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06.1

–Dangerous Woman, Ariana Grande

Zie estaba reposando en el hombro de Sokka, el cual miraba el mapa trazando su curso con los ojos.

–¿Estuvimos aquí? –le pregunto señalando una lista. Zie hizo una mueca de confusión.

Su hermana negó y señaló para, literalmente, el otro lado del mapa, Sokka suspiro.

–La ubicación no es lo tuyo hermanito –bromeó mientras se enderezaba.

–No, la ubicación no es lo de él –señaló a Aang en el frente de Appa–. ¿Tienes idea de a donde estamos yendo? –le pregunto.

–Pues... Sé que está cerca del agua... –contestó sonriente.

Zie rodó los ojos con diversión y se acercó al borde de la montura, con la mano estirada para hacer subir el agua. No podía explicarlo, pero el hecho de tocar su elemento la ponía de buen humor. O así era hasta que escucho a Sokka hablar.

–No la molestes Aang, deben concentrarse en coser –dijo con su mellizo con indiferencia, al ojo de Zie le dio un tic.

–¿Qué significa eso? –preguntó Katara con clara irritación.

–Bueno, ya sabes, las mujeres son mejores cosiendo y haciendo cosas en la casa, y los hombres peleando y cazando –argumento con indiferencia.

Zie, con el mismo hilo de agua que estaba tocando se dio vuelta y lo disparó en forma de chorro directo a la cara de Sokka.

–¿Y por qué no te defiendes "los hombres son mejores peleando"? –dijo la de pelo azul usando sus palabras.

Katara le tiró los pantalones en la cara, sin coser la mitad del agujero.

–Y ahora que eres tan fuerte, puedes coser las cosas tú solo –le sentenció Katara.

Cuando ambos entraron en una pequeña discusión sobre los innecesarios comentarios de Sokka, Zie se secó la mano y caminó hacia donde estaba Aang, para bajar a su lado con cuidado.

–¿A dónde nos llevas niño? –le pregunto con una sonrisa.

–Sorpresa –contestó contento, Zie lo empujo con su codo de forma cariñosa–. Ahora, ¡Mira esto!

Momo le paso unas canicas al monje, y el se puso hacer un truco de aire con ellas. Zie soltó una risa.

–¡Es muy bueno! –felicito de manera genuina–. ¿Puedo hacer algo parecido? –le pregunto cuando una idea cruzó su mente.

–Claro, no es como que es solo para mí –dijo sonriente.

Zie le devolvió la sonrisa y llevó su mano abierta en dirección al agua, traccionando y aflojando para sacar agua, hasta que obtuvo una cantidad menor y fácil de manejar.

La puso entre sus palmas y cerró sus ojos, con concentración, tenía la idea de hacer un muñeco de nieve miniatura, pero se dio cuenta de que seria muy dificil, asi que separó más sus palmas e hizo una pequeña figura de agua, como un muñeco de palitos.

Abrió sus ojos con emoción, y se dio cuenta de que lo había logrado.

–¡Está genial! –le dijo Aang feliz por su amiga–. ¡Es como un muñequito!

–¡Si! –afirmó ella–. Tienes que intentarlo.

–Tal vez más tarde, ahora tenemos una parada que hacer.

Zie miró al frente, una hermosa isla nevada era su próxima parada.

...

–Ya hicimos una parada ayer, ¿No deberíamos viajar un dia mas antes de parar? –se quejó Sokka. Katara asintió en acuerdo.

–A este paso no llegaremos al Polo Norte hasta la primavera Aang –razonó la menor.

–Lo sé, lo sé –dijo Aang–. Pero Appa ya está cansado, ¿Verdad amigo? –le pregunto al bisonte cómplice–, dije, ¿Verdad amigo? –el monje codeó a su amigo, y unos segundos después Appa bostezo.

Zie se acercó con los brazos abiertos al cuello de Appa.

–Ay, pobrecito –dijo con tono amoroso hacia la criatura–. pobre Appa, siempre teniendo que cargar con el enorme ego de Sokka –acarició a la criatura la cual rugió, como si estuviera de acuerdo.

–¡Hey! ¿Y yo qué culpa tengo? –le preguntó él a su melliza. Zie río.

La de pelo azul se quedó cerca de Appa, viendo como Aang se quitaba la ropa para meterse al agua. Dio una última caricia y se acercó a sus hermanos.

–¿Qué demonios está haciendo? –les pregunto.

–Quiere montar un elefante Koi –contesto Katara emocionada.

Zie se giró a Sokka, el cual le hizo la seña de locura con su mano.

En un momento, Katara había ido a cuidar que Appa no comiera algo peligroso, y a lo lejos vieron a Aang quejarse. Pero de repente algo se asomó en el agua, los mellizos se miraron preocupados.

–¡Aang! ¡Hay algo en el agua! –avisaron ambos, Katara de les sumo.

–¿Qué sucede? –les pregunto.

–Tiene compañía que no parece amistosa –respondió Zie mientras agitaba sus brazos–. ¡Niño! ¡Vuelve aquí!

En algún momento Aang se dio cuenta de la presencia extra, y salió corriendo por el agua hacia la costa. Cuando llegó, al no poder detenerse se chocó a Sokka.

