
Nuevos descubrimientos
-Y...¿estás segura de que él es el Elegido?-dijo James, dudoso, mirando a Scott con desdén.
Suspiré.
-Sí, James. Ya te lo he dicho. Además, he llegado a pensar que las profecías son al final nada más que juegos del azar. Quien se decida a cumplirla, la cumplirá. No estoy segura al cien por cien, pero no podemos perder más tiempo. Y lo que Scott nos ha dicho concuerda con lo que nos ha pasado a nosotros dos durante estos dos meses: que nadie nos ha creído.-Acababa de presentar a Scott a James, aunque este todavía no parecía contento con su adhesión.
Scott pasó la mirada del uno al otro.
-¿Siempre discutís antes de tomar una decisión?
-Es culpa suya.-replicamos James y yo al unísono.
Scott rió.
-Ya veo...
-En fin, deberíamos empezar a buscar a la Última Elegida, la chica de Hufflepuff.-repuse.-¿Alguna idea?
-Podríamos usar la capa de invisibilidad-sugirió Scott.
-En realidad, creo que no.-repliqué.-El hecho de que yo te encontrara usando la capa fue pura suerte, y en Slytherin sois más desconfiados que en Hufflepuff...normalmente-añadí, al ver la expresión en la cara de Scott.-Y, aunque lo isáramos con el Mapa, no servuría de anda, porque no sabemos a quién buscamos... James, tú utilizaste el truco del cambio de túnica, ¿te funcionó?
-Sí. Pero no pude descubrir nada...
-¿Intentaste hablar con alguien?
-No, la verdad... Solo me fijé en las chicas de la lista, aunque al parecer eso ha sido inútil.
-Entonces, podríamos, no sé, hablar en la sala común en voz alta sobre la deterioración extraña de Hogwarts. Podría funcionar... ¿no créeis?
-Yo creo que habría que intentarlo...-dijo Scott.-¿Quién de los tres irá? ¿Y cuándo?
Scott y James se voltearon y me miraron a la vez. Al parecer, me había convertido en la jefa de operaciones.
Suspiré.
-Está bien... Hoy es miércoles 7 de Diciembre... El domingo tenemos todos el día libre. Los tres. James, ¿estás seguro de que Snape tradujo toda la profecía? Podría faltar algo... No se especifica nada. Ni siquiera un lugar.
Mientras Scott y yo vamos a la sala común de Hufflepuff, tú tendrás sufientemente tiempo para ir a hablar con el retrato del Director. ¿No?
James suspiró.
-Está bien. Pero debo ir totalmente solo. Nada de espías ni cosas pir el estilo.
-¿Por quién me tomas?-repliqué.
-Bueno, chicos, entonces, el domingo por la mañana-nos cortó Scott, antes de que nos desviáramos.
-El domingo por la mañana...-acepté.
☆☆☆
El jueves por la mañana me dirigí con Flavia hacia la Clase de Pociones. Por suerte, Marine estaba enferma, y se encontraba en la Enfermería.
-Deberías hablar con ella-me oba diciendo Flavia.-No podéis pasar todo el año enfadadas...
Suspiré.
-No es que quiera estar enfadada, pero tengo cosas más importantes que hacer.
-¡Siempre tienes cosas más importantes que hacer!-se quejó-En parte, Marine se enfadó contigo por eso...
La miré, perpleja.
-¿Ella te ha dicho eso?
-Sí. Las dos lo pensamos. Pero yo veo una estupidez enfadarse. Lo que pasa es que parece que ya no quieres pasar el tiempo con nosotras desde...
-¡Eso es una estupidez! Claro que me gusta estar con vosotras, pero tengo que hacer algo. Y ya te lo he dicho mil veces, no puedo decírtelo.
-¿Por qué?
-Porque es una tontería...-"para ti, no me creerías", pensé.
-Está bien-se rindió Flavia- Pero entiendo a Marine. Ella es así. Le gusta saberlo todo...
-Y estar al mando de todo. No se lo diré. Y menos para que me perdone por algo de lo que no tengo la culpa.-acto seguido callé, y nos mantuvimos en silencio hasta llegar a la clase. Nos dirigimos hacia un pupitre de dos, pero cuando Flavia fue a sentarse, alguien pasó por delante de ella y se sentó en su sitio. James.
-Eh... Perdona pero este es mi sitio.-dijo Flavia, invitando a James a sentarse en otra parte.
-Perdona, pero tengo algo importante que decirle a Alice.
Por una parte, estaba intrigada por lo que James iba a decirme, pero a la vez enfadada por decidir que yo iba a escucharlo deliberadamente. Se creía el dueño del mundo, y eso lo odiaba.
-Perdona, pero si tienes algo importante que decirme, te esperarás a después de las clases, porque yo me quiero sentar con Flavia.-repliqué.
James se volteó hacia ella.
-¿Te llamas así? Qué nombre más raro. ¿Qué significa?
Flavia se sonrojó.
-Significa "Rubia" en latín.
Era evidente que James se estaba desviando adrede del tema.
