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19.La guerra.

Ya era el tercer día desde que empezó está locura, tres días de nervios, misiones, preparativos y entrenamiento. Estábamos un poco agotados, pero todo esfuerzo valdría la pena si lográbamos sortear más o menos esta guerra.

Era medio día cuando Nerón y yo despertamos, al estar toda la noche despiertos y entrenando, la verdad es que nos levantamos muy tarde.

Estábamos hambrientos, por lo que decidimos salir de la tienda e ir donde la hoguera a comer algo. La aldea estaba bastante tranquila, en ese momento no parecía que ese lugar estuviese en peligro de guerra.

Cuando llegamos a la hoguera, ya estaban allí nuestros amigos y compañeros que nos miraron, sonrieron y saludaron mientras llegábamos a ellos, cosa que nosotros respondimos de la misma manera.

Cuando llegamos hasta ellos y después de algunas palmaditas en la espalda de unos a otros, Nerón preguntó.

-Que chicos, alguna novedad?

-No, por ahora no se han movido del sitio, pero los vigías nos han informado de que estemos atentos porque está habiendo mucho movimiento entre ellos y están preparando ya el armamento y demás.-El capitán nos daba está información un poco triste y nervioso al mismo tiempo.

-Ya veo, de todos modos nosotros ya estamos preparados para lo que venga, solo estemos atentos y descansados para cuando llegue el momento.

Nerón dijo esto y todos quedamos en silencio durante un segundo, momentos muy duros se avecinaban y teníamos que concienciarnos de ello.

Paso un buen rato mientras cada uno estaba sumido en sus pensamientos después de lo que dijo Nerón, cuando una voz nos sacó a todos de se trance.

-Bueno,bueno, quién se a muerto para que tengáis esas caras?.-Marck se acercó a nuestro grupo diciendo esas palabras.

Los demás no pudimos hacer otra cosa más que reír.

-Nadie Marck, solo nos estamos concienciando de lo que se avecina.-Le respondí con una sonrisa un poco forzada.

Estaba claro que todos estábamos muy preocupados por la situación, y no era plan estar festejando nada en ese momento.

-Eso está bien, pero parece que os habéis venido abajo o habéis perdido la guerra sin ni siquiera empezarla, a si que cambiar esa actitud y vamos a por todas.

Las palabras de Marck nos dieron un poco de aliento y nos animaron, gracias a ellas el ambiente se suavizó y empezamos a divertirnos un poco.

Comimos tranquilamente, estuvimos hablando y echando unas risas un rato más, y decidimos ir a descansar de nuevo. Teníamos que ahorrar todas las energías posibles.

Ya era bien entrada la tarde, la aldea volvía a estar desierta y todos descansabamos, no había ni un solo ruido, todo era apacible y tranquilo.

Yo me levanté de la cama pues consideraba que ya había dormido bastante,por lo que me desperecé y me quedé sentada ahí durante un segundo con mi mente un poco nublada.

En ese momento un fuerte sonido me dió un susto con el que pegué un pequeño salto, el corazón se me iba a salir del pecho. Los tambores de aviso de la aldea empezaban a sonar.

Todo el mundo al escucharlos, salieron a toda prisa de sus tiendas y se reunían en la hoguera, en ese momento empezaban su ataque.

Lo teníamos todo muy bien organizado, los hombres que no combatían se iban a la zanja a la que le prenderíamos fuego, para seguir avivando la todo el tiempo que fuese necesario, las mujeres preparaban todo para la llegada de los heridos y los guerreros de disponían a coger su posición.

Puesto que los que mejor manejaban los cañones eran los hombres de la tripulación, ellos serían la primera línea de ataque y para protegerse, junto a los cañones, empezaban nuestros primeros escudos.

En un movimiento rápido, los vigías, antes de volver a la aldea, prendieron fuego a la zanja que nos salvaría de ser atacados por todos lados, por lo que estando al frente donde estaban las armas, vimos llegar el fuego en dos direcciones. Ya sería imposible rebasar ese muro de fuego.

Yo cogí el arco con el que había entrenado tanto con Nerón y uno de los mosquetes, estaría en el frente de batalla con todos mis compañeros y los guerreros que lucharían por todas las tribus.