–Diría que el mayor peligro de Aang es la Nación del Fuego, pero tal vez solo sea el mismo –dijo Zie en una broma que expresaba un poco de preocupación, aún así ambas hermanas sacaron una sonrisa.

Zie no supo en qué momento terminó atada y en el piso. Cómo necesitaba aprender a defenderse.

...

La joven noto como la ataban a un tipo de palo junto a sus hermanos, podía escuchar las quejas de Sokka.

–¡Dejense ver cobardes! –demandó con enojo.

A todos les quitaron las vendas, cuando sus ojos se acostumbraron a la luz Zie pudo observar un hermoso pueblo en las montañas nevadas, y al frente un grupo de mujeres.

–¿Qué es esto? ¿Dónde están los hombres que nos emboscaron? –se quejó.

–¿Hombres? Nosotras te emboscamos –respondió la que parecía ser la jefa del grupo.

–¿Un grupo de niñas? Lo dudo –se burló de ellas, el corazón de Zie dio un vuelco, ¿En que se había convertido su hermano?

–Un grupo de niñas ¿No? Creo que el Unagi comerá muy bien esta noche –dijo la guerrera acercándose a Sokka.

–¡No! –gritaron Zie y Katara.

–Nuestro hermano es un idiota muchas veces, no sabe lo que dice –trato de ayudar Katara.

–Es verdad, su cerebro lo traiciona –alegó Zie, que terminó mirando a Sokka enojada por el pisotón que le había dado.

–¡Eso no importa! Ahora digan por qué están aquí –exclamó un hombre mayor.

–Es mi culpa –admitió Aang a un lado de Zie–. Quería montar al elefante Koi –explico.

–¿Ah sí? –le preguntó el hombre con desconfianza–. ¿Y como sabemos que no son espías de la Nación del Fuego? La isla Kyoshi se apartó de la guerra hace mucho tiempo, y pretendemos quedarnos así.

Tan pronto como dijo el nombre de la isla Aang y Zie se miraron.

–Un momento, ¡Yo conozco a Kyoshi! –exclamó el niño.

El hombre soltó una risa.

–¿Cómo podrías conocerla? –dijo él–. El Avatar Kyoshi nació hace más de cuatrocientos años.

–La conozco porque yo soy el Avatar –contestó Aang, y luego señaló a Zie con la cabeza–. ¡Y ella es mi guía! ¡Zie! –terminó alegre.

La boca del hombre estaba abierta, pero la líder de las guerreras desconfiaba.

–¡Eso es imposible! –contradijo ella–. El Avatar fue un Maestro Aires que murió hace más de cien años, ¡Y no se ha hablado de un guía desde hace ciento cincuenta!

El jefe pareció tomar conciencia y los apunto enojados.

–¡Arrojen a los impostores al Unagi! –grito.

Las guerreras abrieron sus abanicos y comenzaron a acercarse. Zie miro a Aang.

–Haz algo de Aire Control antes de que seamos carnada de pez Aang –le dijo la de pelo azul al monje.

Aang tomo aire y se liberó de las cuerdas para elevarse unos metros antes de bajar lentamente. El pueblo soltó ruidos de asombro.

–Ahora, ¡Miren esto! –Aang sacó sus canicas y se puso a hacer el truco, aun atada Zie sonrió.

...

Un rato después estaban siendo llevados por el jefe de la aldea, Oyajii, hacia una casa en la cual se quedarían un tiempo.

–Es un honor poder tener al Avatar y su Guía en nuestro pueblo, por favor sientanse como en casa –dijo Oyajii haciendo una pequeña reverencia, Zie se la devolvió con una sonrisa.

Cuando entraron a la casa organizaron un poco cómo dormirían y sus pocas pertenencias.

–¿Desde cuándo haces reverencias hermanita? –le preguntó Sokka burlón.

–Desde que tengo más educación que tu zopenco –le contestó sacando la lengua–. No lo sé, mamá me decía que es una señal de respeto, no es algo muy común en la Tribu Agua, pero burocráticamente está bien visto –se encogió de hombros.

–"Burocráticamente está bien visto" –se burló Sokka sentado en una esquina.

–¿Cual es tu problema con eso Sokka? –preguntó Katara con una ceja encarnada, ella no vio nada malo en la respuesta de su hermana.

–Nada, nada –respondió girándose a la pared.

Zie se giró a su hermana y Aang, ambos se encogieron de hombros, no sabía la razón del mal humor de Sokka.

La Maestra se levantó y miró por la ventana, aún era de día.

–Creo que saldré, vi un río al lado de la aldea que será bueno para practicar –comentó mirando a su hermana–. ¿Vienes Katara? –le pregunto, sin embargo ella negó.

–Me quedaré aquí, quiero descansar –le dijo sonriente–, espero no te moleste.

Zie negó mientras se acercaba a dejar un beso en la cabeza de Katara.

–Para nada –se acercó a Aang y acaricio su cabeza fraternalmente–, cuidate niño.

–Digo lo mismo Zie.

Salió de la habitación con buen humor, ignorando la vibra de su hermano. Bajo las escaleras de madera y salió por la puerta principal, donde al girar vio a un grupo de niñas pequeñas que al verla enrojecieron.

