9.El viento.
Ahora que le caíamos mejor a la tripulación parecía que el viaje sería más llevadero y relajado, pero nunca puede una cantar victoria.
Íbamos avanzando a buen ritmo y el tiempo pasaba sin problemas, si seguíamos así pronto estaríamos en el siguiente puerto, serían solo cuestión de días llegar a nuestro destino y poder respirar más tranquilas, y justo ahí empezaron los problemas.
De repente el barco paró su marcha, no se movía ni un solo milímetro y todas las velas estaban izadas, algo no nos dejaba avanzar. Estábamos totalmente parados.
-Capitan, que ocurre? Por qué no avanzamos?-Necesitaba encontrar respuesta a esta parada tan inusual.
-Señorita Sabari, me temo que nos emos quedado sin viento alguno. Un barco por muchas velas que tenga, si no hay viento, no avanza.
-Como nos vamos a quedar sin viento? Eso es un tanto imposible, no?- no podía salir de mi asombro.
-No señorita, como puede ver no corre ni una brizna de aire, y nos encontramos en mitad del océano sin una pizca de tierra a la vista.
-Alguien a traído la mala suele a este barco señor, eso de llevar mujeres a bordo, yo sabía que traería problemas.
-Dejese de tonterías señor Norton, esto no es cuestión de mujeres, es cuestión de climas y situaciones geográficas.
No me lo podía creer, nunca había escuchado que un barco se quedará parado en mitad del mar por falta de viento, aunque claro, en mi tiempo no pasaban esas cosas puesto que también llevaban motores los barcos por si algo así pasaba.
Leila tampoco cabía en su asombro pero supusimos que contra la naturaleza no se puede luchar, ella ponía las horas y los climas a su antojo y nadie podía reprocharle nada.
Se veía todo tan sumamente tranquilo, el sol en el horizonte, las aguas en calma, ni un solo ruido, si quiera el de las olas. Parecía un páramo desierto e inescrutable.
Yo pensaba que estar ahí parados no podría ser tan malo, solo había que esperar a que el viento volvería a soplar las velas y empezáramos andar. No había enemigos ni nada de lo que tuviéramos que huir, así que....que podía ser lo peor.
Pues pasó un día entero sin viento, luego dos, luego tres.... Como podía ser que no hubiese una gota de viento en tres días!!! Si seguíamos así nos quedaríamos sin agua, sin provisiones y moriríamos de hambre o de sed.
-Capitan, no habrá algún modo de hacer que éste barco avance un poco? No tenéis remos o algo parecido?-mi frustración hablaba por mi.
-Señorita Sabari, usted cree que si tuviéramos esa posibilidad estaríamos aquí, mirando el horizonte sin hacer absolutamente nada!!.- la voz del capitán fue subiendo cada vez más su tono conforme iba soltando la frase.
-Capitan, no me grite, no soy yo quien tiene su barco retenido en mitad del océano de acuerdo?
-Lo siento, lo siento, pero es que no ve que estamos igual de frustrados que ustedes?
Tenía razón, los hombres desesperados andaban de un lado a otro pensando una alternativa, sin muchos resultados.
Asi llegó la noche, y el día, esa situación hacia que pasaran las horas como si fueran eternas.
Teníamos que racionar las provisiones, puesto que llevábamos cerca de una semana en alta mar sin movimiento alguno, la comida era el consuelo a la ansiedad que teníamos todos, pero ya tendriamos que pasar un poco de hambre si no nos queríamos convertirnos en caníbales.
Si seguíamos así, pronto nos comeríamos unos a otros.
El capitán viendo el panorama y que estaba anocheciendo se dirigió a la tripulación y a los pasajeros.
-Las provisiones son escasas al igual que el agua, no sabemos cuánto tiempo más nos asolara está situación, a si que lo mejor será estar el mayor tiempo posible durmiendo para poder paliar el hambre aunque sea. Sólo nos queda rezarle a Dios por qué nos regale un poco de viento.
Dicho esto la tripulación no tuvo más que rendirse y hacer caso a las palabras del capitán. Nosotras también.
Cada uno d nosotros se encerró en su camarote, y yo creo que todos sin excepción ninguna, rezabamos a Dios por qué nos diera una oportunidad.
La noche transcurrió de lo más tranquila, nosotros pensábamos que todavía nos quedaba mucho camino asta poder llegar a tierra, pero Dios nos escuchó, de una forma extraña, pero lo hizo.
A media noche empecé a escuchar gritos y zapatos correr de un lado a otro, algo pasa. Me levanto como ciclón y corro a la cubierta, espero que haya pasado todo, pero la situación no sabría decir si era mejor o peor.
Cuando salgo del camarote me doy cuenta de que apenas puedo mantenerme en pie por el zarandeo del barco, o mucho o poco, no hay término intermedio?
Llegando a la cubierta veo que el suelo está muy mojado y asomó la cabeza, es una tormenta, pero no de las normalitas no, era una tormenta que hizo que lo primero que viera nada más salir al exterior era un pared de agua justo al frente del barco que lo sobrepasaba por un par de metros. Cojonudo.