Todos en posición esperábamos empezar a ver al enemigo acercarse por el único lugar por donde podían pasar, ahí teníamos también nuestras trampas que, si todo iba bien, nos darían una gran ventaja o una maravillosa ayuda.

Empezamos a escuchar caballos acercase, y voces mal diciendo la muralla de fuego que habíamos construido. Frente a nosotros se formaba y organizaba un gran ejército de un millar de personas.

Nosotros si éramos 600 personas entre hombres, mujeres y niños era una milagro, pero nuestra ventaja era haber utilizado la naturaleza como arma, grades escudos y como no, nuestra estrategia.

De un momento a otro, los soldados que nos rodeaban se habrían agrupado todos por el único lugar por donde podrían pasar, por lo que enfrentaríamos a todo un ejército de frente.

La primera zanja estába a un par de metros de la ubicación donde se encontraban ellos, por lo que en el momento en que empezaran a avanzar, comenzarían las primera bajas. Al hacerla se encargaron de que fuese bastante profunda, además medía más o menos un km de largo y más de 2m de ancho, por lo que sería muy difícil rebasarla.

4 oficiales al frente del gran ejército se miraban unos a otros, hablaban un poco desconcertados al ver el muro de fuego, y al vernos frente a frente para batallar contra ellos sin miedo ninguno en nuestros rostros, dudaron durante un segundo en sí avanzar o no, si pensaban  que nos acobardaríamos, estaban muy equivocados.

Los oficiales dieron orden de avance a su ejercito y ellos de la forma más sincronizada comenzaban andar, un paso tras otro directos a la zanja.

Las dos o tres primeras filas cayeron al momento y al caer y aplastarse unos a otros, las bajas estaban aseguradas, y no contentos con eso, empezaron los ataques de los cañones.

Teníamos una munición de uns 20 o 30 disparos para cada cañón, por lo que daño iban hacer seguro.

Los soldados intentaban rebasar la zanja por los lados, o saltandola, pero al ser tan larga y ancha no lo lograrían, ahí empezaban a perder la vida muchos hombres.

Si la zanja no hacía daño ya lo hacían los cañones, por lo que solo en la primera trampa, nos estábamos deshaciendo de ciento de hombres.

Nos es que nos alegráramos de que estuviese muriendo tanta gente, pero la verdad nos estaba dando la oportunidad de vivir un poco más, por lo que estábamos bastante contentos.

Empezaron a conseguir rebasar la primera zanja ya que se estaba llenando de cuerpos sin vida y tierra que movían los disparos de los cañones, por lo que avanzaban por el prado dirección a la segunda zanja.

Los primeros pocos que la lograban pasar, los arcos acababan con ellos antes de llegar a la siguiente trampa, hasta que llegó el momento en que ya pasaban en pelotón.

Los arcos antes de que llegasen a la trampa, empezaron a disparar flechas. Había tres líneas de arcos, la primera lanzaban las flechas de frente, la segunda en un ángulo de 35° y la última en un ángulo un poco más amplio, por lo que harían daño a diferentes niveles.

Pocos eran los que conseguían llegar con vida a la zanja, y los que lo hacían caían en ella. Otros cientos de hombres caían ante nuestros ojos, cuando nosotros, gracias a nuestros escudos, todavía no habíamos tenido ni una sola baja, pero si algún que otro herido.

Para cuando pasaron la segunda zanja, el ejército había menguado mucho, había menos de la mitad de los hombres que había en un inicio, nuestro plan estaba siendo un éxito.

Ya estaban consiguiendo cruzar la trampa, por lo que cogimos nuestros escudos de madera y retrocedimos hasta un conjunto de árboles alineados y con muy poco espacio de uno a otro, estos nos ayudarían al siguiente paso.

Pusimos unos 20 o 30 escudos unos junto a otros en modo pared, sujetados por palos desde nuestro lado para que no pudieran volcarlos, entonces le tocaba a los mosquetes.

No todos lo mosquetes se utilizarían para disparar a la vez, si no que se utilizarían la mitad, para que la otra mitad empezaran a cargarse, por lo que disparabamos con uno y cuando fuese la hora de cargarlo, lo cambiábamos por otro ya cargado y así repetitivamente.

Así no tendríamos que perder tiempo en cargar, solo tendríamos que preocuparnos por disparar y acertar. Al haber dos personas por armas, uno cargaba y otro disparaba.

