun lo llevara a casa, sin saber que se había desviado completamente de su camino a su propio hogar.
Tuvo que ser sincero cuando Chen le preguntó qué tan lejos quedaba su casa desde ahí. Después de esa ocasión, rechazó todo ofrecimiento de su parte, asegurándose de que en ocasiones posteriores preguntara a las personas antes de dejarlas llevarlo.
Cuando estaban a solo unos pasos de la salida, de la tan anhelada escapatoria de Sehun, Junmyeon los interceptó.
—¡Sehun! —llamó el hombre, corriendo para alcanzarlos. Sehun se resignó a la idea de que no habría escapatoria. Una vez que Junmyeon lo veía, huir no era una opción—. Oh, hola, Chen —dijo llegando hasta ellos.
—Buenas tardes, señor Junmyeon —replicó educadamente el mencionado.
—Ow, no me digas señor. Me haces sentir muy viejo —Sehun le vio hacer un puchero. Era realmente extraño ver a este hombre vestido elegantemente, actuar como un niño.
—De acuerdo, le diré "Junnie" entonces —propusó Chen.
—Tampoco te pases —dijo Junmyeon en tono serio, pero Sehun sabía que solo estaba bromeando. Ellos comenzaron a reír después de eso. Par de inmaduros.
Cuando el pelinegro le palmeó el hombro amistosamente, Sehun le envió la mirada de "Rápido, di lo que tengas que decir. Quiero ir a casa".
—Hey, no pongas esa cara, Sehun. Vamos, deja de darme negativas y sal a cenar con nosotros —pidió el hombre, rodeando sus hombros con uno de sus brazos. Era seguramente incómodo desde que Sehun era mucho más alto que él.
—Junmyeon, ya sabes que...
—Sí, sí, ya todos nos sabemos de memoria la excusa de "un plato de comida caliente espera por mí en casa" —agregó Minseok, el hombre que trabajaba en ventas, llegando a donde ellos estaban reunidos—. Quítale el mandil a tu pobre esposa por una vez. Tráela contigo, ¡vamos, hombre!
—Gracias por la invitación, pero no. Será para la otra —dijo, negando con un gesto de la mano.
—Siempre dices que la " para la otra" —reprochó Junmyeon, frunciendo en ceño—. ¿Cuánto más me harás rogarte?
—No se trata de eso, Junmyeon.
—¿Quieres que me arrodille y suplique? ¡Bien!
—Junmyeon, no.
—Me estoy hincando...
—Junmyeon.
—Ya casi estoy en el suelo...
Sehun estaba a punto de tomar a su amigo del brazo, para evitar que se pusiera en vergüenza a sí mismo. Algunos empleados ya estaban mirando en su dirección.
Solo se detuvo cuando escuchó a Chen hablar a su lado.
—¿Está usted casado? —preguntó el castaño, en tono sorprendido.
—Uhm, sí —dijo, levantando su mano y mostrándole su argolla.
Chen llevó sus manos a sus labios, cubriéndolos.
—Wow. Nunca me fijé en eso.
Sehun entornó los ojos.
—Eso es por lo que no me gusta hablar de mi vida privada —dijo dándole una mirada sugestiva a Junmyeon. Esa que decía "Junmyeon, es un muy buen momento para que me dejes marchar". Su amigo solo fingió no notar su apuñalante mirada y se giró entusiasmado a Chen.
—Oh, sí, él lo está. Hay incluso apuestas entre los miembros de la empresa —dijo Junmyeon riéndose, el muy bastardo—. Hay quienes dicen que ella es muy hermosa, como una modelo o una celebridad.
—Yo aposté a que es menor de edad. Por eso él no nos la quiere presentar —secundó Minseok, mientras rodeaba a Chen con sus brazos. El de ventas tomó uno de los rizos castaños entre su dedos.
—¿Son naturales?
Chen asintió.
—Entonces, ¿nadie sabe cómo es su esposa?
En serio, Sehun solo quería irse ya.
—¿De qué hablan? —preguntó Yixing, quien se dirigía a la salida, pero se detuvo al oírlos. Sehun no recordaba en qué área trabajaba él.
—De Sehun estando casado —Contestó Minseok.
Yixing formó una "o" con los labios. Después asintió.
—Oh, ya veo. Sí, sí. Bonito cabello rubio.
Junmyeon frunció el ceño.
—¿Cabello rubio? Nadie la conoce, ¿cómo podrías tú? No, estás mintiendo —Acusó Junmyeon.
El mencionado puso una de sus manos de forma dramática sobre el pecho.
—¿Que yo miento? Me ofendes. Pero aunque no lo crean, esa es la verdad. Ese día llegaba temprano a la oficina cuando bajó de un auto. No era el de Sehun, era uno más lujoso, de color rojo cereza. Yo lo vi con mis dos ojos —dijo, señalandolos—. Estoy seguro, tenía el cabello rubio y hermosas facciones.
