Ramón y Kakarot caminaban por las calles de Tasmina, ante la luna que se ocultaba y daba por vencida la batalla contra el sol, Kakarot estaba concentrado y su tío le daba ánimos, iban camino de la torre, la torre del destino, así es como lo llamaba el niño, tendría que entrar solo. La torre ya se veía a lo lejos, tendría unos cien o doscientos metros de altura, lo cierto es que se perdía entre las nubes. Su color era negro escarlata, en la base de la gran edificación había jardines, Ramón, cuando ya estaban cerca de los jardines dijo:

-A partir de aquí debes ir sólo, utiliza tu mente y todo lo que te he enseñado y todo saldrá bien.

-Adiós tío, espérame fuera.

Kakarot entró al jardín y caminó por el hasta la puerta, cuando la iba a abrir un gigante con alas se le puso en medio:

-Elegido, sólo podrás entrar si aciertas está adivinanza.

-Dispara.

-Es un arma sin filo, pero tiene hoja, a veces halaga otras mata, puede ser redondeada o afilada ¿qué es?

Kakarot se lo pensó un rato y al final miró al gigante alado y le contestó:

-Es el arma más poderosa de todas, la lengua.

-Muy bien elegido, entra y afronta tu destino.

El gigante se apartó y Kakarot entró por la puerta, entró en la torre y lo que vio le sorprendió. Era una sala grande con suelo de mármol blanco y con un altar gigantesco. Kakarot avanzó havia él, entraba luz de unas cristaleras de colores vivos, tenían dibujado en sus cristales las espadas elementales, la de la oscuridad no estaba. El altar era circular, tenía cinco pedestales, en cada uno estaba pintado de colores: el del agua era azul con su símbolo, el del fuego rojo con una llama, el del viento verde pálido con unas rayas, el de la tierra marrón con una roca, y el de la luz en medio con un sol amarillo y naranja.

Kakarot puso todas las espadas en sus respectivos pedestales, y cuando acabó esta tarea los pedestales se iluminaron y un rayo cayó en el centro de la sala, de él apareció un guerrero alado y con un solo ojo:

-Soy Mitox, el guardián de esta torre, tendrás que vencerme si quieres cumplir tu destino.-Habló el ángel.

-Yo soy Kakarot Junkel, el elegido y soy el encargado de partirte esa bonita cara tuya.

Al oír esto Mitox se abalanzó hacia el niño, que esquivó la embestida, se puso de pino y le dio una patada en la boca, pero el monstruo le soltó un puño que le paso por la oreja derecha, entonces el niño giró en si y saltó a la espalda del monstruo que paró su golpe con la pierna. El monstruo le cogió del pelo y le clavo su espada, vio ante su asombro que el niño se desvanecía.

Una voz sonó en la oreja del monstruo:

-Que tonto, caíste en mi trampa.

Era Kakarot, que le dio un puñetazo y tiró al monstruo al suelo, el monstruo pisó un hilo de araña y de los laterales de la habitación unos shurikens salieron volando y se le clavaron en el pecho al monstruo.

-Me insultaste para que te atacara-dijo Mitox.

-Muy bien, yo hice una ilusión de mi cuerpo, e hice que te insultara, fuiste como un primo a pegarle, y yo mientras preparé la trampa de shurikens después sólo tuve que esperar, a que atacarás a la ilusión para tirarte al suelo.

-Muy astuto pero ¿no has pensado que yo pudiera hacer ilusiones?

El monstruo se desvaneció y apreció detrás de Kakarot, amenazando con su espada cortarle el cuello, pero el niño se desvaneció y pareció detrás del monstruo.

-Si, se me pasó por la cabeza, por eso hice dos.

El monstruo se giró y atacó al niño que saltó y se puso detrás suya, extendiendo el puño le hizo un Tuken y lo estampó en la pared. El monstruo gritó y atacó a Kakarot, que se apartó cual torero diciendo:

-Ole!

-Serás...-amenazó el monstruo.

El niño avanzó hasta llegar a la pared y gritó:

-¡Puño muelle!

El puñetazo le dio al monstruo en la cabeza. Le dio tan fuerte que de la boca tiró sangre verde:

-Reconozco que eres bueno, pero no podrás seguirme por el aire.-afirmó.

Entonces Mitox extendió sus alas y voló hasta el techo de la sala, Kakarot diciendo ignorante, saltó y levitó por los aires emprendiendo un vuelo veloz, el monstruo alarmado se giró, pero no pudo evitar sentir un puño en la cara, mientras caía al suelo.

El monstruo se derrumbó en el suelo, ante el ataque del niño:

-Chúpate esta maldito ignorante, por que no tenga alas no significa que no pueda volar, a parte en el aire mi ataque meteorito aumenta su fuerza.

-Me has derrotado niño, acércate al pedestal de la luz y tus espadas se purificaran, después entra en el haz de luz.

Kakarot escuchó las palabras del monstruo y cuando acabó de hablar se desvaneció, ante los sorprendidos ojos del niño. Kakarot se giró y fue al pedestal. Respiró justo antes de tocar la empuñadura de la espada de la luz.

Kakarot vio cómo las espadas volaban en el aire, un halo de luz caía sobre ellas y iluminaba todo el altar, las espadas tras un estallido se iluminaron fuertemente, tanto que nublaba la vista del niño. De repente, la voz de Luminex habló:

-Las espadas están purificadas, sube arriba al pedestal mayor para que estas se unan en una sola y seas oficialmente el elegido.

Tras estas palabras la luz despareció y un rayo de luz cayó en el altar, La espadas fueron volando hacia Kakarot, el niño las cogió y se las puso a la espalda. Luego entró en el rayo de luz. La sensación que sintió al estar dentro de el fue como si se dividiera en mil pedazos, al fin esta desagradable sensación desaparecía, y notaba el aire en la cara, estaba en lo alto de la torre, las casas se veían pequeñas. De repente una voz habló a su lado:

-Ya has venido despreciable, hoy morirás y esas espadas serán mías.