Diez: 十 (shí)
第十章: Dì shí zhāng
Capítulo diez.
«El Heqin (parentesco armonioso) o también llamado 'matrimonio por la paz' es una práctica tradicional de relaciones diplomáticas entre grandes dinastías y pequeños gobiernos. Casar una princesa legítima con un gobernante externo asegura que el Imperio se abstendrá de acciones militares sobre las regiones extranjeras más desprotegidas mientras que al gobernante externo se le concede un título como pariente y representante de sus dominios en la corte imperial de las grandes dinastías.»
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Xú Fúhǎi, como ya venía haciendo desde mucho años atrás, tocó su hombro y lo sacudió con gentileza para despertarlo. Jin Nanjun abrió los ojos con lentitud y vio a su sirviente realizar una corta inclinación. Aquel eunuco, su acompañante y confidente, le deseo tener buenos días y le informó de la hora.
—El agua tibia y su ropa ya están preparadas, alteza —dijo este mientras una doncella y un eunuco más esperaban con la cabeza agachada al fondo de la grande y lujosa habitación — Sus hermanos se reunirán con usted para tomar el desayuno juntos.
Jin Nanjun terminó por despertar al escuchar esa frase. Hizo cuentas y recordó la fecha de aquel día. Xu Fuhai lo miró con seriedad y en su gesto Nanjun encontró una clase de disculpa, lo que era absurdo porque ese hombre no debía disculparse por algo en lo que en definitiva no tenía control. Pero Fuhai era así desde que lo había conocido y Nanjun agradeció la empatía que esté siempre había mostrado por él. No lo decía muy seguido pero para él Fuhai era un amigo más que un sirviente.
—¿Xizhen ya ha llegado? —preguntó por mera inercia.
El eunuco asintió y luego dijo:
—Su alteza real el Príncipe Heredero 'Zhen' entró al Gran Palacio de Hielo antes de que el 'Sol de Hierro Incandescente'* anunciara el día.
Justo a tiempo para empezar el cortejo. Nanjun hizo estimaciones en su mente, la llegada de su hermano indicaba que en poco más de un mes Min Yunqi elegiría un esposo y si tenía suerte cerca de dos meses para que este se casara. Los últimos dos meses a su lado.
—El desayuno será servido en el comedor principal en un cuarto de hora** —habló Fuhai, trayéndolo de vuelta a ese momento —. Déjeme ayudarlo a vestirse, mi señor.
Jin Nanjun no opuso resistencia y se obligó a levantarse de la cama. Ambos hombres le asistieron con la ropa y el calzado, poniendo cada pedazo de tela y piel en su justo lugar. La doncella del palacio en cambio se ocupó de cepillar su cabello, haciendo con una parte de éste un pequeño moño en la parte alta de su cabeza. Finalmente Fuhai colocó un tocado de plata alrededor del moño de pelo.
Cuando se miró al espejo se irguió con orgullo y se preparó mentalmente para ver, después de mucho tiempo, a su hermano, que aunque solo era mayor por unos meses, seguía siendo de mayor rango y estatus que él. Una situación a la que Jin Xizhen siempre le sacaba provecho y que Jin Nanjun debía soportar a como diera lugar.
Al cruzar la mansión y llegar a la mesa principal, Jin Taiheng ya estaba terminando de pronunciar sus saludos a Xizhen. Nanjun encontró en el perfil de ese rostro una sonrisa agradable que al notar su presencia se tornó ácida y amarga. El disgusto era mutuo sin embargo Jin Nanjun procuraba ocultarlo con el mayor de sus esfuerzos.
—Saludos al Primer Hermano —dijo con voz firme y alta, agachándose un cuarto de ángulo al saludar a su hermano—. Espero que haya tenido un viaje tranquilo y cómodo.
La voz de aquel hombre ronroneó con un tono de satisfacción.
—No es necesario que seas tan formal Nanjun —respondió Jin Xizhen aun sonriendo al levantarse y caminar hacia él, este lo tomó por los hombros y lo miró como si realmente se alegrase de verlo—. Han sido varios años sin vernos, sin duda espero que me pongas al corriente de todos tus viajes.
