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CAPÍTULO 10: TOYATOWN


Era pronto cuando Kakarot se despertó con impaciencia. El alba ya estaba ardiendo sobre el horizonte, la noche pedía clemencia, no quería morir aún. El niño bajó los escalones de la casa con su armadura puesta y sus cosas cargadas al hombro, para su sorpresa se encontró con Ragnarog listo para el viaje. Bruno estaba serio, cuando bajo Kakarot dijo:

-Bueno has recogido tus cosas, eso ahorrará la faena.

-¿Nos vamos sin desayunar?- preguntó el niño ya que tenía tanta hambre que su estómago rugía como un león.

-Si, a parte si tienes hambre te recuerdo que en el bolsillo derecho te pusiste un poco de comida de Doriado al salir de la casa de tu abuelo.

-! Qué memoria!- exclamó Kakarot.

- Yo lo llamó ojos abiertos. –añadió el médico.

- Bueno adiós amigo, nos volveremos a ver.-se despidió Ragnarog.

Y así partieron de casa de Bruno sin demasiadas despedidas Kakarot estaba harto de tantas en tan poco tiempo. Primero su querido abuelo, luego Gladius y ahora Bruno.

Caminaban ya por las baldosas desgatadas de Ruyix, en la frontera de la ciudad, iban a descender hacia al río. Kakarot sacó su comida, como le había ordenado Ragnarog. Estaba sabrosa y se había conservado bastante bien.

Mientras bajaban por los campos de Ruyix y Kakarot ya se había tragado el último mordisco de su deliciosa comida preguntó:

-¿Me dijiste que Luminex tenía una espada legendaria?

-Sí, es un buen momento para contarte la historia, pero es larga.

- Quiero escucharla Ragnarog y lo sabes muy bien, no te hagas de rogar.

-Pues, ese es el principio de Luminex, pocos saben que al principio era un niño como los demás, un niño humano sin magia. Un día se puso los guantes de su abuelo y los usó para defender a un amigo. Fue entonces cuando se le apareció un guardián, Cerrus, y le dijo que su destino era ser héroe.

-Espera, eso me suena, a sí tú también me llevaste diciendo cosas parecidas ¿no?

-No tiene gracia. Fue hasta un templo de la Tierra en su interior estaba una espada en forma de rayo. Era la espada de la luz. Una de las cuatro. Tras derrotar al demonio guardián la cogió y fue enviado a otro lugar paralelo dónde también estaba clavada.

-¿Cómo puede estar clavada en dos sitios a la vez?

-Estaba clavada en dos sitios distintos porque era un enlace hacia un mundo que estaba paralelo, muy cercano pero a la vez muy lejano. La espada era un punto de unión, estaba clavada en un agujero de gusano, en un portal. Así fue como Luminex llegó a este mundo, que estaba plagado de demonios.

-¿Y había tres más según tú ¿no?

-Al principio si, pero luego fueron cinco más: oscuridad, agua, fuego, tierra y viento. Cada espada estaba empuñada por un joven.

Kakarot pensó en eso y de repente se le ocurrió algo muy cierto y no tardó en comunicárselo a su compañero:

-La de la oscuridad la empuñaba Ydgrasill ¿no?

-Sí la del fuego por un muchacha llamada Fany. La del agua por un Doriado el primero de tu familia Renegat, la del viento por Key, un joven humano y la de la tierra por Links el primer ángel.

-Y entre todos derrotaron a Ydgrasill.

-No, Ydgrasill fue derrotado por Luminex, los demás lo sellaron.

-Bueno, ya me contarás lo demás ya se ve Toyatown.

-Lees bien los cárteles, pequeño.

Efectivamente se encontraban ya frente a Toyatown. Todavía no habían entrado en el pueblo tenían que cruzar el río que estaba poco profundo, pero frío.

Cuando llegaron enfrente de de la entrada vieron a un niño corriendo exhausto por los montes, Kakarot se preguntó quién sería.

Toyatown era un pueblo muy bonito a opinión de Kakarot. Estaba rodeado de montañas verdes. Las casas estaban esparcidas al lado del río o de huertas. Además estaban construidas con madera como la de la barca de Bruno. En el centro había una edificación de piedra:

-¿Qué es eso?- preguntó Kakarot.

