CAPÍTULO 1: ORCA Y KAKAROT
Nuestra historia da comienzo en un valle en el cual se alojaba un pueblo humilde y noble llamado Tauri. Las gentes de este pueblo se dedicaban a la agricultura y a la pesca exclusivamente. En lo alto del pueblo habitaba un anciano de rostro serio y rugoso, mirada desafiante y manos firmes llamado Orca. Tenía un nieto cuya fuerza y valentía conocían los aldeanos y varias caras de infames ladrones. Su nombre era Kakarot. Un día llegó al pueblo un guerrero medio muerto (por su cara pálida y desvanecida) con varias heridas de espada profundas y aspecto de demonio. Las buenas gentes del lugar le atendieron y pronto el color volvió a su cara. Nadie supo por qué estaba herido pero lo cierto es que en cuanto pudo coger sus armas y mover sus extremidades inferiores fue a casa del viejo Orca y su nieto. Cuando este guerrero llamó a la puerta de la casa el pobre anciano al ver su cara demoníaca no pudo casi reaccionar, fue su único nieto quien abrió la puerta y entonces el guerrero con aspecto demoníaco entró:
- ¿Tú debes de ser Kakarot Junkel verdad?-preguntó con toda la calma del mundo.
- Sí, señor soy yo, ¿Qué quiere de mí?-contestó el niño con voz desafiante.
- Tu eres Ragnarog –dijo Orca mirándole- el demonio roba almas de André
- Si así era, pero he cambiado- repuso el demonio- vengo a llevar a Kakarot a Tasmina la región de la luz de este Planeta. Scina Taus Minitex
- ¡Ah! vale ya entiendo, así que usted le quitó esa información a André...-razonó el anciano.
- Si, así es, debemos partir ya. Kakarot serás iniciado como guerrero de la luz, si tienes preguntas guárdatelas para el largo viaje. Te espero fuera, no tardes más de media hora –explicó Ragnarog.
- Ve con él Kakarot sólo así podrás ayudar al Dios Luminex—al escuchar ese nombre Ragnarog miro al anciano pues había comprendido algo importante- y unirte a la luz como tus difuntos padres- ordenó el viejo.
Y así fue en tan solo diez minutos Kakarot recogió sus harapos, su espada, su escudo, sus botas y algo de comida. El viaje, extraño, ya empezaba y Kakarot no podía imaginar todo lo que le pasaría.
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