-En fin, ahora que James ha aprendido algo nuevo, ¿podemos volver todos a nuestros sitios?
-Pero...-comenzó James.
-Ya te lo he dicho. No voy a escucharte ahora, si me quieres decir algo dímelo después.
Él me miró con furia y respondió:
-Igual sería mejor que no lo supieras. Al parecer eres una bocazas.
Me quedé mirándolo, perpleja.
-Bien.-dije finalmente.-Pues vete entonces.
Él se levantó y dándole un empujón a Flavia se dirigió a otro sitio con uno de sus estúpidos amigos.
-¿Es siempre así?-preguntó Flavia.
-No sé quién o qué se cree que es...-repuse.
Flavia parecía dispuesta a decirme algo, pero entonces entró en clase el Porfesor de Pociones y todos enmudecimos.
☆☆☆
Al terminar las clases del jueves y del viernes, me sentía agotada, y ya casi ni podía subir las escaleras después de la cena. Aquel día, nada de investigación nocturna. Solo dormir de un tirón. Era lo que me hacía falta. Al llegar la cama se me hacía el lugar más cómodo del mundo para tumbarme y descansar.
A la mañana siguiente, me desperté y me vestí rápidamente. Después, cogí mi varita y algo de dinero y salí de la habitación. Me dirigí al Gran Comedor. Allí estaban ya Flavia y Marine, sentadas, riendose juntas. En cuanto me acerqué, Marine enmudeció.
-¡Hola, Alice!-me saludó Flavia-¿Qué tal? Hoy vamos a ir después de las clases a Hogsmeade a mirar unos libros, ¿quieres venirte?
Me di cuenta de que Marine la miraba de reojo, como si hubiera hecho la pregunta incorrecta.
-¡Claro!-respondí-No tengo nada mejor que hacer...Además, hace tiempo que no vamos a la librería de Hogsmeade, ¿verdad?
-En realidad, hace tiempo que tú no vas-replicó Marine, con un tono de voz seco.
-Vale, entonces, hace tiempo que no vamos las tres juntas.-repuse.
La librería era un sitio que habíamos descubierto Flavia, Marine y yo hacía un año, en tercero, una vez que nos perdimos paseando por Hogsmeade. Era una tienda pequeñita, apenas visible desde el exterior, pero todo el espacio estaba recubierto por una cantidad inmensa de todo tipo de libros. Pasábamos allí los días de excursión, descubriendo nuevas y fántasticas historias. Al recordarlo, unas nuevas y grandes ganas de volver allí aparecieron en mi interior.
Después de las clases, esperé a mis amigas en el patio delantero de la escuela, que daba directamente hacia el pueblo. Al poco rato llegaron, y nos dirigimos las tres juntas hacia nuestro rincón secreto. Era extraño cómo parecía haber vuelto todo a la normalidad durante unas pocas horas...
-Ah, me siento como en casa-susurró Flavia cuando entramos.
-Sí.-añadí yo, con los ojos brillando.
Nuevos libros se posaban en las estanterías, mientras que algunos otros flotaban mágicamente en el aire. La librería estaba llena de recovecos y sillones en los que sentarse para leer. Me dirigí hacia la sección "Clásicos Muggles": allí se encontraban algunos de mis libros preferidos, como "Momo", "El retrato de Dorian Gray" o "El jardín secreto". Pasé la mano por los lomos de aquellos libros, sin decidirme por cuál escoger. Finalmente, elegí un libro bastante gordo de tapa azul oscuro con letras bordadas en finos hilos de cobre: "La historia interminable", de Michael Ende, al igual que "Momo". Aquel libro lo había leído cientos de veces, por lo que no pensaba comprarlo, pero había sido imposible para mí no abrirlo. Comencé la historia, y, como siempre, enseguida quedé cautivada por esta: Bastian, un niño común, sin nada especial, encontraba un libro. Aquel pequeño objeto, sin embargo, era capaz de transportarlo a otros mundos, de transformarlo en alguien diferente, en un héroe...
De pequeña, había soñado con ser como aquel niño. Sin embargo, ahora comprendía como debía sentirse el pobre Bastian...
Cerré el libro. Alguien me había tocado en el hombro. En otras circunstancias, me habría dado un susto, ya que detrás de mí no había nadie, pero, en esos momentos, sabía perfectamente lo que había ocurrido.
-James, sé que estás ahí.-susurré-Sal de una vez y dime qué quieres.
Este se dejó ver, quitándose la capa.
-¿Qué quieres?-gruñí.
-¿Estás leyendo?-dijo él, sin responder a mi pregunta, como solía hacer.
-Sí. ¿Y tú? No sabía que te gustara leer...
-Porque no me gusta.
-Ya lo sé.-repliqué.-¿Vas a decirme algo que no sea obvio, por favor?
-Para que lo sepas, he venido a avisarte de que he descubierto algo nuevo.
Me acerqué a él.
-¿El qué?-susurré, lo más bajo posible.