- Esa es la razón de que este pueblo sea famoso. Ese es el templo dónde estaba clavada la espada de la luz, en este planeta. Luminex vio Toyatown al salir por la puerta de roca.

-Entremos quiero ver el templo.

-No se puede sólo un sabio, un compañero de Luminex en sus primeras aventuras podrá abrir la puerta.

-¿Siguen vivos?

-Luego te lo cuento.

Ragnarog se cayó y fueron hacia una casa de madera amarilla cercana al templo, era una posada. Pero estaba cerrada, tendrían que esperar.

Pronto abrieron, así que entraron, Ragnarog se acercó al posadero que era muy amble y a parte de hablar un poco con él le pagó con unas monedas cuadradas de oro. Luego volvieron a salir y dieron una vuelta por el pueblo y vieron las huertas de zanahorias gigantes y las de coles luminosas. Entonces mientras caminaban hacia los montes apareció el misterioso corredor que se paró ante ellos mirándolos.

Tenía una camiseta de tirantes amarilla morada y roja, los pantalones eran negros con dos rayas naranjas en los costados. En su cabeza le crecía el pelo de punta y tenía unas gafas de buceo en ella. Era moreno. Después de mirarles de arriba abajo les saludó:

-Hola me llamo Daivies sois turistas ¿verdad? venid os enseñaré un buen sitio que ver seguro que os gustará.

Le siguieron sin hablar, Ragnarog seguía mirándole con mala cara, estaban subiendo por un monte de hierba seca y árboles grandes y verdes. Al final llegaron a un valle rodeado por árboles gigantescos. Se veía el río. En el medio había un monolito. Kakarot se acercó y leyó horrorizado lo que ponía en ella:

-Aquí yace Luminex.

Debajo de esta frase estaba inscrito este símbolo:

Luminex estaba muerto ¿cómo era posible? le habían dicho que sólo había desaparecido, ¿le habrían mentido? ¿Con qué motivo?

-¿Os gusta? Esta es la prueba de que no hay esperanza para el mundo, jejeje.- afirmó sonriente Daivies.

-Tampoco la hay para ti maldito monstruo- dijo Ragnarog desenvainando la espada.

-¿Cómo lo has sabido?-preguntó Daivies.

-Porque nunca se ha encontrado el cuerpo de Luminex y nunca le pondrían ese símbolo en la lápida. Además cuando pisas la hierba esta se marchita y se muere.

-Muy agudo.

Daivies con un gran grito y ante el asombro de Kakarot se transformó en un monstruo azul de ojos rojos y con branquias. Además su altura era como la de Ragnarog.

Así comenzó el combate, Ragnarog le dio ligeramente con la espada pero el monstruo se tiró rápidamente al río y Kakarot y Ragnarog le siguieron. El monstruo y siguió asestando golpes muy rápidos pero sin éxito ya que Ragnarog se defendía con la espada bastante bien y tenía que esquivar las flechas de Kakarot. Aprovechando un despiste del monstruo Ragnarog se zambulló en el agua y le cogió los tobillos y le asestó una patada en la cara. Entonces el monstruo cambio de estrategia y fue hacia el niño, que se guardo su arco rápidamente y sacó su espada y se lanzó hacia el monstruo, pero paró la espada con la mano y con la otra le apretó el cuello. Pero Kakarot le dio una patada y este le soltó pero rápidamente el monstruo se puso debajo de él y le tiro por los aires. El niño no podía hacer nada. El monstruo se puso paralelo a él y le cogió del cuello y lo clavó en el suelo. Pero de pronto el monstruo gritó de dolor. Ragnarog le había clavado la espada que brillaba y temblaba de una forma muy rara:

-¿Qué técnica era esa?- preguntó el guerrero desafiante.

-El Daivies rendan-contestó el monstruo escupiendo sangre.

De repente del fondo del río empezaron a salir columnas de tierra marrón dura y puntiaguda que atravesaron al monstruo y se pulverizó. Ragnarog guardó su espada y ayudó a Kakarot a salir del agua dónde estaba clavado, luego miró alrededor y vio encima del árbol al autor del ataque final contra el monstruo, un ángel de ropas amarillas, rubio, de ojos azules, con gorro puntiagudo y rostro serio:

-Todavía luchas bien, has perfeccionado tus clavos de tierra, Links amigo mío.

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