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Capítulo VI : Prisioneros

Garg estaba concentrado en el horizonte mientras tomaba el timón, metió la mano en su saco y tomó su reloj de bolsillo vio la hora, y asintió, guardó el mismo e hizo señas a unos de sus tripulantes.

- Ya es hora de que lleven a Max a mi camarote. Tengo que ocuparme de esta plaga. - comentó él, el pirata fue en dirección de los calabozos, tomó a Max y lo llevó hacia donde lo había indicado su capitán. Toda la tripulación de Max se encontraba en los calabozos y se rumoreaba que el barco de La Viuda ya tenía un curso hacia un lugar especial.

Una vez en el camarote Max, se encontraba devorando como una bestia tratando de comer un pedazo de pollo que estaba servido en la mesa, mientras Garg abrió la puerta camino en su dirección y lo miraba con signos de reproche.

- Ay Max, nunca cambiarás ¿verdad? - dijo Garg mientras que tomaba una botella de ron y servía un trago.

- ¿Para que cambiaría compañero? y por cierto esa salsa está exquisita. - pronunció Max calmadamente mientras se chupaba los dedos satisfecho con lo que había comido.

- Max. - Garg se ríe - lo que estaba en la mesa no era salsa, era sangre condimentada. Mi toque favorito - dijo Garg satisfecho, en el rostro de Max no hubo ningún cambio de emociones con esta nueva información.

- Bueno, de todos modos estaba rica, ¿por si acaso no era sangre de vírgenes verdad? - preguntó Max con descaro y Garg ignoró su pregunta.

- Voy al grano Max, acaso tu en verdad pensabas detenerme o siquiera pensaste que me ibas a derrotar. - pronunciaba Garg tan calmadamente que hasta daba escalofríos, pues mientras decía esto jugaba con un puñal.

- Déjame decirte jovencito soñador, que estás muy equivocado si crees que yo iba a permitir que una mierdita como tu me detuviera, y ya que te me has cruzado varias veces en mi camino… Debo admitir que tienes agallas. Eso me ha estado estresando y desde que ordene que te trajeran a mi camarote, he estado pensado la mejor manera de cómo podría matarte. - finalizó el mientras se acercaba a Max y clavaba el puñal con mucha fuerza en la mesa, luego se levantó se puso detrás de Max, el cual se encontraba tenso, tomó el puñal de la mesa y se lo pasó por la cara como si de una caricia se tratara. Max tragó duro e intentó calmar sus nervios, mientras apartaba un poco su cara de esa amenaza.

- … ¿Y podría saber cómo piensas hacerlo? - interrogó dudoso tratando de calmar sus nervios, Garg se apartó y apuntó el puñal hacia su mentón en un gesto pensativo.

- Buena cuestión Max, hace unos días me encontraba saqueando unos pueblos y cerca me enteré de un pequeña isla minera, abandonada muy curiosa, pues resulta que nadie vive ahí porque a cierta hora del día la marea sube, y sube de tal modo que podría hasta tragarse a la pequeña isla. Entonces pensé ¿porqué no hacer un pequeño viaje para que Max y sus amiguitos conozcan este peculiar sitio? - contó Garg sonriendo de una forma muy traviesa.

- ¿Así que quieres que hagamos una competencia de nado? - dijo Max soltando una falsa sonrisa nerviosa.

- Ay Max, me gusta tu humor tienes talento, pero será mejor que lleves ese talento a las prácticas de aguantar la respiración por un largo tiempo. - comentó Garg mientras alargaba las últimas palabras y soltaba carcajadas - Fue un gusto charlar contigo Max. - finalizó él mientras apoyaba una mano en el hombro de Max y luego se dirigía a las puertas de su camarote - Saquenlo de aquí. - terminó esa oración y unos piratas de las peores pintas lo tomaron, y lo llevaron al calabozo, Garg veía todo esto mientras que con un pañuelo se limpiaba la mano con la que había tocado a Max.

En el calabozo se encontraban todos los presos, distribuidos entre las pequeñas celdas que tenía el barco. Abundaba la humedad y casi ni entraba la luz, más que por ciertas rendijas entre la madera o si apareciera alguien y encendiera una vela. Lion, Rosa y Fabio notaron como entre dos piratas bruscamente golpearon y lanzaron a Max a una de las celdas, y en esta se encontraba Rosa.