Camino cuesta arriba, quería llegar a la parte donde empezaba el río. Cuando llego, observo que este tenía rocas en el centro, lo cual la ayudaría a mantenerse mientras practicaba.

Se despojó de su tapado de piel, y su pantalón quedando en un simple traje de baño color blanco. Entró al agua y tomó aire fuertemente con una sonrisa, se debió imaginar que el agua estaba fría, al llegar a la piedra subió y levantó sus manos abiertas a los costados causando que el agua comenzará a levantarse.

Dejó sus manos alineadas a su brazo a trayendolas a ella, generando que dos grandes corrientes de agua las acompañarán. Cerró sus ojos. Llevó su mano derecha arriba de su cabeza en un pequeño círculo, y luego la izquierda por delante de sus ojos, generando que ambas corrientes crearán un tipo de remolino de agua a su alrededor.

Abrió sus ojos, ya tenía una idea de qué hacer. Bajo sus manos abiertas rápidamente hasta su cadera e hizo que la derecha rodeara su cabeza mientras que con la otra mantenía la altura del agua. Lanzó con devoción el agua adelante y con la mano izquierda arriba la atrajo, para luego congelarla. Cerró ambas manos y sintió como el hielo se rompió pero mantenía su forma, de una patada lo lanzó hacia adelante, causando que los trozos de hielo chocaran con el agua.

Sonrió con felicidad y se enderezo lo más que pudo antes de llevar su manos arriba y bajarlas lentamente, había terminado por hoy.

Escuchó el aplauso de una persona en la orilla, Zie se giró rápidamente.

–Oh, lo siento si te asusté –dijo la chica, Zie no la había reconocido sin maquillaje, pero por la voz parecía ser la guerrera Kyoshi–. Vi como estabas practicando y pensé en traerte esto –levantó una toalla con ambas manos, la de pelo azul sonrió.

–Gracias, ya voy –camino hacia el otro borde de la piedra donde estaba, y comenzó a correr hacia el agua, cuando la pisó está se congeló, y así fue hasta que llegó a la costa, dejando atrás pequeños trozos de hielo–. Muchas gracias por esto...

–Oh, cierto, mí nombre es Suki –le dijo sonriente–. ¿Y el tuyo?

–Me llamo Zie –contestó mientras se escurría el cabello–. Tengo que decirlo, admiro mucho la manera en la que pelean, es asombroso –halago honestamente, ella sabía defenderse con su Agua Control pero no tenía idea de la pelea física.

Suki sonrió.

–Gracias, a mí me parece asombroso tu Agua Control, no tenía idea de que podían ser tan poderosos a tu edad –dijo ella, Zie se dio cuenta, ella aún lucía como una niña de trece, antes esto soltó una risa.

–En realidad tengo quince –aclaró–. Es una larga historia.

–Bueno, creo que tenemos tiempo –dijo Suki con una sonrisa–. ¿Y si vienes a mí casa? Puedes contarme la historia mientras tomamos té.

Zie sonrió y asintió.

–Te sigo Suki –la de pelo azul estaba sonriendo, al parecer había ganado una amiga.

...

–Espera, ¿Entonces estuviste congelada dos años? –le preguntó Suki.

–Sí.

–¿Y sobreviviste?

–También –respondió Zie tomando un sorbo de té, el aroma le recordaba al que emanaba la taza de Iroh aquel día.

–Y por último ¿¡Eres melliza de Sokka!? –preguntó escandalizando un poco–. Aunque ahora que lo pienso, la zona de sus ojos es igual –Zie sonrió.

–Lamentablemente si, es un tonto, pero es mí mellizo el tonto –le dijo con una sonrisa–. ¿Y qué hay de ti? Guerrera Kyoshi de alto peligro –bromeó y Suki soltó una risa.

–Trabajo duro y mucha práctica –admitió ella–. ¿Y qué hay de ti? Eres una excelente Maestra Agua.

Zie enrojeció ante el halago.

–No lo sé, talento natural supongo –dijo tratando de evitar ese tema–. Creo que es hora de que me vaya, no quiero dejar a mis hermanos solos con Sokka en ese humor –comentó poniéndose de pié.

–Claro, mañana podrías pasar por nuestro lugar de entrenamiento –ofreció Suki mientras la guiaba a la puerta–. Puedo enseñarte unas cosas.

–Eso sería fantástico, gracias –le dijo con una sonrisa, cuando llegaron a la puerta Zie le dió un pequeño abrazo que Suki regresó–. Nos vemos mañana Suki, descansa.

–Nos vemos Zie, descansa –se despidió cerrando la puerta.

La de pelo azul sonrió mientras se daba vuelta, definitivamente había ganado una amiga.

...

–¿Todo bien? –le preguntó Aang a Zie cuando la mayor entró.

–Si, estuve practicando mí Agua Control un rato, y luego pase tiempo con Suki –Sokka rodó los ojos–. Y se ofreció a enseñarme a pelear un poco.

–Eso es genial –dijo Aang.

–Si, ¿Qué hay de ustedes? –estaban susurrando, ya que Katara estaba dormida–. ¿Hicieron algo?

–No, Katara estaba cansada y Sokka de mal humor así que... –explicó él.

–Me imagino, ve a dormir niño, mañana será otro día.

