Cinco: 五 (wǔ)
第五章: Dì wǔ zhāng
Capítulo cinco.
«El líder verdaderamente habilidoso es aquel que pasa desapercibido para el pueblo. Luego de él, llega el líder amado y elogiado. Después surge el líder temido, y, por último, el despreciado. El líder excepcional se queda quieto, permitiendo que las cosas se desenvuelven por sí mismas, sin acciones innecesarias, así, cuando el éxito llega, el pueblo dice "¡lo conseguimos!"»
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El 12 de suānní era una de las fechas favoritas de Min Yunqi, pues el Sol Dentado de Tianlong, alto y blanco en el firmamento, anunciaba, como cada vez, el cambio de estación. En esta ocasión, era el turno de la estación del frío. El día anterior, apenas unas horas antes, el clima era seco, ventoso y cálido, pero cuando él despertó, la temperatura había descendido lo suficiente para que el rocío de la mañana estuviese congelado, encapsulando las flores de aquel hermoso jardín. El final de un ciclo anual, la llegada de la fase de la conservación.
Cómo dragón de agua que era, Min Yunqi, así como la mayoría de gente del continente, estaba más cómodo con esa clase de clima. No sintiendo más que un suave frescor. Esa era la razón de su sonrisa aquel día en particular, motivo de su excelente humor. Incluso Shinshin, su maoyou, parecía contento, acicalándose con dedicación su precioso pelaje corto de un color purpura el cual era tan oscuro que parecia negro. Yunqi adoraba a ese gato, siempre caminando elegantemente con ambas colas meneandose con orgullo.
Shen Sulan le ayudó a vestirse igual que cada mañana, esta vez con ropas un poco más gruesas, y como cada día, recibió sus alimentos en el comedor de sus aposentos dentro del palacio. Zheng Haoxi no se le unió, al parecer desde muy temprano había asistido a presentar sus respetos a las Emperatrices Viudas, para agradecer los regalos que estas le habían concedido por su buen matrimonio. Yunqi pensó que tal vez, más tarde, él también podría ir a saludar a ambas abuelas imperiales.
A mitad de desayuno, bebiendo ya casi por completo el cuenco de leche de soja, un Eunuco Mayor apareció en el palacio. Esa clase de eunucos, vestidos de azul oscuro con brocados de hilos de perla, solo servían a Su Majestad Imperial el Emperador, y sus tareas eran muy específicas. Yunqi supo casi al instante el motivo de tales visitas.
— ¡El Decreto del Emperador! —exclamó el "hombre".
De inmediato, Shen Sulan se apresuró a tomarlo de la mano y le ayudó a arrodillarse. Todos sus sirvientes, eunucos y doncellas, lo imitaron, escuchando atentamente el decreto imperial.
—«El Quinto Príncipe Min Yunxuan es un hijo filial y leal, dedicado a sus tareas, de intelecto brillante y habilidades destacables. Hombre recto y de buen corazón. Por ello, yo, Min Shanhe, Emperador de Shui, Gobernante del Mundo, decretó que Min Yunxuan, mi hijo, es ascendido como Príncipe de Primer Rango 'Xuan'» —dijo el eunuco, erguido con orgullo, complacido de esparcir tales noticias—. Es este el Decreto Imperial.
Yunqi velozmente, en sincronía con toda la servidumbre, realizó una reverencia completa hasta el suelo, diciendo todos al unísono:
— Felicitaciones al Príncipe de Primer Rango 'Xuan' por su ascenso, deseándole honor y gloria.
Al instante siguiente el eunuco, aún orgulloso, abandonó el palacio. Todos se levantaron al mismo tiempo, retomando contentos de nueva cuenta sus tareas. Yunqi, feliz por su Quinto Hermano, terminó su desayuno en tranquilidad.
Fideos, panecillos de arroz rellenos, té y sopa de huevo, y otros tantos acompañamientos. Comió hasta estar satisfecho, no más, no menos. ¿Con una comida tan simple como podría ser glotón en realidad? Ojalá pudiera conseguir algo con mayor sustancia, con más grasa.