—Por supuesto —respondió al tiempo que los tres hermanos tomaban su lugar a la mesa—. Sin embargo debo advertirle que hará falta una tarde entera para ello.
—Siempre es agradable contar con tu compañía Nanjun.
Jin Nanjun sonrió e imitando a sus otros dos hermanos comenzó a tomar el desayuno. Poco tiempo después Jin Xizhen retomó la plática contando según sus palabras «un suceso interesante». Vaya que realmente lo fue, avistar un grupo de dragones de lava, sin duda soldados imperiales de Huo, no era un acontecimiento que se pudiera ignorar por ningún motivo.
—Ya he solicitado una audiencia con Su Majestad Imperial —acotó Xizhen a su relato—. Lo veré apenas termine su sesión en la corte —El dragón de trueno tomó un bocado de carne de foca y después de masticar lo señaló con los palillos de madera negra—. ¿No deberías estar de camino para tratar los asuntos militares en la corte?
—La sesión de la corte se realiza desde la tercera hasta la cuarta hora, aún estoy a tiempo —dijo, sirviéndose comida también—. No es necesario que el Primer Hermano se preocupe por mi.
Jin Xizhen no respondió y simplemente continuó comiendo. Jin Taiheng intentó amenizar el ambiente sacando temas superficiales a la conversación. A diferencia de él, Jin Xizhen era mucho más amistoso y relajado con Taiheng, algo por supuesto esperable dado que ambos, al igual que Jin Gao'en y Jin Shànyǔ, eran hijos de la misma madre, la Reina 'Pei'.
Mientras su primer y tercer hermano comenzaban a hablar sobre la ruta de viaje y debatían sobre las ventajas y desventajas de usar caminos alternos, un maoyou de pelaje púrpura oscuro apareció detrás de la ventana de papel traslúcido. Nanjun creyó reconocer a aquel animal. No fue el único en percatarse de la presencia de tal criatura.
—¿Es ese maoyou una mascota de la mansión? —preguntó el Primer Principe.
Un eunuco dentro de la habitación se aproximó a la mesa y con cabeza gacha respondió:
—Este gato de dos colas se llama Shinshin, alteza. Se trata de la mascota del Noveno Príncipe Min Yunqi. Le gusta pasearse por el Gran Palacio.
Jin Nanjun sonrió recordando por supuesto el pequeño cachorro de maoyou que años atrás, días antes de su partida, Min Yunqi le había presentado. Recordó que por aquellos días el noveno príncipe no dejaba de desear tener una mascota, la cual finalmente recibió como regalo de Sus Altezas Imperiales las Emperatrices Viudas. Jin Taiheng lo miró y le sonrió alzando una ceja, justo al mismo tiempo que Jin Xizhen se quejaba.
—Que desagradable animal —murmuró el mayor de los príncipes, haciendo una mueca de disgusto—. Espero se deshaga de él cuando nos casemos.
Nanjun y Taiheng se tensaron de hombros más no dijeron nada. Xizhen notó la incomodidad y sonrió de lado, mirando primero a Nanjun y después a Taiheng.
—Por supuesto, no estoy asumiendo que me elegirá a mí —agregó con falso disimulo—. Tu mi tercer hermano eres mucho más joven y bastante más talentoso que yo, según sé el Noveno Príncipe, al igual que tú, está bien versado en el arte de los instrumentos musicales.
—Realmente no estoy seguro de si eso sea cierto o un mero rumor —contestó Taiheng, sonriendo nerviosamente.
—Nuestro Segundo Hermano podría sacarnos de esta duda, no es así —dijo Xizhen, ahora mirando en su dirección con una fingida sonrisa—. De entre todos los de este sitio, exceptuando a la familia imperial por supuesto, Jin Nanjun es quien mejor conoce a Min Yunqi.
Inmediatamente Nanjun cruzó miradas con Xizhen. Sus intenciones eran claras, no obstante no cedió a la provocación, simplemente siguió sonriendo mientras le respondía:
—El Noveno Príncipe está bien versado en todas las artes, no solo en música, pero sé que realmente adora tocar el guzheng.
Xizhen asintió.
