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CAPÍTULO 30 : LOS ANDROIDES DEL ASESINO OSCURO

Iquer miró con rabia a X-100L, el androide que el asesino oscuro mandó seguir al vampiro:

-Creo que dije que yo actuaba solo. -dijo con una voz más cruel que de costumbre.

-Si señor. -contestaron varios androides con armadura oscura y blanca.

- ¿Entonces por qué me habéis seguido? -preguntó el vampiro con los ojos ardientes en ira.

-Es una orden directa de nuestro señor-contestó X-100L

-Vale pues esto es otra orden directa: largaos.

-Las ordenes de nuestro amo tienen más prioridad que las suyas señor. -contestó otra vez X-100L

-Pues mandar a tomar viento la prioridad y dejadme sólo.

-Sentimos importunaros señor, pero está dentro de nuestra programación obedecer a la prioridad.

-Estáis acabando con mi paciencia.

-Parad de acusar nuestros actos. Si no hubiéramos intervenido usted ya estaría muerto.

-Mejor morir solo que mal acompañado.

-Déjese de ideales y acompáñenos a destruir a esos enemigos, si no lo hace tendremos que matarle.

-Prefiero que me matéis a tener que ir con vosotros. Yo trabajo solo y solo trabajaré. Y si vais a matadme intentarlo, a ver si podéis.

-No haga tonterías señor nosotros somos muchísimos más que usted y tenemos armas.

- ¿Armas? No, lo que tenéis son balas láser y la esperanza de que me matéis antes de se os acaben por que si no estaréis todos muertos.

-Inténtelo maldito vampiro sin raza.

A los androides se les había agotado la paciencia y disparaban a Iquer sin piedad. El vampiro sacó sus puñales y los fue lanzando mientras los disparos le atravesaban la piel y le producían grandes chorros de sangre. Iquer ya había destrozado con sus puñales a varios androides que cada vez estaban más nerviosos. De repente las armas de los androides emitieron un ruido hueco. Se les habían acabado las balas del cargador.

Iquer con una sonrisa se movió muy rápidamente y destrozó las corazas de todos los androides hasta llegar a X-100L. Que asustado miró el rostro de Iquer:

-No no me matarás. -gimió el androide.

-Oh sí, sí que te mataré. Puede que aquí sea sólo un vampiro sin raza, pero en el infierno seré un demonio con todas las de la ley y te haré pagar mi muerte con sufrimiento durante siglos.

Tras esto, Iquer atravesó con un puñal la cabeza del androide de la que emanó una especie aceite. Pero antes de esto al androide le había dado tiempo de recargar su arma y disparó una última vez al pecho del vampiro. Este cayó chorreando sangre por todos los poros de su cuerpo. Tan sólo le quedaban dos minutos de vida tal vez menos y, de repente, apareció Luminex delante de él:

-Es hora de calmar tu sufrimiento. Te enviaré con mi espada al reino de las álmas y descansarás en paz.

-No necesito tu misericordia, he sido víctima de una trampa a dos bandas. -dijo el vampiro escupiendo sangre.

-No tienes mi misericordia. Si la tuvieras intentaría curarte. Pero eso es otro asunto. Ahora sólo tengo que atar varios cabos sueltos sobre el asesino oscuro.

-Ya veo. No te culpo hiciste lo que debiste hacer.

-No te esfuerces por hablar. Ahora déjame decirte lo que ha estado planeando el que te mandó aquí.

- ¿Ya lo sabes?

