Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 36 : EL PLANETA VENUS


Todos estaban nerviosos, ya que no podían salir del planeta y además era la primera vez que llegaban allí. Pero Reyson habló:

-Está bien decidido. Seguidme todos.

Todos hicieron caso a Reyson sin rechistar, aunque estaban un poco extrañados. Todo les parecía igual a cada paso. Las mismas rocas verdes y amarillentas y el mismo suelo. Caminaron más de una hora cuando al fin Reyson habló:

-Lo mejor será comer un poco.

- ¿No tienes ni idea de por dónde vas, ¿verdad? -preguntó Kikitaro.

-Sí, estuve anteriormente en Venus. -contestó Reyson esquivando la mirada del arquero.

-Dejadle el sabe lo que hace-ordeno Blen, y todos se callaron.

Ray sacó comida de su mochila que había conseguido sacar de la nave. Todos comieron la carne cocinada, fría, sin rechistar, era mejor que nada. De repente Reyson alzó la cabeza.

-Se aproxima alguien. Pase lo que pase no desenvainéis las armas. -ordenó Reyson.

Pronto confirmaron lo que había dicho el espadachín. Unas figuras se les acercaban peligrosamente montadas en naves ligeras de reconocimiento. Entonces Selenya preguntó:

- ¿Hay habitantes en Venus? Creía que ya no quedaba nada.

-Pues es evidente que estabas equivocada, amiga. -contestó Reyson.

Las naves de reconocimiento no tardaron en llegar a su posición. Dos personas con el pelo largo bajaron de las naves. Uno tenía el pelo rubio y el otro morado:

- ¿Tu eres Reyson verdad? -preguntó la persona del pelo rubio.

-Así es-contestó el aludido.

- ¿Cómo tienes tanta cara de volver? -preguntó el del pelo morado.

-Déjale Ceisc, no nos corresponde a nosotros juzgarle, sino al rey. - le calmó su compañero.

Entonces uno de los guardias sacó una especie de esposas y se disponía a ponérselas a Reyson, pero Khaos desenvainó su espada y se interpuso en su camino:

-Déjale en paz. -amenazó Khaos con su espada.

-Chico, no tenemos nada en contra tuya. Deja que hagamos nuestro trabajo. -dijo el hombre rubio.

-Khaos agradezco tu gesto, pero guardad las armas y sed pacíficos. Hay que solicitar ayuda a cualquier pueblo que nos encontremos ¿recuerdas? -ordenó Reyson ofreciendo las manos para las esposas que le puso el hombre.

-De acuerdo, pero si te hacen algo no dudaré en pelear. Kikitaro, guarda el puñal que escondes en la manga, le haremos caso. - respondió Khaos guardando su arma.

Los dos hombres subieron a Reyson a una nave de reconocimiento, esposado, mientras que a los demás les pusieron en la otra totalmente libres. Genis, al cabo de un rato, preguntó al guardia que llevaba la aeronave,  Ceisc, el que tenía el pelo morado:

- ¿Por qué le esposáis a él y a nosotros no?

-Porque a él no le podemos tocar con nuestras armas, pero a vosotros si os rebeláis si. A parte no sois peligrosos para nosotros. -contestó el guardia tranquilamente.

-Ya veo. ¿Hacia dónde nos lleváis? -preguntó Khaos esta vez.

-Hacia el palacio del rey.

Nadie volvió a preguntar nada. En la lejanía ya se veía un castillo enorme. Tenía muchos salientes de roca venusiana y era amarillento como la superficie del planeta.

Las dos naves marrones pronto se pararon cerca del castillo. La puerta, de un material extraño se abrió, ante la presencia de los guardias. Después dejaron las naves en una especie de hangar con paredes de roca. Después el guardia rubio ordenó a Reyson:

-Ve delante nuestro, los demás seguidnos por favor.

Todos aceptaron y siguieron a los guardias que sujetaban sus Katanas. Les llevaban por pasillos más o menos bien iluminados, llenos de alfombras y con las paredes de roca. Pronto llegaron a una puerta grande de un material parecido a la madera. El guardia rubio desenvainó su espada y dio unos cuantos golpes con ella en la puerta. Una voz de dentro de la estancia:

-Pasa, Broy.