—¿Lo ves? Realmente tienen algo en común —dijo hacia Taiheng, hizo una pausa y luego continuó—. Es una verdadera pena que no pudieras postularte como pretendiente Nanjun. Quizás el Noveno Príncipe te habría elegido.
—El Príncipe Yunqi y yo somos Maestro y Discípulo, no habría sido apropiado —respondió con naturalidad—. Además estoy seguro que Su Alteza Imperial no desperdiciaría la oportunidad de casarse con un príncipe de tan alto renombre como lo son el Primer y Tercer Hermano.
Jin Taiheng lo miró de reojo, manteniéndose al margen una vez más. Xizhen simplemente contestó:
—Seguramente no.
Así se dió por finalizada aquella incómoda conversación, aunque el temor volvió a inundar el pecho de Nanjun. Una vez más, Jin Taiheng era su mayor esperanza.
...
Esa mañana, a diferencia de otras, Shen Sulan lo despertó con una amplia y brillante sonrisa recién llegada la segunda hora. Min Yunqi alzó una ceja cuando está le tomó de la mano y le ayudó a levantarse de la cama.
—¿Qué es lo que te tiene tan feliz? —preguntó al fin, empezando a subir los dos escalones hacia el resto de la habitación.
—El Príncipe Heredero Jin Xizhen ha entrado al Gran Palacio de Hielo durante la noche —anunció ella.
—Sabíamos que sería así —dijo Yunqi intentando ocultar su nerviosismo, recordando que al día siguiente comenzaría a conocer a todos sus pretendientes.
—Lo sé mi señor, pero no ha visto la cantidad de regalos que ha traído consigo.
—¿Los ha enviado ya? —preguntó él.
—Están por toda la estancia —enfatizó su doncella con emoción —. Deje que lo ayude a cambiarse para que pueda verlos por usted mismo.
Como de costumbre, Min Yunqi se dejó hacer por Sulan y sus demás doncellas, mismas que le asistieron a quitarse sus ropas de dormir y ponerle la indumentaria del día, hecha de brillante tela azul y púrpura con forro de piel de conejo ártico en mangas y cuello. Una vez listo, ya llevando el cabello a medio recoger con horquillas de metal y piedra, salió de su recámara a la estancia de sus aposentos. No hubo modo para esconder su asombro al encontrarse con pilas y más pilas de cajas.
Zheng Haoxi, que justamente iba llegando, reforzó la palabras que Shen Sulan le había entregado momentos antes.
—Vaya que es un tesoro en sí mismo —afirmó el joven dragón de hierba, mirando a Bai Shi'en—. Tenías razón al decir que estaría sorprendido.
La doncella asintió bastante contenta y agregó:
—No hubo ningún sirviente que no se sorprendiera al ver la fila de doncellas y eunucos viniendo desde la Oficina del Hogar con los obsequios del Príncipe Heredero 'Zhen'.
Su hermano mayor asintió sonriendo y camino directo a él. Min Yunqi también le sonrió.
—Sin duda el Primer Principe de Jin desea tu mano —le dijo aquel.
Yunqi no respondió a aquella declaración y simplemente camino al lugar. Doncellas y eunucos le ayudaron a abrir cada una de las cajas y observar el contenido de todas ellas. Encontró toda clase de objetos, desde pequeños hasta grandes. En los cofres más voluminosos había lienzos de tela de todos los colores de Shui y Jin, solos y combinados, la mayoría sino es que todos, hechos con hilos de varias sedas, de plata blanca y oro rosa. En otras cajas se encontró con raíces de ámbar, ginseng y astrágalo.
También halló varios estuches de maquillaje y cuencos de cerámica con polvos fragantes para la piel, como polvo de rosas blancas con jazmines; perfumes de azufaifo, osmanthus, almizcle y bergamota; además de varias cremas, emulsiones y aceites de muchos tipos y clases.
Al otro extremo de la habitación descubrió varios, realmente bastantes joyeros, cada uno de ellos conteniendo un tipo de tesoro distinto entre los cuales se podían destacar pulseras, anillos, brazaletes, guardas de uñas, pendientes, dijes, cadenas, collares, broches, horquillas y otros muchos, muchísimos accesorios diversos. De todo aquello Zheng Haoxi señaló una gargantilla de tres oros, con el grabado de una garza blanca y deliciosamente adornada con pequeñas plumas plateadas, doradas y rosas.