Aang le hizo caso y se acostó, miró a Sokka antes de reposar su cabeza en la almohada y el ya estaba dormido.

–Hasta mañana –susurró.

...

Despertó, después de mucho tiempo con una sonrisa, estaba de buen humor. Y esto aumentó cuando vio la cantidad de pastelillos que había en la mesa.

–Buen día Zizi –le dijo Katara.

–Hola Katara... –saludo pérdida analizando la mesa.

–¿Está bien? –le preguntó Aang a Katara al ver a Zie.

–Si, pero ama las cosas dulces.

–Es... Verdad –afirmó la de pelo azul mientras comía un pastelillo de chocolate–. ¿Durmieron bien? –consultó una vez que había tragado, ambos asintieron.

–¿Qué pasa Sokka? ¿Por qué no comes? –le preguntó Aang a su mellizo, el cual seguía malhumorado en una esquina.

–No tengo hambre –contestó de brazos cruzados.

–Pero tú siempre tienes hambre...

–Está enojado porque un grupo de chicas le dio una paliza ayer –aclaró Katara, y Zie al fin comprendió porque su malhumor.

–¡No me dieron una paliza! ¡Estaba desprevenido! –se defendió mientras se paraba.

–Cierto, y luego te dieron la paliza de tu vida –molesto Zie, Sokka la miro mal.

–¡Me atacaron por la espalda! ¡Eso no vale! –se quejó–. Iré a enseñarles modales –decidió el moreno y salió caminando. Zie negó, se humillaría solo.

–¿Por qué está tan enojado? –preguntó retóricamente–. Aquí nos tratan como reyes, incluso limpian esas estatuas en nuestro honor.

Cierto, cuando Zie regresaba a la casa, noto como estaban colocando unas escaleras en las estatuas de Kyoshi, y su guía. La de pelo azul se había sorprendido al descubrir cómo se veía su predecesora espiritual.

–Aang, me alegra que estés tan contento por ser el Avatar, pero ten en cuenta que tendremos que dejar Kyoshi dentro de poco –recordó Katara.

–Katara tiene razón, con Zuko persiguiéndonos es peligroso quedarse mucho tiempo en un lugar –acordó Zie con su hermana.

–Tranquilas, no pasará nada –aseguró el monje mientras se ponía de pie y se asomaba por la ventana–. Además ¿Has visto lo felices que ponemos al pueblo? –le pregunto a Zie–. Hay algo que me gusta de Kyoshi, pero no se que es.

Katara y Zie se miraron cuando escucharon los gritos de unas niñas debajo de la ventana y Aang sonrió.

–Solo espero que no se te suba a la cabeza Aang –dijo Katara.

–Oh vamos Katara, ya me conoces, solo soy un simple monje –replicó mientras la miraba.

–Y eso va para ti también hermana –le avisó la menor mirando a Zie, que apuntó a ella misma con su dedo.

–¿Yo? Pero si yo no tengo ni club de fans –se defendió.

–No estaría muy seguro Zizi –opino Aang mientras señalaba por la ventana, cuando Zie se acercó a mirar observó un grupo de chicos un poco más alejado, que al verla asomarse la saludaron, Zie lo devolvió algo incómoda.

Detrás de ella escucho a Katara burlarse.

Se escucharon unos toques en la puerta, los tres se voltearon.

–Adelante –dijo Aang.

–Avatar, Guía Zie, Maestra Katara –saludó el jefe de la aldea, Oyajii–. Disculpen la interrupción, me gustaría llevar usted Guía Zie a conocer un lugar.

Zie sonrió y tomó un paso adelante, pasando un brazo por los hombros de su hermana.

–Claro, guíe el camino –le dijo con una sonrisa.

Salieron de la casa e hicieron casi el mismo recorrido que Zie había hecho ayer.

–¿A dónde estamos yendo? –le preguntó curiosa la de pelo azul.

–Quería mostrarle el santuario de su predecesor espiritual, la Guía Juanzhu –le explicó.

Zie asintió, sintiéndose extraña ante la familiaridad del nombre.

Caminaron un poco más, pasando el que Oyajii había nombrado como el santuario del Avatar Kyoshi. Cuando llegaron, pudo observar un santuario de color gris y azul claro.

–Este es el santuario de la Guía Juanzhu, una Maestro Aire –explicó el hombre–. Te dejaré para que entres sola, tomate tu tiempo.

–Gracias jefe Oyajii –agradeció Zie.

Se paró delante de las puertas, que mantenían el símbolo de la Nación del Aire. Tomó los barrotes y los empujó adentro con fuerza, cuando se abrieron sintió una oleada de aire liberarse.

Cuando entro noto la cantidad de velas que había adentro, algunas más desgastadas que otras. En la pared izquierda colgaba un gran cuadro de la Maestra Aire, y frente a él estaba ubicado un pequeño tapete.

En el otro lado, se ubicaba su ropa. Le recordaba mucho a la de Aang, solo que la de Juanzhu se notaba más desgastada.

No sabía qué hacer, se había estado mordiendo la mejilla desde que entró y su pie no paraba de golpear contra el piso de madera. Se colocó de frente al enorme cuadro y lo observó atentamente. Decidió sentarse en posición de meditación en el tapete, cerró los ojos y respiró profundamente.

Pasarón veinte minutos hasta que escucho un ruido que la sacó de la concentración, cuando miro a sus alrededores no vio nada. Suspiro fuerte.

–Que pérdida de tiempo –se quejó y se levantó rápidamente. En un vistazo descuidado a sus pies, vio como estos eran transparentes, asustada, se giró rápidamente solo para encontrarse su cuerpo aún sentado frente al cuadro.

Levantó la mirada y vio como la Guía Juanzhu la miraba sonriente.

–Me alegra saber que eres una Guía tan conectada con el mundo espiritual –dijo tranquila–. Se que tienes preguntas, y yo probablemente respuestas, pero ahora no es momento Zie. Nos veremos de nuevo pronto, pero tal vez no sea lo mismo.

Antes de que ella pudiera responder, sintió como era arrastrada de nuevo a su cuerpo.

Abrió los ojos mientras se inclinaba hacia adelante y tomaba aire fuertemente, no era una linda sensación. Se levantó rápidamente y miró a todos lados, no había nadie, corrió a la salida y cerró las puertas fuertemente, no quería volver a pasar por eso.

Tomando aire fuertemente camino hasta donde Suki le había dicho que entrenaban, después de eso, definitivamente necesitaba distraerse.

–Bueno, entonces sería un honor que un hombre tan fuerte nos enseñe algo –escucho la voz de Suki por una de las ventanas.

Cuando se asomo, pudo ver como su mellizo era fácilmente desviado hacia el piso por su amiga. El muchacho se levantó enojado y salió echando humo.

–Ey, ¿Estás bien? –le pregunto Zie ante de entrar, ya que Sokka se veía perturbado.

–No, necesito pensar un par de cosas –respondió frío, cosa que sorprendió a su melliza–. Lo siento, nos vemos luego.

–Claro... –susurro Zie luego de que su hermano dejara un beso en su mejilla y se fuera caminando.

Recuperó su sonrisa cuando entró a donde estaban las Guerreras Kyoshi entrenando.

–Hola chicas –saludo cuando entro al lugar, algunas saludaron y otras simplemente sonrieron.

–Hola Maestra –jugó Suki mientras se acercaba para saludarla. Que lástima que vinieras luego de tu hermano, hubieras visto la paliza que le di –sonrió y Zie soltó una risa.

–Lo vi, creeme –respondió–. Si vamos a hacer algo, no seas así conmigo te lo ruego.

Suki sonrió para luego darse vuelta a sus compañeras.

–Eso es todo por hoy, pueden retirarse chicas –les dijo.

Las Guerreras comenzaron a pasar por la puerta, hasta que Suki paró a una de ellas.

–Nishen, quédate por favor –le dijo Suki–. Zie, ella es Nishen, una de mis mejores Guerreras –la presento ella, Zie al mirar a la otra, la noto algo ruborizada.

–Gracias Suki –agradeció ella.

–Hola Nishen –saludo Zie, la chica de tez blanca la saludo con una sonrisa.

–Nishen me ayudara a enseñarte cómo desviar ataques y dar unos golpes –se puso al lado de su compañera–. Ya que no te quedarás por mucho más tiempo será algo básico, pero estoy segura de que te ayudará.

–Bien... –susurro algo queda–. ¿Prometes no golpearme fuerte? –le pregunto a Nishen, la cual sonrió.

–Lo prometo.

...

–Mentirosa –dijo Zie mientras se levantaba del piso.

–Otra vez –ordenó Suki, quien las observaba luchar. Era algo simple, que a Zie le estresaba no aprender rápido, solamente tenía que desviar a Nishen.

Vio como la guerrera se le aproximaba rápidamente, con uno de sus abanicos abiertos a su costado.

Zie tomó aire y se preparó. Desvió el brazo derecho de Nishen hacia la izquierda, y luego el otro lo enredó en el suyo, dejando a Nishen de espaldas a ella. Rápidamente empujó las rodillas de la joven y la tiró al suelo, algo brusca.

-¡Ay perdón! –se disculpó mientras le ofrecía una mano para ayudarla a levantarse, Nishen le sonrió.

–¡Muy bien! –festejo Suki–. Eso fue muy bueno, creería que ahora podemos-

Fue interrumpida por unos golpes en la madera de la entrada, las tres chicas se dieron vuelta. Zie se sorprendió al ver a su hermano.

–¿Qué quieres? –le preguntó Suki seca, Nishen tocó el hombro de Zie, en señal de que era mejor que se fueran.

–Gracias por todo Suki, nos vemos –se despidió la de pelo azul que no obtuvo más que una cordial sonrisa de parte de la guerrera.

–Sentía que podía cortar la tensión con un cuchillo –bromeó Nishen cuando volvían a la aldea. Zie río.

–Si, me di cuenta en cuanto vi la cara de Suki que no quería estar ahí –hablo Zie–. Gracias por ayudarme hoy Nishen –agradeció con una sonrisa, ajustando su bolsa de pertenencias.

–No fue nada –le quitó importancia con ademán de la mano–, y dime solo Nis, Nishen me dice mamá cuando está enojada –contó ella.