—Mentiroso —dijo Minseok—. Mentiroso, mentiroso. No te creo.
—Es su problema si no me quieren creer —Se defendió el aludido, encogiéndose de hombros y abultando los labios en un puchero enojado.
—No, lo que dice Xing es cierto —dijo otra voz a sus espaldas.
Ese era Jongin, el más joven asistente de presupuestos que había tenido la empresa. Incluso hoy en día se les hacía increíble que el joven fuera capaz de aguantar al insoportable jefe de esa área: Do Kyungsoo.
Ese hombre bajito había tenido hasta 15 asistentes por año y siempre terminaba por despedirlos a todos, según él, por su "incompetencia". Pero para su sorpresa, el hombre moreno llevaba ya los últimos 2 años laborando aquí. Siempre al mando de Kyungsoo.
Era sorprendente porque el chico tenía casi la misma edad que Chen, apenas al inicio de la veintena, pero como era de bajos recursos no había logrado terminar sus estudios. Eso era otro punto en contra, pero Kyungsoo lo había contratado e incluso para "mejorar sus habilidades" le había financiado un curso en internet para ayudarlo a terminar su preparatoria y continuar así con su carrera.
Eso ya era mucho decir, pero Kyungsoo les había asegurado que solo era una medida de calidad. Le había dicho a Sehun que a él le gustaba la disposición del chico y que solo quería hacer de su trabajador alguien mejor en el futuro. Alguien que pudiera sustituirle algún día.
Aunque todo eso era desconocido para Jongin, ya que en el exterior, Kyungsoo siempre se la pasaba regañándolo o diciéndole que su trabajo era deficiente, cuando, en realidad, Sehun mismo no le hallaba fallos a sus procesos.
"Es solo para que se ponga las pilas" le había dicho Kyungsoo alguna vez. Sí, porque Kyungsoo podía ser una mierda que no se aguantaba ni a sí mismo, pero también era agradable cuando no estaba de trabajólico.
Cuando el chico llegó a su lado, les saludó respetuosamente y chocó los cinco con Chen. Sehun ni siquiera sabía que ellos dos se conocían. Había muchas cosas que no sabía, notó.
—¿Qué decías que es cierto? —retomó Chen, cuando el moreno ya se les había unido al improvisado grupo que se formó justo en frente de las puertas principales.
—¿Qué estaba...? ¡Ah, ya me acordé! Sobre Sehun. Lo del cabello rubio sí es cierto. Bueno, aunque no es...
—Kim hago lo que se me hinche la gana Jongin, ¿no se suponía que no ibas a tardar? —habló a quien Sehun reconoció como Kyungsoo—. ¿Qué haces aquí? Llevo rato buscándote. ¿Qué, no había baños en nuestro piso?
El jefe de presupuestos miraba hacia ellos, llegando por el pasillo derecho, con su eterno ceño fruncido. Jongin solo se puso rígido y volteándose le dijo:
—S-señor Do, ¿por qué está aquí?
Kyungsoo lo fulminó con la mirada.
El chico moreno se movió detrás de Sehun, usándolo de escudo.
—Eso mismo te pregunto yo. Será mejor que traigas tu trasero de vuelta a la oficina, aún no terminamos.
Jongin dejó caer los hombros, derrotado.
—Sí, ya voy, jefe...
Kyungsoo entrecerró los ojos en su dirección.
Resoplando con pesadez, el muchacho se disculpó y volvió sobre sus pasos hasta un Kyungsoo con las manos en jarras sobre las caderas.
—Oh, a ti te buscaba —dijo a Junmyeon—. Aquí está el documento que querías.
—Ay, gracias. Perdón por no haberlo ido a buscar, lo olvidé por completo.
Kyungsoo hizo un movimiento con la mano para restarle importancia.
—No hay problema.
Y así como llegaron, se alejaron, con el más bajo estrellaba una carpeta en la cabeza de su subordinado. Sehun sabía que no le había hecho ningún daño, pero aún así Jongin lloriqueó.
—Pobre Jonginnie. No sé cómo aguanta a ese enviado del mal. Aquella vez que Sehun me pidió ayudarle, casi me asesina cuando accidentalmente me comí un cero y nos faltaban unos 300,000 pesos en caja —recordó Chen, con fingidos escalofríos recorriéndole—. Y eso que lo ha estado soportando durante dos años. ¡Dos años!
—Ay sí, yo me mato si tengo que volver a trabajar con él de nuevo —exclamó Tao, el de Marketing, quien venía llegando con Kris tras él. El más alto, Contador de la empresa, caminaba con pasos perezosos y las manos metidas en los bolsillos de su pantalón—. Aún recuerdo esa vez que tuve esa grandiosa idea para el nuevo concepto de la empresa y el pequeño demonio no quiso soltar más efectivo para explotar mi idea. Al final, Kris tuvo que recortar lo del café y las galletas de los gastos administrativos para que pudiese completar.
