Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

28.La recuperación

Salíamos de esa ciudad en silencio, y junto a nosotros otros pocos de supervivientes. Estábamos undidos mental y físicamente, por lo que más parecía una procesión fúnebre más que un viaje.

Con forme íbamos avanzando hacia la frontera de Portugal/España dirección Burgos, podíamos ver destrucción total a cada paso. A parte del terremoto, a los lugares a los que no había llegado el maremoto, estaban siendo destruidos por grandes incendios creados por la numerosas velas y candiles de la festividad de todos los santos.

Grandes incendios asediaban todas y cada una de las provincias por las que pasábamos y se veían también a los supervivientes enterrar a sus muertos.

A nuestro paso íbamos recogiendo todo lo que hacía falta para nuestra subsistencia y para el cuidado de nuestras heridas, pasaron al menos dos días en que, entre nosotros, solo cruzábamos las palabras necesarias, nuestra moral estaba baja y nuestros ánimos por el suelo.

Los heridos íbamos mejorando cada día un poco más, mi pierna estaba casi sanada y ya de vez en cuando me daba el lujo de ir andando un corto trayecto para poder mantener mis músculos en forma.

El capitán ahora no parecía agonizar y eso ya era mucho, los cuerpos de la tripulación parecían reponerse poco a poco con las comidas diarias que preparábamos unos y otros y los que no fueron tan dañados ya estaban al 100 por  100.

Una vez salimos de Portugal el caos era menor, aunque igualmente veíamos provincias recuperándose de los efectos del terremoto, por lo que pudimos ver en el mapa, estábamos cruzando Burgos dirección sur.

Después de 3 días de viaje decidimos hacer un asentamiento junto a un pequeño río, allí descansaríamos, comeríamos un poco y después de un largo y merecido descanso seguiríamos nuestro camino.

Leila y yo decidimos ir un poco río a Riba a unas pequeñas pozas a darnos un ligero baño y lavar nuestras ropas. Normalmente no estaban muy limpias pero ahora ya parecían trapos andrajosos más que algo para vestir.

Estuvimos largo rato en aquel lugar, una vez que nos dimos el baño y nuestras ropas ya estaban secándose decidimos descansar en aquel bonito lugar.

Mientras estábamos sentadas, Leila vio un gran venado, y sin pensárselo mucho, agarró su arco del que nunca se separaba, apunto y disparó, de modo isofacto el venado caía al suelo sin vida.

Muchas veces se me olvidaba las grandes habilidades de Leila, entre ellas la de la caza. Pero ahora teníamos un problema, el animal pesaba lo que parecía una tonelada y encima yo estaba medio coja.

Leila estuvo buscando por lo alrededores algo que nos ayudará a transladar a el animal por lo que, después de unos minutos, volvió con una gran tela en sus mano derecha y una fuerte rama en la izquierda.

Con un poco de imaginación y algunos trocitos inservibles de nuestra ropa, improvisamos una pequeña camilla para transladar el animal aunque fuera a rastras.

Poco a poco y con gran esfuerzo conseguimos acercarnos a nuestro campamento provisional, cuando casi estamos llegando empezamos a escuchar voces que no nos eran conocidas.

Escondiendo nos detrás de unos árboles decidimos investigar que es lo que ocurría, esperemos que por favor, no sean más problemas.

Al asomarnos vimos a un grupo de unos 9 o 10 soldados registrando todas nuestras pertenencias, además de tener a todos los miembros de nuestro grupo acorralados a punta de rifle.

Esto no es verdad, salimos de guatemala y entramos a guatepeor, no puede haber ni un solo viaje tranquilos???!!!!.

-Señor, si tienes algo en contra mía, mándame ya una puta señal por que esto ya no es normal!!!.-Solo podía clamar al cielo con rabia y frustración.

Leila al verme hablar sola, y de un modo tan enfadado me miraba con cara de miedo y comprensión al mismo tiempo, ella también estaba cansada de la situación.

-Tranquila, aunque te estés volviendo loca, yo te sigo queriendo.-Me dijo dándome unos golpecitos en la cabeza.

Entorné mis ojos y la miré de reojo, no era momento para su sarcasmo, ella en cambio evitaba sacar una de sus sonrisitas ruidosas.

Viendo que la cosa con los chicos se estaba complicando, decimos acercarnos al grupo con el animal cazado y ver que podíamos hacer para remediar la situación.