Cuando acabó, Shen Sulan ordenó levantar la mesa y Min Yunqi fue a descansar en la estancia, dispuesto a leer su libro favorito. Una novela vieja sobre los muchos romances de Huiye, la hija de las lunas.
Cuando recién había tomado asiento, escucho a otro eunuco anunciar su llegada desde el patio frontal del palacio. Sulan le miró intrigada. El sentimiento fue mutuo. Yunqi le pidió que le ordenará al sirviente pasar.
Unos momentos más tarde, pasando por la puerta principal, entraba el Eunuco Encargado de la oficina interior, desfilando detrás suyo varias doncellas y otros eunucos de menor rango. Cada sirvienta, en sus manos, traía una caja de reluciente envoltura. Los sirvientes, en cambio, cargaban entre dos o tres de ellos, varios cofres, con adornos lujosos en cada borde y cada remache.
El Eunuco Encargado se arrodilló en una pierna al llegar a la estancia, ofreciéndole una reverencia.
— Su sirviente Wu Han saluda al Noveno Príncipe Yunqi, deseándole paz y alegría —canturreó el eunuco con regocijo.
Yunqi lo escuchó complacido.
— Puedes levantarte —ordenó gentilmente, ofreciéndole una sonrisa al 'hombre'.
Este agradeció e instruyó a los demás sirvientes a acercarse.
— Estos son obsequios por su futuro cumpleaños, provienen del exterior del Gran Palacio, enviados por el hijo del ministro Zhong Jiefeng y el hijo del Duque de Woniudi, como parte del cortejo de ambos pretendientes. Lo mejor de lo mejor para su alteza.
Min Yunqi observó detenidamente cada caja y le indico a Shen Sulan que llevarán todos los regalos a la estancia izquierda, dejándolos allí para su revisión. Todos los sirvientes, caminando en fila, obedecieron a las órdenes de su doncella principal. Cuando todos los tributos estuvieron cuidadosamente ordenados, el Eunuco Encargado de la Oficina Interior se despidió de él, llevándose consigo a todo su personal.
Yunqi fue directo a aquella estancia y cuando la última doncella de la oficina interior cruzó la puerta, apareció Zheng Haoxi, en compañía de su Septima Hermana, Min Hengti, ambos seguidos de sus respectivas doncellas. Él les sonrió mientras los invitaba a seguirlo.
— ¿Todos estos son regalos de tus pretendientes Noveno Hermano? —preguntó su hermana, desbordando energía tal como una joven de quince años como ella solo podría hacer—. Son un tesoro —afirmó.
Shen Sulan se incorporó a la conversación:
— Sin duda lo son, y estos son apenas los obsequios de los pretendientes de menor rango, restan los regalos que los príncipes ya han de haber enviado —dijo contenta la joven doncella, apenas dos años menor que él—. Estaremos atiborrados cuando lleguen los demás tributos.
— Tal vez no envíen nada —dijo Yunqi por lo bajo, acercándose a tomar una caja grande y brillante que reposaba sobre la mesa del centro de la estancia—. No hay que esperar demasiado.
Haoxi rió a su lado.
— Todos sabemos que lo harán ¿Como podrían cortejarte sí no?
— Tal vez deseen conquistarme en persona, cuando vengan a conocerme —respondió él, restando importancia.
— Sin duda aprovecharán esos días contigo —aceptó Haoxi—. Pero ningún hombre de su estatus desperdiciara la oportunidad de endulzar tus sentidos con bellos obsequios si disponen de los medios. El Reino de Jin es rico en Joyas, no esperaría menos que oro y gemas preciosas de su parte.
—Estás siendo ambicioso —reclamó en broma, levantando la tapa de la caja que había tomado.