—No alardees tanto. Fue muy difícil para mí tener que informarles a todos que en los próximos coffe break solo habría agua embotellada por todo un mes. Junmyeon es quien casi me asesina por hacerte ese favor —exclamó el más alto.
—Pues sí. ¿Cómo querías que estuviera al cien sin mi cafeína diaria, eh? —Se lamentó el gerente.
—Siento interrumpirlos —agregó Sehun, escapando del abrazo de oso de Junmyeon—. Pero, en serio, ya me tengo que ir.
—Es un caso perdido —resopló Minseok, dándose por vencido—. Vámonos, no conseguiremos convencerlo nunca. Ya que estamos todos reunidos aquí, ¿por qué no vamos a comer juntos?
—¿Comer? ¿Alguien dijo comida? —preguntó Baekhyun, apareciendo de repente detrás de Sehun.
—Dios... —exclamó Sehun, sin aliento, sosteniendo su pecho por el susto que el enano le había metido.
—Baek, deja de hacer eso. Un día matarás a alguien de la impresión —Le riñó Chanyeol, caminando hasta ellos con una ligera cojera, producto de su caída.
El hombre les sonrió amigablemente.
—Está bien, iremos a comer solo porque insisten. El trabajo pendiente puede esperar para mañana —agregó Kyungsoo, mientras caminaba de regreso, con un atareado Jongin tras él, tratando de seguirle el paso.
Nadie dijo nada.
Eso, en palabras de Kyungsoo, era casi un cumplido.
Sehun no supo en qué momento sus compañeros decidieron tener esta reunión improvisada frente a las dobles puertas principales del edificio donde laboraban.
Y quizá no se hubieran movido de no ser por el jefe de seguridad en turno, que les pidió de la manera más atenta que, por favor, movieran su pequeña reunión a un área más despejada para que no obstruyeran el acceso al edificio. Cosa que les llevó por fin a decidirse por ir a cenar ya que todos estaban saliendo libres.
Sehun terminó de despedirse y después de rechazar por millonésima vez la invitación para acompañarlos, caminó con pasos tranquilos hasta su auto. Desactivó la alarma y, posteriormente, se subió. Encendió el motor, dejando al aire acondicionado hacer su trabajo y se unió al casi inexistente tráfico nocturno.
El trayecto a casa fue bastante tranquilo y le hizo sentirse aliviado. El estrés abandonando su sistema conforme cada kilómetro lo llevaba de vuelta a los brazos de su belleza rubia.
Sonrió al vislumbrar la fachada exterior de su casa. Los tonos claros, que iban desde el naranja hasta el amarillo, un ambiente cálido y a la vez alegre, como les habían dicho los de la inmobiliaria. El recuerdo de una gran sonrisa emocionada se filtró en su mente. Entonces recordó elección de quién había sido.
Y claro, como Sehun nunca podía negarle nada a ese par de ojos brillantes, dueños de sus suspiros, la casa terminó siendo comprada.
Sonriendo con satisfacción, por al fin saberse en casa, Sehun accionó el control de la cochera y esperó a que esta se abriera lentamente, estacionadose en su lugar habitual. Después, descendió del auto, haciendo uso de la puerta lateral para ingresar a su vivienda.
Incluso desde la distancia era imposible ignorar el delicioso aroma que se filtraba desde la cocina, esparciendose a lo largo y ancho de la casa. Desde la sala Sehun ya podía adivinar lo que se estaba preparando. Era su comida favorita.
Cuando su estómago gruñó, hambriento, Sehun se deshizo del saco, dejándolo junto a su maletín, sobre uno de los sillones individuales. Entonces se dirigió a la fuente del exquisito aroma a comida casera.
Cuando llegó a su destino, se tomó un momento para apreciar el sonido de chisporroteo del guiso en la sartén, acompañado de una melodiosa voz de fondo, que tarareaba para sí misma.
Reconoció la canción antigua y pegajosa de años pasados. Él jamás había sabido qué era lo que gustaba tanto de la canción. Pero no importaba, porque por esta persona, Sehun estaría dispuesto a escuchar la misma melodía una y otra vez.
Recargándose en el marco de la puerta que daba al área de la cocina, Sehun observó los movimientos fluidos y rítmicos, alternando entre cocinar y bailar. La cabellera, sedosa y de un precioso tono rubio, se movía en un vaivén gracioso y adorable.
Él se quedó ahí, embelesado por la exuberante belleza de la única persona que alguna vez había amado. Observó la gracil curva de su cuello cuando se giró y se encontró con Sehun.
Cuando la hilera de dientes blancos y perfectos aparecieron a la vista en una sonrisa familiar, él fue sobrepasado por las emociones.
—Ya has llegado, cariño —Anunció la dulce voz.
Ampliando la sonrisa de adolescente enamorado que no sabía que estaba esbozando, Sehun se aproximó a su amor.
Tenía aún esa desorbitante cantidad de cualidades que Sehun jamás pudo dejar pasar por alto, solo ahí de pie, pareciendo tan increíble, como la mejor pieza de arte que hubiera visto alguna vez.