Al acercarnos, algunos de los rifles que apuntaban a los chicos, se giraron hacia nosotras a la velocidad de un rayo, por lo que acto reflejo levantamos nuestras manos en son de paz y para que vieran que estábamos desarmadas.

-Quienes son ustedes?-Preguntaba uno de los soldados.

-Somos parte del grupo que tienen retenido, solo emos ido a refrescarnos un poco y a cazar algo para comer.-Dije sin moverme demasiado.

Si los poníamos nerviosos, podía resultar fatal para nosotros. El soldado un poco desconfiado, mando a otro de ellos a avisar a alguien de nuestra llegada, por lo visto no estaban todos a la vista.

Después de unos minutos, un hombre salía de una de las tiendas que los chicos habían montado. Me fijé bien en ese hombre caminando, y que hombre.

Si en la vida real los ojos cambiarán de forma como en los dibujos, los míos ahora mismo tendrían forma de corazón, que belleza, que hermosura.

Frente a nosotros aparecía un tipo alto, fuerte, de cabello castaño claro y corto, de piel blanca, pero tostada por el sol, de unos ojos azul turquesa y labios perfectos.

Yo intentaba disimular que se me caía la baba, pero por el golpecito que me dió Leila con el codo, supuse que no lo conseguía demasiado.

La obra de arte echo hombre se acercó al soldado que todavía nos apuntaba con su rifle.

-Que ocurre, por qué me has echo llamar.-Su voz era ronca y varonil.

Un cosquilleo recorrió mi barriga hasta mi garganta al escuchar aquella voz.

-Señor, esas dos mujeres dicen pertenecer a este grupo de hombres.

Tanto el soldado, como el hombre hermoso, dirigieron la vista hacia nosotras, cuando esos ojos turquesas se encontraron con los míos, unas chispas parecieron aparecer entre nosotros.

Nos quedamos ahí unos segundos, mirándonos el uno a otro, sin decir absolutamente nada, analizando nos.

Parecíamos dos personas que se conocían desde hace mucho tiempo y que volvían a reencontrarse después de muchos años, pero la verdad no nos habíamos visto nunca.

Estábamos en nuestro mundo hasta que el soldado a su lado nos sacó del trance.

-Señor que hacemos con ellas.

-Deje que se acerquen, descubramos quienes son.

Dicho eso el soldado hizo una seña para que nos acercaremos a ellos, cosa que hicimos muy lentamente sin bajar aún nuestras manos. Leila un poco nerviosa y enojada comenzó a hablar.

-Se puede saber porqué nos detienen ahora?!!-Pensaba que iba a estallar de lo roja que estaba.

-Señorita, cálmese, esto no es una detención, solo estamos en misión de reconocimiento ya que se ha hablado de que por aquí hay bandidos, por eso estamos revisando a todo el que pasa por aquí.

Creo que el guapito se ha asustado un poco a ver a Leila de esa manera, al igual que el todos los hombres frente a nosotras, creo que también piensan que puede explotar de un momento a otro.

-Creo que ustedes no saben quién soy yo.-Apuntaba Leila con un tono amenazante.

-Porque debería saberlo señorita? Es usted una reina o una noble? Porque la verdad no lo parece.-Dijo el guaperas en un tono burlón.

Todos sus soldados comenzaron a reír después de esas palabras.

-Ja, ja, ja. Pues soy la primera hija del duque don Ricardo de Castro, soy Leila de Castro.

Era la primera vez que escuchaba a Leila decir sus apellidos y la verdad sonaban importantes.

-Eso no es posible, la hija del duque desapareció hace casi un año y ya la dieron por muerta.-Decía uno de los soldados.

-Si, tienes razón, hace un año fui secuestrada y llevada muy lejos de aquí, pero esta señorita aquí a mi lado,-Dijo señalando me.- Me liberó de las garras de aquel bastardo, me protegió y me cuidó hasta llegar hasta aquí.

Yo, de la forma más inocente, y hay que reconocerlo un poco tonta, levanté un poco más la mano y sonreí.

-Como podemos creer eso.-Comentaba el guaperas.

Entonces Leila empezó a hablar de fechas importantes para su familia, nombres, acontecimientos pasados y de más hasta que llegó a convencerlos.