-Sólo son conjeturas, pero tienen lógica-explicó Luminex aclarándose la voz y desenvainando su espada. -No tenemos mucho tiempo, así que escucha lo que te voy a decir. El enmascarado que te mandó aquí sólo quería un cebo para atraernos a todos otra vez. Quería matar a cuantos más solados de la orden mejor, y por eso te mandó a ti un tipo que le gusta trabajar solo. Podría matar a cientos de soldados con solo un hombre. Pero como te envió a matar a Kretos estaba preocupado. ¿Y si el protegido te decía su nombre como te lo ha dicho? Tendrías poder sobre él. Pero es muy astuto y te engañó. No te dijo lo que pasaba con el sortilegio ni el porqué tenías que matarle. No quería darte mucha información. Él sabía que la ibas a conseguir y que tarde o temprano te revelarías contra él. Por eso mandó a sus tropas seguirte. Si las cosas iban mal te salvarían para luego, cuando hubiera acabado la batalla encadenarte, esclavizarte. El sabía que eso era poco probable así que también les dio la orden de matarte si era necesario. Así que amigo, has caído en una doble trampa, la mía y la del asesino oscuro.

-He sido liberado para morir, he estado cien años encerrado en esa maldita jaula, mi vida ha estado plagada de desdichas, estoy acostumbrado a cosas como esta.

-Bueno la charla ha concluido seguramente haya más androides que irán a por mis compañeros que han huido.

-Es hora de que yo muera, pero no me arrepiento, si tuviera que empezar otra vez desde el principio cometería los mismos errores, ya que si no lo hiciera traicionaría mis ideales.

-Tú siempre en tus trece. En fin, adiós. -Luminex puso sus dos manos en la empuñadura de su espada y susurró- Claride espíritu que mora en esta espada desvanece el cuerpo de este ser y envía su alma al reino de las almas.

La espada brillo y entonces Luminex clavó la espada en Iquer que se desvaneció. Luminex envainó su espada y fue donde estaban sus mercenarios y soldados.

Los encontró en un claro del bosque de Octahot, todos estaban muy nerviosos y apenados por la muerte de Sasa. Cuando Luminex apreció Bruno, que tenía las manos llenas de sangre, fue hacia él:

-No he podido hacer nada por Sasa, esas garras estaban envenenadas e impedían crecer los tejidos. Sentu sólo se había desmayado y lo he reanimado.

-Muy buen trabajo Bruno. -Felicitó Luminex- ¡Estad todos preparados para un posible ataque! -ordenó después.

Kikitaro tenía el rostro apenado y seguía con su arco tenso al lado de Genis, que decía:

-Tuvo que morir Sasa, mierda ahora los tres aprendices de Selenya están muertos.

-No te preocupes por mi Genis, sigue con tu trabajo-ordenó Selenya que estaba próxima a él con los ojos llenos de lágrimas.

Mientras tanto Blen afilaba su espada junto con Reyson. Ambos estaban serios, de repente Blen habló a Reyson:

-Que sepas que se perfectamente que eres.

- ¿De qué hablas? -preguntó el espadachín.

-He estado observando, tu estilo de lucha es muy noble. Tranquilo, tu secreto estará a salvo conmigo hasta que quieras revelarlo.

-Ahora entiendo porque eres la mejor aprendiza.

De repente Mikam dijo:

-Vienen unos veinticinco androides.

Luminex dejó de pensar y ordenó:

-Dejádmelo a mí, vosotros evitad que vengan los otros veinticinco que faltan.

No hubo acabado de decirlo cuando unos androides saltaron desde un árbol cercano.

Pero su ataque no tuvo éxito ya que Kikitaro les lanzó una flecha impregnada de ácido y se derritieron. Sentu también destrozaba a patadas a otros androides que habían entrado por un arbusto. En la lejanía se podían oír los chirridos de la espada de Luminex cortando a enemigos metalizados. Cuando todo este embrollo hubo acabado y todo el claro estaba lleno de androides despedazados Luminex volvió. Se sentó en un árbol y dijo:

-Tenemos que pedir ayuda a nuestros aliados, va a haber guerra.

- ¿Contra el asesino oscuro? -preguntó Kikitaro.

-Sí.

-Pero antes hay que hacer el traspaso, señor no lo olvide-informó Mikam más educado que de costumbre.

-Tienes razón esta noche hay luna llena-razonó Luminex.

- ¿Qué pasa? -preguntó Kikitaro.

-Esta noche se realizará el traspaso.

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