Todo en su bello ser era perfecto para él, empezando por su blanca piel, tersa como el pétalo de una rosa, hasta el color rubio de sus cabellos.
—Ya estoy en casa, mi amor —Confirmó Sehun. Después, prosiguió a envolver entre sus brazos la estrecha cintura. Aprovechando que su razón de existir estaba de espaldas, Sehun recargó la cabeza en uno de sus delgados hombros, aspirando al mismo tiempo su dulce perfume.
—Eso luce genial —dijo, tras echarle una rápida mirada a la cena. Y no era por alardear, pero su adoración tenía unas grandiosas habilidades en la cocina.
Era, simple y sencillamente, una sintonía de perfectas pequeñas cosas que enloquecían de amor a su corazón. Cada vez que miraba fijamente a esos ojos que parecían contener destellos eternamente brillantes en ellos, o cada vez que podía sostener su cuerpo cálido contra el suyo.
Sí, Sehun le quería con tal intensidad.
Ojos claros encontraron los suyos, divertidos, como si no fuera ya algo común el ver a Sehun de esta forma, mirándole con tanta devoción por el simple hecho de que le amaba.
Sehun bajó la mirada, bebiendo de las bellas facciones. Descendió en su escutrinio hasta detenerse finalmente en sus labios. Él también amaba estos, con su forma pequeña y llena, de un bajo tono rosa concedido por la naturaleza desde su nacimiento. La visión se asemejaba a la de unas apetecibles cerezas. Así que siguiendo sus instintos, giró el delgado cuerpo y acercó su rostro hasta que los carnosos labios se presionaron contra los suyos.
Estos le correspondieron, ansiosos.
Sehun acarició sus costados, hasta llegar a sus estrechas caderas, presionando y acercando sus cuerpos, buscando un contacto más íntimo. Como si eso fuera siquiera posible. Sus labios unidos en un beso que los dejó sin aliento.
Una vez saciados, se separaron.
—Te extrañé tanto —susurró contra los labios entreabiertos y muy bien besados de su amor.
—Yo también, Sehun.
Apretando su agarre, se permitió descansar su rostro en la elegante curva de su cuello.
—Te amo tanto, Luhan.
Una risilla escapó de los labios de su amado.
—Qué cursi eres —dijo él, acariciando su cabello. Después, movió el rostro de modo que podía ver a Sehun—. No recuerdo que fueras así cuando me cortejabas —agregó, deshaciendo su abrazo para poder regresar su atención a la comida casi lista—. Sin embargo, ya sabes que también te amo. De otro modo, no me habría casado contigo.
Sehun resopló, alejándose aunque todo lo que quería era permanecer otro poco así.
Ante todo, Luhan era el que siempre marcaba los límites. Como ahora mismo que él estaba preparando la cena, en una clara invitación para que Sehun fuera un buen esposo y no estorbara.
—Ya está —anunció el rubio, apagando la estufa.
Girándose hacia la alacena, Sehun le alcanzó los platos y Luhan sirvió el delicioso guiso. También tomó vasos y cubiertos para ambos, dejándolos en la mesa.
Cuando se encontraron sentados y listos para comenzar a comer, Luhan decidió retomar el tema.
—Pero, ¿sabes? Ahora que lo pienso detenidamente —continuó, llevando el primer bocado a sus labios—, tú siempre fuiste lindo alrededor mío —Sonrió con suficiencia—. Solo que la gente cree que eres una piedra sin sentimientos porque tu rostro es demasiado duro. Nadie me cree cuando les digo cuán dulce eres. Me haces quedar como un completo mentiroso —Reprochó, formando un tierno puchero y haciéndolo reír.
Luhan siempre conseguía sacarle sonrisas.
Aún negando, Sehun se tomó un momento para degustar tan rica comida, antes de contestar al rubio.
—Eso es porque, seguramente, exageras con tus descripciones sobre mí siendo "dulce", ¿no crees? No soy especialmente cálido contigo, tú me conoces muy bien y sabes que yo solo expreso lo que en verdad vale la pena expresar —Sehun encontró su mirada—. Y mi amor por ti lo vale, Lu.
Y entonces fue el turno de Luhan para reír. Aunque el sonrojo en su rostro no pasó desapercibido para él.
—¿Ves? Todos mis compañeros se burlan de mí. Ellos dicen que de seguro eres tan frío conmigo que yo me invento todas esas historias para compensar tu falta de amor.
Eso hizo que ambos rieran en esta ocasión.
De ahí en adelante, la cena estuvo envuelta en una tranquila charla. Nada demasiado extenuante ni carente de importancia. Solo lo indispensable. Preguntar por el día del otro en el trabajo o simplemente centrarse en la comida. El silencio nunca era incómodo entre ellos. Por el contrario, era relajante y bastante revitalizante.
