CAPÍTULO 39 : KALOS
Después que les dieran vía libre para aterrizar en el planeta, todos se pusieron manos a la obra para preparar el aterrizaje lo más rápido posible. La nave se acercaba lentamente hacia la superficie de Marte. Cuando tocó el suelo, con las pequeñas ruedas de metal se deslizó unos cuantos metros, hasta frenarse completamente. Ray apagó los controles de la nave y abrió las puertas para que todos salieran. El primero en salir fue Kikitaro, seguido de Mikam y lo primero que vio fue una comitiva de elfos que lo estaban esperando, cuando todos estuvieron fuera un elfo de pelo anaranjado les habló:
- ¿Cuál es vuestro líder? -preguntó el elfo.
-Luminex-contestó Kikitaro.
-No, me refiero a vuestro líder en el grupo. -negó el elfo con elegantísima cordialidad.
-Se podría decir que es Kikitaro. -afirmó Selenya.
- ¿Qué? ¿Yo? -preguntó el niño.
-Sí, tú eres el que nos sacó de Venus. -razonó el lobo.
- ¿Hay desacuerdo entre vosotros? -preguntó el elfo.
-No, yo soy el líder de este grupo. -se resignó Kikitaro para no crear problemas.
-De acuerdo sígueme. A los demás les ruego que permanezcan cerca de esta zona, en el gran valle élfico. Esta comitiva les guiará y les acomodarán lo mejor posible. -pidió el elfo con una reverencia.
Khaos ya se iba a quejar, pero Kikitaro le puso la mano en el hombro:
-Será mejor que hagáis los que os ha pedido, estaré bien. Esta gente es muy cordial. Reyson si hay algún problema te dejo a ti al mando. -ordenó el niño.
-Como quieras. -contestó el elfo.
Todos se despidieron del niño que fue conducido por el elfo de pelo anaranjado que le habló:
-El rey de Elfina, nuestro amado planeta, ha venido lo más rápido que ha podido para daros audiencia, estaba en los lagos subterráneos tomándose un descanso. Tiene mucho trabajo.
-Ya veo.
-Si no os importuna mi petición, me gustaría que me dijera su nombre y descendencia.
-Mi nombre es Kikitaro Junkel. Soy hijo de Kakarot Junkel y Arcadis Elfiel.
-¡Oh! ¡Si usted tiene sangre real! -exclamó el elfo que ya lo conducía a las puertas de un pequeño castillo amarillo y azul, más que un castillo, era como una comisaría para controlar los pequeños incidentes de la región en la que se encontraban.
-Así es. El rey de este planeta es mi tío. Nunca le he visto pero su nombre me inspira cariño y respeto.
-Hace bien en respetarle señor. Es un rey muy sabio.
- ¿Y que hay de ti? No me has dicho tu nombre.
- ¿Un simple guardia presentarse a un príncipe y futuro Rey? No debería.
- ¿Por qué no? Si yo me he presentado a ti.
-Si usted insiste. Mi nombre es Maxim y soy miembro de la guardia real, destinado en esta región de Elfina.
-Encantado de conocerte.
-Igualmente señor.
La conversación se acabó en ese punto, ya que el elfo conducía al arquero por pasillos estrechos, decorados con cuadros y repletos de puertas. Pronto llegaron a una escalera hecha con un material extraño de color blanco. La subieron hasta el tercer piso, que era el último. Y allí estaba una puerta de color azul. El elfo llamó a la puerta, pero no como lo hizo Broy en Venus con la espada, sino con los puños.
-Pasad-ordenó una voz potente en del interior.
Maxim entró delante del niño, anunciando:
-Kikitaro, hijo de Kakarot Junkel y Arcadis Elfiel, líder de la nave Luminor-357 viene a hablar con usted.
-Ya veo Maxim, puedes retirarte.
-Como desee-se despidió el elfo con una reverencia-Buena suerte-le susurró a Kikitaro al salir cerrando la puerta con un leve crujido.
El rey de Elfina tenía el pelo azul recogido con una cinta fina de color grisáceo, unos ojos como los de Arcadis y un color de piel más bien pálido. Aparentaba ser joven, pero Kikitaro sabía que ya tenía sus años, ya que era mayor que su madre. Sus ropas eran de color verde por la parte de arriba y de un color azulado por la parte de abajo. Llevaba una espada larga envainada al cinto. Kalos abrazó a su sobrino, ante la sorpresa de este:
- ¡Cuánto tiempo sin verte sobrino mío! -exclamó el rey elfo.
- ¿Me habías visto antes? -preguntó Kikitaro sorprendido.
-Sí, cuando solo eras un niño pequeño.
-Ya veo. Ahora te tengo que informar de un trágico incidente.
- ¿Le ha pasado algo a Luminex o algún miembro importante de la orden?-Kalos cada vez estaba más preocupado.
-Luminex está bien. Pero mis padres han muerto-informó Kikitaro intentando que no le temblara la voz.
- ¿Qué? Oh, lo lamento mucho pequeño. ¿Qué paso? -Kalos se mostraba muy preocupado y apenado y este hecho, se veía reflejado en su mirada.
-Trataban de protegerme mientras conseguía la técnica de mi otro tío, el Tlydoscopio y murieron a manos de unas marionetas del asesino oscuro. También intentaron protegerme mientras, iba a la nave que nos tendría que llevar aquí.
-Ya veo. Tú no tienes la culpa de nada. Es mas me sorprende que seas tan valiente a tu edad. Sin duda llevas sangre real elfa en la sangre. Si quieres algo no dudes en pedírmelo, te ayudaré en cuanto pueda.
-Gracias, a pesar que hace tiempo que no me ves, te comportas como un padre.
-Al fin y al cabo, eres de mi familia y lo que más quería mi hermana en este mundo, me veo obligado a hacer lo que estoy haciendo.
-Gracias, tío. Ahora tratemos del tema d e al orden de Luminex por el cual estoy aquí.
-Habla. Haré todo cuanto pueda.
- No lo dudo. Luminex se está preparando para la guerra contra el asesino oscuro. Y nos ha destinado a pedir ayuda a nuestros aliados para combatir a este gran enemigo. Por el momento tenemos la ayuda de Venus y de los Lunáticos.
-Ya veo. No me va a ser tan fácil darte la ayuda como quisiera, aunque la orden y Elfina son aliadas.
-¿Por qué?-preguntó Kikitaro alarmado.
-Por que aquí tenemos una tradición. Todo aquel que quiera pedir ayuda al pueblo elfo debe someterse a una prueba. Podríamos prescindir de esta tradición, pero el pueblo no lo permitiría ya que la princesa Arcadis ha muerto. Lo mejor será que realices la prueba y les demuestres lo que vales. No se fiarán de ti. Creerán que vienes a quitarme el trono.
-¡Eso son tonterías! Yo no quiero gobernar un planeta, sólo vivir y hacer justicia.
-Lo he sabido en cuanto te he mirado. Pero yo no puedo hacer nada al respecto. El pueblo no me dejara ayudaros si no te someto a la prueba.
-¿Y en qué consiste esa prueba? No tengo más remedio que hacerla, necesito toda la ayuda posible.
-Consiste en un duelo entre el solicitante de ayuda, en este caso tú, y el rey de Elfina.
-Eso no puedes ser. No quiero pelear contra ti.
-No es un duelo a muerte. Como mucho el perdedor se llevará unos cuantos rasguños y algunos moratones.
-Entonces acepto, lucharé contra ti.
-No se hable más. Llamaré a Maxim para que prepare el campo de batalla de inmediato.
-De acuerdo iré donde están mis compañeros. Gracias por todo tío. Has hecho todo lo que has podido.
Kikitaro fue conducido por un elfo, menos charlatán que Maxim, hacia la ciudad donde se encontraban sus compañeros. No tardaron más de media hora terrestre en llegar. La comitiva se encontraba alojada en una gran casa de piedra que era como una posada en Elfina. Kikitaro se sentó al lado de Khaos y Genis nada más entrar al salón:
- ¿Qué tal ha ido? -preguntó Genis dándole la mano en señal de saludo.
-Bastante bien dentro de lo que cabe. - contestó el arquero devolviendo el saludo.
- ¿Te ha concedido la ayuda? -preguntó Reyson.
-No. Me tengo que enfrentar con él en un duelo.
-Esto es más complicado de lo que me imaginaba. -refunfuñó Mikam.
-Estaré bien, no es un duelo a muerte. Además, tengo mi Tlydoscopio. Le venceré para que mis padres estén orgullosos de mí.
De repente Maxim entró en el salón:
-Señor el campo de duelo está preparado, le conduciré a usted y a sus amigos hasta allí.
-Claro.
Pronto empezaría el combate y Kikitaro iba a poner toda la carne en el asador para conseguir la valiosa ayuda de los elfos de Elfina.
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