–Bien Nis –la miro con una sonrisa–. Oh, ahí está mi hermana, iré a ayudarla –dejo un beso en la mejilla de su nueva amiga, la cual se despidió con un pequeño sonido mientras tocaba el lugar donde Zie había dejado un beso.

La de pelo azul se centró en caminar a su hermana lo más rápido posible, antes de que tirara la cesta con comida.

–¡Lo tengo! –le aviso a Katara cuando se cayó un tomate–. ¿Por qué cargas con todo esto tu sola? –le pregunto mientras tomaba dos de las cestas.

–Por que Aang parece muy ocupado con sus fans para ayudarme –respondió rodando los ojos, Zie miró más allá de su hermana y, efectivamente, vio como Aang era perseguido por un grupo de niñas, luego su mirada se corrió y pudo ver al grupo de chicos que la habían saludado más temprano.

–Deja eso en el piso –le dijo a su hermana, la cual extrañada lo hizo. Zie levantó la mano con una sonrisa hacia el grupo de chicos, que entre empujones y trabadas se acercaron–. Disculpen la molestia –hablo con una voz más suave–. ¿Les molestaría ayudarnos con esto?

Ni siquiera había terminado la pregunta que el grupo de cinco estaba tomando las cosas que Katara había dejado en el piso.

–¡Gracias! Siganos –pidió con una sonrisa. Zie se acercó con una sonrisa a su hermana y la rodeó con un brazo–. Los hombres son extremadamente manipulables ante una prueba de validación hermanita.

Katara comenzó a reírse por el ingenio de su hermana.

–Increíble –dijo Katara, su mente se había separado de los pensamientos de Aang.

Al llegar a la casa donde estaban, las chicas tomaron sus bienes de nuevo y los entraron, pero antes de cerrar la puerta uno de los chicos se asomó por la puerta.

–¿No hay nada en agradecimiento? –preguntó con una sonrisa picara. Zie rodó los ojos.

–No –respondió con una sonrisa, cerrando la puerta en su cara–. ¡Sinvergüenza! –le dijo a Katara–. ¿Quieres jugar con agua un rato?

–Si por favor –contestó su hermana emocionada.

...

Estaban sentadas en el piso de la habitación, con unos pequeños cuencos de agua frente a ellas. Zie con una sonrisa divertida al ver a su hermana tan frustrada.

–Katara –la llamó una vez, sin respuesta–. Katara... –dijo nuevamente haciendo que ella levantara su mirada, demostrando frustración–. Entiendo que estés enojada con Aang pero no... –

–¡No estoy enojada con Aang! –se defendió rápidamente, y Zie levantó una ceja.

–Eso es verdad, lo siento, estás celosa –se corrigió Zie–. No digas que no –la acuso con un dedo.

–Pero no estoy celosa... Simplemente me molesta que nos deje de lado de esa manera –explicó Katara, y Zie noto como relajaba su postura al hablarlo.

La mayor no lo diría, pero se daba cuenta de que su hermana estaba celosa.

–Bien... Ahora, mira esa es la postura que debes tener –cambio de tema–. Si fueras Maestra Tierra, o Fuego deberías mantenerte fuerte, pero somos Maestras Agua, nosotros fluimos con nuestro elemento –comenzó a levantar el agua del cuenco con su mano–, las emociones y pensamientos negativos nos mantienen negados ante las nuevas posibilidades y el futuro –Katara escuchaba a su hermana con atención, cada tanto mirando al movimiento de sus manos–. Levanta una de tus manos y déjala elevada arriba del agua, –Zie había bajado su mano para que ambas estén en el mismo paso–. Levantala mientras tiensas los dedos un poco. El anular y el medio siempre son los que nos ayudan a atraerla.

Estaban practicando como levantar el agua, hasta que Zie "Accidentalmente", volcó el agua del cuenco.

–¡Levantala! –empujó a Katara con una sonrisa–. Vamos, rápido, antes de que se absorba.

Katara levantó su mano rápidamente y la apuntó al suelo, comenzó a pasarla por el lugar donde se veía el agua y la rotó un poco, el agua comenzó a levantarse del piso para luego ser dirigida de nuevo al cuenco. Zie aplaudió.

–¡Muy bien Katara!

–Gracias, ya quiero aprender a hacer lo que haces tú –le dijo emocionada, Zie mantuvo su sonrisa, pero la borro al ver que Katara se distraía con Aang.

–Si... Creo que iré a montar al Unagi –dijo Aang Desde la puerta desinteresadamente, la cara de Zie paso a una expresión alarmante, pero al ver que Katara seguía practicando con el agua no dijo nada–, será peligroso...

–Bien, espero te diviertas –le contestó sarcástica Katara.

–Si, la pasaré genial –replicó Aang.

–Genial.

–¡Genial!

Zie miró la escena impresionada y divertida, pero luego recordó la estúpida idea de Aang.

–¿De verdad no trataras de detenerlo? –le preguntó Zie a su hermana, la cual negó–. ¿Segura segurisima?

–Si Zizi, muy segura –le respondió. Ambas se quedaron en silencio pero Katara golpeaba su mano libre en el piso cada segundo preocupada–. ¿Estaría bien que vaya?

Zie se guardó la sonrisa.