En el interior había diecinueve perlas, todas de un reluciente color negro, tan grandes que apenas le cupieron cinco piezas en su mano sin que estas se cayeran. Su hermana Hengti rápidamente se acercó, trayendo con ella un pequeño estuche de color blanco, Yunqi lo tomó cuando esta lo puso en su mano. Ella miró asombrada el pequeño tesoro que había devuelto a la caja.
—Son preciosas —exclamó ella—. Las perlas negras son difíciles de conseguir ¿Quién las ha enviado?
Yunqi, ignorándola, abrió el estuche hecho de concha y arena compactada, dentro relucía un fragante polvo de tenue rosa. Colorete para las mejillas. Haoxi se acercó a ellos y tomó una nota brevemente redactada que descansaba en el interior de la caja, la leyó en voz alta.
—«Los tesoros más preciosos son difíciles de encontrar, ocultos a la vista, cualquier esfuerzo, incluso arriesgar la vida, vale la pena por tales recompensas. Que Su Alteza Imperial me permita un día poder contemplarlo, ese sería, sin duda, la mayor de mis dichas. Una perla por cada año de vida. Firma: Lao Linxiang» —terminó de leer, comenzando a reír—. Por el Dragón Celestial, le falta mucho para ser un poeta.
— A mi me gustó —reclamó su séptima hermana—. Fue romántico.
Haoxi negó sin dejar de reír silenciosamente, dejando la nota dentro de la caja antes de voltear a mirarlo, Yunqi rió también.
—¿Tu qué opinas Hermano Menor?—preguntó su amigo.
— Es decente —admitió, mirando a su hermana, la cual hizo un mohín, disconforme —. Por supuesto no puede compararse con la poesía de Zheng Haoxi —le dijo a ella—. Nadie es así de excelente.
Min Hengti no respondió nada y en vez de discutir con ellos se apartó, abriendo todos los demás regalos.
Dentro de cada caja se encontraron artículos similares. Había vestidos, maquillaje, adornos para el cabello, joyas, tónicos restauradores para la piel, sedas, hilos y muchas, muchísimas golosinas. Incluso se encontró con un par de zapatos. De entre todos los presentes en aquella sala, sinceramente, Min Hengti era la más emocionada, al grado que al final, Min Yunqi solo tomó asiento para contemplarla abrir regalo tras regalo. Haoxi y ambas doncellas, Sulan y Shi'en, lo observaron, intercambiando entre ellos miradas.
Su Hermano Mayor fue el único que se atrevió a acercarse y por supuesto tomar asiento junto a él.
— No pareces emocionado — murmuró Haoxi cuando su séptima hermana se distrajo.
Yunqi lo miró de reojo un momento, luego volvió su atención al maquillaje que descansaba en su manos. Un momento después le extendió el objeto a Haoxi, este lo tomó con cuidado.
— Estos regalos... —comenzó diciendo—. ¿Son para mí o para una princesa?
Haoxi rió amargamente, por supuesto, entre todas las personas del Palacio, su Hermano Mayor era el único que podía comprenderlo.
— En la teoría nos tratan igual que a un hombre —admitió este—, incluso llevamos nombres y títulos masculinos, nos educan como tal, pero en la práctica esperan que nos comportemos como una mujer—dijo el Dragón de Hierba—. ¿Realmente podemos culparlos?
No, definitivamente no podían, sin embargo eso no impedía que Yunqi deseara ser tratado diferente. Claro que estaba agradecido por la concesión de todos aquellos regalos, simplemente quería que estos fueran un poco más... más masculinos. Vaya, ni siquiera le gustaban los dulces, prefería la comida grasosa y picante antes que los sabores suaves o empalagosos.
Su doncella, sensible a su más mínimo cambio de humor, se apresuró a levantarle el ánimo, tomando una prenda de ropa, mostrándosela con alegría.
— La ropa es de hecho de los colores que usted prefiere —señaló ella.
