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CAPÍTULO 42 : TITÁN

La nave aterrizó en el suelo asfaltado de Titán, que servía como pista de aterrizaje espacial. Todo era artificial, y todo estaba perfectamente organizado, ya habían avisado a Ray con una hora de antelación de aterrizar en esa pista. Kikitaro miró por la ventana de la nave. No había ni un signo de naturaleza por ninguna parte, entonces la nave frenó y Blen ordenó:

-Bajad, cuanto antes resolvamos esto mejor.

La puerta de la nave se abrió, y todos bajaron de esta. El cielo de Titán era azul, el aire era artificial y suave. Se respiraba con dificultad en aquella atmósfera artificial. Kikitaro miró a su alrededor, se encontraban en una enorme pista de aterrizaje de asfalto metálico. Pronto un comisario de la base se les acercó y les indicó la salida. No parecía muy amable y nadie le pregunto dónde estaba la sede del gobierno. Pronto salieron a la ciudad, en una calle concurrida por naves espaciales. Había muchísimo más ajetreo que en Luminor o en cualquier planeta que conocían nuestros héroes. Ray, ante la estupefacción de sus compañeros, dijo:

-Tranquilos, Bruno me dio un mapa de Titán por si las moscas. -El piloto sacó de su bolsillo una pequeña esfera de metal. Apretó un botón rojo que tenía en el centro y la bola se abrió, mostrando un mapa tridimensional del planeta Titán. -Bueno nosotros estamos aquí. -indicó Ray aumentando el mapa y señalando un punto rojo-Y la sede del gobierno está aquí, a unos diez kilómetros en dirección Oeste.

-Bueno tendremos que coger un vehículo para llegar. -razonó Reyson.

-Así es, podemos alquilar una aeronave de ciudad. -indicó Mikam.

-Sí, no es mala idea, la parada de estos vehículos se encuentra a tan solo unos metros de aquí. -afirmó Ray mirando otra vez el mapa.

-Bueno pues en marcha, dirígenos Ray. -ordenó Kikitaro.

Ray obedeció al niño y se puso al frente del grupo dirigiéndoles por multitud de calles transitadas por asombrados transeúntes y robots de diversas clases. Un grupo de jóvenes se quedaron mirando sorprendidos a Mikam y al arco de Kikitaro. El arquero les oyó decir salvajes. El niño no se enfadó, sino que sonrió. Pronto llegaron a la parada de aeronaves de alquiler. Había mucha gente esperando en su interior., cada pocos minutos una aeronave aparecía y se llevaba a sus ocupantes a donde le pedían. Eran una especie de taxis sin ruedas. Eran bastante grandes, cabían ocho personas, sin contar al piloto. Pronto les tocó el turno a nuestros héroes de subir en estas naves que. estaban pintadas deblancocon una banda roja. Todos subieron en la nave y el piloto de esta preguntó:

- ¿Hacia dónde quieren ir?

-Hacia la sede del gobierno si es usted tan amable. -contestó Ray que se sentó al lado del conductor de la nave.

-Sin problemas. -luego dirigió una mirada sorprendida al lobo blanco- caramba ¿eso es un ser vivo?

-Sí, soy un ser vivo. -contestó el lobo ante la estupefacción del piloto de la nave de alquiler.

-Caramba nunca había visto ningún animal. Ya sabrán que aquí no hay naturaleza. -informó el rollizo piloto de la nave.

-Sí lo sabemos. Como verá somos extranjeros. -informó Reyson.

-Sí no se ven muchos extranjeros por aquí. En fin, ya hemos llegado, son 1.000 créditos. -informó el conductor.

La nave ya había parado cerca de un edificio gigantesco de un color naranja perlado

Ray se sacó una bolsa de su bolsillo y dijo:

-Tome 1.500 créditos por la conversación.

-Muchas gracias. Está claro que ustedes son buena gente. -diciendo esto el piloto rollizo hizo despegar la nave y se fue.

- ¿Por qué le has dado 500 créditos de más? -preguntó Genis.

-Para tenerle contento y hable bien de nosotros. Son trucos de la ciudad. - contestó Ray guardándose la bolsa de créditos otra vez en su bolsillo.

Llegaron a la puerta del enorme edificio, dos guardias armados con unas grandes escopetas láser vigilaban la puerta. De repente un guardia, apuntándoles con su arma preguntó:

- ¿Qué desean extranjeros?

-Ver al presidente Víctor señor, somos de la orden de Luminex. -contestó Kikitaro.

-Esperen un momento por favor. -contestó el guardia cogiendo su comunicador y sin dejar de apuntar a la compañía. El guardia se acercó el comunicador a la boca y habló-Señor, perdone que le moleste, hay unos tipos de la orden de Luminex que quieren verle.

-De acuerdo, déjenles entrar. -contestó la otra voz enseguida.