En un par de ocasiones, Sehun se encontró mirando de más al hermoso hombre sentado frente a él. Era increíble que Sehun hubiera conseguido que Luhan le aceptara en su vida y, más aún, que decidiera compartir sus días a su lado. El pensamiento de ello le llenaba el pecho de una gran satisfacción y orgullo. Orgullo por poder tener a tan increíble persona correspondiendo sus sentimientos.
Además, Sehun amaba mirar a su esposo porque cada vez que lo hacía, él irremediablemente se encontraba con una nueva razón para amarlo.
Un nuevo detalle que lo hiciera más fascinante que el día anterior. No era solo la belleza física que el rubio poseía, sino también aquel corazón sincero y su divertida actitud.
Sehun jamás hubiera imaginado que sería un hombre como Luhan el que terminaría poniendo su mundo de cabeza, llegando de repente como un brillante y cálido rayo de sol, colándose entre las sombras de su vida. Él era tan distinto a Sehun, con su amigable carácter y su visión optimista del mundo. Sehun tenía los pies en la tierra, mientras que Luhan era un soñador sin remedio.
Y, a pesar de todo eso, nadie podría dudar que ellos se hallaban verdaderamente enamorados.
Sehun le amaba tanto que el alcance de sus propios sentimientos le abrumaba. Sin embargo, todo temor se esfumaba por completo en cuanto Luhan le miraba y ahí, en las profundidades de su alma, podía encontrar el comfort de saberse querido de regreso.
Y eso era todo lo que él necesitaba. Eso y la bella imagen de Luhan despertando cada mañana a su lado, bajo sus sábanas y con la luz del día iluminando sus facciones delicadas. Se sentía tan dichoso de solo poder apreciar su figura etérea con el sol bañándole la inmarcesible piel.
Respetando su acuerdo tácito, Sehun se ocupó de los trastes, ya que el encargado de la cena había sido Luhan en esta ocasión.
El más bajo, por su parte, había aprovechado el tiempo para preparar un baño para Sehun y para él mismo.
Ellos habían adquirido esa enorme tina estilo jacuzzi que tanto encantaba al rubio solo porque podían permitírselo. Y porque, aunque Sehun jamás lo admitiera en voz alta, su esposo resultaba en un gran negociante cuando estaban en la cama.
—¿Sehun?
—¿Uhm? —murmuró, entreabriendo uno de sus párpados, mientras se relajaba en la tina. El agua estaba en el punto perfecto y después de un día tan pesado, Sehun agradecía su sabia decisión de comprarla.
—¿Sabes? He estado pensando mucho en ti.
—¿A qué te refieres? —preguntó, sin entender del todo a dónde quería llegar Luhan con esto.
El rubio se removió en el agua, cambiando de posición para poder encararlo mientras hablaban.
Aunque había espacio suficiente para que ambos se acomodaran perfectamente, Luhan permaneció cerca de él. Sus cuerpos desnudos y húmedos entraron en contacto, haciendo que Sehun deseara que la charla fuera breve.
Luhan, sin embargo, no parecía tener la misma idea. Fijando sus bonitos ojos en él, continuó:
—Estuve dándole vueltas y más vueltas en mi cabeza, hasta que llegué a la conclusión de que debía hablarlo contigo o no lo entenderías.
Sehun ladeó el rostro, interesado.
—Bueno, ahora realmente me estás asustando.
Inmediatamente Luhan elevó sus manos y las agitó en el aire, mientras negaba.
—Oh, no, no. No es nada malo, cariño. Bueno, no del todo.
Sehun lo vio morderse el labio inferior. Y él solo pudo pensar que desearía ser él quien lo mordiera.
Pero en lugar de compartir sus pensamientos con él, dijo a Luhan:
—¿Qué es lo que te preocupa tanto, esposo?
El rubio dudó, pero finalmente suspiró, antes de comenzar a hablar de nuevo.
—Hablo de ti, siendo tan cerrado como eres. Estoy seguro de que es difícil para los demás acercarse a ti de esa forma.
—¿Qué estás...? —hizo el ademán de preguntar, pero Luhan fue más rápido, poniendo su dedo índice contra sus labios.
—Y también sé que para ti no es fácil relacionarte adecuadamente con otros. Eso lo entiendo —Él río, pareciendo recordar el pasado—. Lo entiendo mejor que nadie. Sin embargo, estoy seguro de que si tú en verdad lo intentaras, podrías encontrar agradable a los demás.
—¿Y eso es importante porque...?
—Pues, es justamente como dije. Tú estás todo el día en la oficina y siempre vuelves inmediatamente a casa después de tu horario. Nunca sales con tus amigos. Ni siquiera sé si tienes alguno... si todos los días solo miras mi cara sin parar, terminarás por aburrirte.
Luhan hizo un mohín mientras jugueteaba con sus dedos sobre el pecho de Sehun. Él se estremeció, pensando en lo mucho que le gustaría que Luhan tocar
Pero aunque su esposo estuviera literalmente trepado sobre él, el agua a su alrededor hacía el peso soportable. Tampoco es como si le importase ya que gracias a su muy activa vida sexual, Sehun había aprendido a soportar hasta con un solo brazo todo el exquisito peso.