Los marineros corrían de un lado a otro atando cabos, cerrando las velas, amarrando todo lo que se movía en el barco e intentando mantenerse en pie ante esos bruscos movimientos que los zarandeaban de un lado a otro.
-Capitan, como de un momento a otro se a formado está tormenta?
-Señorita Sabari, la falta de viento nos avisaba de que algo no iba bien, y aquí lo tenemos. Será mejor que vaya dentro, si una ola la arrastra y cae por la borda, no creo que se nos aga fácil encontrarla.
-Puedo ayudar en algo capitán.
-Se lo agradezcio señorita, pero que haríamos nosotros si a nuestra cocinera favorita le pasará algo.- el capitán me miró con una risa cansada pero burlona.
Este hombre lo que menos necesita ahora son problemas, así que asiento y me voy adentro, donde Leila a despertado y se agarra a las literas como si de su vida dependiese.
-O no hay viento, o parace que se va a volcar el barco, esto es normal?. -Dijo Leila, que no sabía si alegrarse por el avance o llorar por la situación.
-No te preocupes, estaremos bien.
La noche dio paso al día y parecía que la tormenta se había calmado, no había parado de llover pero al menos las olas no parecían monstruos hambrientos con ganas de comerse el barco.
Llegó el medio día y la pobre tripulación estaba exhausta después de la lucha tan intensa que habían tenido contra el mar.
Pensé que un buen plato de algo caliente reviviría esos cuerpos moribundos.
Baje y empecé a preparar la comida, la última comida. Después de esa comida las provisiones se darían por acabadas, y no sabíamos ni dónde estábamos ni cuánto tardaríamos en tocar tierra.
La tripulación al recibir el delicioso olor a comida y viendo que el barco a pesar de la lluvia había quedado en calma, bajo a todo correr para poder comer algo y fueron llenando mesas poco a poco. Cuando ya estaban todos sentados decidí dar la noticia.
-Señores, disfruten está comida como si fuera la última, porque ahora mismo lo es. Se han acabado las provisiones, ya solo nos queda un poco de pan duro y poco más a si que, saboreenla.
Dicho eso, se miraron unos a otros con pena y miedo al mismo nivel, y se pusieron a comer en total silencio, otro día en que todos le rezabamos al de arriba.
Terminamos de comer, y después de una amena charla, salimos a la cubierta a ver cómo se encontraba el panorama. Unos rayos de sol asomaban entre las nubes y el cielo que era totalmente negro empezaba a mostrarnos huecos de un cielo azul celeste. Después de la tormenta siempre llega la calma.
No terminamos de salir todos a la cubierta cuando un fuerte golpe nos tira al suelo. Nos miramos unos a los otros con cara de incertidumbre ante tal situación de vernos revolcados por el suelo en un segundo.
El capitán se levanta y empieza a mirar a todos lados buscando la causa de tal golpe, los demás espectantes esperando a ver lo que decía el capitán nos íbamos levantando poco a poco.
Al mirar la cara del capitán pudimos ver cómo se le abrían sus ojos como platos, empezaba a iluminarse su cara y comenzaba a mostrar una gran, gran sonrisa en su rostro.
-Tierraaa!!!!! Tierraaaa!!!.- gritaba el capitán con euforia en su voz señalando un peñón justo en la parte de popa por donde había chocado el barco. Estamos salvados.
La tripulación se pone manos a la obra y empiezan a revisar los posibles daños que tuviera el barco. Para nuestra fortuna, solo tenía un par de rallones sin importancia en el el casco y una de las barandillas de popa si se había destrozado completamente al ser ella la que frenara el avance del barco, pero era un detalle insignificante a la magnitud del problema.
A la velocidad de un rayo hubicaron el barco enfrente de una gran playa haciéndolo fondear para poder bajar y pisar tierra, emos sobrevivido al viaje y ahora podremos encontarar comida y agua, el señor escuchó nuestras plegarias.
Empezaron a bajar botes y los fuimos ocupando poco a poco. El simple echo de poder tocar tierra después del calvario pasado durante una semana hacia hasta que los hombres remaran camino a tierra cantando una canción.
Una vez pudimos bajar de los botes todos, absolutamente todos nos tiramos y revolcamos por la arena, nos llenaba de felicidad haber encontrado ese trocito de tierra.
Ahora era momento de dejar nuestra felicidad a un lado y buscar comida y agua. El capitán empezó a dar órdenes a sus marineros para montar un campamento improvisado y para que fueran a buscar comida, Leila y yo nos unimos a ellos para echarles una mano.
Cuanto antes encontráramos todo lo necesario antes podríamos volver al viaje que nos llevaría a casa.
Estábamos exhaustos, pero eso no nos detendría en nuestra búsqueda de provisiones y agua.
Tanto el capitán como la tripulación tenían las mismas ganas que nosotras de llegar a la tierra esperada y dejar atrás este viaje que se estaba haciendo interminable, por lo que sin mucho vacilar, nos pusimos a echar un vistazo de donde estábamos para ponernos manos a la obra.
Dios nos a escuchado y había que aprovecharlo.
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