–Creo que si, apurate si no quieres que sea un aperitivo –bromeó Zie, pero al ver la cara de Katara agregó–, o sea, no que vaya a pasar, simplemente que es peligroso ya sabes...

La muchacha ni siquiera dejó que su hermana terminara para salir de la casa corriendo.

Sonrió para sus adentros, era divertido ver a su hermana así. Se levantó y fue a la ventana, observo como se movía le gente del pueblo, algunos la saludaban o le dedicaban sonrisas, cosas que ella devolvió con cariño pero algo de incomodidad.

–¡Cuando termines de acechar al pueblo! –escucho una voz desde abajo–. ¿Podría la Guia Zie abrirme la puerta de su fortaleza? –Nishen le pregunto con una sonrisa. Zie sonrió y bajó rápidamente las escaleras para abrirle a su nueva amiga.

En el poco tiempo que se habían conocido había notado que era una persona sarcástica y divertida, pero también muy centrada y precisa. Zie pensó en esa pequeña diferencia entre sus amigas del Reino Tierra y las personas de su tribu.

–Que sorpresa verte por aquí –dijo Zie mientras la dejaba pasar–. ¿Qué tan rápido me extrañaste? –bromeó con confianza, Nishen le dio un golpe amistoso en el hombro.

–Cállate, ahora uno no puede pasar tiempo con sus amigos en paz –contestó sarcástica en respuesta, Zie sonrió mientras iban hacia arriba.

–Ahora en serio, me sorprende verte aquí –admitió Zie, la de cabello cobrizo sonrió y se encogió de hombros.

–Estaba muy aburrida, el entrenamiento terminó temprano y si me quedaba más tiempo en casa seguramente me pondría a limpiar –se lamentó con gracia–. Pero ya estoy aquí, así que dime, cuentame de tu vida.

–Bueno, lo principal es que estoy rezando a todos los espíritus para que me dejen de la misma altura que Sokka –dijo con una sonrisa, sabiendo muy bien que cada vez que se paraba al lado de su mellizo, el ponía una mano en su cabeza para recordarle que era más baja–. Luego pues... Lo normal de estar con el Avatar, tratamos de sobrevivir a la Nación del Fuego y-

Como si de manifestación se tratara, los gritos se escucharon abajo en la aldea, ambas chicas se miraron. Zie hizo el intento de asomarse por la ventana, pero Nishen la tomó y la dejó abajo.

–Si te ven, probablemente quemen la casa entera –advirtió la guerrera, ahora son su postura recta y la mano en su abanico–. Ahí vi a mis compañeras, tu junta todas sus cosas y a tus hermanos, larguense de aquí –le ordeno mientras caminaba hacia la puerta.

Zie se levantó y tomó su muñeca, atrayendo a Nishen en un abrazo.

–Fue lindo conocerte, espero nos veamos de nuevo –le dijo con una sonrisa que la chica devolvió.

–Digo lo mismo Umi –se despidió rápidamente Nishen. Zie torció su cabeza pensando en el apodo improvisado.

Se dio vuelta y escaneó la habitación, no había prácticamente nada, junto lo poco que tenían allí en una mochila y la lanzó por la ventana trasera, la tomaría después.

Bajo las escaleras rápidamente y observó a los Maestros Fuego arriba de esas criaturas, abrió la puerta sin miedo, llevandose la atención del grupo el cual la miró enfurecido. Zie agudizó sus oídos y se concentró en ellos, sabía que si esperaba un segundo más ellos atacarian primero, lo cual le daría la ventaja a las Guerreras Kyoshi de derribarlos.

–¿Qué pasa? ¿Hoy nos sentimos pacíficos? –les preguntó Zie al ver como ninguno atacaba, comenzó a sentir una presencia detrás de ella. Con su mano izquierda sacó el agua de su cantimplora y la lanzó hacia atrás mientras saltaba un poco, cosa que le sirvió al ver fuego debajo de ella.

Al caer de frente a la figura detrás de ella, se dio cuenta de que era el Príncipe. Sonrió.

–Pero si es el famoso Principe Zuko, que placer encontrarnos de nuevo –dijo sarcásticamente.

–No puedo decir lo mismo –contestó serio y la atacó directamente. Zie desvió su ataque que con una pared de agua, dio un pequeño giro para darse cuenta que las Guerreras ya habían comenzado a atacar.

La siguiente en atacar a Zuko fue Zie, lo hizo con un látigo de agua trabando los movimientos de sus piernas, Zuko lanzaba fuego, pero dejó de hacerlo cuando Zie lo derrumbó en un rápido movimiento de Agua Control dejándolo en el suelo. La Maestra Agua le hecho una leve mirada y corrió a ayudar a unas niñas que estaban siendo acorralados por uno de los soldados.

Zuko pensó en ordenar que el soldado se detuviera, pero se desconcentró al ver como comenzaba a ser rodeado por las Guerreras Kyoshi.

La Maestra congeló en un rápido movimiento a aquel soldado, en una patada que no lo toco, lo envió lejos.

–Vamos niñas, entren aquí –le dijo al grupo mientras las ayudaba a pasar a una de las casas.

Por un fugaz momento pensé en dónde estarían Aang y sus hermanos. Un murmullo, lejano en su mente se hizo presente, estamos bien.