Estiró una de sus manos fuera del agua y la usó para levantar el mentón del rubio antes de decirle:
—Jamás podría aburrirme de mirarte. Lo podría hacer por horas y aún así me sería imposible sentirme satisfecho. Eres demasiado hermoso, Luhan. Tanto que, a veces, quisiera poder ocultarte para que nadie más que yo te vea.
—No seas tonto —le regañó, propinándole un suave golpe en el brazo, provocando que un poco de agua salpicara hasta sus ojos.
—¿Entonces no debo preocuparme por que te fastidies de mí?
—Ni por un segundo. No dejes que te quite el sueño.
Luhan recargó la cabeza en su pecho. Él por su parte, se conformaba con dejar que el agua tibia en la bañera relajara sus músculos ya destensados después del sexo.
Y pese a que Sehun sentía que podría saborear el paraíso oculto en el cuerpo suave sobre él, nunca estaba de más un buen baño antes de dormir.
Su pequeño rubio comenzó repartiendo delicados besos sobre su pecho desnudo y terminó inclinándose hacia arriba y él, gustoso, aceptó los labios insaciables que le devoraban con la misma exacta pasión que siempre lo hacían.
Incorporándose, Luhan se acomodó de tal forma que volviera a estar a horcajadas sobre él. Y a medida que el beso aumentaba su sensualidad, los continuos movimientos eróticos de sus caderas le dijeron que, a lo mejor, si podrían permitirse una ronda más en el baño.
—¿Dónde está el control remoto? —preguntó mientras usaba la toalla sobre sus hombros para terminar de secar su aún húmedo pelo de un negro intenso.
Al final, la ronda se convirtió en dos más y el agua en la tina se enfrió.
Sehun se inclinó bajo los muebles e incluso miró debajo de la cama matrimonial en su habitación, pero el maldito artefacto no aparecía por ningún lado.
—Está justo donde te dije, amor. A lado del sofá. Ve a ver, anda.
—Que no, Luhan. Ya busqué...
Y efectivamente, cuando llegó a la sala y miró hasta el sofá, ahí estaba el control, sobre la mesita ratona a su lado.
Lo más frustrante del asunto es que Sehun estaba completamente seguro de que él sí había buscado bien y ese aparato no estaba ahí.
—Tú debiste de haberlo puesto aquí mientras yo me iba a buscar al cuarto.
Reclamó, escuchando la risa de fondo. El sonido de la secadora con la que su amando secaba su sedoso cabello se detuvo.
—Tú eres el único terco aquí. Te digo que ahí estaba desde el principio.
En ese momento Luhan salía del baño completamente vestido con su pijama; unos simples pans y una playera ancha.
—¿Qué quieres ver?
Preguntó dejándose caer en el mueble y encendiendo el televisor. Ellos tenían internet para ver programas online, pero igual Luhan poseía esa colección sobre un mago adolescente que tanto le enloquecía y aunque Sehun no era un gran fan, algunas veces al año se veía obligado a soportar todo el maratón completo.
—Cualquier cosa. No quiero ver nada en particular, solo quiero acurrucarme a tu lado.
Y tal y como le había dicho, se aproximó con pasos lentos hasta apoyar su cálido cuerpo contra el suyo.
Sehun amaba cuán bien ellos se complementaban.
Luhan siempre parecía saber lo que él necesitaba, en el momento justo en que lo necesitara. Sabía cuándo debía ser un ardiente esposo que esperara ansioso su llegada a casa, o cuándo debía convertirse en el pequeño monstruo abrazador que en estos momentos restregaba la mejilla en su hombro como un gatito.
Sehun levantó un brazo y lo cruzó por sobre los hombros del más bajo, acercándolo más a él.
Al final, terminó poniendo un canal aleatorio. A su lado, Luhan, tal y como prometió, se mantenía encaramado muy cerca de él, con una de sus piernas sobre las que Sehun descansaba en la mesita de centro. Tenía cerrados los ojos pero Sehun sabía, por su respiración pausada, que él estaba despierto.
Haciendo uso de la mano sobre los hombros de su esposo, paseó sus largos dedos sobre la extensión de la espalda de Luhan hasta llegar a su cabeza y descansarlos ahí, acariciando los mechones. Estos eran increíblemente suaves al tacto.
Y pese a que Sehun algunas veces había tirado de ellos en un arranque de pasión, también tenía estos momentos en los que solo se dedicaba a enrollar los mechones en sus dedo índice. Con la suavidad arrulladora que Luhan le había dicho que le hacía quedarse dormido.
Después de un rato de ocio, Sehun ya estaba listo para ir a la cama. Muy bien gratificado con deliciosa comida, un buen baño y exquisito sexo marital. No había mejor combinación. Su cuerpo se sentía ahora tan liviano que él podría flotar escaleras arriba hasta caer en su cama, con Luhan descansando a su lado, listos para dormir por horas. Abrazados y dándose calor en las noches frías.