—Es Cānglù, la garza de plumas de acero —murmuró Haoxi acercándose a él sin que ninguno de los dos se atreviera tocar tal objeto—. Es un emblema de la Realeza Jin, está reservado para reyes y reinas consortes.
—¿Y porque me concede algo así? —reclamó Min Yunqi, sintiéndose abruptamente descontento — Es excesivo.
Min Yunqi no demoró en ordenar que cerraran el estuche que contenía la gargantilla y lo llevaran lejos de su vista. Haoxi lo miro sentarse seriamente antes de hablar.
—El mensaje es obvio, claramente espera que te cases con él.
Claro que ese era el mensaje si no cual otro podría ser entonces, Min Yunqi no era un tonto.
—Se que esa es su intención sin embargo no he dicho que lo haré así que ese obsequió sobrepasa cualquier protocolo —afirmó—. Haré que lo devuelvan ahora mismo.
Min Yunqi, con un gesto de mano, atrajó hacía sí a Shen Sulan y le pidió encargarse del asunto. La pobre chica, confundida, tomó la caja de las manos de uno de los eunucos y se dispuso a obedecer. No obstante Zheng Haoxi la detuvo tomando a Yunqi del brazo.
—Hermano menor, piensa claramente, si lo haces podrías ofender Jin Xizhen o incluso al Rey Deshe.
Yunqi se soltó del agarre y negó diciendo:
—Él me ha ofendido a mí asumiendo que lo elegiré sólo porque me ha obsequiado valiosas joyas y lujosa ropa.
—Eres es el Noveno Príncipe de Shui, el hijo más preciado del Emperador, por supuesto que te daría algo así de maravilloso, no te mereces menos que eso.
—Pues no lo quiero.
—¿No lo quieres por que es demasiado o por que no viene de Jin Nanjun? —acusó Haoxi.
Min Yunqi alzó la mirada y observó fijamente el semblante duro y disgustado de Zheng Haoxi. Siempre había mantenido sus deseos y pensamientos amorosos apartados del escrutinio de todos a su alrededor. Ni siquiera a Shen Sulan le había confiado lo que sentía por Jin Nanjun así que no imaginaba cómo, de entre tantos, Haoxi lo había descubierto tan fácilmente. De igual modo no aceptó la acusación y enfrentó a su hermano mayor con tanta tranquilidad de la que fue capaz.
—Estás... señalando absurdos — vaciló al hablar.
—Ambos sabemos que no es así —lo confrontó su amigo—. Muchos no lo habrán notado aún pero se perfectamente que tu estas enamorado del Príncipe Nanjun.
Todos los presentes en la habitación se quedaron en silencio, claramente nerviosos por presentar aquel pequeño enfrentamiento entre sus señores. Min Yunqi no perdió tiempo en mirar a su doncella y está, en un mutuo entendimiento, dejó el valioso objeto sobre una de las mesas y ordenó a todos los sirvientes, incluyendo a Bai Shi'en, seguirla para abandonar el lugar. Nadie puso objeción y a paso rápido, dejaron la estancia. Min Yunqi confiaba en que Sulan sabría mantenerlos silenciados.
—¿Y qué hay de malo si estoy enamorado de Jin Nanjun? —atinó a preguntar—. Él no esta enterado y tampoco lo sabrá nunca, además no le estoy faltando el respeto a nadie por lo que siento
—¿No te molesta saber que ni siquiera se postuló como candidato? —inquirió Haoxi—. ¿Después de tantos años?
Para ser sincero, hasta ese día, Min Yunqi había evitado hacerse aquella pregunta, pues bien sabía que no le iba llevar a ningún sitió. Y no, no le molestaba, solo se había decepcionado de sí mismo al esperar por tantos años que sus afectos fueran correspondidos. Yunqi no tenía objeciones contra Jin Nanjun, ni siquiera guardaba algo que reclamar porque este siempre lo había tratado con respeto y agrado. Le debía todo lo que sabía desde lo más simple hasta lo que no le correspondía.
