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Ocho: 八 (bā)


第八章: Dì bā zhāng

Capítulo ocho.

«El estado propicio para engendrar un hijo es con el cuerpo y la mente en paz, siguiendo hábitos largos y un régimen vegetariano. Quince días después de la Jīngqí , hay que jugar bien con la mujer de manera que tenga verdadero deseo. El tallo de jade penetra, pero no demasiado profundamente, si no el Jīngyè podría no llegar a la puerta del niño. Si se sigue este método, el niño será bueno e inteligente».

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Tián Jiùguó cruzó la mitad de la Ciudad Impenetrable, desde los establos reales hasta el Palacio Central de la Longevidad, pues como cada tres días, después de sus prácticas de equitación, iba de camino a saludar a su Madre Imperial. El Sol Chispeante* estaba en su punto más alto cuando arribó a los aposentos de la emperatriz 'Pu', quien también era su madre adoptiva.

El Palacio Central de la Longevidad no sólo era uno de las residencias más grandes con sus dos pisos de altura y alrededor de treinta habitaciones, sino que era también el más lujoso, con detalles de oro amarillo en las molduras de las paredes y telas finas adornando cada rincón. Por supuesto, no era de esperar menos, pues aquel era el sitio del emperador y de la emperatriz.

Al cruzar la puerta de la estancia de la emperatriz se encontró de frente con la Noble Consorte Imperial 'Ling', vestida con un brillante vestido fucsia y abrigada con una capa de forro de piel de oso pardo de las llanuras. Inmediatamente le sonrió y se hincó sobre ambas rodillas, bajando la cabeza. La mujer apenas se detuvo para mirarlo y al hacerlo las horquillas de oro en su pelo y colgantes de piedras de su tocado destellaron sutilmente.

—Su hijo saluda a Madre 'Ling', deseándole paz y bienestar —dijo reverenciando a la esposa de su padre con una pobre inclinación de cabeza.

—¿Qué te trae a los aposentos de la emperatriz, duodécimo príncipe? —inquirió ella.

—Hoy es el trigésimo de suanni, he venido a mostrar mis respetos a Madre Imperial

—Por supuesto —aceptó la Noble Consorte Imperial, ronroneando al final de esa filosa sonrisa—. Tú y Jiùhòu son hijos bastante filiales en definitiva.

—No me atrevo a compararme con el noveno hermano.

La mujer sonrió aún más amplio, casi orgullosa de escuchar eso, pues claro, Tian Jiuguo, Príncipe de Primer Rango 'Guo', no se podía comparar con su hermano mayor, Príncipe Heredero 'Hou' un rango más alto y por supuesto, favorito de su padre. Qian Bailiu, la Noble Consorte Imperial 'Ling', acarició su mejilla con una de sus afiladas guardas de uñas al despedirse de él. Jiuguo se estremeció ante el frío del metal más no perdió la compostura. Finalmente Madre 'Ling' abandonó el Palacio, con una fila de seis doncellas y cuatro eunucos detrás de ella. Una vez sabiéndose solo, Jiuguo borró su sonrisa y se levantó.

Hai Peng, su eunuco personal, lo asistió para ponerse de pie con tacto amable, Jiuguo le agradeció con gentileza y avanzó de nueva cuenta hasta el salón este, lugar donde su madre imperial recibía las visitas. Pǔ Zhìrùn lo observó con una suave sonrisa dibujada en su rostro mientras una de sus doncellas, Gugu Manao, le extendía una taza de té. Jiuguo camino directo hacia ella y una vez más se hinco.

—Su hijo saluda a Madre, esperando que este día se encuentre saludable y alegre.

—Puedes levantarte —concedió la emperatriz.

Tian Jiuguo obedeció y tomó asiento en un banco frente a su madre adoptiva. Otra doncella más, una joven recién ingresada al palacio, le ofreció una taza de té de jazmines. Jiuguo recibió la bebida con agrado, sorbió un poco del líquido y continuó hablando.