El sonido lejano de un timbre le hizo parpadear aturdido.
Era el de su casa, pensó, sin una sola pizca de ganas por ir a abrir.
—Yo iré, amor. Tú sigue durmiendo.
Luhan se encaminó hasta la puerta y al oírlo destrabar el cerrojo y tras un momento de silencio seguido de una risa alta, suspiró aliviado. Debían ser solo amigos suyos. Del trabajo o algún vecino lo suficientemente estúpido como para tratar de coquetear con su Lulu.
—Sehun, cariño, te buscan.
Anunció la voz del rubio desde la entrada. Con pesadez, Sehun se elevó del suave sofá y se acomodó el pelo lo mejor que pudo antes de unirse a su esposo.
Justo cuando estaba alcanzado la cumbre de su sueño más alto.
—¿Quién es...?
No terminó su pregunta.
No era solo que alguien viniera a buscarlo. Cuando se asomó por el umbral, se encontró con diez personas amontonadas fuera de su casa.
Y lo peor.
Él las conocía a todas.
Luhan a su lado se enganchó de su cintura y por costumbre, Sehun le rodeó los hombros. Pero, maldita sea. Ocho pares de ojos le miraban sin tratar de al menos fingir un poco su asombro. Algunos tuvieron el descaro de sonrojarse.
—¿Él es tu...? Preguntó
Inquirió Minseok, el que estaba más cerca de ellos, mientras se acercaba, deliberadamente invadiendo su espacio personal para tirar del brazo de Luhan y escanearlo de arriba a abajo.
Sehun sonrió con sorna porque aunque estuvieran en pijama, y tenían todo el derecho del mundo al hacerlo desde que eran las once de la maldita noche, Luhan seguía viéndose como una verdadera estrella de televisión. Sus rasgos ya era bonitos de por sí y si Sehun sabía cuán caliente era el cuerpo de Luhan sin ropa, los que lo veían con ella no se podían quejar.
Su esposo era todo una belleza. Una obra de arte.
—Él es Luhan. Mi esposo.
Dijo mirando uno a uno a los presentes.
Ahí estaban toda esa bola de metiches. Frente a su casa, a altas horas de la noche.
Ubicó a Junmyeon y al chico ese que no recordaba de quién era asistente. El recepcionista y el alto guardia, así como no podía faltar el contador y el hombre chino que se encargaba del Marketing. Incluso Kyungsoo con su asistente estaban ahí junto con Minseok, el de ventas.
Hasta Chen, con la boca abierta, estaba presente.
—W-wow. Así que por eso... entonces ella no es... bueno, no es ella —murmuró Minseok en medio de una risita nerviosa.
—¡Oh! ustedes son Yixing y Jongin, ¿no es así? Son los chicos que me pasaron pila el otro día, cuando el coche se me quedó frente al trabajo de Sehun.
Exclamó un emocionado Luhan, escapando de las garras de Minseok para aproximarse a los mencionados. Luhan saludó a Jongin y enseguida se giró, intercambiando algunas palabras en chino con Yixing. Sehun se sintió algo celosos porque él aún no era muy bueno en el idioma materno de su esposo.
Luhan dijo algo señalando a Sehun. En sus oídos eso sonaba como una pregunta y con una ceja arqueada vio al tal Yixing contestar haciendo a Luhan, Kris, Tao y hasta él mismo reír.
Sehun frunció el ceño porque no sabía qué era tan gracioso pero no le gustaba que se burlaran de él en otro idioma y que ni siquiera pudiera saber por qué.
Yixing sonrió orgulloso por ser recordado, ante la mirada impresionada de todos. Hasta de Sehun porque él no recordaba que Luhan le hubiese dicho que el coche se le había quedado tan cerca. Él mismo pudo haber ayudado.
—Se los dije—exclamó Yixing—. Pero nadie nunca me escucha.
Y entonces silencio fue lo siguiente que se formó. Silencio solo roto por un grito eufórico de parte de Baekhyun.
—¡Sí! ¡En su cara, perdedores! Ahora páguenme.
Demandó, estirando su palma abierta.
Tras eso, siete personas le tendían dinero al joven recepcionista quien gustoso lo contaba en sus narices y se los restregaba en la cara, haciendo un bailecito de victoria, provocando algunos bufidos de indignación de parte de los malos perdedores.
Sehun arqueó de nuevo una ceja.
—¿Qué fue eso?
—Él fue el único que apostó a que usted era gay. Y por lo tanto en lugar de una "linda esposa" era un "lindo esposo".
Se lamentó Chen, suspirando resignado, mientras guardaba su ahora vacía billetera en el bolsillo trasero de su pantalón. Parecía decepcionado de haber errardo en su apuesta.
Sehun se alegró. Quién le mandaba a apostar sobre la sexualidad de su jefe. Este mocoso, en serio.