Que importaba que Jin Nanjun no lo amara del mismo modo que él, sus sentimientos no podía cambiar por mucho que así lo desease. Intentar cambiar su corazón era como intentar mover una montaña de su sitio, simplemente una tarea imposible, algo que Haoxi no pareció entender y cosa que Yunqi no planeaba explicarle.
—No todos tienen la misma fortuna de casarse con el amor de su vida, Haoxi —reprochó en cambio—. Que alegría que goces de una bendición así.
Zheng Haoxi boqueo en busca de responder más las palabras no salieron. Yunqi se levantó de su asiento y encaró al joven dragón de Mu, parado a unos centímetros.
—No es necesario que vuelvas a mencionar mis sentimientos por Jin Nanjun —dijo en un tono de advertencia pero también de rendición—. Aceptaré con agrado los obsequios que me entreguen, después de todo no me atrevo a ser un hijo ingrato y desestimar los buenos deseos que mis padres y abuelas pusieron en ello.
—No lo he dicho para lastimarte Yunqi —se disculpó Zheng Haoxi, agachando un poco la mirada, luciendo genuinamente arrepentido—. Solo no quiero que vivas ilusionado con un amor que no es correspondido ni que es correcto.
Min Yunqi quiso decir que estaba bien, que lo perdonaba, sin embargo por alguna razón las palabras no fueron lo suficientemente fuertes para salir de su garganta. En su lugar, Min Yunqi sonrió con gentileza y en un suave murmullo le solicitó a Zheng Haoxi que le dejara a solas, qué más tarde lo vería durante sus clases con las Institutrices Zhang y Liu. Su hermano mayor, con pesar, obedeció y lo dejó solo.
En ese breve instante de privacidad, finalmente, Min Yunqi se preguntó cómo se sentiría ser correspondido en mente y corazón por la persona que se amaba. Sin dudas, debía ser un acontecimiento maravilloso o de lo contrario no existirían tantos poemas y cuentos al respecto. Mirando en dirección al jardín frontal, deseo poder encontrar un amor sincero en esos hombres que pretendían desposarlo, una persona que lo tratara como igual y no como un mero objeto, medio para alcanzar sus intereses personales. Alguien que fuera capaz de hacerle olvidar a Jin Nanjun y la manera en que su voz y sonrisa estrujaba su frágil corazón.
...
El Emperador Tian Zhangjun, desde que había caído en cama a causa de contraer varias enfermedades en sucesión, había pasado de dormir del Palacio Central de la Longevidad a vivir casi permanentemente en su estudio imperial. Está decisión había sido impulsada por el miedo que tenía la Corte de Doctores de moverlo y empeorar su estado, misma que la Emperatriz y Emperatriz Viuda apoyaron y que Su Majestad no pudo contradecir. Por tal motivo su padre ya no atendía los asuntos de estado en El Salón del Fénix y las sesiones de la corte imperial se habían trasladado provisionalmente al Salón de Claridad Mental.
Esa mañana Tian Jiuguo fue solicitado para asistir junto con sus otros dos hermanos mayores, Tián Jiù'e y Tián Jiùhòu, a la sesión del día. Puesto que el Emperador no era capaz de recibir muchas visitas a la vez, más por precaución y evitar que otras enfermedades llegaran a él, solo ellos tres y otros cuatro ministros estaban en el lugar.
Recientemente las revueltas en las Islas Centrales de Shui era lo que más ocupaba a los ministros, generales y príncipes estatales, pues parecía que al fin les había llegado la oportunidad para controlar y mejorar las rutas comerciales con las otras cuatro regiones. Claro que muchos de aquellos hombres tenían puesta la mira en un objetivo más ambicioso y por el que su padre, aun a pesar de su momentos de menor lucidez, parecía no estar interesado. Sus hermanos mayores no compartían la misma idea, mientras él, en cambio, había preferido mantenerse al margen de toda la situación tanto como le fue posible.
Aquel momento no fue la excepción.
—Si logramos asegurar el control sobre el resto de tribus Haidan, sumando el apoyo militar de los clanes guerreros de Tu, podríamos controlar por completo las islas de Ruantudi y Haisha —dijo unos de los viejos generales de su padre—. Así no solo tendríamos bajo nuestro control la ruta de comercio, sino que además recuperaríamos gran parte del territorio de Tu asegurando su apoyo a futuro.