—Hoy Madre 'Ling' parece particularmente feliz — mencionó.

Su madre alzó las cejas.

—Claramente lo está —repuso Pǔ Zhìrùn con evidente disgusto, quitándose una a una las guardas de sus largas uñas—. Tu Padre Imperial ya le ha concedido varias bellezas en matrimonio al Noveno Príncipe.

—¿La selección de esposas ha finalizado tan pronto?

—Es el Príncipe Heredero ¿Qué damas no habrían dicho que «sí» a tu hermano mayor?

Lógicamente ninguna, respondió en silencio en sus adentros. Su madre llamó a otra doncella para que esta le masajeara las sien. La emperatriz sufría de dolores de cabeza con frecuencia al molestarse. Jiuguo sabía que debía ser cuidadoso con sus palabras en momentos como esos, por eso no preguntó más. No obstante fue su madre quien insistió en contarle.

—La Dama Ān Huìzhēn entrará en exactamente noventa y ocho días a la Ciudadela Impenetrable para casarse como primera esposa del Noveno Príncipe el día primero del primer mes. Las Damas Wén y Jīn se casaran el segundo de bixi cómo segundas señoras de su harén.

—¿Dama Jīn? —preguntó, levantando el rostro, sorprendido.

—De la Isla de Huáng tóng —agregó Zhirun—, es de sangre noble después de todo y por tanto suficientemente apropiada para tu hermano.

Jiuguo asintió en silencio. La Isla de Huang tong había sido conquistada hacía setenta años por el Imperio de Huo y aunque los dragones de allí en su mayoría eran dragones de metal, le respondían y servían a su padre el emperador Zhāngjūn.

Pu Zhirun continuó hablando:

—La Noble Consorte Imperial 'Ling' realmente está complacida con tan buen arreglo matrimonial, más feliz aún que ninguna de mis candidatas hayan sido seleccionadas.

En ese instante Tian Jiuguo comprendió cuál era la molestia de su madre. Con cautela intentó apaciguarla: — Estoy seguro de que Padre Imperial y el Noveno Hermano le agradecen sus esfuerzos.

Su madre rió con amargura.

—Solo espero que cuando llegué tu año aprueben mujeres de igual o mayor estatus.

—La fecha de mi matrimonio aún se encuentra lejos para pensar en ello, madre.

—Porque está lejos deberías aprovechar ese tiempo para elegir cuidadosamente a las mujeres que quieres que te sirvan. No necesitas caras bonitas en tu harén, necesitas mujeres con hermanos y padres influyentes en la corte.

Tian Jiuguo no se atrevió a replicar a las intenciones de su madre y en cambio guardó silencio, agachando la cabeza a cada una de sus órdenes disfrazadas de petición. La emperatriz 'Pu', desde que había perdido a sus únicos hijos, su primer hermano y segunda hermana, varios años atrás por la viruela, lo había adoptado con la esperanza de convertirlo en el futuro emperador. Tarea en la cual había fracasado contra Madre 'Ling' y su noveno hermano. La realidad es que él nunca aspiró a ser más que un príncipe y aunque había decepcionado a su madre imperial al no ser tan sobresaliente como Jiuhou, estaba satisfecho con la elección de su padre.

Tian Jiuguo sólo aspiraba a una vida acomodada y disfrutar de los privilegios de ser un hijo imperial. Gobernar no le habría disgustado pero mientras pudiera mantener su estatus cualquier otra cosa era aceptable. Si tan solo pudiera casarse con una buena mujer y mantener una pequeña fracción de influencia en la corte con eso se daría por bien servido. De igual modo, Tian Jiuguo siguió pensando que era demasiado pronto para ocuparse de asuntos de esa magnitud y solo le dió por su lado a Pu Zhirun.

Al final su madre simplemente cerró los ojos y dejó que su doncella prosiguiera con el masaje alrededor de su cabeza. Él la observó mientras terminaba de beber la última gota de su té y disfrutaba del calor que el brasero de la habitación les proporcionaba.