—Yo de verdad, de verdad, le creía hetero. Solo esta misma tarde me convencieron de apostar también.
—¿Iba en serio lo de las apuestas?
Preguntó dubitativo en dirección a Junmyeon. Maldición. Él era su jefe, ¿cómo se atrevía a jugar así con sus empleados? Peor aún. Se supone que eran amigos.
—Bueno, no fue algo planeado, si es lo que estás pensando. Solo una inocente apuesta que hice con Yixing. Se nos salió un poquito de control cuando los demás se enteraron y, de repente, ya todos habían apostado, jaja.
Sehun se sintió aún más indignado.
Minseok se escabulló hasta llegar a un lado de Luhan y palmearle el hombro para llamar su atención.
—Dime al menos que eres menor de edad, por favor.
Suplicaba el de ventas con sus manos juntas.
—Ow, lo siento. De hecho soy diez años mayor que Sehun.
En ese momento todos volteaban a ver al alto guardia de seguridad que saltaba en su lugar. Minseok pateaba al mismo tiempo una piedra cercana.
—¡Tómala, Min! Págame de vuelta.
Y sacando su cartera, el frustrado chico de ventas pagó su segunda deuda.
—¿Y... a qué se debe su presencia, aquí en mi casa, a estas horas de la noche? —tanteó, como quien no quiere la cosa.
—¡Ah, si es cierto! —exclamó Chen—. Aquí.
Dijo rebuscando algo que había al fondo de su mochila y tendiéndolo en su dirección. Sehun lo tomó entre sus manos con duda. Era un celular.
Su teléfono celular.
—Se quedó sin querer en mi mochila. Ya sabe, hoy en la mañana usted se fue a una junta y lo dejó en la oficina. Entonces me lo encargó, porque según ya no iba a poder volver. Pero al final resultó que sí volvió y yo olvidé regresarlo. Lo siento.
Aclaró el chico de pelo rizado, alejando algunos rulos con la ayuda de un movimiento de cabeza.
—Oh, gracias —agregó—, pero eso no explica qué hacen ellos aquí.
Y señaló al numeroso grupo que aún permanecía en su jardín. Pisando el pasto que con tanto esmero había cuidado, poniendo un camino de concreto que obviamente no usaron.
—Um, no lo sé. Yo solo me di cuenta del móvil en mi mochila y dije que lo devolvería mañana. Pero el señor Junmyeon insistió en traerme. Y el resto... bueno, en realidad no sé qué hacen ellos aquí.
Aceptó mientras rascaba su cabeza con nerviosismo.
Debió imaginarlo. Entonces miró a Junmyeon pero el muy bastardo fingió que esa noche la luna era muy hermosa como para prestar alguna atención a su rostro enfadado. Él reaccionó ante las suaves manos recorriendo sus brazos. Un gesto que siempre lograba devolverle la tranquilidad. Al girarse se encontró con un Luhan que le miraba entre divertido y conmovido.
Y pese a los reniegos silenciosos de Sehun, su testarudo esposo los invitó a todos a pasar a la sala de su casa, donde conversaron por el resto de la noche, al parecer bastante interesados en su lindo Luhan.
Sehun miró a todos las personas reunidas en su sala, viendo películas y comiendo palomitas como si fueran mocosos de secundaria.
Luhan a su lado se presionó más cerca de él y recargó su cabeza en uno de sus hombros. Sehun, a su vez, descansó la cabeza en la cabellera rubia de su esposo.
—Ellos tenían muchas ganas de conocerte.
Admitió. Luhan levantó su mirada.
—¿Ah, sí?
—Sep. Se morían de ganas por conocer a mi "linda esposa".
Luhan soltó una carcajada.
—Pero soy hombre.
—Pero ellos no lo sabían.
Luhan negó.
—Y pensar que iban a llegar tan lejos como para usar a tu pobre muchacho.
—¿Qué puedo decir? Son un grupo muy inteligente.
Sehun se inclinó un poco y depósito un suave beso en la frente de Luhan.
—Ahora que los has invitado a pasar, no te quejes si algún día ellos solo se auto invitan. Bueno, al menos ya no te preocuparás por mi falta de amigos, ¿verdad? De ahora en adelante estos estúpidos van a estar todo el día arrastrándome a todas partes con ellos.
Le confesó a Luhan. El hombre rio entre dientes y le besó cerca del hombro.
—Eso espero, Oh Sehun. Eso espero.
Y sonriendo, Sehun solo pudo agradecer al cielo por esta adorable pareja. Nunca encontraría a alguien a quien amar más que a este hombre que era mayor que él por diez años.
Porque Luhan ya no sería más catalogado como "la linda esposa de Sehun".
De ahora en adelante, toda la empresa, en secreto, hablaría sobre él. Porque Sehun sabía que por mucho tiempo ellos habían querido saber sobre esto. Y ahora todos se iban a enterar del "lindo esposo" que Sehun en realidad tenía.
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