—¿El tesoro nacional soportará el gasto militar? —indagó su padre, flaqueando por primera vez ante la tentativa de los ministros y generales.
—Podemos realizar una recolección extraordinaria de impuestos para aumentar nuestras reservas de oro—sugirió Tián Jiù'e, su sexto hermano.
—Recién hemos superado las mermas que la sequía de hace dos años nos dejó, el sector mercantil apenas se recupera de sus pérdidas y muchas familias se vieron azotadas por la plaga perdiendo hombres jóvenes —señaló otro ministro—. No disponemos de los recursos suficientes para financiar una guerra de presentarse el caso, es mejor si mantenemos un perfil bajo y negociamos los términos de las rutas comerciales a nuestro beneficio.
—Los del agua se negarán inmediatamente —afirmó su Padre Imperial.
Finalmente Jiuguo se atrevió a hablar:
—No precisamente, Su Majestad. Si logramos que las Tribus Haidan hablen en nuestro nombre podríamos persuadir a los Min de aceptar una mejora en los términos comerciales —dijo—. El Reino de Tu ha mantenido fuertes alianzas matrimoniales con las tribus de las pequeñas islas, podemos aprovechar esa ventaja.
Su noveno hermano también se apresuró a interceder.
—Sabemos de buena fuente que el Reino de Mu ha tenido roces políticos con Shui en más de una ocasión. A diferencia de reinados anteriores, Shanhe de Shui no ha aceptado mujeres nobles de Mu dentro del Harén Imperial en más de cuarenta años y tampoco ha enviado princesas legítimas o estatales para casarse como esposas oficiales o concubinas respectivamente de Yǐn Shènghào desde que este ascendió al trono. Es evidente que su relación se ha deteriorado en más de un sentido. En cambio, sabemos que Jin enviará a su única princesa legítima para casarse con Min Yunxuan, el favorito a convertirse en el próximo emperador. Si eso es así Jin aumentará su influencia sobre Shui con una emperatriz en el trono y el descontento de Mu crecerá.
—Sin embargo el Rey Shenghao sigue rindiendo tributo al Emperador 'He' —recordó su padre con voz ronca y débil.
—Shui mantiene a raya a los de Jin en favor a su protección y ese es el motivo de su lealtad —asintió Jiuhou—, sin embargo cuánto podrá durar esa protección para Mu si su futura emperatriz y futuros herederos legítimos tienen sangre de Jin***.
Tian Jiuguo escuchó atentamente las palabras de su noveno hermano y una vez más confirmó porque este había sido seleccionado entre todos ellos como el príncipe heredero. No solo era mordaz con sus palabras sino también en las intenciones que ocultaba detrás de estas. Su padre no fue indiferente a ello pero aunque sonrió satisfecho, Jiuguo encontró un dejo de amargura en esa mirada senil y opaca. En ese instante, no pudo comprender el motivo y tampoco fue importante.
Su padre sólo respondió:
—Háganle saber a los del Este que si logramos mantener el control sobre las pequeñas islas centrales, no habrá que preocuparse por nosotros****.
Jiuguo guardó silencio por el resto de la reunión.
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*Sol de Hierro Incandescente: es un orbe gigante que asemeja a una esfera de metal fundido que sale cada 99 días. Sus fechas son: 13 de bixi, 2 de pǔláo, 46 de bì'àn, 35 de gōngfù y 24 de suānní.
**Un cuarto de hora en este universo equivale aproximadamente a 30 minutos.
***En los elementos chinos el agua (shui) apaga el fuego (huo), el fuego funde al metal (jin), el metal corta a la madera (mu). Shui protege a Jin de Huo, a cambio Jin no ataca a Mu.
****En los elementos chinos, el fuego (huo) quema la madera (mu). Si Mu no intercede en la disputa, Huo no atacara a Mu (Este).
Minmin YoonJi: Aquí ya deje pistas de lo que va a pasar en el siguiente arco. Ojo, arco eh, no capítulo. Inauguro este especio es para que dejen sus teorias.
Dense: —>
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