Unos minutos después continuó la plática.

—Al menos Padre parece sentirse mejor si es que ha aprobado las nupcias de Jiuhou.

—Ciertamente está mejor, más no se ha recuperado realmente —aceptó la mujer—. Los médicos imperiales aun lo vigilan día y noche.

—Los médicos de la corte sin duda son talentosos y lograran que el emperador recupere su salud —aseguró Jiuguo mientras su madre lo escuchaba con ojos aún cerrados—. Sin embargo me pregunto qué tan excelente sería si pudiéramos conseguir uno o dos médicos talentosos de Shui.

La emperatriz abrió abruptamente sus ojos y lo miró fijamente. Tian Jiuguo fue incapaz de sostener esa mirada afilada por lo que agachó la cabeza por unos instantes. Ella lo reprendió.

—No menciones algo como eso nuevamente o nuestras cabezas se verán comprometidas.

—Solo estaba pensando en la salud imperial de Padre.

—Los hombres en la corte de médicos son los más estudiados, talentosos y experimentados del mundo —dijo la emperatriz con dureza—. Ni siquiera los del norte podrían compararse con ellos. No hables del enemigo con tal ligereza.

—Padre siempre ha admirado las destrezas de los del Agua —repuso él, buscando una manera de excusarse.

Su Madre Imperial no se lo permitió.

—Tu Padre es el Padre de la Nación, es el emperador, él puede admirar a quien se le plazca, tu eres su súbdito y antes de eso un sirviente —espetó ella con fuerza, mirándolo fijamente a los ojos—. No importa si eres un hijo imperial tus palabras son armas que serán usadas en tu contra siempre que alguien mal intencionado las escuche. Jamás vuelvas a sugerir que un Dragón de Agua sea capaz de acercarse a Su Majestad Imperial, despreciando tu propia sangre.

Tian Jiuguo agachó la cabeza con vergüenza y aceptó, sin más remedió, aquella valiosa lección de su madre. Una lección que guardó en lo profundo de su mente más nunca logró entender dentro de su corazón. Porque el mundo lo gobernaba el equilibrio, el Yin y el Yang formaban al universo mismo. Arriba estaba el norte, abajo estaba el sur. El Agua en un extremo, el Fuego en el otro lado.

...

El Salón de los Siete Talentos era el lugar donde Min Yunqi y sus hermanos eran educados por maestros y eruditos en varias artes de estudio. Generalmente sus clases las impartían los mejores profesores del continente, sin embargo, tal como sus abuelas Imperiales les habían notificado a él y a Zheng Haoxi unas horas antes, por el resto del mes, serian las institutrices Zhang y Liu las que se encargarían de su educación. Min Yunqi podía jactarse de estar bien instruido en matemáticas, literatura, historia y poesía, incluso se destacaba en la música, pero no fue consciente de lo mucho que ignoraba de la vida hasta ese día.

Los libros que aquellas dos mujeres les facilitaron le hicieron subir todos los colores a su rostro cuando los abrió y vió aquellas particulares imágenes. Y su vergüenza fue mayor cuando ambas mujeres lo regañaron por observar sin que aún estas se lo hubieran ordenado. Zheng Haoxi en cambio pareció muy tranquilo al escucharlas hablar e incluso Min Yunqi llegó a creer que su hermano mayor ya estaba adelantado en tales estudios.

Cohibido, Min Yunqi se dedicó a escuchar atentamente las primeras lecciones de sus institutrices y leyó con atención el otro par de libros que algunas asistentes más les entregaron a ellos y a sus respectivas doncellas. Zhang y Liu se vieron satisfechas cuando confirmaron que Shen Sulan y Bai Shi'en realmente podían leer.

Yunqi no se apartó de su lectura y siguiendo la voz de las mujeres, devoró página por página. Zhang fue la primera en empezar las enseñanzas.

«El hombre y la mujer se casan cuando crecen. El universo guarda un equilibrio y para que cualquier movimiento se produzca es siempre necesaria la unión del Yin y el Yang. Este equilibrio domina todas las cosas en el mundo. Arriba está el cielo y abajo la tierra. Primero es el día y luego la noche. No puede existir la benevolencia sin que exista la malicia. El Yang se transforma cuando alcanza el Yin; el Yin varía cuando capta el Yang, ya que el Yin y el Yang son complementarios. Todos los seres vivos nacen de esta unión bivalente. Las mujeres se componen de energía Yin y los hombres están hechos de energía Yang.»

—«Por eso... —continuó Liu— hombres y mujeres somos diferentes en cuerpo y mente. Los hombres se alimentan de la energía femenina para fortalecer el Yang y ser longevos, las mujeres aprovechan la energía masculina para fortalecer su Yin y ser saludables. Así el Tallo de Jade** se endurece y las Puertas de Jade** se abren al recibirlo. Solo entonces las dos energías se unen y el esperma, al igual que la secreción, fluye. Esta es la forma en que el ciclo de lo femenino y lo masculino se completa.»

Min Yunqi apretó los labios en esa última oración, alzando el rostro confundido hacia esas dos mujeres. Una de ellas, la institutriz Zhang, le sonrió con suavidad y gentilmente le preguntó si comprendía el significado del texto. Él inmediatamente, apenado de su propia ignorancia, negó. La otra mujer se apresuró a retomar la lección:

—El tallo de jade es el órgano del hombre, las puertas de jade son los órganos de las mujeres.

Ambas mujeres les ordenaron abrir otro de sus libros y observar las pinturas dentro de ellos. Las mejillas de Min Yunqi nuevamente ardieron.

Pronto la lección siguió su curso al compás de la voz de la maestra Zhang:.

—«Cuando la mujer disfruta libera su energía Yin, entonces esta perdida de energía vital la vuelve un poco más vieja. El hombre que esté con ella alimentará su propia energía masculina a través del Yin, enriqueciendo el Yang. Un hombre que haga disfrutar a una mujer muchas veces se hará más longevo pues alimenta así su propia energía vital. Por eso los hombres deben tener varias esposas, hacerlas disfrutar y evitar eyacular tanto como sea posible, así el Yin de ellas no se agota drásticamente, y el Yang de ellos aumenta.»

De nueva cuenta las mujeres hicieron una pausa y les dejaron mirar otro par de imágenes. Min Yunqi anticipadamente comprendió que la unión de hombre y mujer tenía solo dos propósitos primordiales. El primero, alimentar el Yang de los hombres a través del Yin de las mujeres para hacerlos más sanos, y segundo, para procrear herederos. También entendió que cuando los hombres disfrutaban eyaculaban su semilla, liberando así su Yang, y entonces las mujeres también podían hacerse más sanas y longevas pero hacerlo así era sin sentido. Porque las mujeres no necesitaban vivir más. Las mujeres solo necesitaban vivir lo suficiente para dar a luz a muchos niños.

Una vez que la vergüenza abandonó la mente de Min Yunqi este se atrevió a saciar tantas dudas como estas fueron surgiendo a lo largo de las horas. Zheng Haoxi de vez en cuando también preguntaba aquello que realmente parecía desconocer. No pasó mucho antes que ambos hicieran la pregunta más lógica de todas.

—¿En ese caso cómo completaremos el ciclo nosotros? —preguntó Min Yunqi, después de mirar aquella pintura que retrataba un cuerpo similar al suyo, con puertas y tallo de jade.

—Un hijo de Longnu no es como un hombre de belleza que sirve a otro hombre, pues un hombre de belleza solo posee tallo de jade y por tanto no puede engendrar, su cuerpo solo sirve para admirar y disfrutar —explicó la institutriz Liu—. Su energía sigue siendo Yang, y no son capaces de completar el ciclo primordial con otros hombres. Quién yazca con un hombre de belleza debe ser cauteloso de no agotar su propia energía vital. Se debe yacer con una mujer cincuenta veces por cada vez que se yazca con un hombre de belleza, mientras que este último solo debe servir a un solo hombre, o de lo contrario ambos amantes agotaran su energía vital y estarán destinados a vivir poco.

—Ustedes tienen energía Yin, mayormente femeninos —aclaró la mujer Zhang—. Un hijo de Longnu con apariencia masculina y tallo de jade, mientras tenga puertas de jade lo suficientemente amplias, podrá servir en la cama y engendrar sin problemas un magnífico niño mientras que una hija de Longnu con apariencia femenina y tallo de jade pero sin puertas de jade visibles o muy estrechas, es mayormente de energía Yang y muy difícilmente será fecunda con un hombre o con una mujer.

—Pero Cǎilín era mayormente mujer —replicó Zheng Haoxi—. Y logró dar a luz como otras Hijas de Longnu, también Nüxi y Fuwa.

—La hermosa Cailin fue una de las pocas afortunadas hijas de Longnu que pudieron engendrar —aceptó Zhang—. Nuxi y Fuwa no tenían aspecto de hombre ni de mujer y engendraron a sus hijos entre ellos dos. La mayoría de dragones ambiguos que lograron engendrar eran casi todos como ustedes.

Zheng Haoxi objetó inmediatamente: —Pero no pueden estar seguras de que seremos capaces de engendrar.

Las institutrices se miraron entre sí y luego llamaron a Sulan y Shi'en que aguardaban sentadas en silencio detrás de ellos dos. Ambas muchachas obedecieron y la mirada de Min Yunqi se cruzó con la de Shen Sulan. Le sonrió para tranquilizarla e indicarle que obedeciera cualquier cosa que sus maestras le indicarán..

—Ustedes son las doncellas al cuidado del Noveno Principe y el joven Zheng, así que conocen todos de ellos —habló Zhang—. ¿Es correcto?

—Así es —respondieron las dos al unísono.

—¿Sus señores sangran de entre sus piernas? —preguntó Liu.

Sulan y Shi'en guardaron silencio y se miraron con algo de incomodidad. Fue Sulan quien, luego de una larga pausa, finalmente respondió.

—Lo hacen —dijo está.

—¿Cada cuanto sangra tu señor? —preguntó Zhang en dirección a Sulan.

—Una vez por mes, cada cuarenta y siete o cincuenta y un días —dijo la muchacha.

Min Yunqi bajó la mirada y apretó los labios, preguntándose después de muchos años de no hacerlo, por qué esa clase de cosas le interesaban a sus madres, a sus hermanas y ahora a esas mujeres. Zhang siguió interrogando a Sulan.

—¿Por cuánto tiempo?

—Nueve u once días.

La institutriz Zhang asintió casi satisfecha y orgullosa, luego interrogó del mismo modo a Shi'en, esta siguió el ejemplo de Sulan, y con serenidad contestó:

—Mi señor sangra cada cuarenta y cinco o cuarenta y nueve días, por ocho o diez días.

Zhang y Liu sonrieron ligeramente y les ordenaron a Sulan y Shi'en volver a sus asientos. Estás obedecieron, la institutriz Zhang continuó hablando.

—La jingqi (menstruación) es la prueba irrefutable de que al igual que las mujeres tienen la capacidad de engendrar, que sus cuerpos sean o no aptos, de eso definitivamente no tendremos la seguridad. Pero siempre que sangren existe la posibilidad y eso es suficiente para guardar la esperanza de que puedan dar a luz a un niño o niña grandiosos y cumplan su destino.

—¿Y si dejamos de sangrar un día? —preguntó Min Yunqi a Zhang, esta sonrió ampliamente.

—Si después de yacer con un hombre ya no sangran más solo puede significar una cosa, que han logrado traer un niño maravilloso desde lo más alto del cielo.

Yunqi y Haoxi no dijeron más.

...

Cuando Jin Taiheng cruzó por la puerta del Salón de Extraordinario Coraje no pudo evitar compararlo con el Salón de la Justicia en el Castillo de Shandian. Estaba acostumbrado a cumplir las tareas que su Padre el Rey Jin Dezhe solía encomendarle en su estudio por lo que conocía bien aquel sitio en casa, no obstante el estudio del emperador Shanhe era, por mucho, un lugar dotado de extrema belleza.