De hecho lo eran, sí, así que sonrió y concedió a favor de esta. La doncella sonrió orgullosa, entonces Min Hengti se acercó a preguntarle si es que podía tomar algunas de las golosinas con las que se encontró, específicamente refiriéndose a los rollos de arroz rellenos de jalea de taro dulce. Yunqi le dijo que incluso, si así lo deseaba, podía hacerse de todos los pequeños postres. Inmediatamente Hengti, gozosa, le solicitó a su doncella que los tomase, guardandolos para llevarlos con ellas más tarde cuando volvieran al Palacio de Jade Puro, residencia de todas las princesas solteras.
Él y Haoxi se estaban divirtiendo bastante por el comportamiento infantil de la séptima princesa. Al menos alguien disfrutaría de todas esas cosas. Fue entonces que Sulan pareció recordar algo importante.
— Debería animarse, alteza —dijo esta, mientras le entregaba uno de los vestidos a otra doncella para que lo guardara—, después de todo hay excelentes noticias.
— ¿De que te has enterado? —preguntó curioso.
— El Maestro Nanjun entró anoche al Gran Palacio —le informó ella, luciendo contenta—. Probablemente por la tarde venga a buscarlo.
Su día mejoró notablemente después de escuchar aquello. Por fin Jin Nanjun había vuelto para verlo.
...
El Salón de las Cuatro Eminencias era un sitio amplio de paredes grises y cortinas azules oscuras. La luz del día apenas podía atravesar las rejillas de metal que cubrían las amplias ventanas. Nanjun podía escuchar el fuego naranja, crujiendo sobre las velas blancas, colocadas por toda la habitación. No había un solo rincón oscuro y los pocos sirvientes permitidos en aquella sala, todos eunucos de rango superior, se encargaban de cambiar las velas cuando era necesario. El calor de estas era suficiente para mantener alejado el aire frío de inicios de estación.
A su izquierda tenía a dos hombres de edad avanzada. El primero era Zhong Jiefeng, uno de los ministros con mayor influencia dentro de la corte; el segundo era Tang Jinzhu, uno de los tres Generales más destacados del Ejercito Imperial de Shui, conocido simplemente como General Tang y padre de la Señora Hermosa 'Ning', esposa de Tercer Rango del Emperador Shanhe.
Del otro extremo, a su derecha, cruzando la nave central, estaba el Príncipe de Primer Rango 'Xuan', hijo del emperador, seguido por los Generales Wanye y Zhou, también cuñados Imperiales. Y detrás de todos ellos, tanto a la izquierda como a la derecha, había al menos otros treinta hombres, todos ministros y oficiales, que escuchaban atentamente los informes del Ministro Superior y Príncipe de Segundo Rango 'Shi', Min Shanshi, undécimo hermano del Emperador. Nanjun no se permitió distraerse tampoco.
— El patrullaje de nuestros oficiales por los tres continentes ha sido diligente, las rebeliones han sido suprimidas —dijo el Príncipe Shanshi—. Sin embargo aún hay muestras de insurrección en las islas más distantes, donde la presencia del Imperio de Huo es recurrente. Las pequeñas tribus de Ké, Hǎidǎn y Kuòyú siguen fieles a nuestro Imperio, enviando tributos varias veces al año, no obstante mantienen relaciones comerciales estrechas con tribus vecinas del Reino de Tù (Tierra), incluyendo alianzas matrimoniales haciendo de aquellas mujeres concubinas de bajo rango.
Nanjun miró al Emperador y éste lucía disgustado con las noticias. No fue de extrañar, el Reino de Tierra es aliado fiel del Imperio de Huo(Fuego), enemigos de antaño del Imperio de Shui (Agua). No es secreto para nadie que la Dinastía Min ha intentado por trescientos años expandir su territorio hasta el continente del Sur. Tierras ricas en carbón y otros minerales combustibles.
— De igual forma oficiales al sur han notado una inusual y poco discreta actividad militar del Imperio de Huǒ, enviando Dragones a patrullar el espacio aéreo entre las pequeñas islas centrales de Tù y Shuǐ.
—¿Ha habido algún enfrentamiento o intento de cruzar hacia nuestras tierras sin autorización? —preguntó el Emperador Shanhe a su hermano, este negó rápidamente.
