CAPÍTULO 4: NIEVE LEGENDARIO
Allí estaban el niño aprendiz de guerrero y el guerrero de hielo. Tenían los dos las espadas desenvainadas:
-Bueno, pequeño mira cómo lo hago, porque no lo voy a volver a hacer.
De repente Gladius clavó la espada en la espesa nieve, recitó el conjuro, extendió la mano a la espada iluminada con un brillo azul, Kakarot no podía salir de su asombro, y con la otra cerrada en un puño por encima de su cabeza de repente una brisa intensa cayó sobre Kakarot que se defendía con el escudo.
-Si, hubieras sido un demonio ya estarías muerto. No es tan fácil como parece, a mi me costó una semana aprenderlo, veamos si el chiquitín lo puede conseguir en menos tiempo- retó Gladius sonriente.
-Jolín, todo el mundo me llama pequeñajo como si fuera un bebé.
Kakarot lo intentó una y otra vez pero lo único que conseguía era caerse y hacer reír a Gladius.
Anocheció y se fueron a dormir. A la mañana siguiente Kakarot tenía, muy claro que lo conseguiría. Estuvo desde la madrugada intentándolo, incluso cuándo Gladius se fue a dormir él seguía allí intentando realizar la técnica legendaria. Cuando Gladius se levantó, vio la cama de Kakarot vacía, fue al lugar de entrenamiento y lo encontró sentado, cansado y cubierto de nieve y magulladuras, la espada clavada al lado suyo. Al verle Kakarot sonrió de oreja a oreja:
-¡Lo conseguí!-Exclamó Kakarot feliz.
-¡En tres días! chico cuando estés preparado quiero ver cómo lo haces- sentenció el guerrero de hielo.
-Vale, pero ¿me puedes dar algo de comer?
Cuando acabaron de comer (Trangul a la parrilla) Kakarot se dispuso a realizar la técnica.
Se puso frente a Gladius, clavó la espada en el suelo, recitó el conjuro, y ante el asombro de Gladius, el niño hizo el pino en la empuñadura de la espada, el chico mantenía asombrosamente el equilibrio, la espada se iluminó de azul y una ráfaga de nieve cayó sobre Gladius
! Enhorabuena chico!- felicitó Gladius mientras se quitaba la nieve.
-Gracias, era muy fácil, comprendí que la espada era un enchufe que encendía un aparato y el puño arriba otro de manera que el cuerpo era un cable, pero la manera de aplicar la corriente en cada persona es diferente y yo pensé en ponerme de pino para que la energía de los pies bajara a las manos.
-Muy bien, te has dado cuenta, lo que es raro es que no sepas concentrar energía en las manos.
-No es que no sepa, es que no puedo soy demasiado joven o eso dice mi abuelo.
-Bueno, vamos a descansar Ragnarog ya habrá hablado con el rey.
Fueron a la posada pero Ragnarog no estaba allí. Así que Gladius y Kakarot se fueron a ver a los dragones helados de Hicefri. Tenían las escamas azules y en la cabeza en forma de delta se alojaban dos amenazantes ojos verdes. Las garras de silicio eran como espadas, sus dientes negros podían desgarrar la casa más dura.
Después se fueron a un bar, justo al lado de los dragones helados y tomaron dos copas de sangre de Trangul que, aunque fuerte, sabía muy bien. Gladius pagó la cuenta a un camarero barbudo y salieron afuera. Cuando salían un dragón helado hizo una reverencia Kakarot asombrado se giró y vio a Ragnarog que fue hacia los dos compañeros.
-¿Le has enseñado el nieve legendario?-preguntó el demonio.
-Si, y le he contado lo de Hicefri y Ydgrasill pero la leyenda no-contestó el guerrero.
-Vale ya sabe algo, vayamos a la cima ya tiene que saber la leyenda.
-¿Leyenda? Jo más historias no- se quejó el niño.
-No es cualquier leyenda es la leyenda de André.
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