Aún poco incrédulos empezaron a bajar sus armas mirándonos aún con detenimiento. Leila yo volvimos a agarrar el gran animal y nos dispusimos a avanzar con el los pocos metros que nos quedaban hasta ellos.

-Ustedes han cazado este gran animal?.- Preguntaba el hombre hermoso un poco vacilante.

Leila al escuchar su tono de voz, se enfadó un poquito más si pudiese ser.

-No, lo as cazado tú y nosotras lo emos traído arrastrando hasta aquí para que no te duela la espalda.-El enfado de Leila era muy notable.

Yo no sabía si reírme o llamarle la atención, pero no pude hacer más que estallar en carcajadas ante aquel comentario.

Los hombres allí presentes, sin poder remediarlo, empezaron a reír a carcajadas también. Hasta el hombre guapo tubo que sacar una pequeña sonrisa sin poder evitarlo.

Una vez todos se calmaron empezaron las presentaciones.

-Yo soy el almirante general Alejandro Espinoza y lidero el batallón 10 de infantería, es un honor conocerla señorita Leila.-Dijo el guapito e hizo una pequeña reverencia.

-Encantada señor Alejandro, yo soy Leila de Castro, ella es Sabari, mi hermana y protectora, aquel de allí es Marcos, mi prometido  y los demás son miembros de la tripulación que nos trajo hasta aquí.

El señor Alejandro nos examinaba a todos uno por uno, parece que intentaba cercionarse de que no éramos un peligro ni unos bandidos.

Mientras el hacia su exhaustivo examen, Leila se dispuso a buscar entre su equipaje algo que según ella, haría que creyeran en quien era. Después de unos minutos, ella saco un anillo con un sello.

Por lo visto el sello era el emblema de su familia, y ese tipo de cosas solo lo podrían tener los miembros dentro de la misma, con el sello en mano se dirigió al general.

-Mire, este es el sello de mi familia, por si aún sigue sin creerme.-Leila le mostraba su sello al general.

Al verlo la cara del general cambió, ahí se dio cuenta de que las palabras de Leila eran ciertas, por lo que estaba delante de una de las nobles más importantes del país.

-Tenia razón señorita, perdone por haberla juzgado mal y no reconocerla. Nosotros seremos su escolta hasta llegar a casa para que así no tengan más problemas.-Dijo el general haciendo una pequeña reverencia.

Una vez todo aclarado, los soldados se relajaron y bajaron sus armas, nosotras con ayuda de los chicos nos dispusimos a arreglar el animal para poder hacer la comida antes de que anocheciera.

Encendimos una gran hoguera, todos se sentaron alrededor de ella mientras tenían conversaciones alegres y divertidas, una vez estaba la carne preparada, Leila y yo nos pusimos a preparar la cena.

La verdad hablaban entre unos y otros como si se conocieran de toda la vida, dejaron de lado sus diferencias y tuvimos una cena de lo más pacífica y jovial.

Después del desastre, no habíamos tenido tiempo ni ganas de charlar mucho o de relajarnos, por lo que aquel momento se volvió más especial todavía, aunque eran unos completos desconocidos, nos hacían sentir seguros.

Aquella noche parecíamos dormir más tranquilos, el general mandó a un par de soldados a hacer guardia mientras los demás descansabamos un poco y la verdad era de agradecer.

A la mañana siguiente, con nuestras pilas recargadas, salimos de nuestras tiendas a desayunar un poco para volver a emprender el camino, pero para nuestra sorpresa, al salir, ya estaba el desayuno echo.

Los soldados y el capitán se habían levantado pronto y habían recogido unos cuantos frutos , además habían cazado un par de animales pequeños que ya estaban asados al fuego.

Todos nos miramos con sorpresa al ver el pequeño gesto que habían tenido con nosotros, no estábamos acostumbrados a que las personas que nos íbamos encontrando en el camino tuvieran ningún tipo de detalle.

Agradecimos mucho el gesto y nos pusimos a desayunar todos juntos. Después de un desayuno más que agradable, recogimos nuestro pequeño campamento y nos pusimos en marcha.

Ahora volviendo a ser un gran grupo de personas y habiendo recuperado nuestra salud, volvíamos a emprender el viaje de vuelta a...casa? No estaba segura, pero ahora la situación para nosotras parecía haber cambiado a mejor.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro