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IV

Caminando con la cabeza agachada, con la esperanza de que nadie lo reconociera, Dimitri se dirigía hacia el lugar donde creía se encontraba Allen. Durante su recorrido, logró mirar un grupo de militares sin casco y en su uniforme algunos símbolos que los distinguían de los soldados regulares; antes de que se topara con ellos, se escondió en la entrada a un callejón de forma que pudiera mirar cuando el grupo de soldados pasara a su lado. Estando ya fuera de peligro, continuó caminando hasta llegar a un bar de mala muerte donde, según sus recuerdos, podrían encontrarse desde asesinos, hasta aventureros que, solo por unos cuantos tabores, realizarían misiones casi suicidas, solo por la desesperación de comer algo.

Entrando en aquel lugar, le extrañó que estuvieran varios lugares ocupados, ya que lo normal, para él, es que se encontrara casi vacío. Con la intención de llegar a donde intuía, se ubica el comerciante, subió al segundo piso de aquel establecimiento, ante él, se encontró un pasillo con varias habitaciones; se dedicó a mirar por la pequeña hendidura que separa al marco de la puerta de los diferentes cuartos, cuando logro dar con la habitación donde se encontraba su objetivo, abrió la cerradura de la puerta ávidamente con unas pequeñas pinzas sin llegar a hacer ruido. Cuando estuvo adentro, solo se escondió en un rincón oscuro de aquella habitación.

Solo con la luz de una vela, sentado en una mesa revisando unos documentos, los cuales pueden ser referente a la negociación de las piedras mágicas, sintió que algo raro estaba pasando en su cuarto, a lo cual presto más atención a su alrededor que a los documentos, aunque no cambió la postura que tenía. Cuando supo de lo que podía tratarse, dejo a un lado los papeles que estaba examinando y decidió hablar para advertir que ya sabía que alguien se encontraba con él.

–Puedes decirme tu intención al entrar aquí... Dimitri –dirigiendo su mirada hacia su derecha, mirando a un librero vacío.

–Bueno, quería ver a tu cliente, pero al parecer llegue tarde a la negociación. Pero ahora estoy más interesado en saber sobre la alta presencia militar en este lugar. Si tu comentaste algo de nosotros aquí... –no logró terminar ya que lo interrumpieron.

–No te preocupes, de igual forma me inquieta que esto esté así. Te puedo asegurar que no he dicho ni diré nada. Así que puedes ir tranquilo por ahí, si es que puedes, claro está.

Dimitri se acercó por la espalda a Allen, tomándolo por el hombro, le enseño una de sus dagas con intención de que sintiera miedo de su presencia.

–Espero que cumplas tu parte, por qué de no ser así, te llevare conmigo al infierno.

Se despegó de Allen con la intención de retirarse de aquel lugar. Al abrir la puerta y antes de salir le comentó al comerciante.

–Solo quiero decirte que, para regresarnos mañana, tomaremos el camino más lago, así que prepárate para un día más de viaje. Pasaremos por el pequeño pueblo que se encuentra a las orillas del camino.

–No sé para qué quieres llegar a ese pueblo, igual no me interesa lo que hagas, pero está bien.

Cuando escucho que Allen aceptaba su petición, Dimitri salió de aquel lugar y, con rapidez, regreso hacia la posada donde se estaban hospedando.



Con ropa casual, Argos se encontraba cerca de la plaza principal de aquel pueblo, caminando por los alrededores de Loran para descubrir si hay algo interesante que ver, por desgracia sus intentos eran en vano, no logro encontrar algo que le llamara la atención, por el contrario, mientras más observaba, estaba seguro de que había algo raro en aquel lugar.

Pasando por un puesto de frutas, compró unas cuantas para llevar con Luna y Dimitri y así comer algo. Mientras caminaba por las calles, de regreso a su posada, empezó a comer una de aquellas frutas mientras pensaba en lo que comentó Dimitri sobre aquel lugar, así como en la inquietud de Luna sobre su intuición sobre aquel lugar.

–Es cierto que aquí parece que hay algo extraño, aunque no sé qué es exactamente –pensaba para sí mismo–. Espero que no pase nada malo mientras estamos aquí, si así transcurre todo, estaremos bien.