— Ninguna, se mantienen al margen de la frontera neutra, las rutas comerciales no se usan para ningún otro fin que no sean los permitidos y los comerciantes con licencia son los únicos que cruzan en apego a los Acuerdos 'Reales'.
Min Shanhe apretó los labios con molestia, el Príncipe 'Xuan' se apresuró a interceder:
— Son solo provocaciones, majestad —indicó Min Yunxuan—. Están buscando que respondamos con algún tipo de violencia para justificar su avanzada, si cedemos será solo un pretexto para que ocupen con motivo valido la Isla de Ruǎntǔdì.
— ¿Y qué hay de las tribus Hǎidǎn y Kuòyú tomando a mujeres de Tù cómo sus concubinas, haciéndolas madres de sus herederos?
— Son solo alianzas matrimoniales para fortalecer su relaciones comerciales —habló otro hombre, el ministro Gao —. Este tipo de relaciones comerciales han sido constantes entre pequeñas tribus de las Islas exteriores, tampoco puede olvidar que hasta hace trescientos años, esas eran tierras de Tù, es natural que mantengan a raya a las Tribus enemigas usando a sus mujeres como objeto* de cambio. Como yo veo la situación, incluso nos beneficia a nosotros, siempre que podamos mantener contentas a nuestras pequeñas tribus, tendremos asegurado su apoyo comercial y militar.
El Emperador Shanhe pareció pensarlo detenidamente unos segundos, después de ello alzó la mirada y lo señaló con un dedo.
— Oficial de Primer Rango Nanjun, ¿Usted qué opina? Entre todos mis soldados es usted quien con seguridad conoce mejor a la gente de las Islas exteriores.
Nanjun juntó ambas manos en un medio puño y asintió, tomando la palabra recién otorgada.
— Estoy de acuerdo con el Príncipe de Primer Rango 'Xuan' y el Ministro Gao —respondió con voz firme y alta—. Los líderes de las pequeñas tribus han demostrado de manera sólida su lealtad al imperio y es normal esta clase de tratos con tribus de reinos vecinos, sin embargo no me siento cómodo tomando la situación con suma ligereza, si bien no ha habido indicios de un posible ataque, es bueno que Su Majestad Imperial refuerce y aumente la presencia militar en estos territorios que son tan vulnerables —dijo mientras la mayoría de Ministros lo miraban seriamente, aliviados de que alguien dijera lo que ellos no se atrevían a abordar—. Debemos asumir que por su comportamiento, el Ejército de Huo está planeando algo en realidad, tal vez siendo una decisión impulsada por el estado de salud del Emperador Tián Zhāngjūn de Huo.
— ¿Realmente es tan mala su situación actual? —inquirió Min Shanhe—. Parecían ser solo rumores.
Otro ministro respondió:
— Donde no hay humo, no hay fuego**, majestad —dijo aquel anciano—. Si bien no podemos confirmar la gravedad de la enfermedad de Tian, podemos asumir que definitivamente no goza de buena salud.
Nanjun pudo encontrar una sonrisa satisfecha asomándose por el rostro duro de Min Shanhe, así que se animó a continuar:
— Por eso insisto, Su Majestad Imperial, que reforcemos el poder militar en las islas exteriores para asegurar la prevalencia del Imperio de Shui, además, si me permite agregar, podría estrechar lazos con las pequeñas tribus permitiendo que sus bellezas*** entren como Damas Imperiales para servirlo como esposas, o proporcionándole a sus mujeres de sangre pura títulos nobles como 'Mujeres extranjeras', elevando así el estatus y honor de sus familiares masculinos.
El Emperador le sonrió.
— Eres dedicado en tus pensamientos —concedió el hombre—. No me he equivocado en elevarte como Oficial de Primer Rango.
— Mis esfuerzos son por y para la Gloria de Shui —contestó.