Llegaron a nuestra muralla improvisada, unos intentaban saltarla y otros intentaban pasar por los pequeños huecos de los árboles, tanto una como otra eran inútiles, antes de que llegaran a nosotros, ya habían recibido una bala.

Aguantamos ahí todo lo que pudimos hasta que derribaron nuestros escudos. Ahora ya sí, estábamos cara a cara.

Como habíamos predicho, el ejército se había quedado ya en solo unos cuantos hombres, hombres que ya estaban cansados y desmotivados después de tanto esfuerzo y muertes a su alrededor.

Sólo unos pocos hombres habían casi derrotado a un gran ejército solo por saber utilizar los recursos a su alrededor. Estaba segura de que esa batalla quedaría escrita en la historia.

Cuando llegaron a nosotros los pocos cientos de hombres que quedaban, llegaban casi sin munición puesto que llevaban disparando desde el principio de la batalla.

Nosotros gastamos la munición que nos quedaba haciendo unas cuantas bajas más y era hora de lucha cuerpo a cuerpo.

En este momento empezamos a tener bajas importantes en nuestro bando, pero el otro lado no quedaba inmune, puesto que también eran muchas las bajas en ellos.

Uno de los soldados empezó a atacarme, cuando otro por detrás me asestó un fuerte golpe en la espalda, por lo que caí al suelo como plomo, lejos de quedarme ahí tirada empecé a levantarme poco a poco cuando ese mismo soldado me fue a atacar con una espada.

La primera estocada la pude esquivar, aunque con un poco de dificultad,la segunda y la tercera también, ayudándome de mi mosquete, pero el era más rápido que yo, por lo que la siguiente hizo que sintiera frío en mi abdomen al igual que sentía como mi sangre caliente empapaba mis ropas.

En ese momento mi cuerpo exhausto por la lucha, y ahora mal herido, caía al suelo sin poder moverse, yo lejos de perder la consciencia y morir allí, solo pude quedarme observando en silencio lo que pasaba a mí alrededor.

Poco a poco se fueron reduciendo los hombres hasta quedar unos 50, que dieron señal de tregua y se batieron en retirada, junto a los 5 que nosotros habíamos secuestrado.

No nos lo podíamos creer, habíamos ganado una guerra que a vista de los demás, hubiese sido una batalla perdida.

Unos pocos habíamos logrado parecer muchos, era algo insólito lo que estábamos viviendo en ese momento, era algo de lo que poder sentirse sumamente orgulloso.

Pero lejos de eso, mi vida se iba escapando de mis manos, estaba allí, tendida sobre las hojas, sintiento cada vez más frío en mi cuerpo y notando como mis fuerzas se devanecían.

Intente gritar, pero mi voz no quería salir, intentaba moverme, pero mi cuerpo no quería responder.

En ese momento por mi cabeza paso mi vida, una vida de desdicha, de sumisión, de oscuridad. Pero en el momento que más oscuro lo veía todo una imagen iluminó todo el lugar.

Era la sonrisa de mi precioso hijo, entonces empezé a recordar todos y cada uno de los momentos que pasé con mi pequeño amor, su risa, sus primeros pasos, sus abrazos, sus besos.....

Entonces pensé, mi vida no puede acabar aquí, el me está esperando, el espera ver a su madre de vuelta mucho más fuerte. Yo le demostraré a mi hijo la fortaleza que puede tener una mujer.

No puedo dejar que mi hijo se crié como el desalmado que tiene como padre, el tiene que valorar el valor de una mujer.

Por lo que, después de esas imágenes, y la promesa que me hice a mi misma de que tenía que volver con el, decidí dar mi último esfuerzo.

Escuché a alguien a lo lejos gritar mi nombre una y otra vez.

-Juraría que esa voz es de Nerón.-Me dije a mi misma.

Entonces con mucho esfuerzo y dolor, comencé a levantar mi mano, hasta que mi brazo quedó totalmente extendido apuntando al cielo.

Me quedé ahí unos segundos hasta que me pareció escuchar a Nerón alegrarse por haberme encontrado, en ese momento mis ojos se cerraron y me sumí en un profundo sueño.

Habíamos ganado está guerra, y yo lograría sobrevivir para volver a ver a mi hijo, ahora me tenía que mantener viva para poder cumplir mi promesa.

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