- ¡Dios mio! ¿Qué te estaban haciendo? - preguntó con mucha preocupación Rosa mientras lo veía de arriba a abajo y le daba un fuerte abrazo, tomó entre sus manos la cara de Max para reparar si todo estaba bien. Lion sin prestar mucha atención caminaba desesperado de un lugar a otro.

- No quiero morir aun… tengo muchos sueños que cumplir ¡AH!- gritaba Lion desesperadamente nervioso mientras se comía las uñas.

- ¡Ya callense! Dios mio… porque siempre me toca lo peor. - murmuró el pirata que los estaba vigilando a lo lejos.

- ¿Qué sucedió? - susurro Rosa esta vez para no molestar al vigilante, Max no sabía si mirarla a la cara.

- Garg nos piensa matar, llevándonos a una isla donde la marea sube a tal punto que podría ahogarnos. - le comenta Max consumo miedo y vergüenza. Lion paró de caminar en círculos y todos se quedaron en silencio.

- ¡¿Que?! no puede ser… - dijo Lion en shock, se acercó rápidamente a los barrotes de la celda de al lado donde se encontraban Rosa y Max. - Dime qué tenemos un plan ¡Dime qué tenemos algo! ¡No quiero morir! -

- ¡CALLENSE! antes de que lleguen a la isla puede que los mate yo, si no se callan… ¡mierda, voy por algo de ron! - exclamaba desesperado el pirata vigilante, que como dijo se fue por algo de tomar. Fabio por otro lado se acercó lo que pudo a la celda de Max.

- Ahí está. Esto era lo que querías, ¿Qué pasó con la victoria? ¿Qué pasó con esa venganza que dices tener? ¡Eh! - gritaba Fabio molesto. - ¡Ah no! ¡Espera! nosotros nos uniremos a la lista de muertes que lleva Garg consigo y todo por tu maldita culpa, por no demostrar que eres un verdadero capitán. - finalizó Fabio muy furioso sino hubiera sido por los barrotes de seguramente se ganaría unos buenos golpes.

- En verdad lo siento, a ti y a todos ustedes, disculpenme, pensé que estaba capacitado para derrotarlo. - decía Max mientras solo veía un punto fijo del suelo.

- ¿Y tu te crees que con una simple disculpa me vas a salvar la vida, a mi y al resto? - le respondió Fabio, Max sin más nada que decir tenía un nudo en la garganta, pensó que guardar silencio era lo mejor. Aunque tiempo después el silencio tenso e incómodo que llevaba más de una hora fue interrumpido por la llegada de Garg.

- Bueno, bueno… Queria informales que falta muy poco para la visita paradisiaca hacia la isla a donde los voy a llevar. Vine porque quería advertirles que deberían prepararse para su juicio final.- Pronunciaba sarcásticamente como si de un viaje de vacaciones se tratase, y reía por su invento mientras se marchaba de nuevo.

Los minutos pasaban, el calor y la humedad aumentaron en el calabozo, todos en las celdas se encontraban ansiosos, temerosos y torturosamente silenciosos. Hasta que piratas invadieron de nuevo el sitio, y los tomaron uno a uno de ahí, indicandoles que ya habían llegado a su destino.

- Ustedes tres vengan primero, me informaron que son los favoritos.- exclama un sucio pirata con aliento pestilente, mientras tironeaba a Rosa, Lion y Max.

- ¡¿Qué?! ¡Nosotros! ¿Solamente nosotros tres? -Gritaba Lion nervioso, zarandeando las cadenas.

- ¡Sí! Y el resto de ustedes se han bienvenidos a su nuevo barco…- Pronunciaba el pirata con una sonrisa amarilla y rancia. Sin más que decir o preguntar, jalonearon a estos tres hasta arriba con el resto, poniéndolos al frente para dirigirse a Garg.

- Llegó la hora, no tienen decisión tortolos. Que curioso, parecen una pareja infiel acompañada por el amante a su destino. Es mejor que se anden sin sorpresas, y se monten al bote.-Decía Garg con sumo humor, maravillado con la escena.- Pero quiten esas caras. Les prometo que es una bonita isla.- Finalizó con una tremenda carcajada.

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