Después de ello, y de que el Emperador ordenara a sus ministros y generales arreglar la situación tal como Nanjun había sugerido, se finalizó la sesión de la corte. Min Shanhe abandonó la estancia saliendo por la entrada trasera, fue solo entonces que los ministros, ofreciendo una última reverencia, comenzaron a vaciar el sitio, quedando hasta el final los hombres con mayor rango. Entre ellos él y el Quinto Príncipe Yunxuan.
Fue este último quien se acercó a él y le ofreció sus saludos.
— No he tenido la oportunidad de felicitar al Príncipe Nanjun —comenzó diciendo este—, por su reciente nombramiento como Oficial de Primer Rango. Que este evento llene de gloria y honor a su familia real y todo su clan.
Nanjun agradeció las felicitaciones, sonriendo y ofreciendo una reverencia corta.
— Agradezco las buenas palabras del Quinto Príncipe —respondió—. También debo felicitarlo por su ascenso a Príncipe de Primer Rango 'Xuan' y por sus futuras nupcias con mi hermana. De hoy en adelante podemos tratarnos como familiares cercanos.
Min Yunxuan le sonrió y agradeció, agregando que de hoy en adelante, si él lo permitía, podían tratarse como hermanos, ya que pronto, ante la ley, serían cuñados imperiales. Nanjun le concedió con gusto tal favor.
— ¿Príncipe Nanjun, puedo solicitar su consejo? —preguntó el quinto príncipe, Nanjun le extendió una respuesta afirmativa—. ¿Hay algo que en lo particular adore su hermana? Quiero ser un buen esposo para ella.
Una pregunta inesperada sin dudas. Nanjun se contuvo de hacer alguna clase de gesto que delatara sus verdaderos pensamientos.
— Mi hermana es sencilla y poco ambiciosa—mintió con serenidad—. Ella estará contenta siempre que usted la tenga presente en su corazón.
Yunxuan relajó sus hombros, aliviado.
— Bien —dijo—. Eso es bueno sin lugar a dudas. Tenga la seguridad que siempre velaré por los intereses de su hermana y nunca dejaré que mis acciones la deshonren a ella y a su familia.
— Sé que así será —aceptó, luego ofreció una reverencia de despedida—. Ahora, sí Su Alteza Imperial no tiene más consejos que solicitar y me lo permite, me retiraré. Quisiera conocer el avance que mi viejo alumno ha tenido durante estos tres años de mi ausencia.
— Vaya—le permitió Yunxuan, sonriendo gentilmente—. Encontrará que mi noveno hermano no se atrevió a descuidar su entrenamiento ni un solo día.
Jin Nanjun esperaba que así fuera aunque si resultaba lo contrario tampoco encontraría fallas en Min Yunqi, pues lo único que deseaba era escuchar su dulce voz nuevamente. El noveno príncipe podía ser tan descuidado tanto como quisiera, de igual modo él lo seguiría adorando.
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*En la antigüedad, no es ningún secreto, enviaban a las mujeres a casarse lejos, usadas como moneda de cambio entre reinos y pequeños gobiernos, para asegurar la paz entre los diferentes territorios. Si alguna de las partes quebrantaba los pactos o hacía alguna acción que sus aliados consideraban desventajoso o traición, estos últimos siempre podían matar a estas mujeres como represalia.
**«Donde no hay humo, no hay fuego», es una expresión china que equivale al refrán español «Sí el río suena es porque agua lleva» y que explica que de cualquier indicio, físico o hablado, se puede deducir un hecho. Se aplica en particular para afirmar que cualquier rumor tiene, por mínimo, algún fundamento.
***Bellezas se refiere a mujeres muy hermosas o muy valiosas, pudiendo ser princesas o hijas legítimas de los líderes de las tribus o pequeños gobiernos
Minmin YoonJi: Ahora si, la espera termino, es momento de reomancear. Ya se van a ver nuestros dos tortolitos.
*Inserte gritito de perra loca*
P. D. En esta parte ya hay pequeños spoilers de lo que se avecina.
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