La de pelo azul suspiro y siguió escaneando la escena, las demás chicas estaban manteniendo bien al grupo de Maestros Fuego, pero Nishen, Suki y una chica que se parecía muchísimo a su hermano, estaban teniendo problemas con Zuko. Corrió hasta la escena lo más rápido que pudo.

–Ahora usas tu Control en no Maestros –dijo algo agitada pero con ferocidad–. ¿Qué tan cobarde eres?

Las palabras tuvieron el efecto que ella esperaba en el Príncipe, que atacara sin pensar. El joven lanzó una patada que incluyó fuego en ella, Zie se agachó y pasó a su lado tomando la pierna de Zuko y llevándola adelante, cosa que causó que el torso del Príncipe se inclinara adelante, cerca de Zie.

En contraataque, Zuko tomó la pierna derecha de la joven con facilidad y la tiró hacia adelante, causando que ambos terminaran en el piso, demasiado cerca uno del otro. Ambos se miraron enojados.

La Maestra Agua, atrajo agua de algún lado y con su mano izquierda la desplazó por medio de ellos, Zuko, sin pensarlo, hizo lo mismo con su fuego. La combinación de sus ataques fue algo extraña, el azul profundo que tomaba el agua cada que Zie la manipulaba y el rojo vivo del fuego de Zuko. El agua se disipó con el calor del fuego.

Ambos se observaron un segundo, Zie se agachó y tiró su mano atrás rotando un poco, más agua apareció, lo suficiente para cubrirse del ataque y desaparecer tras la casa, donde se encontró a dos Guerreras sentadas.

–¿Sokka? –le pregunto a una de las "chicas" uniformadas la cuál enrojece.

–Hola hermanita –dice algo avergonzado. Zie abrió los ojos y se tragó la risa.

–Tienen que irse, ahora mismo, nosotros los distraeremos –habló Suki, la cual miro a Zie antes de volver a la batalla–. Buena suerte Umi –le dijo con una sonrisa, Zie le dio un abrazo apurado.

–Creo que la necesitas más que yo Suki, hasta la proxima –se despide– ¿Cuando acordaron el apodo? –le preguntó mientras subía a Appa, la guerrera se dio vuelta una última vez.

–Es lo que hacen los amigos, Umi –le respondió con una sonrisa.

Zie sintió como Appa comenzaba a elevarse, giró al grupo mientras sacaba el aire. Estaban todos bien, se lanzó al más próximo a ella, que era Sokka, y lo abrazó, luego siguió Katara y por último Aang, que tenía una expresión triste.

–Niño, se que te duele dejarlos pero es lo mejor –Aang no respondió, simplemente cerró sus ojos y se giró a ver al pueblo que dejaban atrás.

Aang tomó el antebrazo de Zie, y una idea tan inesperada que no parecía suya cruzó por su mente. Miró a su amigo con una ceja levantada, él le señaló el mar con la cabeza.

Primero se lanzó Zie, usando su Agua Control para caer en el agua sin ningún daño, luego cayó Aang, la de pelo azul pudo ver sus pies desde la profundidad.

Cerró los ojos y juntó sus manos en forma de puño. Su marca en la frente había comenzado a brillar azul, junto a eso el agua que la rodeaba.

Ven. Ordenó en su mente, sintió como una corriente se movía detrás de ella y al girarse vio como la enorme criatura se mantenía estática frente a ella.

Sin tener que ordenar nada más, la criatura la levantó a ella y en la superficie a Aang. El monje tomó las antenas del Unagi haciendo que abriera su boca y lanzara agua en dirección al pueblo, Zie se mantenía al lado de Aang, solo que agachada y con las manos en la piel del animal.

La marca de Zie brillaba fuertemente, lo suficiente para que la gente del pueblo lo notara en la lejanía.

–¿¡Estás bien!? –le preguntó Aang viendo a Zie, ella asintió y presionó sus manos más fuerte en el Unagi–, ¡Zie, toma mi mano, vamos a Appa! –dijo el monje, pero ella negó con la cabeza.

Tu ve, yo te sigo –sonó su voz en la cabeza de Aang.

El monje la miró algo preocupado, pero aun así soltó al animal y se impulsó hacia arriba.

Zie no se movió cuando el Unagi descendió al agua rápidamente. Una vez dentro lo dejó ir y se giró a la criatura a su lado.

Miro al ojo a su lado y sintió una conexión más fuerte con su entorno.

Con el mismo movimiento de Agua Control que Aang había usado cuando Zuko lo lanzó desde la borda, Zie se estaba elevando hasta Appa. Cuando estuvo lo suficientemente cerca del bisonte, dio una patada en el agua que la elevaba y cayó arriba de Appa.

–Hola Sokka –le dijo mientras se acomodaba en las piernas de su mellizo, ignorando la mirada de Katara y la sonrisa de Aang–. Lindo vestido, me lo tienes que prestar –señaló Zie y cerró sus ojos.

Demasiado por hoy. 



























...

hola amoresss, JAJAJAJAJJ PERDÓN QUE NO ACTUALICE, estaba a full con la escuela y me estan tomando una prueba tras otra. 

en disculpa les doy un capitulo bien largo y con cosas piola de Zie. 

las amooo, un beso y no se olviden de votar y comentar

besosss

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