Los dos guardias abrieron la gran puerta de madera e indicaron a todos que entraran. Entonces Broy se puso delante de Reyson diciendo:

- Señor, Reyson, aquel que traicionó a la nobleza ha venido voluntariamente y sin ofrecer resistencia a verle.

- Ya veo-habló el rey que tenía una corona de Mitrilo y una poblada barba verde- ¿Y los demás?

- Los demás son sus acompañantes, señor.

- Vale, no me resultan peligrosos podéis retiraros, ahora tengo que conversar con Reyson, seguro que tiene una explicación a lo que hizo.

Los dos guardias se retiraron con una reverencia, el Rey se quedó prácticamente sólo, tan solo estaba el consejero del rey, que era moreno y con el pelo más bien corto, con nuestros héroes.

-Bien, explícanos a todos tu historia. -ordenó el Rey.

-Vale, chicos pase lo que pase no hagáis nada, y Mikam has de saber que aquí no se le tiene demasiado aprecio a los lobos. –Dijo Reyson preparándose para contar una historia muy larga. - Yo vivía aquí en Venus. Ayude junto con el Rey a la recuperación del planeta. Luminex nos dejó una pomada para parar el grave incendio que sufría Venus. Todo era pacífico en esa época. Pero apareció el asesino oscuro. Luminex nos pidió ayuda. Pero por miedo, nadie le quería ayudar. Sin embargo, yo desobedecía las órdenes del rey aquí presente y escape en una nave hacia Luminor. Allí supe que había un mercenario que iba a recibir un encargo del asesino oscuro. Lo maté y cogí sus armas y sus ropas, que son estas que veis y acepté el encargo del asesino oscuro. Me lo dio una marioneta con máscara, al igual, supongo, que  a Iquer Zyzyx. Majestad, a estas personas que veis las tenía que matar, pero no lo hice, tan sólo quería descubrir quien era el asesino oscuro, no seguir sus designios, así que tan pronto como supe que estas personas eran de la orden, me uní a ellos en su aventura. Le conté a Luminex mi situación y aceptó a resguardarme hasta que quisiera volver a mi planeta Venus.

- ¿Así que esas son tus razones? ¿Comprendes lo imprudente que has sido al salir de tu planeta natal? -preguntó el Rey un tanto molesto.

-Lo sé, padre.

- ¡¿Padre?!-Exclamaron sorprendidos Khaos, Genis y Kikitaro.

-Selenya y Blen ya lo sabíais ¿verdad? -preguntó el lobo.

-Así es-contestaron las dos casi al unísono.

-Bien creo que no lo hiciste para hacer mal, sino por todo lo contrario, pero no fue prudente si el asesino oscuro hubiera sabido de tu existencia te habría usado de rehén y habría amenazado con destruirte, si no nos uníamos a él. - inquirió el rey.

-Sé que tus órdenes eran de defensa, pero no podía traicionar la confianza de Luminex. No lo hacía por mí, sino por el bien de la paz.

-Ya veo, Yaodrac que opinas.

El consejero del que vestía con ropas azuladas habló:

-Creo que habría que perdonar a Reyson, ya que todos estamos de acuerdo que esa ley de prohibir ayudar a la orden, para que nuestra raza no fuera descubierta, era un error. La orden tiene problemas por nuestra negativa.

- ¿Vuestra raza? -preguntó Khaos.

-Así es. Somos elfos. Bien si el rey no opina lo contario me iré como segundo del príncipe Reyson que soy a darle su espada y sus ropas. -Contestó Yaodrac

-Podéis retiraros Reyson y Yaodrac. Reyson yo te absuelvo de traición al pueblo Venusiano.

-Gracias padre no os defraudaré-contestó Reyson con una reverencia.

Yaodrac le quitó las esposas a Reyson y le condujo a una habitación contiguo a la sala.

-Bien ahora ya sabéis quienes somos. ¿A qué habéis venido aquí?

-A pediros ayuda. -contestó Kikitaro dando un paso hacia delante.

El rey miró al decidido niño con cara extrañada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro