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CAPÍTULO 20 : LA SOMBRA DE LA TORRE

El alba ganaba con su espada a la noche. El crepúsculo moría observando cómo la luz triunfaba. En la pradera, todo estaba en calma, tan sólo unos trotes de unos tres caballos y unas garras rompían la tranquilidad. Genis miraba, constantemente, al oeste mientras que Sasa cabalgaba con el caballo delante de él:

- ¿No has encontrado la sombra de la Torre? -preguntó el alquimista.

-No, Reyson ¿ves algo? -repitió la pregunta Genis.

-Sí, a mil kilómetros hacia el este-contestó el espadachín ante la mirada de Khaos.

- ¿Se puede saber cómo ves tan lejos? -preguntó Kikitaro.

-No lo se, falta mucho para llegar hasta la torre que he visto-explicó Reyson.

-Vale, has visto la torre, los peñascos tienen que estar en el límite de la sombra cuando está el sol en lo más alto. -razonó Selenya.

-Para eso faltarán unos cien kilómetros hacia el este. -dedujo Sasa.

-Creo que a partir de aquí os podré guiar yo. -dijo Reyson- Sí, sopla el viento.

Reyson se puso el primero de la compañía y él los guió hasta llegar a un sendero cubierto por unas rocas. Gracias a ese sendero, tenían una protección contra enemigos no deseados:

-Tienes buen sentido de la orientación. - afirmó Sasa cuando su caballo entró por el sendero.

-No es orientación. Me guío por el viento. -contradijo Reyson.

Nadie supo bien lo que decía, pero Selenya sonrió. Los niños no entendían nada. Al mediodía el sendero había ascendido, hasta una pequeña cumbre rodeada de rocas. Selenya viendo a los niños cansados informó:

-Descansaremos para comer.

Todos descabalgaron y Mikam y Kikitaro fueron a un arroyo, este yacía entre la hierba misteriosamente y no parecía que hubiera ninguna fisura por la que podía salir. Kikitaro acercó a los caballos y les dio de beber, luego almacenó un poco de agua en una botella. Luego Khaos les dio a los caballos su comida y mirando a Kikitaro le preguntó:

- ¿Cómo puede ser que haya agua aquí si no hay nacimiento?

-No siempre hay respuestas. -contestó Mikam bebiendo otro sorbo de agua y relamiéndose el hocico.

Después todos se reunieron para comer, ya que no habían cazado nada, tan sólo había carne reseca:

-Más nos vale acabar pronto este viaje. Si hubiéramos parado en Tasmina no estaríamos tan bajos de comida, suerte que hemos encontrado este lago, si no ya estaríamos con la boca reseca. -dijo Sasa.

-No pasa nada. descansaremos una hora más. -sugirió Reyson- no nos falta mucho para ver los peñascos, además en una hora Kikitaro y Mikam podrán cazar algo.

-Yo lo podría transportar si fuese necesario. -ofreció Mikam.

Kikitaro no protestó y fue con Mikam a lo alto de una roca para ver alguna presa. Mientras Mikam habló:

- ¿Te acuerdas de lo de la luna llena?

-Sí, tranquilo no me olvidaré de recordarte el día.

-Bien.

De repente, Kikitaro vio en el cielo un Krator. Era una especie de pájaro con dientes. Eran como los Trangul, pero de campo y tenían un gusto más dulzón. Kikitaro, nada más ver a esta suculenta presa, tensó el arco y puso una flecha normal en él. De repente el pájaro cambió de rumbo hacia el oeste, pero Kikitaro saltó a una roca cercana para buscar ángulo y disparó la flecha que le atravesó el membranoso cuello, el ave calló al suelo a los pies de las rocas dónde estaban situados Mikam y Kikitaro.

-Yo voy a por la presa-dijo Mikam saltando de la roca abajo, a tierra firme.

Al poco rato después subió cargando la pesada presa:

-Con esto tendremos para una semana entera. -contestó Mikam.

Pero Kikitaro no le escuchaba miraba en dirección oeste. Mikam le imitó y pudo ver un grupo de guerreros con armaduras oscuras y subidos a unos rocines pardos.

-Nos están siguiendo, este pajarraco era un expía suyo. -explicó Kikitaro.

-Tienes razón hay que salir de aquí y encontrar cuanto antes la sombra de la Torre y seguirla en un ángulo de 90 grados respecto con Tasmina.

Los dos volvieron con sus compañeros que descansaban tumbados en una lisa roca:

-Reyson, Sasa, Selenya no hay tiempo para el descanso. Nos siguen. -anunció airado Mikam.

Al oír estas palabras todos se pusieron de pie de un salto.

- ¿Estáis seguros? -preguntó Genis.

-Completamente, compañero. -contestó el arquero. O sí no, mirad el cuello de la presa.

Todos hicieron lo que dijo el niño y pudieron ver una marca en forma de "p" muy sospechosa.

-Perfecto, nos siguen los bandidos de Pape y me apostaría el cuello que nos siguen para descubrir dónde están los peñascos. -Maldició Sasa.

-No hay tiempo que perder. Reyson, guíanos por el camino más rápido, hay que alcanzar los peñascos a la noche. -ordenó Selenya y todos se subieron a los caballos en el orden normal.

-Llevaré yo al pájaro. Nos puede ser útil, no sólo cómo comida. -anunció Mikam.

Empezaron a cabalgar a. Los caballos se habían recuperado con el agua y la comida y daban todo de sí. Pronto dejaron el sendero de las rocas y siguieron un camino casi imperceptible recubierto de maleza Giraron al este y luego al norte y encontraron lo que tanto buscaban la sombra de la torre. Reyson enseguida dijo:

-Al sur veo los peñascos a unos cincuenta kilómetros. La sombra es una guía inmejorable, pero sólo al mediodía ahora me gustaría saber como se las arreglarán nuestros enemigos para encontrarlos. -sonrió Reyson.

Hecha esta explicación todos cabalgaron más raudos si cabe, pasando en línea recta por montones de maleza árboles y animales inofensivos. No vieron ningún pájaro salvo el que llevaba Mikam en su peluda espalda. Cabalgaron sin hacer caso a las fatigas durante toda la tarde y cuando anocheció Khaos dijo:

-Tengo hambre.

-Te vas a tener que aguantar, tan sólo nos quedan diez kilómetros hemos atajado mucho, pero aun así nos siguen a unos treinta kilómetros. -repuso Reyson.

Nadie se opuso a esta opinión y siguieron su rumbo incluso cuando ya hacía bastante oscuro.

Los peñascos cada vez se veían más cercanos, una masa de, rocas negras que se erguían en la pradera. A la luz de la luna daba un aspecto terrorífico y aterrador. Pero todos permanecieron firmes. Cuando estuvieron al pie de los peñascos Selenya preguntó:

- ¿Dónde está la pomada?

-Según las leyendas en la cumbre. -contestó Reyson.

-Acabemos esto cuando antes—afirmó Selenya.

- ¿Qué vamos a hacer? -preguntó Kikitaro.

-Treparemos hasta la cumbre.

-Es cierto cuanto antes mejor. -afirmó Reyson.

Todos miraron a Khaos.

-Esto es por mi culpa, Así que trepemos.

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