-Sí señor-el guardia se guardó su comunicador y les dijo a nuestros héroes- Perdonen las molestias, entren, el presidente les está esperando.

Todos entraron, y otro guardia les dirigió hacia un gigantesco ascensor. Tenía muchísimos botones. El guardia toco a dos y el ascensor subió velozmente. De repente el ascensor dorado paró y su gigantesca puerta se abrió. Enfrente del ascensor se encontraba otra puerta metálica con otros dos guardias armados vigilándola. Los guardias de la puerta los miraron y ordenaron:

-Entrad, no hagáis esperar al presidente.

-De acuerdo- contestó Kikitaro mientras el otro guardia mas moreno abrió la puerta metálica.

Entraron todos en una gigantesca habitación con gigantescas ventanas decoradas con enormes cortinas rojas. Las alfombras del suelo tenían el mismo color, en el centro de la habitación sentado en una gran mesa negra estaba Víctor, el presidente de Titán vestido con ropas formales negras, pero sin corbata y con sus grandes alas fuera del traje. Nada más verles les saludó:

-Hola, me han dicho que sois de la orden. ¿Qué deseáis?

-Disculpe nuestra inoportuna visita señor. -contestó Kikitaro-pero necesitamos ayuda de guerra.

-No creo que sea inoportuna, los miembros de la orden son siempre bien recibidos. ¿Ayuda de guerra? -preguntó el presidente con el rostro muy serio.

-Así es, como usted sabrá hay un asesino oscuro que esta causando problemas a la orden. Nuestra misión pedir la ayuda de todos los planetas aliados, para poder vencer en la guerra a este brutal enemigo.

-Sí algo había oído. La gente de este planeta apoya de corazón a Luminex tras la ayuda que les dio tras el incidente del virus, así que si mando tropas de ayuda me estarán más que agradecidos. La raza de Titanes de este planeta se ha vuelto más bondadosa. -explicó Víctor.

-Gracias señor. -agradeció Kikitaro.

-De nada será un placer para mí. Luminex hizo mucho por mí y por este planeta, aunque al principio pensaban que no. ¿Deseáis algo más? -preguntó cordialmente el presidente.

-Si no es mucho pedir, desearíamos contactar con Luminex para saber nuestro próximo destino.

-Por supuesto, pero yo no sé como llegar hasta él. Os puedo dejar mi equipo de comunicación, pero...-razonó el ángel.

-Tranquilo. Si usted nos deja el equipo yo podré contactar con él. -explicó Ray.

-Muy bien entonces. -dijo Víctor mientras chasqueaba los dedos.

En el lado derecho de la sala se abrió una pared, mostrando un gran televisor y una gran mesa al lado.

-Vaya, tenéis muy buen equipo aquí-felicitó Ray mientras se sentaba en la mesa y tecleaba la coordenadas para contactar con Luminex.

-De nada, me gustaría ver otra vez a mi viejo camarada. -contestó el presidente.

Todos se pusieron alrededor de Ray y de repente la en la pantalla apareció Luminex:

- ¡Qué buenas noticias recibir un mensaje vuestro desde Titán! -exclamó el jefe de la orden, sorprendido.

-Luminex, verás hemos conseguido ayuda de todos los planetas a los que nos enviaste, además de la de Venus. -explicó despacio Kikitaro.

- ¡Buen trabajo sabía que podía contar con vosotros! Además, veo que Reyson está sano y salvo. Esto está saliendo muchísimo mejor de lo que me esperaba. -felicitó el guerrero.

-Gracias. Hemos contactado contigo para que nos digas nuestro próximo destino. -informó el arquero.

-Claro, aprovechando que estáis en Titán iréis al sistema de Altair.

- ¿Dónde se encuentra eso? -preguntó Ray.

-Tranquilo enviaré un mensaje de aviso a ese sistema y os daré las coordenadas. Víctor. -llamó Luminex.

- ¿Si señor? -respondió Víctor.

-Necesito que envíes a mi equipo de reclutación de ayuda a Altair mediante tu teletransportador. -pidió el guerrero.

-Por supuesto. -contestó el ángel.

-Vale, entonces ningún problema. Os he enviado ya las coordenadas. No tengo nada más que decir, salvo que seáis cuidadosos con los habitantes de ese sistema. -pidió Luminex.

-Descuida-contestó Selenya.

-Efectivamente, ya he recibido las coordenadas en mi dispositivo. -informó Ray.

-Os tengo que dejar gracias por tu ayuda, viejo camarada-se despidió el guerrero.

La gran pantalla se apagó y Luminex desapareció. Entonces Víctor llamó a dos de sus guardias y ordenó:

-Llevadlos hacia su nave y preparad los dispositivos de teletransportación hacia estas coordenadas. -ordenó el presidente.

- ¡Cómo desee!

El guardia los condujo fuera de la habitación junto con Víctor. ¿Conseguirán llegar a su destino?

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