Mientras su mente estaba con esa idea, un ladrón aprovechó para acercarse corriendo y tomar rápidamente la bolsa con las frutas que había comprado, debido a la rapidez con la cual sucedió, el hecho lo tomo por sorpresa y cuando se percató, el ladrón ya estaba varios metros retirado. Emprendiendo la carrera, y sin quitarle la vista para seguir su camino, logro alcanzarlo, por desgracia, huyo hacia una calle sin salida. Al ver este percance, Argos sentía que, de haber una pelea, la situación para él y sus compañeros se vería con dificultades al momento de irse de Loran; por esto pensó en una manera para que todo esto no escalara a mayores problemas.

–Sera mejor que me des esa bolsa, así nos evitamos problemas los dos –extendía la mano mientras decía eso.

–Creo que lo mejor será que nos des todo lo que traes contigo –señaló hacía la parte trasera de Argos.

Cuando volteó, miro que se encontraban otros dos sujetos que le bloqueaban la salida de aquel callejón oscuro; pensando en que no había otra opción que defenderse, sabía que no podía activar su armadura, ya que, de hacerlo, podría atraer demasiado la atención de otro tipo de personas, y no quería meterse en más problemas, por lo cual solo se puso en modo de defensa en espera del ataque de los ladrones.

–Así que piensas pelear –decía burlándose de Argos–, pues espero que sepas moverte.

Dicho esto, los tres ladrones sacaron cuchillos con la intención de herirlo gravemente, para así quitarle el dinero que pudiera tener. Cuando los tres estuvieron listos, empezaron un ataque en conjunto basado más en la velocidad que en la fuerza. Sorprendido por esto, Argos no pudo ver en qué lugar estaban los ladrones; cuando sintió la cercanía de uno, pudo esquivar y desviar el ataque de aquel hombre, por desgracia recibió una cortada leve en un costado del abdomen, pues no le dio tiempo para esquivar aquel golpe, lo que lo hizo pensar en una forma de defenderse, pero a la vez que no les provocara un daño grave a sus oponentes. Cuando tenía una oportunidad, lanzaba unos cuantos golpes hacia donde creía que estarían los atacantes, pero era inútil, la agilidad y rapidez de aquellos tres ladrones era algo con lo cual no podía competir, así que solo se dedicó a defenderse y desviar los ataques.

De un momento a otro, logro mirar como algunas chispas salían de varios lugares, sin entender lo que pasaba, solo espero a que no fuera algo que también lo atacara a él; en un instante, uno de los tres ladrones cayó inconsciente a un lado de Argos, sorprendido por completo ya que no comprendía por qué sucedió eso. Poco después, ocurrió lo mismo, otro ladrón estaba noqueado bajo sus pies, para que al final, aquel que le quito las cosas que compró se encontrara vencido, pero consciente, frente a él, con la espalda algo despegada del suelo, apoyándose en sus brazos, cuando miró que la batalla acabó, Dimitri aparece frente a él, sin saber de dónde salió, pero se sentía aliviado de que fuera él y no alguien que le pudiera hacer daño.

–Te dejo solo un momento y ya estás en problemas. Lo bueno es que ella no se encuentra aquí, sino creo que saldría lastimada –se refería a Luna.

–Gracias por venir a ayudarme, pero ¿cómo sabias que estaba aquí? – preguntó para contestar esa duda que tenía.

–Pasaba por aquí y supe que eras tú –eso era mentira, se dedicó a seguirlo después de terminar su reunión con Allen.

–Bueno, gracias.

–Lo que sea –desvió su mirada de quien fuera atacado en un principio–. De acuerdo, al parecer sus armas son algo viejas y necesitan algo nuevo –sosteniendo con sus manos los cuchillos que tenían los ladrones, los rompió y tiró frente al hombre que se hallaba tumbado en el suelo– será mejor que te largues de aquí.

Habiendo hecho esto, aquel sujeto se paró precipitadamente y salió corriendo por la única salida existente de aquel lugar. Caminando hacía la bolsa con frutas tirada en el suelo, la recogió y se la entregó a Argos, camino directo a la calle y, dirigiendo la mirada a su compañero, le comentó.

–Sera mejor regresar con Luna.

–De acuerdo.

Salieron del callejón y fueron rumbo al hostal para encontrarse con su compañera.



Cuando Dimitri salió de la habitación, Luna se quedó sentada un rato en la cama, para poder pensar un rato en que pasaría ya de regreso a Kudra. Mientras más pasaba el tiempo, pensaba en cosas completamente diferentes hasta el punto de llegar a recordar su pasado. Cuando llego a rememorar cómo fue su infancia y juventud, se puso triste al visualizar aquellos pasajes de su vida; aguantó las ganas de llorar para que no la vieran así Argos y Dimitri, en caso de que llegaran en ese momento, con la intención de no preocuparlos. Cuando se recuperó de ese sentimiento, se levantó y decidió tomar un baño.

Quitando sus prendas y mostrando una piel blanca, casi lechosa, con un cuerpo que no envidiaba a ningún otro; salvo por una cosa, desde su espalda hasta su abdomen, junto a sus pechos y piernas, estaba cubierto de llagas debido a múltiples heridas que, solo al verse al espejo, se arrepentía de tenerlas, pero se reconfortaba al saber que no fueron su culpa. Cada una de ellas tiene una historia detrás, historia que está llena de sufrimiento e inmenso dolor.

En un baño de varios minutos, se fueron las preocupaciones y rememoro los momentos que ha vivido junto a Argos y lo extraño pero interesante que es Dimitri para ella, dos amigos que le costó hacer, y no quisiera que algo de su pasado fuera a quitarle eso. Cuando termino de bañarse, se puso un nuevo conjunto de ropa y espero a que sus compañeros regresaran. Se puso a leer unos cuantos libros de magia que tiene consigo, uno de sus pasatiempos.

Cuando termino de leer hasta donde quería, se sentía aliviada de poder aprender algo nuevo. Con la intención de ver si estaban por llegar Argos y Dimitri, asomó su vista por la ventana para ver si por alguna de las calles que daban a su vista se podría mirar si ellos estaban por llegar. Cuando bajó su mirada a la calle contigua, miro el rostro de un militar, un poco asustada, se retiró de la ventana esperando que no la haya visto, lo que más le preocupa es que aseguraba que había visto a aquel hombre en algún momento de su vida.

Asustada, se sentó en un rincón de la habitación con la intención de calmar sus nervios, con la mente repleta de aquellos recuerdos de su pasado; esperando a que se despejara su cabeza, escucho que alguien subía por las escaleras, ya que la habitación daba justa a ellas, cuando los pasos se detuvieron cerca de la puerta, se aterro pensando que aquella persona que miro por la ventana logro ubicar su lugar, con el corazón acelerado por el miedo, escucho como tocaban la puerta para averiguar si alguien se encontraba adentro de la habitación.

– Luna, ¿puedes abrir? Somos Dimitri y yo, Argos.

Aliviada de que no fuera lo que ella estaba pensando, se levantó del suelo y se dirigió a la puerta para abrirla. Dejando pasar a los dos aventureros, le comenzaron a contar lo que sucedió y que es lo que va a pasar cuando fueran a regresar a Kudra.

–... Así que pasaremos primero por ese pueblo. Es bueno saber que no pasaremos la noche en el exterior –terminó de explicar Argos.

–Igual a mí, eso me alegra respondió Luna, aliviada–. Pero ¿para qué tomar ese camino? Entiendo que por lo qué paso en aquella ocasión, pero me extraña tomar el camino más largo.

–Entiendo esa preocupación, pero pueden confiar en mí. A parte, necesito realizar algo ahí.

–Bueno, entiendo eso, ¿pero es necesario?

–Sí, es algo importante para mí.

–Siendo así, por mí no hay problema. De todos modos, será el mismo tiempo, solo unas cuantas horas más de viaje –fueron las últimas palabras de Argos sobre el tema.

–Por mí tampoco hay problema, estaremos seguros por una noche. Y sabiendo que tú conoces el lugar no me sentiré preocupada.

–Gracias por comprenderlo.

–Bueno, que tal si comemos algo de la fruta que compre.

–De acuerdo.

Feliz de que pudieran entender el cambio repentino en el viaje sin hacer demasiadas preguntas, espero a que fuera el día de mañana para partir y poder realizar lo que necesita para comprender lo que sucedió aquella vez que provoco su más grande infortunio. Mirando como sus compañeros estaban emocionados por la fruta que Argos había conseguido, se levantó del suelo y caminó hacía ellos para comer juntos.

–Nomas déjenme comer algo a mí también... – decía con una pequeña sonrisa.

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