La entrada Principal era un arco de un zhang de altura, adornado en el marco por perlas de varias tonalidades y distintos tamaños, incrustaciones de piedras marinas y diversas clases de conchas tornasoles, ofreciendo un espectáculo a la vista cuando los rayos del Sol Chispeante incidían sobre estas. Jin Taiheng quedó fascinado. El interior, por supuesto, no se atrevió a decepcionarlo.

Las paredes blancas en su mayoría lucían un particular grabado azul plateado. En el techo, había una bruma de suave color púrpura, tal como una nube atrapada en una caja, y en el resto de la estancia jarrones, pinturas, sillas y artefactos variados de, sin duda, lujosa procedencia y exquisita elaboración.

—El emperador aprecia las cosas bellas —señaló el Eunuco Mayor que lo guiaba en su camino, habiéndose percatado de su deslumbramiento.

Jin Taiheng rió apenado de haber sido descubierto y asintió con una amplia sonrisa.

—Su Majestad Imperial por supuesto tiene gustos incomparables, un festín a la vista.

—El Castillo de Shandian no tiene nada que envidiar al Gran Palacio de Hielo —dijo la voz de Min Shanhe, aproximándose a ellos—. Las paredes de mármol y granito no tienen comparación con estas pobres paredes blancas.

Jin Taiheng inmediatamente agachó la cabeza y sin demorarse se hincó sobre una de sus piernas.

—Su súbdito, Principe de Primer Rango 'Heng', saluda a Su Majestad Imperial, deseándole diez mil días de honor y gloria. Me honra que el emperador me reciba personalmente.

—Puedes levantarte —ordenó el hombre con una sonrisa satisfecha.

Jin Taiheng obedeció inmediatamente, agradeciendo de nueva cuenta cuando se paró sobre ambos pies. Después respondió a la afirmación de su majestad imperial

—El Castillo Shandian sin duda es hermoso con sus piedras y metales haciendo de una fuerte estructura, sin embargo el tallado de los artesanos y las construcciones de los arquitectos de Shui es particular y única. No es de extrañar que me haya deslumbrado.

Min Shanhe río grave y ronco, luego le indicó que lo siguiera de vuelta a la habitación de la que minutos atrás éste había salido. Jin Taiheng camino detrás del hombre..

El estudio del emperador estaba lleno de libros en la estantería lateral, en el otro extremo de la habitación había un mapa del territorio conquistado por Shui bordado en fibras vegetales, al frente se levantaba una alta ventana en forma de círculo con vista a un amplio jardín, con un césped verde que lucía azul por la escarcha y varias fuentes de las cuales, a pesar del aire frío de la Conservación, aún fluía agua tornasol.

En el centro de la habitación había un escritorio largo y alto de madera oscuro con algunos memorandos sobre él, y finalmente, al fondo, detrás de este, un mural tan alto como la habitación misma, dónde en pintura brillante, se divisaban las Grandes Montañas de Jinli. Era una habitación formidable por donde se le viese.

El emperador caminó hasta la ventana, justo donde había dos asientos y una mesa de té. Min Shanhe le invitó a sentarse frente suyo y él, con una pequeña sonrisa, aceptó la taza de té que pronto una doncella comenzó a servir. Antes siquiera de que los bocadillos fueran traídos, el emperador comenzó a atiborrarlo con los asuntos de estado por los que precisamente había sido enviado a tratar.

El comercio de hierbas, especias y piedras eran los principales artículos que comercializaban y que por supuesto, mantenía una fuerte alianza entre reinos, aunque claro, el suministro de especies animales y vegetales propias de Shui era lo que más interesaba al Reino de Jin, dados sus particulares y muy específicos usos medicinales. Además, no se podía omitir la protección que los Dragones de Shui les proveía contra los de Huo con sus acuerdos de paz a cambio de tomar prestada parte de su fuerza militar.

