CAPÍTULO 23: ATAQUE SORPRESA
A Kakarot le despertó una sacudida de la casa, se cayó de la cama con un ruido sordo.
Says fue a ayudar a Kakarot a levantarse:
-¿Qué diablos pasa?-preguntó el niño dolorido.
-Nos atacan tropas androides de André.
-¿Aéreas?
-No, son tropas submarinas, el muy cobarde esperó a la noche para atacar la ciudad.
-Bien, vamos a las armas, no hay tiempo que perder.
-Debía haberlo imaginarlo, cuando vimos ese Agichu. – se lamentó el niño
-Vamos no te culpes, cuanto más tiempo estés pensando más destrozos causaran las tropas- lo animó Says.
-Tienes razón.
Kakarot cogió sus armas y salió por la puerta de la casa junto con Says, Adoking estaba combatiendo, junto con toda la ciudad, contra unos robots negros, y metálicos, eran los androides de André. Mientras, las gentes del pueblo y los guardias les tiraban agua y le lanzaban sus armas y estos explotaban en el acto. En el agua unas figuras negras sobresalían desafiantes, y disparaban a las casas, pero estas tenían un escudo electromagnético que las defendía de cualquier disparo láser, de esas naves salían los androides con sus armas.
Pero eran demasiados y los ciudadanos no podían con todos, Kakarot sacó su espada de la luz y se la clavó a un androide que andaba despistado, que explotó, pronto Kakarot se vio rodeado de muchos de ellos y tuvo que hacer mano de su otra espada para destruirlos haciendo un ataque circular con ambas espadas, mientras, Says había saltado a una nave y le clavó su puñal en el motor, que explotó con todos sus robots dentro.
Adoking luchaba junto a un soldado robusto, y una soldado de aspecto feroz, Kakarot dedujo que se trataban de Bernardo y Lucía. Los androides llevaban las de perder pero cada vez aparecían más y más y no podían hacer nada más, pero Kakarot no se rindió y tras propinarle un Tuken a un robot en toda su metálica cabeza saltó hacia las naves anfibias. Se puso cerca de donde estaba la cabina y exclamó formando el sello de la araña:
-Atadura de araña
Una red de araña tapó toda la nave y esta no podía moverse, cayó al fondo del estanque y explotó. Pero dos androides se lanzaron a por él uno por cada lado, Kakarot se agachó y estos se dieron un golpetazo en la cabeza y cayeron al suelo, Kakarot sólo tuvo que clavarles una espada:
-Necios- dijo mientras corría a ayudar a Says que se encontraba en medio de dos naves anfibias.
Kakarot hizo el sello del águila y realizó la técnica del águila de agua, las naves explotaron al recibir el impacto.
-Muy amable-agradeció Says.
Luego fue andando por el agua, y mirando al agua la movió e hizo que se tragara a varias naves.
Más allá, Adoking estaba en apuros, se había separado de los soldados y estaba siendo atacado sin tregua por varios Androides y una nave. Pero Kakarot acudió en su ayuda con le técnica de Tuken, y luego puso su espada para protegerse de una nave anfibia.
Después de eso, él y Adoking se pusieron en la pared de la casa y se miraron:
-¿Ya sabes que técnica voy a hacer no?
El niño asintió hicieron los sellos adecuados y gritaron al unísono:
-¡Lumidoking!
El resultado fue una fuerte onda expansiva que derribó varias naves, pero seguían apareciendo más y más, pero de repente el agua se comportó de una forma rara y se convirtió en un remolino que aspiró todo lo que estaba a su paso.
Kakarot miró a todos los lados para saber quien era quien había lanzado el ataque, miró encima de su cabeza y vio a una figura encapuchada con un bastón en la mano, era Oberá, que con su magia había realizado tal ofensiva:
-Ese es mi ataque aspirador acuático.
Pero en el horizonte aparecieron más naves y lo tiñeron de negro, no podía ser, cuantos más destruían más aparecían, de repente a Kakarot se le ocurrió una idea.
Says pudo ver como el niño se subía a una roca cercana, mientras los soldados de la ciudad junto a nuestro héroes seguían su ofensiva y destrozando a numerosas naves, que se acercaban más y más, de repente Kakarot concentró una gran cantidad d energía en el puño y saltó hacia las naves, saltó muy alto, tanto que la energía de su puño aumentaba cada vez más cuando caía. Al fin el niño cayó con el puño pulverizando a la nave que recibió el impacto, gritó:
-Puño meteorito.
Además de pulverizar la nave nombrada destrozó unas veinte de alrededor y supuso una gran ayuda.
Pero aun quedaban naves en el horizonte, estaban todos bastante cansados, pero de repente un guerrero con una túnica negra corría encima de las naves llevando su espada a ras del metal, con lo que sumado a la velocidad las destrozaba, el misterioso guerrero había destruido las naves de primera línea de batalla, pero todavía quedaban unas naves.
Kakarot vio a la persona que había destruido las naves que iba hacia él, contempló ante su sorpresa que era Ragnarog:
-¿No pensarías que os iba a dejar solos?
-No, que va pero ¿a que vienen tantas naves?
-Están buscando algo pero hasta que no destruyamos todas las naves no podremos saber qué es.
-Un cristal oscuro.
-Yo creo que más bien es un hechicero, piensa en Firetur André también envió sus tropas sólo porque estaba buscando a Oberá, debe de estar en el agua, hay que darse prisa.
-Eso tiene sentido.
Todos los combatientes lucharon todavía más aunque estaban muy cansados y ya les fallaban las fuerzas.
Cuando ya parecían que iban a perder, del cielo desgarrando el sonido, aparecieron unas naves pintadas de rojo, estaba claro eran los cohetes de fuego, del equipo del zorro que venían a ayudar, no tardaron en diezmar a las naves anfibias y vencer, la ciudad aplaudió la ayuda del comando del zorro mientras estas volvían a la ciudad del fuego con sus pilotos saludando con la mano.
Ragnarog cuando todos se hubieron marchado contentos a sus casas habló a todos los demás:
-No hay tiempo que perder sé que estáis cansados pero por favor bucead en la zona donde estaban las naves.
Todos obedecieron y tras diez minutos de no encontrar nada, Oberá ayudado por su magia encontró a una chica con ropas verdes y pelo azul claro que sostenía un bastón.
La llevaron a la casa y comprobaron que respiraba Ragnarog ordenó que se fueran a dormir que al día siguiente hablarían.
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