-Hace dos o tres días volví a ver al retrato. Como decías, se había saltado una parte de la profecía. Quería que cumpliera mi trato...
-¡¿Trato?!-dije, preocupada-James, ¿qué te ha hecho hacer?
-Nada importante...-respondió él, bajando la mirada.
-En fin...¿Qué se había saltado?
-Lo tengo aquí anotado.-mientras decía esto, se sacó del bolsillo un papel arrugado. Lo desdobló y me lo pasó.
Leí:
《Primero cae la piedra, después tiembla la tierra
El encanto muere, el espejo mata.
Cuando las agujas marcan el fin,
La alta torre será el lugar esperado.
Los cuatro se reúnen de nuevo, como antaño hicieron.
La nobleza es traidora, el ofidio guarecerá, ;
El cuervo oscuro trae la desgracia al bravo; el agudo sabiamente sentencia,
Mas el león áureo será la pieza final...》
Al finalizar, tenía el estómago revuelto. ¿Qué significaba aquello? Mi cabeza se sentía confusa. Sin embargo, tenía la sensación de poder resolver de una vez por todas el acertijo, como si finalmente las últimas piezas del puzzle me indicaran qué había estado construyendo.
Pero, ¿había cambiado mi destino gracias a aquellos versos? ¿Y si ya no tenía ninguna responsabilidad sobre la seguridad de James? Entonces, sentiría un gran alivio.
James había comenzado a hablar.
-..., pero claro, no me dejaste decírtelo el jueves, y como tú eres la lista y no lo habías escuchado, ¿quién iba a descifrar la profecía?-parecía enfadado.
-Mira. ¿Sabes que tengo unas amigas a las que veo cada vez menos por culpa de esto? Hay momentos que solo...solo quiero descansar. Y espero que lo entiendas, aunque, si no lo haces, puedo vivir con ello.-dije, dramatizando la situación, como él hacía siempre.
-Eh...bueno, vale. Espero que no estuvieras burlándote de mí, ¿es así? Me romperías el corazón...
Reí.
-Eres idiota.
-Sí, ¿lo has oído? Has roto mi corazón.
Rodé los ojos.
-Vete ya. Ahora es uno de esos momentos en los que quiero estar con mis amigas.
-¿Amigas? Querrás decir amiga. ¿No te habías enfadado con esa tal Marine Rimor?
Enrojecí.
-¿Y tú cómo lo sabes?
-Me lo contó un amigo en el entrenamiemto de quidditch. Amigo de Michael Darrison, que no sé qué es de tu amiga Marine. La verdad es que en el entrenamiento todos nos enteramos de todo.
-Como sea. Para ya con tu capa y tu mapa. Existe algo llamado intimidad.
-Vale... Perdona.-asintió gravemente.
Asentí en mi turno y le dije.
-De todas formas, las cosas con Marine parece que se están arreglando... En fin, hasta mañana.
-Hasta mañana. Igual en muy poco ya tenemos a una cuarta candidata...
Me quedé un rato pensando en lo que había dicho, y, al ver que no le respondía, se giró y desapareció...
-¡Alice!-me sacó de mi emsimismamiento Flavia.-¿Ese era James Potter? Estaba contigo...-sonrió con malicia. Marine la acompañaba. Ella también parecía interesada, aunque lo ocultaba bajo una falsa indiferencia.
-¿Eh? Sí...-asentí, temiéndome lo peor. Me sentía cada vez más y más roja.
-Vaya, vaya... ¿De qué hablabáis?
Se me pasó una forma de hacer las paces con Marine.
-La verdad es que hablábamos de ti, Marine.-esta levantó los ojos y me miró, sorprendida.-Sí... le decía que íbamos a hacer las paces porque somos amigas y que sería una tontería pelearse por una tontería como esa. ¿No crees?-ella sonrió con los ojos. Me la estaba reganando...
Flavia asintió, nerviosa.
-Así que, ya ves. Está en tus manos. ¿Terminamos de una vez esta pelea?
Por mi parte, perdona, no debería haber sido tan borde, aunque tenía mis razones para...¡Ay!-Flavia me había dado un codazo. Vale...-gruñí, dolorida.
-No, tenías razón.-repuso Marine -Fui una egoísta. Aunque es verdad uqe fuiste una borde...-sonrió.
-¡Bien! Las dos sois unas tontas orgullosas y yo soy mejor.-sentenció Flavia, con una gran sonrisa en la boca.
Yo suspiré, aliviada. Al menos, uno de mis problemas había terminado.
-Además-añadió Marine-, ya supongo que esa capa es de un "amigo" tuyo llamado James...-las dos sonrieron maliciosas.
A pesar de todo, otro problema venía a mí: mis pesadas amigas.
Me puse roja.
-Al parecer, le cuentas todos tus secretos a Mickey...
-¡Que no lo llames Mickey!
Reímos las tres juntas, soltando carcajada tras carcajada, como siempre había sido. Y, por un momento, olvidé el papel que se encontraba en mi bolsillo y lo que este significaba.
☆☆☆
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