No hubo mucho que discutir ciertamente, para ser franco, Jin Taiheng solo tuvo que reafirmar los acuerdos que ya estaban vigentes entre Jīnshǔ wángguó*** y Shuǐ zhīdìguó***. Una tarea sencilla que solo requería de su temple y buenos modales para responder al emperador. Agachar la cabeza y guardar silencio cuando debía hacerlo, y hablar con inteligencia cuando así se lo requerían, ese era el arte de la negociación.

Y todo habría marchado tal como lo había imaginado de no ser por el Eunuco que con prisa interrumpió su audiencia con el emperador, anunciando la presencia de uno de los ministros de la corte, quien, según las palabras del sirviente, solicitaba una audiencia improvisada. Min Shanhe ordenó hacer pasar al ministro. Aquel hombre mayor, con canas en cabello y barba, entró con urgencia, saludando a Su Majestad Imperial y a él con una corta y rápida reverencia.

—¿Qué es tan urgente Ministro Gao? —solicitó saber el emperador Min Shanhe.

—He recibido noticias importantes desde las islas exteriores, majestad.

Jin Taiheng tuvo un mal presentimiento.

—Habla —ordenó Min Shanhe.

Aquel hombre miró en dirección de Jin Taiheng, diciendo en ese gesto que, de algún modo, esperaba que el emperador lo despachase. En cambio el emperador aguardo tranquilo. El ministro Gao no insistió y simplemente anunció las importantes primicias.

—Dragones de Huo volaron por sobre las Islas Exteriores, cruzando desde los territorios Oeste hasta Las Islas Continentales del este.

—No es un delito grave —desestimó Min Shanhe con un gesto petulante—, con una advertencia es suficiente.

—Los Dragones de Huo eran todos militares y se enfrentaron con patrullas de Jin y Shui, tuvimos más bajas de las esperadas así que perdimos el control sobre algunas pequeñas aldeas, majestad.

Min Shanhe golpeó la mesa, tirando las tazas de té ya medio vacías. Jin Taiheng tensó gran parte de su cuerpo ante el exabrupto del emperador, controlándose lo suficiente para no parecer un cobarde. En cambio intentó contener la situación calmando con un par de palabras al emperador, pronto le solicitó permiso para hablar. Una vez obtenido el consentimiento, con cautela indago sobre la situación.

—¿Qué lado atacó primero, ellos o nosotros? —preguntó, haciendo un sutil énfasis en aquella última palabra, demostrando unión.

Ellos por supuesto —respondió el Ministro Gao, que aunque en sus ojos Jin Taiheng encontró el atisbo de la duda, no se atrevió a mencionarlo en voz alta.

Y a pesar de que bien pudo señalar aquella falta de sinceridad y solicitar que se investigasen los hechos con meticulosidad, no lo hizo por un simple motivo. Cualquier palabra mal utilizada podría ser interpretada como un intento de defender a los del fuego, pues hablar en favor de aquellos otros era casi indiscutiblemente una muestra de simpatía por el enemigo y por tanto un acto de traición.

Jin Taiheng en cambio permitió que las cosas siguieran su curso, después de todo, él no era nadie para intervenir en los asuntos de estado del Imperio de Shui, aún menos si estos implicaban al Imperio de Huo. Así que solo se calló, incluso si eso significaba el inicio de un nuevo conflicto.

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*El Sol Chispeante es un orbe de luz rosácea a blanca cuyos rayos parecen chisporrotear constantemente a lo largo del día. Sale cada 99 días y sus fechas son 2 de bixi, 46 de chǐwěn, 35 de bì'àn, 24 de gōngfù y 13 de suānní.

**Tallo de Jade/Puertas de Jade: pene y vagina, respectivamente.

***Jīnshǔ wángguó/Shuǐ zhīdìguó: Reino del Metal e Imperio del Agua, respectivamente en idioma chino.

Sin notas de capítulo.

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